Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Human Rights Watch ha condenado los abusos cometidos por los rebeldes sirios en su bastión de Homs. Pero un miembro de una «brigada de entierro» rebelde que ha degollado a cuatro hombres defendió su trabajo en una entrevista con SPIEGEL ONLINE . «Si no lo hacemos, nadie hará rendir cuentas a estos perpetradores», dijo.
Hussein apenas puede recordar la primera vez que ejecutó a alguien. Fue probablemente en un cementerio por la tarde, o de noche; no puede recordar con exactitud. Fue a mediados de octubre del año pasado, y el hombre era chií, con seguridad. Había confesado el asesinato de mujeres, mujeres decentes cuyos esposos e hijos habían protestado contra el régimen del presidente sirio Bashar Asad. Por lo tanto los rebeldes decidieron que el hombre, un soldado del ejército sirio, también debía morir.
A Hussein no le importó si el hombre había sido obligado a confesar a golpes, o que estaba aterrorizado ante la muerte y había comenzado a rezar. Tuvo la mala suerte de haber sido capturado por los rebeldes. Hussein sacó su cuchillo del ejército y degolló al hombre arrodillado. Sus compañeros de la llamada «brigada de entierro» enterraron rápidamente el cuerpo ensangrentado en la arena del cementerio al oeste del área de Baba Amr del bastión rebelde de Homs. En esos días, el vecindario estaba en manos de los insurgentes.
Esa primera ejecución fue un rito de iniciación para Hussein. Se convirtió en miembro de la brigada de entierro de Homs. Los hombres, solo un puñado, matan en nombre de la revolución siria. Dejan la tortura a otros; para eso sirve la llamada brigada de interrogatorio. «Ellos hacen el trabajo sucio», dice Hussein, que actualmente recibe tratamiento en un hospital de la ciudad libanesa de Trípoli. Resultó herido cuando un trozo de metralla se incrustó en su espalda durante la invasión terrestre de Baba Amr por el ejército a principios de marzo.
Se recupera en el Líbano, relativamente seguro, hasta que pueda regresar a Siria y «volver a su trabajo». Es una tarea que considera relativamente limpia. «La mayoría de los hombres pueden torturar, pero no son capaces de matar de cerca», explica. «No sé por qué, pero no me afecta. Por eso me dieron la tarea de verdugo. Es algo para un loco como yo».
Antes de unirse a la Brigada Farouk, como llaman a la milicia de Baba Amr, en agosto pasado, el hombre de 24 años había trabajado de vendedor. «Puedo vender cualquier cosa, de porcelana a yogurt», dice.
Cómo perdieron su inocencia los rebeldes
El sangriento levantamiento contra el régimen de Asad ha durado un año. Y la historia de Hussein ilustra que, en ese tiempo, los rebeldes también han perdido su inocencia.
Probablemente hay muchas razones para este hecho. Hussein puede recitar varias de ellas. «Ya no existe ninguna ley en Siria», dice. «Soldados o matones contratados por el régimen eliminan a los hombres, mutilan a los niños y violan a nuestras mujeres. Si no lo hacemos nosotros, nadie hará que rindan cuentas esos perpetradores».
Otro motivo, explica, es el deseo de venganza. «Me han arrestado dos veces. Me torturaron durante 72 horas. Me colgaron de las manos hasta que se me rompieron las articulaciones de los hombros. Me quemaron con hierros calientes. Evidentemente quiero venganza».
Su familia también ha sufrido. Explica que perdió a tres tíos, todos asesinados por el régimen. «A uno lo mataron con sus cinco hijos», dice. «Sus asesinos no merecen piedad».
Más escalofriante es que Hussein cree que la violencia simplemente forma parte de la naturaleza de su sociedad. «Los niños en Francia crecen con el francés y aprenden a hablarlo a la perfección», dice. «Nosotros, los sirios, crecemos con el lenguaje de la violencia. No hablamos otra cosa.»
Pero a pesar de la justificación de los rebeldes del tipo de justicia que administran, las acciones de Hussein caen bajo lo que la organización no gubernamental Human Rights Watch condenó el martes como «serios abusos de los derechos humanos» por parte de los rebeldes sirios. En los corredores del hospital en Trípoli, Hussein y sus demás compañeros heridos hablan abiertamente del hecho de que ellos, exactamente como las tropas del régimen, torturan y matan. Consideran injusta la crítica de los activistas por los derechos humanos: «Nosotros los rebeldes tratamos de defender al pueblo. Estamos combatiendo contra asesinos. Cuando los capturamos, debemos golpear duro», dice un combatiente, que lleva el nombre de guerra Abu Rami.
