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Testigos que han huido por la frontera con el Líbano relatan lo que han visto

De las tinieblas de Siria emergen relatos de terror

Fuentes: The Independent

Traducido para Rebelión por LB

En Damasco los carteles -millares de ellos pegados en todas las calles- rezan: «Nervioso o calmado, debes obedecer la ley». Pero nada más y nada menos que la propia policía de seguridad ha retirado de las calles las imágenes del presidente Bashar al-Assad y de su padre Hafez, no sea que su visión inflame los ánimos de los sirios.

Por la noche, en la carretera del aeropuerto de Damasco hay ladrones provistos de porras de goma con puntas de acero, y en la terminal del aeropuerto la policía pide a los pasajeros que llegan al país que declaren sus iPods y sus ordenadores portátiles. En el pueblo de Hala, a las afueras de Dera, los habitantes musulmanes pidieron a sus vecinos cristianos que se unieran a las manifestaciones contra el régimen… o que se marcharan.

De las tinieblas de Siria van emergiendo relatos de este estilo.

Y son verídicos. Los sirios que llegan al Líbano están trayendo informaciones muy detalladas sobre lo que está sucediendo en su país, informaciones sobre soldados de la Quinta Brigada que combaten contra las unidades de la IV Brigada Maher Assad en las afueras de Dera, sobre asesinatos indiscriminados en los alrededores de Damasco por parte de las cada vez más numerosas bandas armadas de la Shabiha («la mafia») de las montañas alauitas, y sobre acopios masivos de alimentos (una mujer acaba de dejar a su madre en la capital con 10 kilos de pasta, 10 kilos de arroz, cinco kilos de azúcar y montones de cajas de agua potable).

En Dera -ciudad sitiada que carece de electricidad, agua y suministros- el precio del pan ha aumentado un 500% y por la noche los hombres introducen en la ciudad alimentos de contrabando campo a través.

Pero son los asesinatos los que tienen aterrorizados a la gente. ¿Los perpetra la Shabiha de la ciudad-puerto de Latakia -creada por la familia Assad en los años 70 para controlar las redes de contrabando y protección-, o los comete la policía secreta para sembrar un terror que podría acabar con el levantamiento contra Assad? ¿O tal vez los cometen los asesinos que medran en medio del caos y la anarquía? La semana pasada tres hombres que acarreaban sacos de verduras en las afueras de Damasco se toparon de noche con hombres armados. Se negaron a detenerse y fueron ejecutados.

El gobierno sirio está instando a las minorías -cristianos y kurdos- a que permanezcan leales a las autoridades. Las minorías siempre han estado a salvo en Siria y muchos se han mantenido al margen de las protestas contra el régimen. Pero en la aldea de Hala las tiendas cristianas están cerradas mientras que sus dueños son blanco de exigencias claramente sectarias para que se unan al levantamiento contra Assad. En un intento de librar a Siria de la influencia «extranjera» el Ministerio de Educación ha ordenado a una serie de escuelas que pongan fin a toda enseñanza de inglés, llegando incluso a prohibir en los uniformes escolares los nombres de escuelas en francés e inglés. Incluso el jardín de infancia al que acuden los dos niños de corta edad del Presidente ha sido objeto de prohibiciones.

Naturalmente, centellean algunas luces en medio de este panorama, sobre todo gracias a los valientes hombres y mujeres que están utilizando Internet y Facebook para mantener el flujo de información procedente de Siria. The Independent puede revelar que en las ciudades sirias se ha creado una red de comités compuestos usualmente por apenas 10 o 12 amigos que se conocen desde hace años y confían entre sí. Cada uno de ellos recluta a 10 de sus propios amigos -y estos a su vez persuaden a otros 10 cada uno- para proporcionar información y fotografías. Muchos de ellos se han puesto en contacto entre sí a través de los reyes cibernéticos de Beirut -muchos de ellos también sirios-, y de esa manera los «círculos de confianza» se han extendido eludiendo el control de la policía secreta que ha sido parte del paisaje sirio durante cuatro décadas.

