Mientras la comunidad internacional y las autoridades palestinas reclaman de forma unánime la suspensión de las expansiones de los asentamientos en los territorios ocupados, el gobierno israelí anunció la semana pasada un nuevo plan para construir cientos de edificios en Cisjordania. El Ministerio de Vivienda y Construcción publicó la licitación para construir 294 casas en […]
Mientras la comunidad internacional y las autoridades palestinas reclaman de forma unánime la suspensión de las expansiones de los asentamientos en los territorios ocupados, el gobierno israelí anunció la semana pasada un nuevo plan para construir cientos de edificios en Cisjordania. El Ministerio de Vivienda y Construcción publicó la licitación para construir 294 casas en Betar Illit, a sólo 10 kilómetros al sur de Jerusalén, y otras 42 en Karnei Shomron, cerca de la ciudad palestina de Nablus. Aprovechando el nacimiento del movimiento popular israelí contra la inflación de precios inmobiliarios, el sitio de noticias Ynet presentó el anuncio gubernamental como parte del plan estatal de vivienda, que se encargará de construir 7.000 casas a lo largo y ancho del «territorio israelí».
El anuncio israelí fue inmediatamente rechazado por la Unión Europea, uno de los principales mediadores internacional en el siempre embrionario proceso de paz. Maja Kocijancic, la vocera de la encargada de Relaciones Exteriores de la Unión Europea Catherine Ashton, describió la decisión israelí como un «obstáculo para la paz» y como un «gran decepción». El canciller británico William Hague fue aún más elocuente: «Este tipo de anuncios sobre expansiones ilegales de los asentamientos en Cisjordania crean más obstáculos en el difícil camino hacia la paz. Lo que se necesita es volver de forma urgente a las negociaciones en pos de una solución de dos estados».
Pero los pedidos internacionales y palestinos para frenar el crecimiento de los asentamientos parecen haber perdido cualquier poder sobre la determinación de las autoridades israelíes. Durante los nueve meses posteriores al final de la suspensión de la construcciones ordenada por el gobierno israelí, los colonos comenzaron obras en al menos 2.000 casas en 75 diferentes asentamientos en Cisjordania, según denunció la organización Paz Ahora. El gobierno israelí niega haber entregado ese número de permisos; sin embargo, no se registraron ni documentaron demoliciones de casas judías durante este periodo en esos asentamientos.
Los dos asentamientos que fueron premiados con esta expansión legal y muy publicitada son Beitar Illit y Karnei Shomron. El primero es parte del bloque de asentamientos Gush Etzion, al sur de Jerusalén. Alrededor de 40.000 colonos -más de 6.000 familias- viven allí y la mayoría son judíos jaredi, más conocidos como ultra-ortodoxos. Son parte de la estrategia israelí para ganar tierras alrededor del área de Jerusalén y fortalecer su reclamo de soberanía territorial sobre toda esa región.
El otro asentamiento es Karnei Shomron. No es tan grande como Beitar Illit; su población es de alrededor de 6.500 personas. Al comienzo de los noventa sufrió una importante expansión cuando se fundió con otros cuatro pequeños asentamientos que habían sido creados adentro y alrededor del distrito de Nablus, en el noroeste de Cisjordania. Muchos de los colonos son estadounidenses y canadienses que inmigraron en los años ochenta, y que ahora publicitan con orgullo sus modernos centros deportivos, sus barrios al estilo norteamericano y la pacífica convivencia entre las familias israelíes religiosas y no religiosas.
Estos dos asentamientos son parte de la solución que el gobierno israelí está ofreciendo al problema del déficit habitacional y la inflación de los precios inmobiliarios. Dos pájaros; una piedra.