Traducido del hebreo para Rebelión por J.M. y revisado por Caty R.
La decisión de Brasil y Argentina de reconocer un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967, y que gracias a ellos otros países anunciaran su intención de hacer lo mismo, fue un éxito notable de la diplomacia palestina. La esperada reacción del ministerio de Exteriores israelí se centro en la expresión de su decepción y su condena.
El éxito de Palestina tuvo claramente una dimensión propagandística, pero más allá del éxito, que es importante para las perspectivas de un proceso internacional, sirvió para cobrar impulso. Aún están por determinar las consecuencias prácticas y jurídicas que puede tener. Parece que este movimiento de Palestina no tiene muchas oportunidades de obtener un apoyo universal. El reconocimiento de «nuevos» Estados es uno de los aspectos más controvertidos de la política y el derecho internacional. La historia ha demostrado que los países están dispuestos a reconocer nuevos Estados por declaraciones unilaterales. Si se les otorga el reconocimiento a estos países, la decisión viene acompañada de una fuerte carga política.
Después de la declaración unilateral de la independencia de Kosovo en 2008, por ejemplo, la comunidad internacional se dividió en dos bandos. En el bando de los países que reconocieron a Kosovo se encontraban alineados muchos países occidentales, y en el otro lado Rusia y sus seguidores tradicionales. Por otra parte, Rusia reconoce la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, mientras que los países occidentales apoyan a Georgia, en oposición. Por lo tanto, no hay demasiadas probabilidades de que en el ambiente internacional actual los palestinos reciban el reconocimiento universal.
Esta conclusión tiene una importancia especial, ya que la mayoría de las instituciones internacionales importantes están ahora bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Para que Palestina pueda adherirse a las Naciones Unidas necesita la recomendación del Consejo de Seguridad, en el cual Estados Unidos tiene poder de veto. Sin este reconocimiento, Palestina no puede ser miembro pleno de las Naciones Unidas. Sin embargo, el movimiento palestino adquiere sentido. Aunque Palestina no ganase el reconocimiento universal el hecho de que muchos países sí la reconozcan podría tener varias consecuencias, entre ellas el reconocimiento de la existencia de dos Estados.
Algunas consecuencias puede que no sean cómodas para Israel. Por ejemplo, es posible que si los palestinos lograsen el reconocimiento de muchos países tendrían la posibilidad de integrar, como país, la Corte Penal Internacional de la Haya. Como país miembro, Palestina podría exigir al fiscal de la Corte el procesamiento de Israel por las diversas operaciones que éste ha llevado a cabo en los Territorios Ocupados y están prohibidas por el derecho internacional. En segundo lugar, si muchos países reconocen a Palestina, la presencia israelí en los Territorios puede llegar a ser, en el orden legal, presencia militar en otro Estado. Israel se encontrará en una situación problemática. Palestina podría hacer uso del derecho a la autodefensa, del cual gozan todos los Estados. En consecuencia, también podría solicitar la ayuda militar de otros países sin que constituyera presunta violación del derecho internacional.
Pero en el reconocimiento también hay desventajas para el lado palestino. El reconocimiento del Estado es un curso irreversible del sistema internacional. Por lo tanto, de hecho, las tierras pueden utilizarse como «bien de intercambio» palestino, también aceptado por cierta izquierda radical israelí: renuncia a la exigencia de un Estado independiente y trocarla por la solución de un solo Estado en el cual los palestinos recibirían derecho al voto en el Estado de Israel. Si Palestina logra un amplio reconocimiento, no podrá disolverse, como amenazan de vez en cuando con hacerlo dirigentes de la Autoridad Palestina, exigiendo, como país, fusionarse con Israel, aún sin su consentimiento. Si el gobierno de Israel acepta, según dice, el principio de dos Estados, debe adoptar un enfoque global frente al proceso de Palestina, con los riesgos y las perspectivas de beneficios.
El autor es un estudiante de doctorado en derecho internacional en la Universidad de Columbia