Traducción del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Dejando a un lado las problemáticas declaraciones sobre Irán y Hizbollah, ¿a quién le interesa que el presidente del Consejo Nacional Sirio (CNS) se refiera a cómo los futuros (posibles) dirigentes sirios ejercerán o no su derecho a recuperar de Israel el territorio de los ocupados Altos del Golán? ¿Es esta cuestión la que ocupa las mentes de los manifestantes a quienes el régimen sirio dispara a diario? ¿Es que ese tema les va a dar alguna ventaja en su búsqueda de sus derechos básicos políticos y de otra clase en Siria? Aunque las declaraciones sobre el Golán fueran apropiadas, ¿por qué esas declaraciones permiten que los agresores se libren tan prematuramente, tan innecesariamente, tan irresponsablemente y tan imprudentemente, al poner énfasis en un desafortunado lenguaje «liberal» y «de buen rollo»? ¿Y de dónde surge de repente toda esa positividad acerca de las relaciones sirio-occidentales?
Y más importante aún, ¿por qué deberían anunciarse las estrategias de un gobierno sirio potencialmente democrático antes de conseguirse las condiciones adecuadas para ese liderazgo representativo? ¿Y si la mayoría de los ciudadanos sirios quieren tener todas las opciones sobre la mesa para recuperar su tierra y otros derechos en el futuro? En ambos escrutinios relacionados, Ghalioun (¿podemos todavía decir «pobre Ghalioun»?) y el Consejo Nacional Sirio se parecen mucho al régimen sirio: Ambos están (en el caso del régimen sirio, de forma práctica) renunciando a determinadas opciones para recuperar la tierra siria ocupada y a ambos parece preocuparles menos el proceso democrático. Incluso los enemigos del pueblo sirio y de los derechos sirios se sienten desconcertados, cuando no encantados, ante esta aparente «falta de madurez política», por utilizar un eufemismo.
Hablé en el pasado con Ghalioun en diversas ocasiones, le hice varias largas entrevistas y pasé buenos momentos con él a última hora de la noche en los vestíbulos de los hoteles tras participar en alguna conferencia. Y su historial de declaraciones sobre esas cuestiones va en contra de lo que está diciendo hoy respecto a una serie de temas. ¿Qué está pasando?
La pregunta clave es la planteada al principio. ¿Quién se beneficia de esas declaraciones prematuras e inoportunas? ¿Podemos continuar actuando como si Ghalioun, el académico, se hubiera visto arrojado a esa posición y se hubiera convertido esencialmente en un político que farfulla inconsciente de las consecuencias políticas de sus declaraciones? ¿Se trata simplemente de perspicacia política? ¿O hay algo más que tiene poco que ver con la inmadurez política o la sagacidad?
Sea como sea, Dr. Ghalioun, aunque todos los hombres y mujeres de conciencia estén detrás de Vd. oponiéndose a la dictadura siria, el pueblo sirio no va a permitirles, ni a Vd. ni al CNS, que determinen el destino de la tierra ocupada con una actitud derrotista y subordinada.
A Burhan
Consideren estas dos declaraciones hechas en la entrevista:
Ghalyoun: «La actual relación entre Siria e Irán es anormal. No tiene precedentes en la historia de la política exterior de Siria.»
«Contamos con nuestra especial relación con las potencias europeas y occidentales para que nos ayuden a reclamar el Golán tan rápido como sea posible.»
Es decir, si una relación entre dos naciones (Siria e Irán) no tiene precedentes, se convierte en «anormal»; pero si una nación (Siria) es colonizada/explotada por otra (Francia) y su gobierno y su pueblo son difamados por la prensa de otras naciones («Occidente»), y si esas naciones apoyan (financian) y protegen (veto en las Naciones Unidas) al ocupante del territorio sirio, resulta que se merecen una «relación especial» a los ojos del nuevo Consejo Nacional Sirio. Felicitaciones, Burhan, por estos nuevos y excitantes lenguaje, lógica y principios. ¿Por qué no puedes guiar al Consejo en la dirección en la que siempre habías creído: doble crítica al autoritarismo local y a la hipocresía occidental en nombre de los mismos principios que has suscrito durante décadas?
