El 18 de enero de 2010 se cumplió un año de los ataques israelíes a la Franja de Gaza Las consecuencias de aquellos 23 días de asedio, todo el mundo informado las conoce. Según el Centro Palestino de DDHH en Gaza: -1.434 gazatíes fueron asesinados, de ellos 960 eran civiles, 288, niños y niñas -5.303 […]
El 18 de enero de 2010 se cumplió un año de los ataques israelíes a la Franja de Gaza
Las consecuencias de aquellos 23 días de asedio, todo el mundo informado las conoce. Según el Centro Palestino de DDHH en Gaza:
-1.434 gazatíes fueron asesinados, de ellos 960 eran civiles, 288, niños y niñas
-5.303 palestinos y palestinas fueron heridos, de ellos 1.606 eran menores.
-unas 11.000 casas fueron total o parcialmente demolidas
-mas de 50 centros sanitarios y ambulancias atacados
-la universidad islámica y mas de 35 escuelas fueron reducidas a escombros, incluida la escuela central de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (UNRWA)
-el almacén central de la UNRWA, del que se abastece el 80% de la población, bombardeado con fósforo blanco
-el 60% de las tierras de cultivo arrasadas,
-las infraestructuras civiles destruidas….
Todo ello sin olvidar que el ataque se llevó a cabo sobre una población encerrada entre muros y alambradas a la que se le impidió escapar de los ataques. Sobre una población ocupada a la que, en base al artículo 55 de la IV Convención de Ginebra, la potencia ocupante debería no solo respetar, sino también proteger, haciendo, en la pràctica, todo lo contrario.
Todo ello a pesar de que los países firmantes de dicha Convención están obligados, en base al artículo 146, a juzgar a los sospechosos de haber cometido graves violaciones de la Convención de Ginebra.
Y todo ello sumado a un cruel embargo que la comunidad internacional llevaba 3 años aplicando sobre la población de la Franja. Una decisión sin precedentes al tratarse de una población bajo ocupación que provocó una situación de crisis humanitaria descrita por el relator especial de la ONU para los DDHH, Richard Falk, como de «preludio de genocidio». El bloqueo afectaba tanto a las personas, incluso las personas gravemente enfermas, como a los productos, desde material escolar, a alimentos básicos y medicamentos.
Hacía un año que no se permitía la entrada de pastillas potabilizadoras con la consiguiente insalubridad de las aguas y la consecuente aparición pandémica de patologías digestivas hasta entonces inexistentes en Gaza. No se permitía el acceso de materiales básicos para las máquinas de diálisis condenando a los pacientes renales a una muerte lenta y segura. No se permitía el uso de quimioterapia, ni, recordemos, la salida de los pacientes oncológicos para recibir el necesario tratamiento. Ni tan siquiera se permitía la entrada de cemento para poder hacer las lápidas de todas estas personas condenadas por los gobiernos occidentales y asesinadas por Israel.
Por supuesto en este bloqueo inhumano Egipto ha jugado un papel fundamental. Sin el beneplácito del gobierno de Mubarak, esta crisis humanitaria nunca se hubiera producido, pues la frontera de Rafah podría haber proporcionado a los habitantes de la Franja todo lo necesario para llevar una vida digna, aún, estando bajo ocupación. Pero el gobierno egipcio, al igual que sus homólogos occidentales ha dejado patente cuales son los intereses que le guían y quien mueve sus hilos.
De hecho, aquellos sangrientos acontecimientos, al menos, nos han permitido conocer con nitidez donde está y cómo se posiciona cada uno de los actores involucrados en este entramado macropolítico de Oriente Medio cuyo eje central se encuentra en el territorio de la Palestina histórica.
Israel se ha convertido abiertamente en l’enfant terrible del panorama internacional. Un estado que campa a sus anchas, que tiene bula para cometer todas las violaciones del derecho internacional que le plazca porque ninguna sanción le será aplicada y a cometer todos los crímenes de guerra que desee porque ningún castigo le será impuesto.