Así, actualmente existen tan solo en Damasco «La Coordinadora de Duma», «La coordinadora de al-Maydan» (en el centro de la ciudad), «La Coordinadora de Daraya», «La Coordinadora de Harasta» y otras. Algunos de estos grupos están tratando de infiltrarse en la policía secreta -Mukhabarat- para conseguir que los brutales policías trabajen para ellos. El argumento que emplean para persuadirlos es que el día en que el régimen de Assad colapse -si tal día llega- no serán juzgados ni sufrirán la venganza que vendrá. Un blogger de Beirut dice que ya hay varios policías que se han declarado partidarios del levantamiento, pero dicen que no están dispuestos a confiar en ellos por temor de que su adhesión sea impostada y solo sea una trampa para descubrir la identidad de los responsables de las comisiones.

Sin embargo, los sirios del Líbano dicen que la policía de seguridad siria -a menudo nombrada por enchufe en lugar de por criterios de aptitud técnica o policial- simplemente no comprende la tecnología que se está utilizando contra ella. Un funcionario de seguridad sirio envió tres mensajes de Facebook. En el primero decía: «Dios, Siria y Bachar al-Asad, o nada». El segundo rezaba: «Es el momento de declarar la guerra por Alá». El tercero proclamaba: «El legado de Dios en la tierra es una república islámica».

«El muy imbécil obviamente apoya a Bashar, pero luego quiso asustar a la gente sugiriendo que los islamistas tomarán el poder si Assad cae», explica un blogger sirio de Beirut. «¡Pero no se dio cuenta de que detectamos al instante que los tres mensajes provenían de la misma página de Facebook!». Ese mismo hombre de Beirut fue interrogado hace algunas semanas por la policía de seguridad del Estado sirio. «[El interrogador] Era un oficial de alto rango que ni siquiera sabía lo que era Google». A muchos de los sirios que envían información al exterior les preocupa que las exageraciones y rumores puedan dañar la credibilidad de sus informes. Por eso están tratando de evitar que se difundan noticias que no pueden ser verificadas; por ejemplo, que dos francotiradores iraníes han llegado para ayudar a la policía de seguridad, que un hombre fue interrogado por dos iraníes -un amigo sospecha que en realidad los policías eran gentes oriundas del norte que hablaban en kurdo, idioma que el detenido habría confundido con el farsi.

Más grave -y cierta- es la noticia de que Khaled Sid Mohand, un periodista argelino que trabaja para France Culture y Le Monde, fue detenido en Damasco el 9 de abril y ha desaparecido en una cárcel de alta seguridad. Un detenido que ahora está en libertad dice que unos días más tarde vio a Mohand en la Sección de Seguridad 255 de la calle Bagdad de la capital siria. Pero puede ser que esta historia no sea correcta. Los diplomáticos han sido incapaces de ver al periodista desaparecido.

Corren también noticias de que hace varios días dos jóvenes europeas que trabajan para una embajada occidental fueron detenidas y amordazadas al salir de una fiesta a las 03:00 a.m, para ser puestas en libertad varias horas más tarde tras ser sometidas a interrogatorio. «Eso significa que ya no hay inmunidad para los extranjeros», dijo ayer un ciudadano sirio. «Hemos sabido que hombres armados han sacado también de su casa a un ciudadano estadounidense y lo han interrogado».

Especialmente interesante -dado que existen aparentemente muchos testigos que corroboran el episodio- es una información según la cual tropas sirias de la Cuarta Brigada desplegada en Dera depositaron decenas de armas en la plaza principal de la ciudad, frente a la mezquita Omari, y dijeron a los civiles que podían cogerlas para defenderse con ellas. Sospechando que si las portaban en las manifestaciones serían abatidos como «terroristas», el pueblo se llevó las armas a la cercana base militar y se las entregó a los soldados.

Sin embargo, continúan los rumores sobre deserciones en el seno del ejército, incluyendo escisiones en la Quinta Brigada de Dera, la identidad de cuyo comandante se puede confirmar ahora como la del general Mohamed Saleh al-Rifai. Según los sirios que llegan al Líbano, por las carreteras sirias circulan cientos de camiones militares atestados de tropas pero las calles de la mayoría de las ciudades -incluyendo Damasco- están prácticamente desiertas de noche. Las tiendas cierran más temprano, a menudo se oyen disparos y por la noche los checkpoints son a menudo controlados por hombres armados vestidos de paisano. Son las tinieblas de Siria.

Fuente: http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/fisk/robert-fisk-out-of-syrias-darkness-come-tales-of-terror-2276392.html