Tariq Ali, uno de los pocos intelectuales que quedan en Europa dignos de ese nombre, pasó por la Casa Árabe en Madrid el 24 de marzo, para presentar Conversaciones con Edward Said, recopilación de entrevistas grabadas en 1994 para Channel Four, que la Editorial Alianza ha decidido publicar ahora, en forma de libro. Hace ya […]
Tariq Ali, uno de los pocos intelectuales que quedan en Europa dignos de ese nombre, pasó por la Casa Árabe en Madrid el 24 de marzo, para presentar Conversaciones con Edward Said, recopilación de entrevistas grabadas en 1994 para Channel Four, que la Editorial Alianza ha decidido publicar ahora, en forma de libro.
Hace ya siete años que el cáncer acabó con la vida de Edward Said, autor de Orientalismo, La cuestión de Palestina y Cultura e imperialismo. Tariq Ali tuvo palabras de homenaje para quien fuera su amigo por más de treinta años: «demasiados amigos han ido muriendo en los últimos años, mientras que los enemigos siguen vivos» dijo entre nostálgico e irónico el escritor, periodista y cineasta de origen pakistaní.
Pero hablar de Edward Said es hablar de Palestina. Tariq Ali inició su disertación citando un fragmento de un artículo de Said publicado en la New Left Review en 2001, donde cuestionaba las concesiones hechas por el liderazgo palestino a Israel con la firma de los acuerdos de Oslo:
«El pueblo palestino merece algo mejor. Tenemos que decir claramente que con Arafat y compañía al mando no hay esperanza. (…) Lo que necesitan los palestinos son líderes que realmente pertenezcan a su pueblo y estén con él, que es el que en verdad está llevando la resistencia sobre el terreno, no gordos burócratas dedicados a mordisquear puros, a preservar sus acuerdos comerciales y a renovar sus pases VIP, que han perdido todo rastro de decencia o credibilidad. (…) Necesitamos un liderazgo unido, capaz de pensar, de planificar y de tomar decisiones, en vez de arrastrarse ante el Papa o George Bush mientras los israelíes matan a su pueblo con impunidad. (…) La lucha por la liberación de la ocupación israelí es lo que apoya ahora cualquier palestino que se precie». (New Left Review 11, septiembre-octubre de 2001)
Tariq Ali explicó que Said «describió los acuerdos de Oslo como un reempaquetado de la ocupación israelí. Para él fue muy trágico ver a su gente colaborando con los israelíes en esa estrategia. Llegó a decir: no hay esperanza de que algún día nos den un estado que valga la pena».
Palestina, cada vez peor
«Y esto fue en 2001», reflexionó Ali.
«Desde entonces la situación no ha hecho sino empeorar. Lo que los israelíes hicieron en Gaza conmocionó al mundo, incluso conmocionaba a los estadounidenses cuando los medios mostraban algunos fragmentos de lo que ocurría en Gaza una vez a la semana».
«La respuesta de la Unión Europea a dos semanas de masacre y asedio fue muy débil: unas pocas palabras duras. Imaginen qué hubiera pasado de haberse tratado de cualquier otro grupo. Una mujer iraní murió durante las protestas contra el gobierno el año pasado, lo que fue malo. Pero todo el mundo occidental se conmovió por la muerte de una mujer en Irán. Ese doble rasero es lo que vuelve a la gente literalmente loca en el mundo árabe, porque comprueba que no hay justicia en el mundo».
Tariq Ali, certero en su mirada sin concesiones, liquidó en dos minutos la supuesta confrontación entre el gobierno de Obama y el de Netanyahu por la cuestión de los asentamientos ilegales de colonos en los territorios ocupados de Cisjordania. «No hay ninguna contradicción de fondo. El problema fue que los israelíes tuvieron el descaro de anunciar la construcción de 1.500 nuevos asentamientos ilegales en Palestina durante la visita del vicepresidente estadounidense, y eso fue lo que molestó a Washington que no pone ninguna objeción seria a la ampliación de la ocupación, con tal de que se haga con discreción».
Las cosas han empeorado para Palestina, insiste Ali. «Abbas es peor que Arafat, aceptará cualquier cosa que ofrezca su amo».