Israel ha conseguido convencer a los gobiernos occidentales de que representa la primera línea de frente del mundo civilizado en el contexto huntigtoniano de Choque de Civilizaciones. No hay que olvidar, sin embargo, que ésta no es una idea novedosa pues ya Theodor Herzl a finales del siglo XIX escribía: «Allí deberíamos ser un trozo de la muralla europea contra Asia, un puesto avanzado de la civilización frente a la barbarie» (A Jewish State, pág 29, Londres, 1896)
La Liga Árabe después del deleznable mutismo mostrado durante los ataques y la débil e insignificante respuesta dada a posteriori, ha evidenciado su absoluta decadencia e irrelevancia en el panorama internacional y concretamente en lo que respecta a su propio territorio, habiéndose convertido en una marioneta más del sistema al que brinda pleitesía.
Estados Unidos, a pesar de los esperanzadores discursos del presidente Obama en Estambul y en El Cairo en la primavera de 2009, continúa desarrollando una política continuista de apoyo incondicional a Israel, no alterada desde los años del Presidente Truman.
La Unión Europea ha dejado caer su careta humanitarista y si bien, presionado por su sociedad civil organizada continúa enviando ayudas económicas, eso sí, cada vez más limitadas y condicionadas, ha dejado bien claro cual es su política exterior en la región y quien es su socio preferencial.
La UE (con las honrosas excepciones de Irlanda, Portugal y Eslovenia) absteniéndose y votando en contra del informa Goldstone ha optado claramente por apoyar económica, política y moralmente a un estado colonialista que vulnera la propia legalidad internacional que Europa creó a mediados del siglo pasado. Se ha posicionado sin ambages en un plato de la balanza, junto a Estados Unidos e Israel, por tanto, ha perdido toda credibilidad política y moral como mediador en el conflicto.
El Estado español dentro del contexto de la UE y a pesar de su pretendida neutralidad o equidistancia histórica y de su inagotable empeño en jugar un papel central en la solución del conflicto en Oriente Medio, se ha posicionado claramente y ha perdido también toda la legitimidad para desempeñar tan importante papel. El efusivo abrazo de Zapatero a Olmert cuando la sangre palestina de los 1.434 asesinados por Israel estaba todavía caliente, no deja lugar a dudas. Su mensaje en ese momento fue claro: «Estamos con los culpables». Su mensaje meses después al abstenerse durante la votación del informe Goldstone también: «Nos desentendemos de las victimas». Su posicionamiento obvio: «No buscamos la justicia, sólo el beneplácito de Israel».
Aún y todo el gobierno español intenta mantener esa imagen de intermediario respetado y está intentando lanzar una reedición de los acuerdos de Madrid de 1991. Para ello, el primer paso es movilizar a la sociedad civil. Afortunadamente la gran mayoría de la sociedad civil organizada está claramente posicionada y tras el estruendosa y vergonzosa cancelación por parte del Ministerio de AAEE (MAE) del Foro por la Paz en OM en Diciembre de 2007, tiene claro cual es el camino que puede conducir a una solución justa en la región y desde luego, no es de la mano del MAE.
Por ello, el MAE, sabiéndose incapaz de movilizar a la sociedad civil, se ha inventado la «Madrid Coalition». La Coalición de Madrid es una especie de Red de organizaciones palestinas, israelíes y españolas que en absoluto representan a la sociedad civil de los respectivos territorios. El gobierno, necesita la legitimidad de la sociedad civil, pero con sus actos ha perdido el poco crédito que le quedaba, por tanto, ahora, para escenificar su pantomima, tiene que inventar un espacio y unas contrapartes que carecen de base social y cuyo principal objetivo es fomentar la normalización con el estado de Israel. Esa es la Coalición de Madrid. Ese es el próximo sainete del MAE.