Además, Ghalioun afirma arriba que el CNS esta «contando» con las «potencias occidentales» para que le ayuden a reclamar el Golán, al parecer a través del derecho internacional y la diplomacia. ¿Realmente, Burhan? Si uno de tus estudiantes escribiera esto en un papel, al leerlo te saldría probablemente conjuntivitis. ¿Desde cuándo alguien con una pizca de conocimientos históricos cuenta con las potencias occidentales para respetar el derecho internacional y los derechos humanos cuando se trata de Oriente Medio, en particular Israel? En todo lo que se refiere al derecho internacional o a las Naciones Unidas o a Israel, Estados Unidos lleva décadas comportándose como un estado canalla, vetando docenas de resoluciones de la ONU contra las violaciones perpetradas por Israel del derecho internacional y los derechos humanos. Alemania está ahora subvencionando la venta de submarinos dotados con ojivas nucleares a Israel para las armas nucleares que Israel supuestamente no tiene, mientras Israel sigue violando constantemente todos los posibles valores humanos importantes. ¿Estás esperando que tras largas décadas de triturar la ley y los derechos, los autores de esos actos se pongan de repente a ayudar al CNS de Burhan Ghalioun a recuperar los Altos del Golán, y además, eso sí, «tan rápido como sea posible»? Es como esperar que los talibanes impulsen una agenda feminista en Tora Bora o Israel trate a sus ciudadanos no judíos en igualdad, o que Arabia Saudí respete la libertad de religión.
Una observación más, aunque tantas podrían hacerse sobre esta primera entrevista con Ghalioun tras pasar a dirigir el CNS: En una entrevista con el co-editor de Jadaliyya Ibtisam Azem, Ghalyoun afirmó los «tres noes» de los comités locales de coordinación de la oposición en Siria:
«El objetivo es la democracia y los «tres noes» son: no a la intervención militar; no al enfrentamiento sectario; y no al uso de las armas en modo alguno».
En la digna entrevista realizada por The Wall Street Journal, el último «no» había desaparecido. Se había evaporado al igual que uno de los principios políticos de Burhan durante décadas. ¿Nos atrevemos a confiar que se trató de un desliz?
¿Adónde se encamina el Consejo Nacional Sirio?
El pueblo sirio lleva sufriendo décadas de gobierno autoritario interno y ha pagado ya un alto coste humano en miles de muertos. Después de todo este sacrificio y heroísmo en las calles de Siria, ¿es este su destino? ¿Acabar viendo sus derechos territoriales confiscados por una entidad que parece estar más en deuda con sus avalistas -o a su conveniencia- que con ellos mismos?
Tal vez no se trate en absoluto de Ghalioun; y probablemente tampoco del CNS en su conjunto. Seguramente no va de los intereses del pueblo sirio. Pero, si esta trayectoria de insensateces, dependencia y/o enfoque infantil de la política por parte del CNS continúa, los libros registrarán que un brutal régimen sirio fue (podría ser) sustituido por unos dirigentes pésimos e incompetentes y, ciertamente, sin autonomía.
Razonamientos funcionales aparte (i.e., la idea de que deberíamos observar quién se siente encantado con las declaraciones de Ghalyoun y deducir si fueron ellos quienes instigaron o impusieron esas declaraciones), uno no puede sino sentirse cada vez más escéptico acerca de la autonomía y la integridad del CNS y, seguramente, el tiempo será el mejor juez. Muchos de nosotros hemos criticado a Israel por crear los mismos monstruos de los que se queja en los territorios que ocupó, por tanto, los israelíes deben reconocer la conexión entre las brutales condiciones estructurales que durante décadas ha impuesto a los palestinos y algunas de las respuestas palestinas a la ocupación. Pero la mayoría de los individuos del CNS viven fuera de Siria y no han quedado tan marcados como sus compatriotas a los que se ha obligado a tener, durante décadas, la boca y la voluntad política aherrojadas.
Si así actúa Burhan Ghalyoun, quizá la flor y nata del CNS. ¿Dónde está yendo entonces el Consejo Nacional Sirio?
Fuente:
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(N. de la T.: Por su extraordinario interés, se adjunta la traducción completa de la entrevista de The Wall Street Journal a Burhan Ghalioun que es objeto de los comentarios contenidos en el anterior artículo del Sr. Bassam Hadad.)
Burhan Ghalyoun, el líder del Consejo Nacional Sirio, el principal grupo de la oposición, habló con The Wall Street Journal en su casa, situada al sur de París, en lo que constituyó su primera entrevista importante como presidente del Consejo Nacional Sirio. Se adjunta la transcripción de la entrevista ampliada con algunas aportaciones posteriores del Sr. Ghalioun. [Esta entrevista apareció publicada el pasado 2 de diciembre.]
The Wall Street Journal (WSJ): ¿Siente que está habiendo un impulso a pesar de las críticas a la oposición siria por no haberse organizado tan rápidamente como los libios para conseguir el reconocimiento internacional del Consejo Nacional Sirio (CNS)?
