Pocas personas en Cuba no han participado -ellos personalmente o sus allegados- en alguna misión solidaria en otro país. Es una realidad que habitualmente se silencia, sobre la que hay un «cerco mediático». Con el fin de romperlo, la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí» ha realizado el documental «Esencia de Revolución. Solidaridad […]
Pocas personas en Cuba no han participado -ellos personalmente o sus allegados- en alguna misión solidaria en otro país. Es una realidad que habitualmente se silencia, sobre la que hay un «cerco mediático». Con el fin de romperlo, la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí» ha realizado el documental «Esencia de Revolución. Solidaridad internacionalista», presentado esta semana coincidiendo con el 25 aniversario de la organización. En el trabajo ha colaborado el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
Con dirección y guión de David Rodríguez y Pau Romero, dos miembros de la Asociación José Martí, el audiovisual de 50 minutos recoge 7 testimonios de internacionalistas cubanos, a partir de entrevistas realizadas en La Habana y San Antonio de los Baños. «Hemos intentado poner de manifiesto los motivos que había el 1 de enero de 1959, cuando triunfó la revolución, y los que hay en el presente para practicar la solidaridad internacionalista», subrayan los autores del documental.
Desde primera hora, la Revolución Cubana sitúa como prioridad la solidaridad con otros pueblos. En la década de los 60, 70 y 80 del siglo pasado, el objetivo es compartir la experiencia de una revolución victoriosa con otros países de África, Asia y América Latina. En los 90, con motivo del desastre provocado por el huracán Mitch en América Central, arranca un segundo impulso solidario. Hoy, «más de la mitad de la cooperación entre países del sur la desarrolla Cuba», recuerdan David Rodríguez y Pau Romero. «Pero esto nunca se dice».
Gaspar Hernández recuerda en el documental su experiencia de dos años en Nicaragua, donde llegó en 1986 para aportar su experiencia política a la asediada revolución sandinista. «Los cubanos formábamos una gran familia; había profesionales de la sanidad y de la educación, entre otros muchos sectores; al final nos ganamos el cariño y la admiración de los nicaragüenses», recuerda emocionado. ¿Qué huella conserva de aquella misión? «Extrañé mucho a mi familia; también me acuerdo del día en que capturamos a un norteamericano; le dimos primeros auxilios y nos dijo que venía únicamente por la plata; que si le pagaba Fidel, trabajaría para él; era un mercenario», concluye.
«¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano», reza un dicho cubano. Por eso, y porque, como afirma Fidel Castro, «ser internacionalista es saldar nuestras deudas con la humanidad», Felicia García se desplazó hasta Angola y Timor Oriental como docente interesada en exportar los procesos de alfabetización que en Cuba estaban implementándose. Evoca Angola como «un país muy pobre, pero donde el trabajo era gratificante y con momentos muy emotivos; por ejemplo, cuando una alumna embarazada le puso a su hija mi nombre». Además, «muchos de los estudiantes luego vinieron a Cuba». En Timor, «un país también muy pobre», donde se dedicó a la alfabetización y la enseñanza del castellano, fue «estremecedor» ver cómo hacía sus primeros trazos un señor de 70 años, que no sabía leer ni escribir.
El documental incluye declaraciones de diferentes generaciones de internacionalistas, con edades comprendidas entre los 30 y los 70 años. «Cuba da lo que tiene, no lo que le sobra, porque realmente no nos sobra nada», afirma muy segura de sí María Margarita Mayor, hija de un soldado cubano embarcado en la guerra de Angola, y que viajó a Venezuela en 2006 y Bolivia en 2007 para aportar su trabajo como sanitaria. «En Venezuela al principio nos tenían miedo» por la leyenda negra que pesa sobre Cuba. «Poco a poco se abrían cuando les explicábamos nuestro objetivo; nunca antes un médico había estado en su casa». Un año después estuvo en comunidades bolivianas «paupérrimas», donde los niños pedían limosna en lugar de ir a la escuela. «Era algo ajeno a la realidad cubana», matiza.
Según los autores de «Esencia de Revolución. Solidaridad internacionalista», «hemos buscado ejemplos de cómo pensar y actuar solidariamente forma parte de la esencia del pueblo cubano; estos internacionalistas forman parte de un ejército que ni roba ni mata, un ejército de batas blancas y lapiceros que, sin hablar de política, denuncian con hechos concretos las injusticias del capitalismo; son los nuevos revolucionarios».
Otro internacionalista de nueva generación que aparece en el audiovisual es Nelson Pérez, quien aterrizó en Ecuador en el año 2007 como asesor técnico de un programa de alfabetización. Este economista y docente en San Antonio de los Baños constató sobre el terreno «la herencia del neoliberalismo en América Latina durante la década de los 90». Se encontró con una realidad desconocida en Cuba: «muchos adultos eran analfabetos funcionales; superar esta lacra constituía un gran reto», explica. «Al principios lo vives como una aventura, luego como una obra que sabes va a beneficiar a muchos», concluye.
Pero en el documental falta un testimonio. El de una de las personas que, a sus 72 años, representa el paradigma vivo del internacionalismo cubano. Tal vez por eso, para rellenar la ausencia, Harry Villegas asistió al acto de presentación del documental, donde además intervino en una conferencia. Durante diez días ha recorrido el País Valenciano de la mano de la Asociación José Martí, explicando sus vivencias, recuerdos y opiniones. El General de Brigada Harry Villegas combatió con el Che Guevara en la Batalla de Santa Clara, en el Congo y en Bolivia; también luchó en Angola, entre otros lugares. Ahora reivindica la memoria histórica del internacionalismo cubano y recuerda, por ejemplo, la aportación de los voluntarios cubanos a la defensa de la II República española.
Son ejemplos de Cuba como motor de la solidaridad internacionalista. Ejemplos que demuestran cómo, frente al rodillo neoliberal, otros valores son posibles: la solidaridad frente al individualismo, la cooperación frente al egoísmo, y lo público y colectivo en contraposición a lo privado. Fidel Castro lo expresaba con otras palabras: «Quien no sea capaz de luchar por otros, tampoco lo será de luchar por sí mismo».
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