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Llamarada de rebelión en Jerusalén

Fuentes: Rebelión

Una llamarada de rebelión recorre los territorios ocupados, miles de jóvenes salieron durante toda la semana a las calles para resistir un nuevo avance en la judaización de Jerusalén. El gobierno sionista, que avanza con los desalojos y demoliciones de viviendas palestinas para la construcción de complejos destinados a los fanáticos colonos judíos, ahora atenta […]

Una llamarada de rebelión recorre los territorios ocupados, miles de jóvenes salieron durante toda la semana a las calles para resistir un nuevo avance en la judaización de Jerusalén. El gobierno sionista, que avanza con los desalojos y demoliciones de viviendas palestinas para la construcción de complejos destinados a los fanáticos colonos judíos, ahora atenta contra la mezquita de Al Aqsa, la tercera en importancia para los fieles musulmanes, inaugurando la sinagoga de Hurva con la declarada intención de ocupar la mezquita.

El municipio de Jerusalén pretende demoler 88 viviendas palestinas en el barrio árabe de Siluan, en el este de la ciudad, para levantar en su lugar un parque arqueológico, la mayor demolición desde que anexionó, en la guerra de1967, el sector oriental de Jerusalén. A su vez planea construir otras 1600 viviendas en Jerusalén Este, anunció que provocó durante la visita del vicepresidente estadounidense el conflicto diplomático con el principal socio y sostén israelí. (ver siguiente nota)

El reciente accionar israelí no es un caso aislado sino la continuidad de la política de hechos consumados que lo caracteriza. El sionismo tiene por objetivo apoderarse la totalidad del territorio palestino, mientras gana tiempo y respaldo internacional jugando con las cartas marcadas de las «negociaciones de paz», avanza en la colonización y fragmentación de Cisjordania, denominada por ellos con los nombre bíblicos de Judea y Samaria. La intención es imposibilitar no solo la constitución de un Estado palestino viable, sino hacer insoportable las condiciones de vida de la población palestina para alcanzar su definitiva expulsión, como lo viene realizando desde la limpieza étnica de 1948 que permitió el nacimiento del Estado judío. Para conseguir éste objetivo prosigue con la construcción de una telaraña de más de 120 asentamientos judíos que controlan el 60% de los territorios palestinos ocupados, construye el muro se separación, carreteras exclusivas para judíos, asentamientos militares, check point y arruina cultivos que destruyen material y simbólicamente la vida palestina. Las zonas bajo dominio de la Autoridad Nacional Palestina no son más que bantustanes donde el ejército de ocupación israelí delega sus funciones policiales a la serviles fuerzas del Abbas.

A pesar de las difíciles condiciones, la ambición sionista encuentra permanentemente el escollo de la resistencia palestina. Los pobladores de Bilín y Nilín se han convertido en símbolos de la resistencia contra el muro de hasta ocho metros de hormigón que cruza sus ciudades. Ambas localidades acogen cada viernes desde hace cinco años manifestaciones contra la barrera, que corta sus tierras en beneficio de colonias judías cercanas, y en las que participan sus habitantes, junto con israelíes y solidarios internacionales. Como es costumbre estas manifestaciones, muchas de ellas originales1, no salen en la prensa internacional.

Posibilidades de una tercera Intifada

Desde los campos de refugiados, ciudades, pueblos y universidades miles de jóvenes continúan desde el lunes quemando neumáticos, enfrentando con piedras y molotov a las fuerzas sionistas que no reparan en medios represivos, bloqueando ciudades enteras e impidiendo el acceso a la explanada de la mezquita a los fieles.