Burhan Ghalioun (BG): En estos momentos el CNS es un actor clave en la formación de opinión mundial y en la política de cómo abordar la cuestión siria. Estamos en continuas discusiones con nuestros amigos y ellos nos consultan y nos piden nuestra opinión en cada decisión que adoptan respecto a Siria.
Hemos acordado con la Liga Árabe que incluyan a otras corrientes de la oposición. Piense que el CNS ha conseguido algunos logros importantes en los últimos dos meses. Y su presencia animó a los países árabes e internacionales a trazar una política seria que detenga en Siria las matanzas en curso y le ponga límites al régimen. Siento que los acontecimientos respecto a Siria se están acelerando y que las medidas que se han adoptado ponen al régimen sirio en la posición de un régimen que se ha desmoronado, un régimen al que ya le resulta imposible mantener su existencia. Estamos pidiendo a nuestros amigos en Europa y en el mundo que lleguen a un punto en que dejen claro al pueblo de Siria que no tienen intención alguna de mantener a Asad en el poder.
WSJ: ¿Por qué ningún gobierno ha reconocido formalmente al Consejo como gobierno alternativo al de Damasco?
BG: Hay cuestiones legales complicadas que es necesario resolver. La situación en Libia era diferente porque los libios tenían territorio, ejército, gobernanza. Pueden reconocernos políticamente como los representantes de la oposición siria pero aún no como la alternativa legítima o como alternativa si no cortan toda relación con el régimen.
WSJ: ¿Están siguiendo el modelo de los rebeldes libios?
BG: Pensamos que la situación siria es completamente diferente de la libia. Aún creemos que podemos contar con algunos ministerios y agencias estatales y con sus funciones y con nuestros funcionarios públicos.
WSJ: ¿Cómo está financiando el CNS sus operaciones?
BG: Hasta ahora, el Consejo se ha financiado con las donaciones de generosos empresarios sirios. Se nos ha prometido ayuda desde varios estados árabes. Estamos abiertos a recibir donaciones. Entre estas, estarían las libias, por ejemplo. No tienen liquidez ahora pero nos lo han prometido. Y también contamos con donaciones de dentro de Siria, pero alrededor del 90% proviene de empresarios.
WSJ: ¿Con qué objetivos están presionando a los gobiernos internacionales?
BG: Les hemos pedido que impongan sanciones económicas al régimen; hemos pedido coordinación entre la Liga Árabe, la UE, Turquía y Occidente. Pedimos el apoyo de estos países en el Consejo de Seguridad de la ONU. Le pedí a la Sra. Ashton que creara un fondo financiero de ayuda al pueblo sirio. Contestó que era un asunto importante que debería discutirse.
Les pedimos que enviaran un mensaje al régimen que les advirtiera que no hay salida. Les pedimos que presionen a Rusia y China y que pongan en marcha todas las medidas posibles para proteger a los civiles. Por eso el ministro de exteriores Juppé pidió que se estableciera un corredor humanitario.
WSJ: Vd. ha pedido abiertamente la protección de los civiles en Siria. ¿Puede clarificar qué propuestas hay sobre la mesa y a quién se dirigen?
BG: El obstáculo principal es el Consejo de Seguridad: a causa del veto de Rusia y China. Todas las sugerencias y propuestas son formas para evadir o evitar el veto y encontrar una vía para proteger a los civiles. Nuestro principal objetivo es encontrar mecanismos de protección de los civiles y parar la maquinaria de matar. Si un corredor humanitario puede lograr eso, entonces es algo importante. Pensamos que el uso de estos mecanismos a nivel colectivo ayudará a debilitar el régimen.
WSJ: ¿Cómo podría una resolución del Consejo de Seguridad reforzar un corredor o una zona-tampón? ¿Requerirán todos los escenarios posibles de una intervención exterior?
BG: Decimos que es imperativo utilizar medidas contundentes para obligar al régimen a respetar los derechos humanos. Pero esto no significa una intervención militar para derrocar al régimen. Esto es diferente de la organizada intervención militar que se produjo en Iraq para cambiar al régimen. Contamos con los sirios para derrocar al régimen sirio. Queremos que la comunidad internacional detenga la represión contra el pueblo sirio.
WSJ: ¿Qué escenarios son los más viables ahora?
BG: Hay una serie de medidas que deben discutirse colectivamente en la comunidad internacional entre los estados árabes, los estados europeos y EEUU. Las opciones van unidas a las capacidades de las naciones que están dispuestas a ayudar al pueblo sirio. El CNS discutirá con todas las partes -la Liga Árabe, las naciones occidentales y Turquía- para ver cuáles son los mecanismos más viables y cómo pueden servir mejor al pueblo sirio.
