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Entrevista a Toby Jones, profesor asistente de Historia en la Universidad de Rutgers

«En Arabia Saudí hay un profundo deseo de cambio, pero la represión y el soborno han conseguido hasta ahora neutralizar las protestas»

Fuentes: Jadaliyya

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

El pasado 6 de mayo entrevistamos a Toby Jones, con quien hablamos de la respuesta del régimen saudí a las reclamaciones de reforma tanto en Arabia Saudí como en Bahréin. La entrevista aborda los recientes acontecimientos en ambos reinos destacando el papel de su riqueza petrolera y la política exterior de Estados Unidos. También analiza el posible impacto de la muerte recientemente anunciada de Osama Bin Laden. La transcripción de la entrevista sigue al vídeo.

Arabia Saudí -el rico reino petrolífero donde nació y vivió Osama Bin Laden- ha evitado las generalizadas protestas populares que han barrido toda la región desde enero. La provincia oriental del país, rica en petróleo y fronteriza con Bahréin, ha sido testigo de protestas de la minoritaria población musulmana chií. En marzo, Arabia Saudí envió tropas a Bahréin para apoyar a la familia real tras un mes de protestas. Hablamos con Toby Jones -autor de Desert Kingdom: How Oil and Water Forged Modern Saudi Arabia [Reino desierto: cómo el petróleo y el agua han forjado la moderna Arabia Saudí sobre el papel de los saudíes en la represión de la sublevación de Bahréin, así como en la suya propia. «No debemos entender una falta de interés por parte de los ciudadanos saudíes en conseguir algún tipo de reforma democrática o política. Existe una profunda frustración en la sociedad saudí», afirma Jones.

Juan González: Pasamos ahora a Arabia Saudí, el rico reino petrolífero que es el lugar de nacimiento y antigua residencia de Osama Bin Laden. El jueves, un antiguo extremista vinculado con Al-Qaida se entregó a las autoridades saudíes. Se cree que Jaled Hazal al-Qahtani es el primer espía que se entrega después de que las Fuerzas Especiales de Estados Unidos asesinasen a Osama Bin Laden el domingo pasado en Pakistán.

Un 70% de los casi 19 millones de saudíes son menores de 30 años; el año pasado el desempleo alcanzó el 10%. En un intento de apaciguar a los ciudadanos saudíes, el rey Abdulá, jefe del Estado de 87 años de edad, ha distribuido más de 100 millones de dólares en dádivas sociales desde febrero.

Las elecciones municipales están previstas para septiembre. Las mujeres no podrán presentarse ni votar en los comicios por lo que han habido algunas protestas organizadas por mujeres para que se ponga fin a las leyes discriminatorias del Reino. Arabia Saudí no tiene partidos políticos.

Para analizar cuál es la situación allí está con nosotros Toby Jones, profesor asistente de Historia en la Universidad de Rutgers. Anteriormente ha ejercido como analista del Golfo Pérsico en el International Crisis Group. Es autor de Reino desierto: cómo el petróleo y el agua han forjado el moderno Arabia Saudí y trabaja en un proyecto de nuevo libro, las guerras por petróleo de Estados Unidos.

  • Juan González: Bienvenido a Democracy Now…
  • Toby Jones: Gracias por invitarme.
  • Juan González: Bien, ¿por qué Arabia Saudí ha escapado a los movimientos populares que se han extendido de forma generalizada por Oriente Próximo y el mundo árabe?
  • Toby Jones: Bueno, por varias razones. La primera es que posee la increíble capacidad de vigilar a su propia población, lo que no difiere de otros regímenes autocráticos de la región. Pero también tiene la riqueza del petróleo y una capacidad casi ilimitada para pagar y cooptar a la disidencia potencial, lo que vimos que el rey y la familia real intentaron hacer a principios y mediados de marzo al distribuir, como usted ha señalado, 100 mil millones dólares en incentivos para alentar a la gente a no salir a la calle.

