Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
La preocupación por los resultados de las primarias en el Likud y la lucha con Lieberman por los votos de la derecha, ponen la seguridad nacional de Israel en situación de riesgo y acercan la posibilidad de una tercera Intifada.
Después de que Palestina fue aceptado en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura a finales del mes de octubre, el gobierno israelí decidió castigar a la Autoridad Palestina y a su dirigente, Mahmud Abbas y dejó de transferir el dinero de los impuestos que recauda para los palestinos.
La suma en cuestión es de aproximadamente 100 millones de dólares mensuales que Israel recauda en impuestos y derechos aduaneros en nombre de la Autoridad Palestina bajo los términos de los Acuerdos de Oslo. Estos fondos van a pagar los sueldos de los empleados de gobierno de la AP, en particular de los miembros del aparato de seguridad de la AP, que es responsable, entre otras cosas, de frustrar ataques terroristas contra Israel procedentes de Cisjordania.
En la noche del lunes, la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, llamó al Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, y le exigió que libere el dinero. El despacho de Netanyahu sólo informó de que los dos habían hablado sobre Irán, prefiriendo no hablar de la demanda de Clinton.
El miércoles, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó a Netanyahu y también exigió que se liberen inmediatamente los fondos de la AP. La semana pasada, el asesor de la Casa Blanca de Seguridad Nacional, Tom Donilon, llamó a su homólogo israelí Yaakov Amidror, y le explicó que el gobierno de EE.UU. espera que los fondos se liberen de inmediato. El lunes por la mañana Netanyahu se reunió con el vicesecretario de Estado William, quien también le transmitió que Israel debe liberar el dinero de los impuestos
Todas estas reclamaciones se toparon con un muro de obstinación recalcitrante por parte de Israel. Netanyahu dejó claro que él no tenía la mayoría en el gabinete del interior o el Foro de los Ocho para aprobar ese movimiento. Incluso explicó que no habría ninguna decisión al respecto hasta ver los resultados de la reunión en El Cairo entre Abbas y el jefe de la oficina política de Hamás, Khaled Meshal, sobre la configuración de un gobierno de unidad palestino.
En el fondo está también una amenaza del ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, de desmantelar la coalición si se liberan los fondos, y la obstinada oposición a hacerlo proveniente del interior del Likud.
Ninguna de las razones de Netanyahu es relevante o legítima. El dinero es dinero palestino y debe ir a los palestinos. El hecho de que Israel recaude estos fondos es un tecnicismo, y no justifica los actos de abuso y de venganza.
La preocupación por los resultados de las primarias del Likud y la lucha con Lieberman sobre los votos de la derecha están poniendo la seguridad nacional de Israel en situación de riesgo y la posibilidad de que emerja una tercera Intifada.
Fuente: http://www.haaretz.com/print-