No hay ningún plan desarrollado aún. Hay opciones que se ofrecen a nivel internacional, estamos discutiéndolas con nuestros amigos, pero no se ha decidido aún nada a nivel regional o internacional.
WSJ: Parece que recientemente se ha estado abordando la cuestión de la protección de los civiles, justo la pasada semana, con el ministro francés de asuntos exteriores Juppé y otros. ¿Se han acelerado esas conversaciones y adónde se encaminan?
BG: Sí, hay una gran aceleración. Estamos en contacto con nuestros amigos; nos reuniremos con el ministro de asuntos exteriores de Turquía, que está pensando en discutir con los europeos los desarrollos de lo que mencionó como zona de exclusión aérea. No tenemos aún suficiente información sobre esas y otras discusiones que se están produciendo entre las partes, entre los árabes, Turquía y Occidente, sobre la situación siria.
WSJ: ¿Hay más amenazas que propuestas en este punto?
BG: Esas cuestiones están aún negociándose. Pero en ocasiones las amenazas acaban convirtiéndose en planes.
WSJ: Tras las discusiones de estas últimas semanas, que aún prosiguen, ¿es posible que se llegue a una resolución acerca de una zona de exclusión aérea?
BG: La decisión tiene que ver con conseguir frenar el veto de Rusia [en el Consejo de Seguridad]. La garantía para que Rusia no utilice su veto estaría en la no intervención extranjera. La cuestión es ahora objeto de ampliadas negociaciones: ¿Cómo convencer a los rusos de que participan en una especie de intervención que no se transforme en una intervención militar al estilo de Libia? Esta intervención debe limitarse a proteger a los civiles y crear las condiciones necesarias para que sean los sirios quienes decidan y que nadie tome la decisión en su nombre.
WSJ: ¿Han indicado los rusos algún cambio en su posición?
BG: Nos reunimos con ellos hace diez días y pensamos que la posición rusa ha evolucionado relativamente y que continuará haciéndolo. Convencimos a los rusos de que no queremos que Siria se vea envuelta en una intervención militar a escala total y que queremos que Rusia se implique en todas las decisiones sobre la intervención humanitaria, si lo que teme es verse marginada. Les pedimos que participen en el contexto de una decisión del Consejo de Seguridad que rechace una intervención de la OTAN en Siria.
Lo que le dije a los rusos fue: Hemos venido hasta aquí para rechazar una intervención extranjera no para legitimarla. Si quisiéramos una intervención militar no hubiéramos venido a Rusia. Venimos a Rusia para presionar a vuestros amigos en Siria de que accedan a una solución negociada y pacífica.
Negociar no significa un acuerdo o conversaciones con el régimen; se trata de una negociación para la transferencia del poder. Son negociaciones con el régimen para lograr un gobierno que represente al pueblo, no para llegar a un acuerdo con el régimen.
WSJ: ¿Qué perspectivas hay de transición negociada por parte del régimen de Asad?
BG: Creo que la Liga Árabe le dio la última oportunidad para una solución negociada. Lamentablemente, el régimen la rechazó y ha cerrado la puerta por ahora a una solución negociada. Ahora tenemos otro conjunto de opciones.
WSJ: ¿Se le ha ofrecido asilo al Sr. Asad?
BG: Asad ha recibido varias ofertas de asilo. La Liga Árabe y Turquía le ofrecieron ayudarle a encontrar un puerto seguro. Está claro que quiere continuar y creo que no es una persona madura capaz de captar bien la realidad.
WSJ: Vd. se ha reunido esta semana con los dirigentes del Ejército Sirio Libre (ESL). ¿Ha decidido apoyar al ejército disidente y cuál es la cooperación entre los dos grupos?
BG: Nos reunimos con ellos con dos objetivos: coordinar sus planes con el CNS para que se ajusten a la estrategia del Consejo y a la estrategia de revolución pacífica. Les dijimos que queremos que se centren en sus operaciones en proteger a los civiles y no en llevar a cabo ataques ofensivos contra el ejército. Les dijimos que las operaciones de ofensiva pueden llevar a que en el país haya dos ejércitos y se llegue a una guerra civil… Pero defender a los civiles inocentes es el deber de esos soldados que han desertado.
