Que la Unión Europea está gobernada por la derecha más recalcitrante del continente, es algo que se cae de la mata; y, obviamente, salvo honrosas excepciones, tampoco su parlamento se salva de la quema. En 1988, la Eurocámara creó un premio para, siempre según ellos, «recompensar a las personalidades o colectivos que se esfuerzan por […]
Que la Unión Europea está gobernada por la derecha más recalcitrante del continente, es algo que se cae de la mata; y, obviamente, salvo honrosas excepciones, tampoco su parlamento se salva de la quema. En 1988, la Eurocámara creó un premio para, siempre según ellos, «recompensar a las personalidades o colectivos que se esfuerzan por defender los derechos humanos y las libertades fundamentales», que «luchan contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión». Casi nada para ser otorgado, como decía, por la derecha más recalcitrante de un continente que se sobrealimentó -y se sobrealimenta- a costa de la saqueadora conquista de otro continente -el americano- y el exterminio de millones y millones de sus indefensos habitantes (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=114695) . El citado premio, dotado de 50.000 euros, se llama «Skharov» y se apellida «a la libertad de conciencia»; un buen ejemplo de soberbia y cinismo.
Resulta harto sospechoso que, en los últimos ocho años, el galardón haya sido otorgado en tres ocasiones a la llamada disidencia cubana. En 2002 el premio fue concedido a Oswaldo José Payá Sardiñas; en 2005 a las «Damas de Blanco», y, hace tan sólo unos días, a Guillermo Fariñas. Hagamos un breve repaso a la trayectoria de estos esforzados «defensores de los derechos humanos y las libertades fundamentales».
Oswaldo Payá fue la cabeza visible del «Proyecto Varela». Este se presentó en 1998 para fomentar un proyecto de ley que «abogaba por reformas políticas en la isla, a favor de mayores libertades individuales». Pero lo cierto es que la iniciativa fue auspiciada y financiada desde el exterior, con la participación activa de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, como en su día quedó demostrado. El cinismo en este caso concreto fue mayúsculo, ya que, para «colar» su proyecto, utilizaron el nombre de Félix Varela, cuando la historia demuestra con creces la impecable trayectoria revolucionaria y antiimperialista que Varela trazó a lo largo de toda su vida. Tremendo insulto, sin duda, a la persona de quien José de La Luz y Caballero dijo que fue el que «nos enseñó primero en pensar», y José Martí que era un «patriota entero».
La respuesta del pueblo cubano a ésta y otras provocaciones fue contundente. El 11 de junio de 2002, más de 9 millones de cubanos y cubanas inundaron las calles de toda la Isla , tras la convocatoria realizada sólo veinticuatro horas antes por el líder de la Revolución. Por si esto fuera poco, desde el sábado día 15 a las 10 de la mañana hasta el mediodía del martes 18 del mismo mes y año, la propuesta conjunta de las organizaciones sociales y de masas, para que quienes estuvieran en edad de votar expresaran con sus firmas la voluntad de reformar la Constitución , a fin de que constara en ella tanto el carácter irrevocable del socialismo como que las relaciones de la República con cualquier otro Estado no podrán jamás ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera, fue refrendada por el 98,97% de los electores, más de 8 millones de personas. Después, entre los días 24 y 26 igualmente de junio, durante la Sesión Extraordinaria realizada por la Asamblea Nacional del Poder Popular, se aprobó por unanimidad la Reforma Constitucional anteriormente citada.
Terminaré con Oswaldo Payá diciendo que en abril de 2002, año en que recibió su «flamante» premio, apoyó públicamente el golpe de Estado contra el legítimo gobierno de Hugo Chávez en Venezuela.