    Pero no debemos suponer que existe una falta de interés por parte de los ciudadanos de Arabia Saudí por conseguir algún tipo de reforma democrática o política, que en Arabia Saudí no hay voluntad política para lo que precisamente ha sucedió en Egipto, Túnez, Yemen, Siria o Bahréin. Existen profundas frustraciones en la sociedad saudí. Hay preocupaciones por la naturaleza del sistema político en crisis, la corrupción dentro de la familia real, y un profundo deseo de ver un cambio fundamental.

  • Amy Goddman: ¿Puede hablarnos  acerca de cómo Arabia Saudí ha reprimido sus propias protestas y ha ido a Bahréin para apoyar al gobierno en la feroz represión del movimiento pro-democracia en ese país?
  • Toby Jones: Bien, además de utilizar financiación y otros tipos de incentivos sociales para convencer a sus ciudadanos de que no salgan a la calle, al menos no por ahora, los saudíes también han lanzado otra serie de medidas, algunas basadas en la seguridad, inicialmente en respuesta a un eventual levantamiento popular a mediados de marzo. El Reino cubrió sus calles con presencia de fuertes medidas de seguridad desalentando a la gente a congregarse públicamente.

    Pero también han hecho otra cosa que es muy importante y que no ha pasado totalmente desapercibida, aunque es importante tenerla en cuenta, en particular a la luz de la muerte de Osama bin Laden y la constante preocupación acerca de la guerra global contra el terrorismo: Arabia Saudí también ha renovado una serie de relaciones con las autoridades religiosas facultando a los islamistas como parte de esta ola de respuesta a la movilización popular usando al clero y a los eruditos religiosos para tratar de deslegitimar la protesta popular y también para alentar a los ciudadanos básicamente a que permanezcan desactivados. El restablecimiento o la rehabilitación del clero religioso es algo nuevo bajo el rey Abdulá. De hecho, cuando llegó al poder en 2005 tomó medidas muy severas para hacer que la autoridad del stablishment religioso retrocediera, un sector al que consideraba a la vez como una fuente de problemas y también como una amenaza potencial para el poder saudí, para el poder de la familia real. Así que el que algunas de sus primeras intenciones o algunas de sus tentativas más recientes se estén quedando sistemáticamente sin cumplir, y que el clero esté disfrutando de una especie de renacimiento, si se quiere, debe ser un motivo de preocupación.

    La decisión de intervenir en Bahréin está vinculada directamente a la inquietud que genera en los saudíes la posibilidad de que se produzca un efecto de demostración democrática. Les preocupa que si se llevaran a cabo levantamientos populares o si triunfara un cambio de régimen en Bahréin, ello, de alguna manera, pudiera extenderse a través de la frontera saudí y animar a los ciudadanos a seguir un camino similar. Pero también hay otro elemento, y quizá este si sea particular de los saudíes y de los ciudadanos de Bahréin. Existe un profundo sentimiento anti-chií y sectario en el Reino. De modo que el espectro del poder político chií en Bahréin, tan poco tiempo después de que chiíes de Iraq hayan llegado a disfrutar del predominio y del poder en el más poderoso vecino del norte de Arabia Saudí, era muy difícil de soportar para los saudíes. Y así, han intervenido preventivamente y han ocupado militarmente Bahréin con el fin de acabar con la posibilidad de que los chiíes de allí se fortalezcan.