El autochantaje de Europa
«La única Palestina con la que Israel convivirá es un espacio en el que Palestina morirá» concluye Tariq Ali, que pasa a apelar al auditorio de la Casa Árabe, una institución gubernamental, en el marco de la presidencia española de la Unión Europea: «La Unión Europea es importante, no militarmente, pero sí en lo político, en lo cultural. Y el lenguaje que los europeos usan para los árabes es racista. Israel quiere ser parte de Europa, no del mundo árabe, que es la realidad territorial en la que está inscrito. Quieren convertirse en estado asociado de la UE y Europa está de acuerdo, en lugar de poner condiciones exigibles a cualquier estado con el que se pretenda llegar a un acuerdo, como tener fronteras definidas. Pero Europa está muy lejos de exigir a Israel que respete las fronteras legalmente reconocidas por Naciones Unidas, las de 1967. Europa está satisfecha autochantajeándose con la tragedia, con el crimen que supuso el exterminio de más de 5 millones de judíos en el marco de la II Guerra Mundial. Sin duda fue una tragedia, una gran pérdida para la cultura europea, pero las generaciones actuales no son responsables».
O, al menos, no lo son más que los jóvenes belgas por los 12 millones de muertos que dejó la colonización en Congo durante el siglo pasado.
Europa no debe aceptar el chantaje de Israel por lo ocurrido durante la II Guerra Mundial, un chantaje que pasa por alto la realidad. Israel no es un país indefenso, cuya existencia esté en entredicho: es el sexto país más armado del mundo, y cuenta con armas nucleares. ¿Quién discute su derecho a existir?
En lugar de lanzarnos a una guerra contra quien se dice que puede estar pensando en usar algún día armas nucleares contra Israel, ¿no sería mejor garantizar que Oriente Medio fuera una zona libre de armas nucleares, como Suramérica? ¿Quién necesita esas armas, qué sentido tienen?
La solución: un solo Estado con iguales derechos
Y si la solución de dos estados no es viable para Palestina, ¿cuál es la solución? Tariq Ali abogó por una sola entidad, donde cada ciudadano tenga iguales derechos. Si eso pudiera lograrse, la paz sería viable. Pero -advirtió- eso choca frontalmente con el proyecto del Estado de Israel desde sus orígenes, recordando el eslogan «Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Un eslogan falaz, porque esa tierra no estaba despoblada: hubo desplazamiento y violaciones masivas de mujeres palestinas. Los historiadores israelíes lo reconocen hoy. Lo hacen de la misma forma que los estadounidenses reconocen que exterminaron a los indígenas en aras de una civilización superior. ¿Pero es esto algo de lo que estar orgullosos en el siglo XXI? ¿»Exterminar pueblos»? ¿»Civilización superior»?
Junto a la cuestión palestina, Tariq Ali sacó a relucir otro problema que, dijo, ha sido deliberadamente orquestado, y es la ocupación de dos países musulmanes. «La guerra contra el terrorismo es una guerra de recolonización» concluye Ali.
Contra el eslogan electoral de la campaña demócrata, Tariq Ali afirma que los estadounidenses no van a dejar paz en Iraq: van a dejar enormes bases militares con soldados que intervendrán discrecionalmente. Antes los cruzados construían en Oriente Próximo fortalezas, y al menos eran relativamente hermosas. Ahora los estadounidenses llevan ciudades americanas con todo el equipamiento: McDonald’s, Starbucks, prostitutas del Este de Europa, etc. ¿Cómo ayuda eso a calmar a los jóvenes musulmanes de los que una minoría opta por el terrorismo? No se puede separar una cosa de la otra.
Lo que ustedes le piden al mundo árabe es que no haya respuesta. Lo que hacen los terroristas hoy es lo que hacían los argelinos para librarse de los franceses: ponían bombas en los cafés, asesinaban civiles. Ya no recordamos los ecos de la Historia.
Esta triple ocupación tiene muy poco impacto en Europa, opina Ali. Europa debería ser mejor, pero no lo es. En Iraq la ocupación ha provocado más de un millón de muertos, 4 millones de refugiados, toda la infraestructura social destruida y el comentario que se suscita en Europa es: «al menos hay elecciones».
Parece que a nadie le importe lo que está pasando. En Afganistán, si sumamos los reportes publicados en prensa desde el comienzo de la invasión en 2001, ya van unos 500 mil talibanes asesinados. Obama ha usado más armas para atacar Pakistán que Bush. Hay una continuidad en el proyecto imperial.
Islamofobia en Europa
Tariq Ali sumó a esto el elemento de la creciente islamofobia, y citó varias afirmaciones de algunos opinadores reaccionarios, en el estilio de «Europa se está convirtiendo en Eurabia. Habrá que expulsar al menos a 5 millones de musulmanes» etc., o de quienes afirman, como uno de los principales mentores del presidente francés, que «llevar pañuelo en la cabeza es un acto terrorista». «No hace tanto tiempo también aquí las mujeres se cubrían la cabeza, ¿eran terroristas por eso?» recordó.
