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Siria y la Nakba

Palestina no es la viuda del levantamiento árabe, sino la novia

Fuentes: Al-Akhbar

Traducido del árabe para Rebelión por Elisa Viteri

El pueblo quiere volver a Palestina. Eso está claro. Sin embargo, el pueblo también quiere que caiga el régimen. Ni a Palestina ni a los palestinos les interesa oponer estas dos consignas. No interesa a Palestina ni a los palestinos que el derecho al regreso se convierta en un eslogan que deforme la lucha por hacer caer, reformar o cambiar el régimen sirio. No conviene a Palestina ni a los palestinos que el regreso se convierta en una consigna no democrática. Que se convierta no en una consigna que apoyan y por la que se sacrificaría la mayoría de los pueblos árabes, sino que es usada por algunos de los regímenes para someter a sus pueblos, o para obligarles a aceptar una vida sin libertad y sin dignidad.

No podemos separar lo que ocurrió el 15 de mayo en la frontera de la Palestina ocupada, en concreto en el Golán, y lo que lleva sucediendo en toda Siria durante semanas. El mensaje del régimen sirio tiene dos destinatarios: el primero, dentro de Siria, y el segundo en el exterior.

A nivel interno, el régimen ve que ha recuperado las riendas del país, después del ejército haya concluido su trabajo o esté trabajando en ello. El terror se extendió por las zonas en las que tenían lugar las manifestaciones más importantes al mismo tiempo que las autoridades llamaban a un diálogo nacional. Este diálogo no cerraba las puertas a las reformas, a condición de que fueran iniciativa de las autoridades, unilateralmente, y no de la calle. La consejera del presidente, Buzaina Shaaban, presente en los primeros días de las manifestaciones, reapareció para prometer un jugoso paquete de reformas antes de desaparecer durante varias semanas, cediéndole el protagonismo a las balas y los francotiradores.

El mensaje al exterior, por su parte, complementa al primero. Si el régimen ve que posee los medios y la experiencia necesarios para «entenderse» con su pueblo, quiere decir que no desea ninguna intervención en lo que toca a las maneras en la que se «entienden», independientemente de si son seguimientos, amenazas o los derechos humanos. Parece que sus contactos con países como Turquía o Qatar están sufriendo retrasos, a excepción de los artículos de la prensa oficial y de la televisión. Por su parte, Estados Unidos e Israel tienen que entender que cualquier intervención por su parte para apoyar un cambio en Siria haría que el régimen siguiera una política de «lo que has visto, es lo que te puede pasar»**. Y que lo que antes era una línea roja, ya no lo es. Lo que sucedió el 15 de mayo fue meramente una «prueba» bien suave de lo que puede ocurrir si el régimen sirio siente presión en sus fronteras.

Sin embargo, estos mensajes del régimen sirio no niegan otra verdad, y es que Quneitra abrazó a Majdal Shams el día 15 de mayo gracias a que las víctimas, el pueblo sirio, hizo posible saltar las vayas electrificadas. Y Palestina, a pesar de todos los intentos de deformarla, es la novia de la primavera árabe, no su viuda.

 

Fuente: http://www.al-akhbar.com/node/12185