Traducido para Rebelión por J.M. y revisado por Caty R.
Versiones que llegan desde Washington y de involucrados en el círculo íntimo de las negociaciones sugieren que el derecho al retorno de los refugiados palestinos está a punto de ser sacrificado. Estados Unidos insiste en que quien acepte negociar con Israel debe abandonar este tema fundamental. Literalmente, este asunto está llegando a un punto sin retorno; el juego de palabras está sobreentendido.
Las posturas de Israel y de EE.UU. se alimentan y consolidan mutuamente. En la apertura de las negociaciones directas el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu destacó en su discurso la «naturaleza judía» del estado de Israel y los diferentes caminos para manifestar esta cualidad en el terreno; llamó a los negociadores palestinos a abandonar el derecho al retorno de los refugiados a su tierra, de la cual fueron expulsados ellos o sus antepasados a partir de 1948. Un específico reconocimiento del «Estado judío» tiene el efecto de tornar a los palestinos que viven dentro de Israel en «no ciudadanos» o ciudadanos de segunda categoría, modo de preparar el camino para su «transferencia silenciosa» al otro lado de la frontera y así completar la limpieza étnica comenzada en 1948.
De acuerdo con ciertas versiones, los estadounidenses estuvieron presionando para obtener un reacomodo de «viejas ideas para que suenen mejor de lo que efectivamente son», y siguen rechazando el derecho al retorno. De esta manera, el asunto de los refugiados se convierte en un tema humanitario y no una situación que pertenece al ámbito de los derechos legales y humanos. Parece que cualquier «solución permanente» deberá alcanzarse sin el derecho al retorno de los refugiados palestinos a su tierra. El equipo que estaba detrás del denominado Documento de Aix de Provence, publicado en el periódico Haaretz en noviembre de 2007, sugería que se debería dar una compensación a cambio, un costo que rondaría entre los 55.000 y 85.000 millones de dólares, y se canalizaría a través de los países donde están actualmente los refugiados. Un propósito similar surgió al principio de las últimas conversaciones en Washington.
Está claro que se despierta la ansiedad en el ámbito palestino ante semejante sugerencia que despoja a los refugiados de sus derechos legales y morales. Separando la cuestión palestina del tema central de los refugiados y sus derechos, los proponentes también buscan alejarse de la resolución nº 194 de las Naciones Unidas (acordada en 1949) donde ya en ese momento se llamaba a permitir a los palestinos retornar a sus hogares y recibir compensación.
Justo antes del comienzo de la última ronda de negociaciones, fuentes diplomáticas occidentales revelaron a los contactos estadounidenses que actúan en el Medio Oriente las intenciones de dar un paso hacia delante. Por supuesto los propósitos de evitar el derecho al retorno de los refugiados están presentes desde hace muchos años, pero en el pasado se enfrentaron a una fuerte oposición palestina y árabe.
La coalición de gobierno de Netanyahu vació previamente las recientes negociaciones en Washington presionando a través del ministro de Asuntos de la Minoría, Avishay Braverman, por ejemplo, quien declaró que ya hubo acuerdos con los negociadores palestinos sobre varios aspectos, incluyendo el derecho al retorno; las puertas permanecerán abiertas, dijo, para el retorno de los refugiados, en determinados «casos humanitarios».
Qué ocurre detrás del escenario en esta cuestión es preocupante, ya que la última palabra en este asunto, deberá ser acatada por los mismos palestinos, y serán ellos los que soportarán y perderán en las decisiones. A propósito, en el décimo aniversario de la segunda Intifada -Al-Aqsa- deberá recordarse que la sublevación ocurrió en parte por la frustración ante las continuas negativas y adversidades ocurridas en el denominado proceso de paz de aquel momento. Los palestinos no se quedarán en silencio si sus negociadores toman una ruta pragmática y esfuman sus derechos bajo una nube de humo y espejismos, en una segunda ronda de burlas y engaños.
El lanzamiento de negociaciones directas sin una agenda previamente acordada, la continuidad de las construcciones en las colonias, el robo de tierras palestinas y el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel no presagian buenos resultados para una solución de dos Estados. El resultado lógico es una situación en la cual el Estado sionista creará una entidad fragmentada, segregada en islotes discontinuos en Cisjordania, y la llamará «Palestina».
Los israelíes deberían saber que el apartheid de Sudáfrica llegó a su fin, con una genuina democracia donde todos sus habitantes son iguales. La visión sionista de un Gran Israel y «bantustanes» palestinos es improcedente, la historia puede volver a repetirse.
Ali Badwan es un escritor palestino y miembro de Union of Arab Writers