Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Funcionarios de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP) en el gobierno de Mahmud Abbas se quejan a menudo de que pasan más tiempo negociando con gobiernos estadounidenses que israelíes. La afirmación ha valido particularmente en los últimos tiempos. Desde el asalto total de Israel contra Gaza hace casi un año y medio, los funcionarios palestinos han interrumpido todas las conversaciones directas con los israelíes y han hablado con los estadounidenses. El enviado presidencial de EE.UU., George Mitchell, ha estado fuertemente involucrado en la región desde mayo de 2010, pero sus esfuerzos han sido infructuosos.
Los palestinos no han tenido más suerte con los estadounidenses que con los israelíes. Les ha pedido permanentemente que acepten las condiciones de paz de EE.UU. e Israel que significan desastre y capitulación. Fuera de agotar a los palestinos, y forzarlos a aproximarse a más concesiones, no ha surgido nada sustancial de las conversaciones con estadounidenses o israelíes.
Los estadounidenses han vendido falsas esperanzas a los palestinos, dando a Israel el tiempo necesario para apoderarse de más tierras y cambiar la demografía del futuro Estado. Ahora, ha desaparecido hasta la hoja de parra de las buenas intenciones.
El pasado martes, en una reunión entre el presidente de EE.UU., Barack Obama, y el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, terminaron por disparar el tiro de gracia, dando un golpe mortal a las fantasías de ayuda estadounidense.
Los negociadores palestinos dicen continuamente que no tienen otra opción que negociar con los estadounidenses. No es verdad. El pueblo palestino no quiere que lo hagan, y su espíritu combativo está vivo y sano. Cuando se acaben todas las otras opciones, el pueblo aparecerá con sus propias alternativas. Es lo que siempre ha hecho la gente que vive bajo la ocupación extranjera, y los palestinos no constituyen una excepción.
El presidente Abbas solía decirnos que ahora le toca a Israel. Obama decidió que les toca a los palestinos. Una vez más, la Casa Blanca ha dejado en claro que todos deben portarse según los dictados de EE.UU.
El proceso de paz ha sido en el mejor de los casos un ejercicio de relaciones públicas de EE.UU. e Israel, en el peor un truco político hecho para ayudar a los sionistas y debilitar a los árabes. Todo el objetivo del proceso de paz ha sido crear una quinta columna en nuestro medio. En el fondo, el proceso de paz no tuvo nada que ver con la paz. La ecuanimidad nunca formó parte de la ecuación.
Es hora de que los árabes, especialmente los árabes palestinos, digan que ya basta. Esta vez se admitió que el proceso de paz no hizo nada en absoluto por la paz, la seguridad, y el desarrollo de esta región.
Obama se alegró al ver a Netanyahu -como George Bush una vez se emocionó al dialogar con Ariel Sharon. Las palabras que los dos presidentes utilizaron para describir a los dignatarios israelíes fueron casi idénticas. A Sharon lo llamaron un «hombre de paz». Ahora Netanyahu parece haber heredado el título, sin que importara que unos pocos días antes haya ordenado la masacre de activistas por la paz en la flotilla camino a Gaza, sin que importara que el mismo día en el que Obama le dio la bienvenida, el grupo israelí B’Tselem haya publicado un informe condenatorio sobre la expansión de asentamientos en Cisjordania.
Obama sólo tuvo elogios para el primer ministro israelí. No hay diferencias entre Israel y EE.UU., declaró Obama, describiendo sus conversaciones con Netanyahu como «excelentes» y los lazos de su país con Israel como «extraordinarios». Washington está tan comprometido con la seguridad de Israel como siempre, y los «lazos especiales» son tan vinculantes como siempre, dijo a periodistas estadounidenses.
Por su parte, Netanyahu dijo que los informes sobre un cisma en las relaciones entre EE.UU. e Israel son sólo rumores.
Para recompensar a Netanyahu por lo que describió como «progreso» hacia la paz, Obama aceptó una invitación a visitar Israel.
¿Hay algo en esto que sorprenda al presidente Mahmud Abbas?
Las únicas palabras duras que utilizó el presidente estadounidense se refirieron a los palestinos, a los que aconsejó que dejaran de provocar y embarazar a los israelíes. Los palestinos deberían dejar de pensar en «excusas» para demorar la paz y comenzar a conversar con los israelíes. Cualesquiera condiciones que Obama hizo otrora para conversaciones directas parecen haber sido olvidadas. La posición actual de EE.UU. es que los palestinos debieran iniciar conversaciones sin condiciones previas.
No es lo que esperaba oír el presidente Abbas. En lugar de aliento, los palestinos han sido reconvenidos y se les dijo que se comportaran mejor.
Un estrecho asociado del presidente Abbas dijo a Al-Quds Al-Arabi que «todas las señales sugieren que el actual gobierno de EE.UU. presionará a la Autoridad Palestina para que realice conversaciones directas» sin garantías o condiciones previas. Es básicamente lo que Mitchell ha tratado de lograr durante todas sus visitas anteriores a la región.
Ahora Abbas tiene que elegir. O cede ante los estadounidenses, que es lo que ha hecho desde Annapolis en 2007, o renuncia a los estadounidenses. En el primer caso, perdería toda la credibilidad que le queda. En el segundo tendrá que renunciar. Ha apostado todo a negociaciones, y ahora se ha evaporado toda esperanza de conversaciones fructíferas.
La única opción que les queda a los palestinos es resistencia y más resistencia. Es un camino que no sólo es largo y duro, sino que exige unidad nacional. La OLP llegó al gobierno como resultado de la resistencia y unidad nacional. Ahora la falta de unidad y resistencia amenaza con excluir a la OLP de la vida política, o convertirla en un lacayo de las autoridades de ocupación.
———-
Nicola Nasser es un veterano periodista árabe que vive en Bir Zeit, Cisjordania, territorios palestinos ocupados. http://nicolanasser.newsvine.