En Europa viven 493 millones de personas, los musulmanes representan un 3%, exagerando mucho, como máximo, puede decirse que un 4% de la población europea. Eso no quiere decir que las minorías no sean importantes en la configuración de un territorio, pero lo que está ocurriendo en Europa con la islamofobia recuerda al antisemitismo europeo de los años 20 y después de la II Guerra Mundial, cuando los judíos basculaban entre la acusación de ser bolcheviques o plutócratas; estaban atrapados. Hoy ya no se utiliza el estigma del bolchevismo, pero se dice de los musulmanes que simpatizan con el terrorismo, o que son demasiado ricos. Es una dinámica que asusta, independientemente de si se es religioso o no.
Estamos ante un ataque específico que aísla a una minoría, se dice que los musulmanes son el problema, y ya sabemos qué pasa después. Dado el ambiente tras los atentados del 11-S, si Bush hubiera dicho que había que aislar a los musulmanes en campos de concentración, la mayoría habría consentido. Recuerden la histeria, el pánico.
Lo que está ocurriendo debe ser combatido por los políticos. En Italia están quemando gitanos otra vez, y hay una ola de islamofobia.
Tariq Ali apeló al público: En este país, dada su historia, el pueblo debería ser más consciente, pero no ocurre. Los políticos no atacan la islamofobia porque les conviene: sirve para convencer a la gente de que la ocupación y lo que Israel le hace a los palestinos es «enfrentar el problema».
Sí hay salida: la rebelión ciudadana
Por primera vez desde el siglo XVI la población musulmana en Europa está siendo cuestionada. Recordemos que la expulsión de los judíos y los musulmanes de España después de 1492 dio lugar a una identidad cultural monolítica, sobre la base de una Europa cristiana.
Tariq Alí recordó lo que Edward Said sostenía a menudo: que no hay una línea divisoria entre cultura y política. Están interrelacionadas.
Si preguntamos a la población de Europa o Estados Unidos, encontramos que no les gusta no les gusta lo que está sucediendo en Iraq o en Palestina, pero los políticos lo ignoran. En un mundo donde la democracia como proceso ha sido vaciada, hacen falta movimientos, protestas. Si no, no cambia nada. Hay que gritar sin parar para ser escuchado. No podemos aceptar pasivamente el mundo.
Quienes creen que China será la gran potencia que venga a rescatarnos solamente viven una ensoñación. La acción y el pensamiento son las únicas herramientas con las que contamos.
Este llamado a la rebelión, a la Intifada, de la ciudadanía europea frente al criminal proyecto imperial, frente a la injusticia y a la hipocresía del discurso orgánico, con el que Tariq Alí cierra su disertación en la Casa Árabe, me hace pensar en un pasaje de sus Conversaciones con Edward Said:
Tariq Ali.- En uno de tus libros recientes, sobre música, has escrito: «Ningún sistema social, ninguna visión histórica, ninguna totalización teórica, sin importar lo poderosa que sea, puede agotar todas las alternativas o prácticas que existen dentro de su dominio. Existe siempre la posibilidad de la trangresión». Ahora has escrito esto sobre la música, pero se aplica prácticamente a cualquier cosa, ¿no es así?
Edward Said.- Sí, porque en realidad me refiero a esto como hecho social. Que siempre hay una oportunidad, sin importar que uno se sienta contra la pared sin ninguna alternativa excepto someterse; siempre hay una oportunidad de hacer otra cosa. Siempre hay una oportunidad para formular una alternativa, y no sólo quedarse callado o capitular. Creo que para mí es el precepto social más importante, y en cierto sentido rige el modo en el que yo entiendo la política. Porque si la política es simplemente como se supone que tiene que ser según el neorrealismo, y el pragmatismo y todas las demás escuelas que imperan hoy, si la política es simplemente el arte de lo posible, y el arte de lo concluyente y el arte del acomodo, creo que el papel del intelectual es estar siempre haciendo valer la alternativa».
(Conversaciones con Edward Said, traducción de Natalia Rodríguez Martín, Alianza Editorial. Madrid, 2010, p. 114).
Hay otras definiciones de intelectual, pero es esta forma de estar en el mundo la que hace de Edward Said y Tariq Ali dos voces imprescindibles.
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