Nuestro segundo objetivo era ayudar al ejército a organizar todas las fuerzas que tienen armas en las ciudades y barriadas para evitar un potencial de elementos armados sobre los que no tengamos control alguno. No queremos, una vez que caiga el régimen, que haya milicias armadas fuera del control estatal. Nos aseguraron que cumplirán el acuerdo y acatarán nuestra petición de que no lancen ninguna operación de ofensiva. También nos aseguraron que los autores de lo ocurrido recientemente [supuestos ataques contra las fuerzas del estado] habían sido diferentes grupos. Investigaremos esto.
Seamos claros: no hay grupos armados salafíes en Siria. Los que tienen armas son en su mayoría miembros del ejército disidente. Los grupos armados son soldados que han desertado. Pero no todos están organizados. Después de desertar, a menudo desaparecen en diferentes barriadas mientras luchan por su seguridad. Necesitan tener un salario, necesitan garantías de protección, necesitan un sustento. De esa forma todo el mundo se unirá.
WSJ: ¿Ayudarían Vds. a financiar o a armar el Ejército Sirio Libre?
BG: No les estamos armando, están desertando con sus armas ligeras. Si quieren armas y son para protegerse a ellos mismos, entonces, sí. Pero somos una entidad política, no vamos a implicarnos en armar al ESL a pesar del hecho de que reconocemos que necesitan proteger a los civiles y protegerse ellos mismos.
WSJ: ¿Cómo se formó el Consejo Nacional Sirio? ¿Podría ampliar su base?
BG: El Consejo se formó como coalición entre siete entidades políticas diferentes. Esas entidades presentaron los nombres de diversas personas para que les representaran. Según está, no se representa de forma adecuada a las mujeres y a algunas minorías. Luchamos ahora, y discutimos en nuestra última reunión, para abrir el Consejo a nuevas fuerzas y personalidades políticas a fin de mejorar la participación de las minorías y de las mujeres.
Somos conscientes de la importancia de las minorías, incluso de que tengan más representación de la que les corresponda para aliviar sus temores, para ofrecerles seguridades de que serán nuestros socios en la vida futura de Siria. Los sirios tienen una identidad nacional más allá de la división sectaria. La identidad nacional siria sería más débil y más pobre si no tuviéramos este hermoso pluralismo entre árabes, kurdos y las sectas.
Los kurdos fueron nuestros socios desde el principio pero el problema está en elegir representantes de los movimientos kurdos. Hay más de 33 partidos kurdos. Para ellos era difícil seleccionar cuatro nombres. Lo comprendemos. No eligen estar representados en determinadas coaliciones sino para tener sus propios escaños. En estos momentos tenemos muchos candidatos por parte kurda para esos cuatro escaños.
WSJ: ¿Cuál es el papel de los grupos islamistas en la oposición siria?
BG: No creo que en Siria haya algún temor de un monopolio por parte de los islamistas, que no llegan ni al 10%. En este aspecto, Siria es diferente del resto de las naciones árabes.
Los Hermanos Musulmanes llevan en el exilio treinta años y no están coordinados a nivel interno. La gente que está protestando y la sociedad en general son piadosas. Pero no todo musulmán es un islamista. Ese es un gran error [de percepción]. Ser alguien que reza y ayuna no significa que tú quieras un estado islámico. El Islam en la forma del estado iraní no tiene cabida en el mundo árabe. Todos los movimientos islámicos quieren ahora copiar el modelo turco.
El modelo al que realmente necesitamos mirar es el de Túnez. El partido al-Nahda ganó la mayoría, pero han optado por un gobierno de coalición.
El problema en la oposición siria no es entre islamistas y no islamistas. Es la falta de experiencia política tras cincuenta años sin esa experiencia. El problema era la ausencia de una organización política que sea realmente eficaz y potente. Ese es ahora el desafío; porque es una debilidad en la realidad de la vida política siria.
Las muchas conferencias que se celebraron antes en el CNS eran reuniones entre diferentes activistas y entidades políticas y cada una quería imponer su propia agenda. Esa es la razón por la que tecnócratas e independientes querían cambiar todo el enfoque y formaron el CNS y después empezaron a construir coaliciones con los partidos. Esos partidos políticos formaron la columna vertebral para los independientes.
Las discusiones para formar la coalición empezaron quince días antes de la creación del Consejo con la Declaración de Damasco, el Comité de Coordinación Nacional, los Hermanos Musulmanes, además de islamistas y tecnócratas independientes. Esa fue la primera vez que los partidos se reunieron para formar coaliciones. El empuje vino dado por el trabajo diario de los activistas.
La mayoría en la Asamblea General del Consejo, en el Secretariado General del Consejo y en su Comité Ejecutivo no son islamistas; eso no significa que éstos no tengan también su espacio.