  • Juan González: Y el tema de las relaciones con Estados Unidos, especialmente en relación con la continua falta total de derechos para las mujeres en Arabia Saudí sobre la que nuestro gobierno nunca menciona una palabra ni dice nada… ¿Cómo es posible que el Reino en una época como esta, con todas las comunicaciones modernas que tenemos, siga suprimiendo los derechos de las mujeres y, sin embargo, no reciba condena alguna en ninguna parte del resto del mundo?
  • Toby Jones: Bueno, ciertamente no reciben ninguna condena política de los poderes de aquí en Estados Unidos ni de otros lugares. Y ello tiene que ver con la capacidad del Reino de suministrar la quintaesencia de los recursos industriales, claro, ese es su papel, y no sólo limitarse a proporcionar petróleo, sino ser el productor mundial más importante de crudo del planeta. Tener el poder de dar forma a los mercados, de compensar el déficit, de aumentar la capacidad en todas partes, hace que sea más importante que muchos otros lugares. Y por ello ha sido la más importante y verdadera prioridad política de los políticos estadounidenses y de los políticos occidentales en general. Así que los derechos de la mujer en el gran esquema de las cosas y desde la perspectiva del Departamento de Estado o de la Casa Blanca casi no tienen importancia.
  • Amy Goodman: ¿Nos puede hablar sobre Osama Bin Laden y Arabia Saudí? Se refería usted a cómo se ha dado poder al clero. Háblenos acerca de su historia. Él es de Arabia Saudí.
  • Toby Jones: Así es. Bueno, los saudíes rechazan su ciudadanía y afirman que en realidad es de origen yemení. Pero su padre era un contratista importante de Arabia Saudí, tenía un negocio de construcción. Llegó por primera vez en edad de trabajar de Aramco, la Arabian American Oil Company, de Arabia Saudí, pero luego se convirtió en un contratista importante para el Estado saudí. Bin Laden era uno de sus muchos hijos; en las décadas de 1970 y 1980 se desarrolló una especie de mayoría de edad en el sistema político y educativo saudí en un momento en que Arabia Saudí renovaba sus credenciales islámicas en respuesta, parcialmente, a una crisis de finales de los 70, y habilitaba nuevamente al stablishment religioso fomentando una determinada interpretación del Islam, una especialmente virulenta. Bin Laden tomó nota, viajó desde Arabia Saudí hasta Afganistán para participar en la yihad contra los soviéticos, o por lo menos para prestar sus servicios, y se radicalizó en el contexto de la yihad afgana volviendo a Arabia Saudí poco después de que acabara la guerra. La verdad es que en 1990 y 1991 ofreció sus servicios y los servicios de los muyahidines a la familia real saudí para defender el Reino de Sadam Husein, quien acababa de invadir Kuwait. Fue rechazado cortésmente y entonces dejó el Reino y se fue a Sudán de camino a Afganistán, donde formó Al-Qaida y comenzó a luchar en la cruzada mundial contra la guerra global de Estados Unidos.
  • Amy Goodman: Háblenos sobre el apoyo de Estados Unidos a los muyahidines y a Osama Bin Laden cuando luchaban contra los soviéticos en Afganistán, y de cuando luego, por supuesto, pusieron en la mira de nuevo a Estados Unidos.
  • Toby Jones: Eso es correcto. Quiero decir, al-Qaida, Bin Laden y el fenómeno del terrorismo global y la yihad global es consecuencia directa de la yihad afgana. Estados Unidos tomó una decisión estratégica a finales de 1970 bajo la administración Carter y, a continuación, un conjunto de políticas que se aceleraron con Reagan, para equipar y ayudar a los muyahidines con el fin de hacer retroceder a los soviéticos y sacarlos de Asia Central por muchas razones, pero la más importante, como Carter expresó en 1980, porque estaban demasiado cerca del Golfo Pérsico. Ese era el lugar de nuestros intereses vitales y estábamos dispuestos a hacer todo lo necesario para protegerlos. Así que la decisión de apoyar a la yihad y a los afganos árabes, así como a los muyahidines afganos, es el contexto en el que surgieron al-Qaida y Bin Laden, junto con un montón de otras personas.

    Esa primera generación de yihadistas de al-Qaida, más allá del 11-S, que comenzó a llevar a cabo ataques en Arabia Saudí y Marruecos y en otros lugares, fue entrenada en los campos de batalla de Afganistán y en los campamentos de allí. Sería, no es del todo correcto que Estados Unidos armara directamente a Bin Laden. Han armado a muchos otros malos tipos que tenían relaciones con Bin Laden. Pero es totalmente apropiado -para comprender tanto su credibilidad, su legitimidad y las fuentes de su radicalización-considerar a Bin Laden como un producto de la política estadounidense en Afganistán en la década de 1980.