Por todo ello, la mayoría de organizaciones y colectivos de la sociedad civil del estado español que perseguimos una solución justa en la zona, siguiendo las directrices de la sociedad civil palestina organizada, trabajamos en dos líneas de actuación:
- Vía legal
- Vía del boicot, las sanciones y las desinversiones al estado de Israel (BDS)
La primera se está desarrollando a diferentes niveles y siempre en base a la legalidad internacional vigente. Por un lado presentando demandas en los tribunales nacionales contra personas que han cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad ante la justicia de los diferentes países en base a la jurisdicción internacional, vergonzosamente restringida en el estado español, debido a las presiones israelíes al ministro de exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
Por otro, denunciando la presencia en los diferentes territorios nacionales de figuras políticas y militares que han dirigido acciones bélicas definidas por el Derecho Internacional como «crímenes de guerra» y «crímenes contra la humanidad», persiguiendo el dictado de la preceptiva orden de arresto, como sucedió hace 5 años con el general Doron Almog y hace unas semanas con Tzipi Livni.
Y el tercer lado lo representa el informe Goldstone.
La comisión encabezada por el respetado juez surafricano, judío y defensor de Israel, para mas señas, Richard Goldstone, fue clara al señalar que Israel había cometido crímenes de Guerra y crímenes contra la humanidad en sus ataques sobre la Franja de Gaza. En dicho informe exhortaba a Hamas y a Israel a llevar a cabo investigaciones independientes sobre lo sucedido, de lo contrario la comunidad internacional debería crear una comisión que juzgara a los culpables y les aplicará sin distinción el derecho internacional. Hamas, al mes de publicarse el informe, comenzó una investigación en su terreno. Israel a día de hoy continúa con su retórica de haber aplicado su «derecho a la defensa del territorio» y sin encabezar ningún tipo de investigación penal, ni sobre los ataques, ni sobre la utilización de fósforo blanco, ni sobre ninguna de las violaciones del derecho humanitario cometidas por su ejercito. La comunidad internacional por su parte, a pesar de que el informe le insta a investigar lo sucedido y a perseguir a los responsables, continúa con el inmovilismo que le caracteriza dando la cobertura necesaria a Israel para que los crímenes cometidos y sus culpables nunca sean encausados, como ya apuntó el primer ministro Netanyahu en unas declaraciones al periódico israelí Haaretz.
El informe deja claro cuales son los pasos a dar, desde le punto de vista legal, en el caso del ataque a Gaza, que, en el ideario sionista, es tan solo un capítulo más dentro de su plan de limpieza étnica sobre le pueblo palestino. Y este informe debería convertirse en el marco conceptual y político de nuestras acciones legales.
La segunda vía: El BDS. Esta campaña supone una legitima herramienta de la sociedad civil, que emulando la lucha surafricana contra el apartheid en los años 70 busca sensibilizar a la población civil en general sobre la necesidad de movilización para alcanzar una solución justa en la región. Persigue informar y presionar a las empresas en nuestros países para que rompan sus relaciones económicas con un estado que vulnera sistemáticamente el derecho internacional. Intenta transmitir a los representantes culturales, deportivos, económicos y académicos del estado Israel que no serán bienvenidos a no ser que se opongan claramente a las políticas de limpieza étnica aplicadas por su gobierno. E intenta presionar a los gobiernos para que cumpla y haga cumplir la legalidad internacional vigente, aplicando las medidas punitivas que Israel como estado responsable de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad merece en base al derecho publico internacional, sin excepciones, ni bulas.
Una vez más queda patente que la justicia y la libertad no se piden, se conquistan. En nuestra mano está que el mundo continúe como hasta ahora, que los crímenes cometidos por Israel en Gaza queden impunes y que sus responsables no sean juzgados. Por supuesto la lucha es difícil y el enemigo grande, pero no hay peor lucha que la que se abandona, ni peor enemigo que la pasividad y el conformismo. A pesar de que ninguna ayuda de las prometidas por los gobiernos occidentales ha llegado todavía a la Franja de Gaza, el pueblo palestino continúa luchando, resistiendo, existiendo. Son fuertes, pero son mucho mas fuertes con el apoyo de todas las personas que en otras latitudes luchamos por su causa, que es la causa de todos y todas: la lucha contra el imperialismo y por la libre autodeterminación de los pueblos, para crear un mundo mas justo, un mundo donde quepan muchos mundos.
Raji Sourani (Director del Centro Palestino para los DDHH en Gaza)
Lidón Soriano (Komite Internazionalistak. Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina)
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.