WSJ: A los dirigentes del Consejo se les nombró para un mandato de tres meses. ¿Cuándo termina el mandato actual y quién tomará la dirección para llegar al gobierno de transición?
BG: En respeto de los principios democráticos, el presidente dispone de un mandato de tres meses que puede ampliarse. Mi mandato de tres meses empezó en octubre. Ampliarlo es algo que habrá que discutir, es una posibilidad.
El CNS formará el gobierno de transición y también incluirá a otros miembros de la oposición, a tecnócratas y a los altos cargos del ejército que no tengan sangre en las manos. Es necesario un período de transición de un año para asegurar que los partidos puedan prepararse y organizarse, y también para redactar una nueva ley electoral.
Debería quedar claro que el régimen y el estado son una cosa diferente. No queremos que el estado colapse. Queremos utilizar las diferentes agencias del estado y hacer que funcionen. Se formará un comité de reconciliación nacional durante ese período. Los servicios de inteligencia y seguridad pasarán también a estar bajo control. Se liberará a todos los prisioneros políticos. Y se procesará a todos aquellos que estuvieran implicados en crímenes contra la humanidad. Serán llevados ante la justicia.
WSJ: ¿Ha intentado negociar con los alauíes como parte de un potencial proceso de transición? ¿Cuál ha sido la respuesta?
BG: Hay muchas líneas de comunicación abiertas en Siria con muchos alauíes, muchos de ellos se oponen firmemente a las políticas del régimen. Pero están aterrados, temen una persecución doble; tienen miedo de que la venganza del régimen sea más dura contra ellos. El régimen ha hecho aparecer a los alauíes como sospechosos como secta, o bien afiliados a las atrocidades del régimen; y eso no es así. Por el contrario, este régimen ha tratado muy mal a los alauíes y los que han salido beneficiados han sido un porcentaje mínimo. Lo peor que el régimen hizo fue reclutar a sus jóvenes y militarizarlos.
Los alauíes serán iguales ante la ley, tendrán sus puestos de trabajo en la economía y tendrán oportunidades de encontrar empleo en los diversos sectores además de los aparatos de seguridad y del ejército.
WSJ: ¿Cómo va el CNS a conseguir disipar los temores entre las minorías religiosas de Siria, además de los alauíes?
BG: Sabemos que desde el régimen hay grandes presiones sobre todas las sectas -incluso sobre los sunníes- para poder mantener su narrativa. Han sido esencialmente rehenes del régimen. Estamos trabajando duro en esto con sus líderes espirituales. Recientemente nos reunimos con el jefe de las relaciones internacionales del Vaticano. Hemos pedido un encuentro con el papa. Estamos preparando también una reunión con los patriarcas ortodoxos en Rusia. Estamos en contacto con varios líderes espirituales, con el objetivo de fomentar la participación de las minorías en la revolución.
Los cristianos en Siria jugaron un papel importante en la creación de la vida política. Y siguen jugando ese papel, incluso en la estructura de los comités de coordinación de la revolución. El primer primer ministro que hubo en Siria tras la independencia era cristiano, Faris al-Juri. Cuando los sirios recuerdan a los héroes de la independencia siria, recuerdan a cuatro: Saleh al-Ali, alauí; Sultan Basha al-Atrash, druso; Ibrahim Hanano, kurdo; y Hasan al-Jarrat, sunní.
El programa del CNS se construye tipificando como delito la discriminación y estableciendo que todos los ciudadanos sirios son iguales ante la ley. En la nueva Siria, no habrá discriminaciones entre mayorías y minorías en base a la religión; habrá una mayoría política.
La mejor seguridad que puede ofrecerse del papel de las minorías es que no se las va a considerar como tales sino como ciudadanos. Queremos evitar el modelo iraquí y el modelo confesional libanés que subrayan la división sectaria.
WSJ: Vd. es de Homs, ¿piensa que en Homs hay ya una guerra civil?
BG: No hay guerra civil en Homs y no habrá guerra civil en Siria. Hay algunas reacciones negativas, hay mucha tensión, pero hay también una inmensa voluntad por parte de todos para no caer en el conflicto sectario.
A pesar de todas las políticas sectarias puestas en marcha por el régimen, en Homs todavía se mantiene una especie de coexistencia. Los comités de coordinación de allí hacen siempre hincapié en el «no al sectarismo». Hay una auténtica resistencia a nivel de base para contrarrestar los intentos del régimen. Necesitamos estar alerta.
En muchas ciudades donde las sectas coexisten, los dirigentes espirituales han creado comités que están trabajando en esta cuestión, tanto en Homs como en otros lugares. Hemos hecho un llamamiento a la creación de consejos locales dedicados a apagar cualquier tensión sectaria.