  • Juan González: Me gustaría volver a Arabia Saudí por un momento para hablar de todo este asunto del intento del gobierno de rehabilitar a ex combatientes. Básicamente, trata con enorme indulgencia a quienes entreguen sus armas y estén de acuerdo en reintegrarse en la sociedad saudí. ¿Podría hablarnos de eso, especialmente de cuántos han vuelto de los que han sido liberados de Guantánamo y han sido aceptados nuevamente por Arabia Saudí y puesto bajo esos programas de reeducación?
  • Toby Jones: Bien, resulta sorprendente. Los saudíes, por un lado, temen realmente el poder que tiene al-Qaida de hacer daño; se enfrentó con al-Qaida en la Península Arábiga en 2003, 2004 y 2005, cuando se inició una campaña en Arabia Saudí. Al-Qaida en la Península Arábiga (AQAP, en sus siglas en inglés) sigue existiendo actualmente en Yemen y le gustaría mucho dañar a los saudíes. Así que los saudíes están nerviosos por el poder que tienen los terroristas de seguir haciendo daño en el interior del Reino, tanto de amenazar a la familia real, como también de perjudicar potencialmente su economía.

    Sin embargo, ha tomado el camino de hacer frente a esas fuerzas y a esas personas precisamente mediante su rehabilitación, colocándolos en instituciones que tratan de adoctrinarlos. Traen clérigos del stablishment esencialmente para que reeduquen a estas personas, para rehabilitarlas. Cuentan con diversas subvenciones y servicios y luego se integran a la vida familiar y a la vida social en general. Así que es una especie de programa de captura y liberación de terroristas sospechosos o reales.

    Una de las paradojas interesantes que se dan allí es que cuando el Estado saudí detiene a liberales -no a terroristas, sino a gente que exige cosas como una monarquía constitucional, la creación de una monarquía constitucional, los derechos de la mujer, el fin de la corrupción-, esas personas van a la cárcel y se las mantiene allí.

  • Amy Goodman: Por último, ¿qué está haciendo Arabia Saudí ahora? En el artículo que Ud. escribió sobre «La contrarrevolución en el Golfo», habla de que se está aplicando una política que podría desestabilizar a todo el Golfo Pérsico.
  • Toby Jones: Correcto. Bueno, la intervención en Bahréin ha sido una de las cosas más profundamente preocupantes que los saudíes han hecho, y han hecho un montón de cosas preocupantes, ¿verdad? Pero la decisión de intervenir, de ocupar militarmente Bahréin, se ha justificado. Aunque hay muchos motivos diferentes, se ha justificado como respuesta a lo que los saudíes afirman es una intromisión iraní. Muchos asumen -muchos árabes del Golfo, al igual que muchos políticos estadounidenses- que hay conexiones sobrenaturales entre los chiíes del mundo árabe, ya sean los de Iraq, Bahréin e Irán; que porque son correligionarios comparten un objetivo político unitario, y como consideramos a Irán como el coco más importante en la región, esta cuestión cobra importancia. Los saudíes la han utilizado precisamente para enmarcar su intervención en Bahréin, de lo que estamos hablando es de comprobar la posibilidad de que Irán establezca una quinta columna o una primera línea tan próxima a la provincia oriental saudí, la región productora del petróleo. De manera que, al enmarcar las cosas tanto en términos sectarios como en respuesta al poder de Irán, sobre el que no hay pruebas, los saudíes están, de hecho, escalando y provocando una potencial crisis regional.
  • Amy Goodman: Toby Jones, quiero darle las gracias por estar con nosotros, profesor asistente de Historia en la Universidad de Rutgers, anteriormente analista político sobre el Golfo Pérsico en el International Crisis Group, y autor de Desert Kingdom: How Oil and Water Forged Modern Saudi Arabia

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/1502/democracy-now-interview-with-toby-jones-on-saudi-a