Las «Damas de Blanco» son un grupo de mujeres cuyos maridos, en abril de 2003, fueron detenidos, juzgados y condenados a varios años de cárcel. Contrariamente a lo que las lenguas más interesadas o ignorantes dicen -según los casos-, los ya famosos 75 -bastantes de ellos fueron recientemente excarcelados- no eran presos de conciencia perseguidos por sus ideas, sino asalariados del imperio que fueron condenados por delitos debidamente probados. ¿Qué gobierno del mundo va a ser tan autodestructivo como para permanecer impasible, mientras hechos de índole semejante en su propio territorio se suceden? Todos los países del mundo disponen de un arsenal jurídico que les permite defender la independencia nacional contra casos semejantes de agresión extranjera; la mayoría, además, mucho más severo que el de Cuba.
Una de las actividades habituales de las «Damas de Blanco» es la de manifestarse por algunas calles de La Habana; otra, denunciar frente a cómplices medios de comunicación extranjeros -calumnia, que algo queda- que son repetidamente reprimidas por la Policía Nacional Revolucionaria -PNR-, lo que es totalmente falso, ya que ocurre justo lo contrario. Normalmente, las manifestaciones de las «Damas de Blanco» suelen ser contestadas con incriminaciones verbales por parte de espontáneos grupos de ciudadanos; y la PNR lo que hace es proteger a aquellas, para tratar de evitar que el contacto físico con los mencionados grupos no se produzcan. En más de una ocasión y por ese mismo motivo, las blancas damas han sido llevadas en guaguas hasta la misma puerta de sus domicilios. Como se puede observar, una imagen muy distinta a las que diariamente se suceden en Europa, donde la policía del gran capital -mantenida con el dinero del pueblo- reprime de manera brutal cualquier manifestación que vaya en contra de los perversos intereses de sus dueños.
Las «Damas de Blanco» están financiadas por el gobierno de los Estados Unidos, extremo éste que, lejos de desmentirlo, se enorgullecen de proclamarlo a los cuatro vientos. Pero no importa lo dicho; para la Eurocámara también estas asalariadas del imperio es un colectivo que «se esfuerza por defender los derechos humanos y las libertades fundamentales», por eso fueron premiadas en 2005.
Y falta el tercer cubano «agraciado» con el premio Sakharov. Guillermo Fariñas tiene todos los record habidos y por haber, en cuanto a huelgas de hambre se refiere. Y, según él y sus acérrimos defensores, todas fueron iniciadas hasta las últimas consecuencias; extremo poco creíble, porque nunca consiguió lo que quiso, y, después de todo, aún sigue vivo. Y quede claro que no deseo su muerte, sólo me limito a constatar un hecho que siempre se pasa por alto.
Este individuo, que antes de convertirse en «demócrata», «defensor de los derechos humanos» y «disidente» golpeó a una trabajadora en un hospital y a una señora mayor que, a resultas de la golpiza, se le hubo de extirpar el bazo, fue premiado porque, según el presidente de la Eurocámara, «sacrificó su salud y estuvo dispuesto a arriesgar su propia vida para presionar por el cambio en Cuba». Una injerencia en toda regla por parte del «demócrata» europeo, ya que se arroga el derecho de fomentar el cambio en Cuba; un país soberano cuya población, mediante periódicas elecciones, decide libremente el sistema sociopolítico que quiere; y no sólo elige a sus dirigentes, sino que también los postula y participa con ellos en todas y cada una de las decisiones trascendentales.
A pesar de esto, como si de un preestablecido guión se tratara, Fariñas declaró a la prensa reaccionaria que su galardón «es un premio a la rebeldía del pueblo cubano durante cincuenta y dos años de dictadura totalitaria». Tamaña estupidez y tamaña mentira. Más que les pese a sus enemigos de dentro y de fuera, la Revolución siempre ha gozado con la aprobación y participación de la inmensa mayoría de la población cubana. La concesión del premio Sakharov a Oswaldo Payá, las «Damas de Blanco» y Guillermo Fariñas no es otra cosa, pues, que un arma de la Unión Europea alevosamente disparada contra Cuba.
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