WJS: En su opinión, ¿es aún posible un golpe por parte alauí?
BG: Es muy posible, esa opción sigue abierta. La gente está esperando ese momento, el momento de escuchar esa buena noticia.
WSJ: ¿Se va a desmantelar el aparato de seguridad como parte del período de transición?
BG: Ahora hay varias ramas de la seguridad y nuestro plan es reunir todas esas agencias bajo el ministerio del interior donde todas estén sometidas a la ley. En su forma actual, ahora, no son sino milicias; en primer lugar, tenemos la «shabiha«, compuesta por mercenarios a sueldo que no están sometidos a ley y orden algunos. Toda esa gente estará bajo las leyes. La nueva Siria no será una Siria vengativa; seguiremos el modelo sudafricano. La lección más importante de esa experiencia fue el consejo de reconciliación. No se puede castigar a la gente a menos que se demuestre que han disparado y perpetrado asesinatos.
WJS: ¿Cuál es su opinión acerca del federalismo y cuál será la naturaleza de un nuevo estado sirio?
BG: Todos los partidos están pidiendo un estado pluralista, civil y democrático que trate a sus ciudadanos en condiciones de igualdad frente a la ley. Civil es una versión de lo laico; laico en el sentido de que se asegure que es neutral respecto a las religiones y las sectas y que asegure la separación de estado y sociedad. El termino exacto de «laicismo» tiene una connotación negativa en el mundo árabe, por eso preferimos utilizar el término «civil».
WSJ: ¿Cómo encajaría ahí la ley de la Sharia?
BG: La fuente legislativa será el parlamento, y si el parlamento está compuesto por una mayoría de musulmanes, reflejará su cultura o tendencias. En la Siria de hoy en día, la Sharia es una de las muchas fuentes legislativas. Es una forma de dar satisfacción a los sentimientos religiosos de la gente. Queremos un sistema verdaderamente democrático que represente las voluntades y aspiraciones de sus ciudadanos.
WSJ: Siria tiene actualmente una relación estratégica con Irán y Hizbollah. ¿Cómo se posicionaría un nuevo gobierno sirio con respecto a esos gobiernos? ¿Cómo serían las relaciones con ellos?
BG: La relación actual entre Siria e Irán es anormal. No tiene precedentes en la historia de la política exterior siria. La nueva Siria será parte indispensable de la Liga Árabe y trabajará para mejorar el papel de la misma y el papel de los estados árabes a nivel regional, sobre todo porque han tomado una decisión histórica y sin precedentes al apoyar al pueblo sirio.
Siria es el centro del Oriente árabe. No puede vivir fuera de su relación con la Península Arábiga, los países del Golfo, Egipto y el resto. En el futuro, necesitaremos apoyo económico e inversión de nuestros compañeros árabes. Nuestro futuro está realmente vinculado al mundo árabe y al Golfo en particular. En el futuro necesitaremos muchísimo apoyo económico y financiero serio para reconstruir Siria.
Tendremos que retomar nuestras relaciones con Irán como con cualquiera de los países de la región, basándonos en el intercambio de intereses económicos y diplomáticos en el contexto de la mejora de la estabilidad en la región y no en el de una relación especial. No habrá una relación especial con Irán.
Esta es la cuestión principal: la alianza militar. Romper esa alianza excepcional significa romper la alianza estratégica militar. No estamos preocupados por las relaciones económicas.
WSJ: ¿Tiene alguna idea sobre cómo cambiaría el apoyo de Hamas y Hizbollah?
BG: Nuestras relaciones con el Líbano serán de cooperación y de reconocimiento mutuo e intercambio de intereses, buscando conjuntamente mejorar la estabilidad en la región. A medida que cambien nuestras relaciones con Irán, también van a cambiar las que mantenemos con Hizbollah, no serán iguales una vez que caiga el régimen. No se debería utilizar al Líbano como escenario para saldar cuentas políticas como se ha hecho durante la era Asad.
Hamas ha dado un giro hacia una nueva política y ahora están trabajando con la OLP para unir las filas palestinas. Hamas ya no apoya al régimen sirio. Nuestra relación con Hamas será a través de nuestra relación política con la OLP y con la sociedad civil palestina.
WSJ: ¿Sigue siendo una prioridad importante la recuperación de los Altos del Golán?
BG: Confiamos en que las condiciones políticas y geopolíticas faciliten que reclamemos el Golán a través de la negociación. El Golán es un indicador auténtico de la soberanía y estabilidad de Siria; no hay duda de que se nos devolverá. Contamos con nuestra especial relación con las potencias europeas y occidentales para que nos ayuden a reclamar el Golán tan pronto como sea posible.