El levantamiento por la reinauguración de la sinagoga de Hurva que amenaza la integridad de la mezquita Al-Aqsa, se sintió en todas las ciudades palestinas y hasta en la bombardeada Gaza, despertando manifestaciones solidarias en otras ciudades árabes. Los palestinos de Jerusalén y barriadas circundantes, especialmente un grupo constituido especialmente por mujeres, lograron el martes crear un cordón humano protegiendo la Mezquita para protegerla de un posible asalto de los colonos sionistas reunieron en la plaza Al-Buraq. Esto sucedía mientras el ejército de ocupación disparaba balas recauchutadas y de plomo, lanzaba gases y granadas sónicas hiriendo a un centenar de jóvenes, muchos de ellos fracturándoles los brazos, y deteniendo a decenas de manifestantes. En los siguientes días prosiguió la mayor irrupción palestina desde la segunda Intifada, la militarización de Jerusalén y el cerco sobre los campos de refugiados hacen pensar que estamos ante algo más que un «día de ira».

Echando nafta al fuego las declaraciones del derechista primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante las críticas internacionales defendió los 42 años de construcciones ininterrumpidas en Jerusalén Este y dijo que los planes no afectan «para nada» a los palestinos, manteniendo en alto la estrategia colonialista así como el grado de hipocresía e impunidad; por su parte el aún más derechista partido en el gobierno Israel Beitenu, liderado por el ex patovica de boliche y actual ministro de relaciones exteriores Avigdor Lieberman, consideró que cualquier crítica a la colonización es «irracional» y que los levantamientos están fomentados por el juez sudafricano Richard Goldstone2.

Los enfrentamientos han sido hasta ahora controlados por las fuerzas de ocupación gracias a mantener fragmentadas las movilizaciones y cercar los caminos, pero la peor fragmentación es la que sufre el frente de resistencia palestino que impide llevar adelante la resistencia. El llamado realizado desde Gaza por Hamas a realizar un día de ira en defensa de los lugares sagrados fue respondido, como describimos, por masivas manifestaciones. Otras fuerzas de la resistencia, como el FPLP, llamaron en igual medida a resistir; fuerzas de las brigadas de mártires de Al Aqsa (milicias del oficialista Al Fatah) exigieron la liberación de los combatientes presos en las cárceles de la ANP y la devolución de las armas, para poder defender Al Aqsa. Pero la voluntad inquebrantable del pueblo palestino se enfrenta no sólo a las fuerzas asesinas del ocupante, chocan también con la traición de la Al Fatah-ANP.

Recientemente salpicado por nuevos casos de corrupción y chantaje sexual por parte de altos cargos de su partido, Abbas al frente de la ANP, intenta desesperadamente dirigir la resistencia y desviar la atención hacia la vía muerta de las negociaciones (indirectas en este caso) del ilusorio paraguas del «proceso de paz», con la irreal esperanza de atraer a su lado al despechado mediador estadounidense. Las medidas y las declaraciones de la autoridad palestina no hacen más que confirmar su genuflexión hacia el ocupante: la acusación a Hamas de pretender recaer en el caos y la violencia, de ser un agente iraní que impide la reconciliación palestina, no hacen más que reproducir el discurso sionista, a lo que hay que sumar la detención del fundador del ala militar del grupo islamista en la ciudad cisjordana de Ramala, Maher Ouda y de otros catorce palestinos miembros del movimiento de la resistencia.

La posibilidad de estar ante una tercera Intifada se encuentra en problemas, como afirma una dirigente de Hamas «Toda Intifada requiere una dirección (palestina) popular».Y, por el momento, no la hay, «ni siquiera en Jerusalén», admite. La fragmentación de las fuerzas de la resistencia, la traición de la ANP y los años de desgaste y desilusión tienen un peso objetivo y subjetivo sobre la capacidad de pueblo palestino para enfrentar los planes de ocupación.

El camino de la reunificación de la resistencia palestina no será por medio de los acuerdos de cúpulas embarcadas en eternas disputas por cuotas de poder. El camino hacía una nueva Intifada podrá estar dado en la recuperación del legado de organizativo y político de la primera Intifada, aquella que constituyo los Comités Populares que organizaban tanto la vida como la resistencia en los campos de refugiados, en la conformación del Comando Unificado que recogiendo a los diversos comandos y coordinando por la base a las principales organizaciones políticas palestinas dirigió la revuelta y, en muchos casos, logró «liberar» áreas enteras del control del ejército israelí.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.