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¿De quién se convertirá Bahréin en decimocuarta provincia?

Fuentes: Al-Ajbar (edición inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

El mapa geopolítico de la Península Arábiga se transformó constantemente durante siglos hasta finales del siglo XX como resultado de que las tribus con poder competían por conquistar el territorio a fin de maximizar sus ámbitos de influencia, de proteger sus intereses comerciales y para tener acceso a los limitados recursos.

Frente a la amenaza de incursiones y de la conquista militar, las tribus pequeñas intentaban protegerse del hegemonismo regional adoptando alianzas estratégicas con las que alcanzaban un equilibrio entre concesiones de autonomía a cambio de protección. Para los pequeños emiratos, esta fórmula era el menor de dos males.

Si algunas tribus decidieron adoptar una «alianza entre iguales», otras consideraron más seguro buscar la protección de una de las potencias regionales para protegerse de la otra. A cambio de la sumisión del protegido y del pago de tributos, el acuerdo también formalizaba las relaciones entre ambas partes e impedía invasiones por parte de la potencia protectora así como de otras potencias regionales.

Algunos emiratos adoptaban tal tipo de acuerdos de protección por voluntad propia aunque a regañadientes mientras que otros eran obligados a «buscar» protección por la propia potencia protectora.

La llegada de Gran Bretaña a la región, sin embargo, modificó todo eso. En tanto que potencia extranjera distante sirvió de protectora atractiva porque carecía de interés por desplazar a las familias gobernantes y permitió a los emiratos aliviarse de acuerdos de protección no deseados con las potencias regionales. De hecho, la percepción de amenaza de las potencias regionales era tal que algunos emiratos intentaron en vano convencer a Gran Bretaña de que se quedara una vez que decidió abandonar la región en 1968.

Un avance rápido hasta la actualidad basta para ver que las cosas no han cambiado mucho. Los emiratos se han convertido en Estados-nación y Gran Bretaña ha sido sustituida por Estados Unidos como protector internacional de la región. Los pequeños emiratos han logrado evitar por el momento ser engullidos por una potencia hegemónica regional u otra. Pero eso podría cambiar pronto.

En los últimos meses, han circulado rumores sobre una inminente declaración de una unión política entre Bahréin y Arabia Saudí. Preocupados de que el rey pueda llegar a un «gran acuerdo» con la oposición chií, cuyas protestas a favor de la democratización fueron aplastadas el año pasado, los partidarios del statu quo han animado y empujado esa posibilidad como única garantía contra la invasión persa del pequeño Estado isleño.

Durante más de un siglo, Bahréin ha conseguido defenderse con relativo éxito de las tendencias expansionistas de las potencias regionales en el norte, sur y este. En tanto que pequeña isla-Estado, sus gobernantes saben bien que no pueden sobrevivir sin los antiguos sistemas árabes de protección o al margen de alianzas regionales. Si Bahréin adoptara esa unión con Arabia Saudí mañana, renunciaría en la práctica a su lucha por seguir siendo independiente respecto a los poderes regionales. Resulta difícil imaginar cómo sería una unión entre dos monarquías absolutas sin que una de ellas cediera de facto su soberanía.

La paradoja que parece que han obviado los partidarios de tal iniciativa es que para mantener su independencia de Irán, es posible que se obligue a Bahréin a renunciar a ella por completo. En un acto reflejo ante el temor de convertirse en la decimo cuarta provincia de Irán, Bahréin puede estar en camino de convertirse en la decimocuarta provincia de Arabia Saudí.

Si realmente está dispuesto a ceder la soberanía a un tercero, Bahréin haría mejor en mirar hacia el este en lugar de hacia el sur. Allí existe un modelo que garantiza autonomía relativa, protección y una abundancia de recursos para los emiratos y lo hace sin maneras hegemónicas. Los Emiratos Árabes Unidos es la única federación árabe exitosa que, aunque imperfecta, ha dotado a sus emiratos miembros un sentido de seguridad del que otros emiratos independientes no gozan.

La idea no es nueva. Tanto a Bahréin como a Qatar se les ofreció unirse a la federación antes de su formación pero no pudieron ponerse de acuerdo en sus términos. Si Bahréin se hubiera unido a los Emiratos Árabes Unidos, hoy formaría parte de la segunda mayor economía árabe y podría haber evitado su «problema demográfico«, su escasez de recursos y la invasión desde el epicentro de Arabia Saudí. Sin embargo, resulta inútil dedicarse a escenarios hipotéticos pues cualquier Estado sería muy cauteloso de heredar los problemas con los que se encuentra Bahréin hoy en día.

Ello incluye a Arabia Saudí. Si llegara a darse una confederación entre ambos, la cultura de activismo político y disidencia, histórica en Bahréin, se infiltraría sin duda alguna en la península, directamente en la descontenta provincia oriental. Por otra parte, cualquier estatuto pseudo-autonómico otorgado a un futuro «protectorado» o «provincia» de Bahréin daría lugar a reivindicaciones imitativas en todas las provincias del Reino, algo que Arabia Saudí preferiría evitar en estos tiempos turbulentos.

Los ciudadanos saudíes que viven bajo un estricto código social de segregación de sexos harían notar su frustración por la disparidad entre sus derechos y libertades y las de sus compatriotas de Bahréin. Por consiguiente, sería una unión anormal entre el Estado más socialmente liberal de la región y posiblemente el más conservador del mundo social y religiosamente.

Una iniciativa así, sin duda, aumentará asimismo la vieja preocupación de las capitales del Golfo sobre los intentos del epicentro de continuar la expansión de su influencia para convertirse en el jefe supremo regional, y es probable que conduzca a una mayor fragmentación del Consejo de Cooperación del Golfo, a menudo visto por sus miembros como un instrumento para llevar a cabo esa agenda.

La pregunta que sin embargo tiene que plantearse Bahréin en última instancia si de verdad está dispuesto a renunciar a su soberanía es, ¿la cedería antes a una potencia exterior que a su propio pueblo?

Abbas Al Lawati es periodista en el Golfo Arábigo.   

Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/whose-fourteenth-province-will-bahrain-become