WJS: ¿Tienen comunicación abierta con Hizbollah o Hamas?
BG: Muchos miembros de la oposición querían reunirse con Hizbollah y con Irán y exponer la situación y explicar que no hay una conspiración extranjera. Pero la continuada oposición de Hizbollah y el papel negativo jugado por sus medios de comunicación cerraron la puerta.
Sí tenemos canales abiertos con la OLP.
WSJ: ¿Les preocupa cómo puedan manejarse las armas químicas y biológicas que el estado tiene almacenadas?
BG: Ese es un asunto importante y formará parte en el futuro de las discusiones generales sobre armamento en el país y dependerá de cómo progresemos en las negociaciones del frente del Golán. Como principio, estamos en contra de la presencia de cualquier arma de destrucción masiva y de la proliferación nuclear.
WSJ: En su opinión, ¿cuánto tiempo cree que puede sobrevivir el régimen bajo los prolongados disturbios y las sanciones?
BG: Creo que el régimen podrá continuar autofinanciándose hasta un límite. Los iraníes están apoyando y ayudando a Asad. Pensamos que la situación de quienes se encuentran alrededor del régimen va a deteriorarse mucho. Dejarán de apoyar a Asad. Ese es el objetivo fundamental de las sanciones: forzar a quienes están alrededor del régimen a retirarle sus apoyos.
Todos los empresarios se sienten molestos por la forma en que Asad está manejando la situación y por la mala gobernanza. Le culpan de cuanto está sucediendo.
Las estimaciones lógicas acerca de las reservas de divisas del gobierno están entre los 7.000 y 8.000 millones de dólares. La economía se ha contraído este año al menos en un 10%.
No somos adivinos pero creo que el régimen ha entrado en un túnel del que no va a poder salir. Puede que lleve meses. No hay ni un 1% de posibilidades de que Asad sobreviva. Lo único que puede hacer -si lo hace- es continuar matando. Saben que si paran de matar están acabados.
WSJ: ¿Qué opina del papel de EEUU en Siria?
BG: Solo recientemente hemos empezado a ver que hay países que se han dado cuenta de que han llegado muy tarde y tienen que apoyar el cambio. Los estadounidenses no están aislados de lo que sucede. Están participando en la creación de la opinión pública occidental, europea, árabe y turca. Creo que están eligiendo una estrategia de cooperación con un papel secundario. Esa es una buena estrategia, y creo que los sirios quieren que haya una cooperación internacional y una cooperación entre los estados árabes y la comunidad internacional que garantice la estabilidad y la soberanía de su nación. Queremos que los árabes jueguen el papel principal.
Creo que una gran parte de la opinión pública siria prefiere que las naciones árabes se abran camino en Siria. Temen realmente que pueda pasar algo parecido a lo que sucedió en Iraq.
El pueblo sirio no olvidará nunca a quienes extendieron su mano para ayudarles a librarse de su dictadura. Al pueblo sirio le encantaría también tener relaciones de amistad con todas las naciones. Creo que la nueva Siria contribuirá en gran medida a la recuperación de la estabilidad regional y al nacimiento de un desarrollo común con las naciones árabes y la región. La única excepción son aquellos países que siguen haciendo daño al pueblo sirio y quitándole algunos de sus derechos. Estamos buscando una región donde fructifiquen la cooperación, la prosperidad y la paz.
WSJ: Hubo mucha gente que se quedó sorprendida al ver como las protestas barrían este año toda Siria. ¿Por qué cree que se produjo todo?
BG: Está habiendo un cambio profundo en la psique árabe. Nadie puede tolerar ya por más tiempo el gobierno de regímenes que han perdido toda su legitimidad a los ojos del pueblo. En los últimos diez años, las aspiraciones del pueblo han cambiado. La idea de un estado o nación islámicos llegó a un punto muerto. La tendencia general de la población en estos últimos diez años ha sido hacia la democracia. Todos los intentos anteriores de reforma o democracia no consiguieron nada.
Los servicios de seguridad en Siria tenían a la gente aterrada. Túnez y Egipto trajeron nuevos horizontes, una luz nueva a los sirios. Cuando el volcán entró en erupción, quedó claro que había tal acumulación de descontento que nada podría acallarlo. Esto explica la valiente determinación de los manifestantes. Los sirios necesitan hoy la libertad más que el aire para respirar, más que el pan para alimentarse, más que la vida.
Fuente: http://online.wsj.com/article/