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Otro reconocimiento a la traición

Fuentes: Rebelión

Créalo usted, o no, amigo lector, la poderosa industria de la desinformación mediática, capaz de vestir de oveja a un terrible lobo e, incluso, fabricar supermanes de enclenques mercenarios, ha dado un paso más en su ofensivo avatar contra Cuba. Siguiendo el mismo compás de un discurso político dirigido a sobredimensionarlo todo, siempre que se […]

Créalo usted, o no, amigo lector, la poderosa industria de la desinformación mediática, capaz de vestir de oveja a un terrible lobo e, incluso, fabricar supermanes de enclenques mercenarios, ha dado un paso más en su ofensivo avatar contra Cuba. Siguiendo el mismo compás de un discurso político dirigido a sobredimensionarlo todo, siempre que se dañe a nuestra Patria, nuevamente se le han endosado glorias falsas y dudosas a una detractora de oficio.

La llorona y quejosa Yoani Sánchez, aristócrata dentro de la reducida y despreciada pléyade de mercenarios dentro de la Isla, ha recibido un nuevo reconocimiento, casi unos días después que fue vapuleada su condición de favorecida de la maquinaria ideológica anticubana y descubrirse que sus miles de seguidores realmente son inexistentes.

El absurdo y la burla, capaz de herir a la sensibilidad de las miles de mujeres que alrededor del mundo han dedicado sus vidas al mejoramiento de nuestro entorno actual, metiéndolas en un mismo saco con una oportunista y mentirosa, se ha puesto de manifiesto nuevamente, cuando la revista digital The Daily Beast acaba de colocar, nada menos que a Yoani, entre las 150 mujeres más valientes del mundo. Nada sorprende en el mundo de hoy, cuando hasta el Premio Nóbel es manipulado y se entrega a un presidente norteamericano que apuesta cada día más por la guerra.

Sin embargo, Yoani no está sola en esta cuestionada lista de dudosa honra. Le acompaña Hillary Clinton, fogosa defensora de la criminal agresión a Libia, de las amenazas abiertas a Siria e Irán, así como del apoyo al holocausto que padece el pueblo palestino. Igualmente aparece en la misma la alemana Ángela Merkel, comprometida con la guerra en el Medio Oriente y con la permanente violación de los derechos humanos contra las comunidades turcas y gitanas en su país, el cual actualmente gobierna y cuya economía está en franco entredicho.

Irreverente, como siempre, Yoani Sánchez no se sintió totalmente satisfecha de que en la lista estuvieran figuras como las presidentas Dilma Roussef y Cristina Fernández, quienes realmente son merecedoras del reconocimiento de los ciudadanos de Brasil y Argentina, respectivamente, por el esfuerzo que han realizado por sus conacionales. Sin embargo, sabedora de que su ego se desboca desfachatadamente, se apuró con descaro a declarar a la cloaca de Radio Martí, su no mal disimulada alegría, al decir: «hay un denominador común entre esas mujeres que componen la lista (…) mujeres que de alguna manera han estremecido el mundo o que han superado sus propios miedos para hacer una labor social, educativa, jurídica o periodística».

Aprovechó, pues, la oportunidad para cuestionar los desaciertos que, para ella, han tenido Roussef y Fernández, callando su venenosa lengua para citar a su madrina de la USAID y proveedora del dinero sucio del que disfruta, Hillary Clinton.

Con total desfachatez, la vedette mimada de los detractores de Cuba, enriquecida por el dinero sucio y acumuladora de 12 premios dudosos en el 2011, declaró estar gustosa dentro de un grupo de mujeres que nunca han sentido miedo ante el peligro y la represión, siendo capaces, según ella, de «superar ese miedo, saltarlo, exorcizarlo».

¿De qué puede tener miedo? Nunca Yoani ha sido ni golpeada, ni amenazada, ni torturada en Cuba. Nunca, a pesar de su irrespetuoso comportamiento contra el ideario revolucionario de nuestro pueblo, al que ofende con la apostasía más descarada, ha recibido las tantas golpizas que merece y que nunca se han ejecutado contra ella. Ni una nalgada se le ha dado en su trasero carente de carnes, ni en su lengua viperina.

La vividora en que ha convertido, a costa de pedir dinero descaradamente para recargar su celular, de reclamar favores resiterados de sus amos para llevar una vida cómoda, merece el repudio de su pueblo. Ni una gota de sudor corre por su frente. Mientras sus compañeros de mercenarismo jinetean el dinero sucio con falsas protestas y marchas callejeras, ella twittea 9 twets al día, dedicándose el resto del tiempo a holgazanear y a fabricar las más absurdas fábulas.

Esta burguesa carente de escrúpulos narra una corta telenovela de penurias en cada mensaje SMS, apalancándose sabiamente en sus cófrades de menor renombre y describiendo carencias que no sufre. Sabe que ello le procurará dinero y mérito, aún a costa de compartir con ellos unos dólares provenientes de sus amos de la SINA.

Como digna hija de Tartufo y Maquiavelo, reclama libertades a su propia conveniencia y siempre usando la diatriba como argumento. Le duele profundamente vivir en el país que vive, pero su oportunismo le ha hecho ver que, en Miami o Europa, pasaría como figura de moda y sería arrojada de inmediato al olvido y al ostracismo, pues no le serviría entonces a sus amos, tal como lo hace hoy. De esta forma, el país imaginario al que aspira al decir: «A mí me gustaría vivir en un país donde toda figura pública pueda ser sometida a un escrutinio, a la diatriba, al enjuiciamiento positivo o negativo», ella no puede verlo en su ceguera. En Cuba cada dirigente, con el respeto que merece por su cargo, es cuestionado mediante la crítica, si no cumple con la misión que le ha asignado el pueblo. Decir lo contrario, es parte de su ceguera política.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.