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Hezbolá y la ayuda militar de EEUU a Líbano

Seguridad o ayuda

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

Días antes de la visita del presidente libanés a Washington el 12 de diciembre, un grupo de congresistas de EE.UU. instaron a la Administración Obama a que condicione la ayuda militar al ejército libanés a un acuerdo para que Hezbolá entregue sus armas.

La iniciativa se entiende como respuesta a la declaración política del nuevo gobierno de unidad libanés, percibida en los círculos de EE.UU. como que se ha dado un poder de veto a Hezbolá sobre la toma de decisiones importantes. «Debemos tratar de respaldar los esfuerzos multilaterales más importantes para desarmar a Hezbolá y limpiar el sur de Líbano de armamento iraní», escribieron recientemente 31 congresistas en una carta dirigida a la secretaria de Estado Hillary Clinton. La carta era una respuesta a una solicitud presentada por la Administración Obama de 210 millones de dólares para la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL, en sus siglas en inglés) y cien millones de dólares en asistencia militar para el ejército libanés. «Por esa cantidad de dinero, los contribuyentes estadounidenses se merecen ver resultados», dijeron los congresistas. La implicación que se deriva de ello es que el movimiento de resistencia libanés tiene que ser despojado de su capacidad de disuasión frente a Israel.

Una breve declaración de la presidencia libanesa comentando la carta declaraba que Michel Suleiman se reuniría con el presidente de EE.UU. y que no tenía prevista ninguna reunión con congresistas.

No es la primera vez que se reclaman condiciones para la ayuda de EEUU a Líbano. El pasado junio, durante una visita a Beirut en vísperas de las cruciales elecciones parlamentarias, el vicepresidente Joe Biden vinculó la asistencia a Líbano a lo que describió como «la política del nuevo gobierno que se forme después de la votación parlamentaria del 7 de junio». «EE.UU. evaluará la forma de su programa de asistencia según las políticas del nuevo gobierno», declaró Biden a la prensa después de reunirse con el presidente Suleiman en junio. Describió a Hezbolá como un «destructor de la paz».

EE.UU. ha proporcionado a Líbano más de mil millones en ayuda desde 2006, incluyendo 410 millones de dólares al ejército y a la policía. Aunque los funcionarios de EE.UU. expresaron reiteradamente su compromiso de satisfacer las necesidades del ejército libanés, el tipo de artillería recibido está dirigido, irónicamente, a la protección de Israel en lugar de a la de los libaneses. Por ejemplo, los aviones no tripulados Raven entregados en mayo pasado que, según el responsable del Departamento de Estado David Hale, servirán al ejército para vigilar cualquier intento de disparar cohetes desde el sur de Líbano al norte de Israel. Sin embargo, no hay artillería para defender el espacio aéreo libanés contra las repetidas violaciones de los aviones de combate israelíes.

El pasado mes de abril un funcionario del Departamento de Defensa estadounidense declaró que EE.UU. «no presta asistencia al Líbano sin tener en cuenta las preocupaciones israelíes y la ventaja cualitativa de Israel», y añadía que la ayuda militar de EE.UU. a las fuerzas armadas libanesas está diseñada para «fortalecer al ejército a nivel nacional, no regional», y los tanques M60 «no se ajustarían» con los tanques Merkava 4 de Israel.

La declaración política del gobierno libanés debe ser ratificada por el Parlamento a finales de semana. La declaración reconoce el derecho «del pueblo libanés, el ejército y la resistencia a liberar las Granjas de Sheba, las colinas de Kfar Shuba y la parte norte de la aldea de Al-Ghajar, así como de defender Líbano y sus aguas territoriales ante cualquier enemigo por todos los medios disponibles». El gobierno cuenta con dos ministros representantes de Hezbolá y la declaración incorpora las armas de la resistencia como parte del mecanismo de defensa del Estado y del pueblo libanés.
Si bien la respuesta de Washington a la formación de la coalición de gobierno ha sido amortiguada, la israelí ha sido sonada. Los responsables israelíes han amenazado en repetidas ocasiones con que todo Líbano será el blanco de cualquier ataque israelí en el futuro. El primer ministro israelí Binyamin Netanyahu declaró a la prensa el lunes que «el gobierno libanés será responsable de cualquier ataque de Hezbolá contra Israel». Netanyahu describía a Hezbolá como «el verdadero ejército de Líbano».

El martes, Haaretz informaba que NNUU estaba trabajando con Israel para completar la retirada de Israel de «la mitad norte de Al-Ghajar» en virtud de una propuesta del general Claudio Graziano, jefe de la UNIFIL, cuyo mandato en el cargo expira a finales de enero de 2010. La propuesta sugiere que la UNIFIL se responsabilice de la seguridad en el norte de Al-Ghajar una vez que Israel se retire. No se permitiría la entrada a ningún ejército libanés, afirma la propuesta, e Israel seguiría teniendo la responsabilidad de los servicios civiles. No ha habido ninguna respuesta oficial por parte del gobierno libanés sobre el informe.

La prensa israelí está inundada de informaciones que predicen una «guerra de necesidad» contra Hezbolá y, probablemente contra Hamas, que tendrá lugar ya sea en verano o en otoño del próximo año. Aunque esto podría considerarse como parte de la guerra psicológica entre Israel y Hezbolá, es sorprendente la forma en que la declaración de Netanyahu sobre «la caída de la Resolución 1701» ha sido programada al tiempo que la carta de los congresistas estadounidenses en la que afirmaban estar «muy preocupados» por lo que decían era «el potencial de la escalada promovida por Irán a lo largo de la frontera libanesa-israelí que hará explotar la situación en la región». Aunque Hezbolá Ha guardado silencio sobre la carta de los congresistas estadounidenses, quienes busquen un comentario han de remitirse al último discurso del secretario general, en el que aclaró que «las armas del Hezbolá permanecerán mientras exista Israel».

Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/2009/976/re4.htm