Sistema de justicia alternativo
Durante el año pasado, Homs se había desarrollado como capital extraoficial de la revolución. Hasta hace unas pocas semanas, los rebeldes controlaban vecindarios enteros de la ciudad, especialmente el distrito de Baba Amr. Pero el área fue invadida por tropas del gobierno a principios de marzo. La lucha entre los rebeldes y las fuerzas gubernamentales ahora tiene lugar en el vecino distrito de Khalidiya.
Según Abu Rami y Hussein, el sistema de justicia alternativo que los rebeldes establecieron en Homs el otoño pasado sigue intacto. «Cuando capturamos a partidarios del régimen, son llevados ante una corte marcial», dicen. El comandante de los rebeldes en Homs, Abu Mohammed, preside la corte. Lo asiste Abu Hussein, jefe del comité coordinador. Algunas veces todavía más hombres actúan como jurado», dice Hussein. La brigada de interrogatorio informa sobre las confesiones de los acusados. A veces los sospechosos incluso tenían vídeos en sus teléfonos celulares que mostraban las atrocidades perpetradas contra los insurgentes, dicen los hombres. «En esa situación, su culpabilidad se establece rápidamente». En el caso de condena, los prisioneros son entregados a la brigada de entierro de Hussein, que los lleva a los jardines o al cementerio. Entonces llega Hussein con su cuchillo.
Hasta ahora, Hussein ha degollado a cuatro hombres. Entre el grupo de verdugos de Homs, es el menos experimentado, por lo que parece que pide disculpas. «Me hirieron cuatro veces en los últimos siete meses», dice. «Estuve fuera de acción durante mucho tiempo». Además, también tiene otros compromisos. «Manejo nuestra ametralladora pesada, una BKC rusa. Naturalmente he matado a muchos más con eso. Pero solo a cuatro con el cuchillo». «Eso cambiará pronto», dice. «Espero que me den de alta la próxima semana y podré volver a Homs. Esos perros no saben lo que les espera».
«A veces absolvemos a algunos»
Los rebeldes de Homs comenzaron a realizar ejecuciones regulares en agosto del año pasado, poco después de que el conflicto comenzase a escalar, dice Abu Rami, el compañero de Hussein. Con su chándal Adidas, se parece a cualquier otro convaleciente del hospital. Pero Abu Rami es un miembro antiguo de la milicia de Homs. Los demás sirios del pabellón lo saludan respetuosamente y prestan mucha atención a sus palabras.
«Desde el verano pasado, hemos ejecutado a algo menos de 150 hombres, lo que representa cerca de un 20% de nuestros prisioneros», dice Abu Rami. Los prisioneros que no son condenados y sentenciados a muerte son intercambiados por prisioneros rebeldes o manifestantes detenidos, dice. Pero los verdugos de Homs han estado más ocupados con los traidores de sus propias filas que con los prisioneros de guerra. «Si descubrimos a un suní espiando, o si un ciudadano traiciona la revolución, actuamos rápido», dice el combatiente. Según Abu Rami, la brigada de entierro de Hussein ha matado entre 200 y 250 traidores desde el comienzo del levantamiento.
Descarta cualquier duda sobre si todas esas personas eran realmente culpables y si tuvieron un juicio justo. «Hacemos grandes esfuerzos por investigar exhaustivamente», dice Abu Rami. «A veces también absolvemos a algunos».
Aparte de todo lo demás, es simplemente la naturaleza de toda revolución que sea sangrienta, explica Abu Rami. «Siria no es un país para delicados».
Nacida en 1973, creció en Lübeck y Barcelona. Estudios de Historia Moderna, germanista e hispanista, en Münster, Barcelona y Berlín. Colaboradora independiente centrada en Medio Oriente para «Stern», «Merian», «Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung», y «Deutschlandradio». Desde el verano de 2007 trabaja como corresponsal en Medio Oriente para SPIEGEL ONLINE en Beirut, Líbano.
Fuente: http://www.spiegel.de/
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