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Entrevista a Gilbert Achcar

«Existe el temor de que la caída de Asad perjudique los intereses occidentales y a Israel…»

Fuentes: Yeni Yol/ZNet

-Empecemos con las distintas opiniones contrapuestas sobre el carácter político del Consejo Nacional Sirio (CNS). ¿Qué opinas de la composición del CNS? -El Consejo Nacional Sirio es una agrupación heterogénea de personas que van desde representantes de los Hermanos Musulmanes hasta grupos de izquierda, especialmente el Partido Democrático del Pueblo, pasando por una serie de […]

-Empecemos con las distintas opiniones contrapuestas sobre el carácter político del Consejo Nacional Sirio (CNS). ¿Qué opinas de la composición del CNS?

-El Consejo Nacional Sirio es una agrupación heterogénea de personas que van desde representantes de los Hermanos Musulmanes hasta grupos de izquierda, especialmente el Partido Democrático del Pueblo, pasando por una serie de figuras vinculadas a gobiernos occidentales, en particular de EE UU y Francia. Es del todo heterogéneo, como se pone de manifiesto, por ejemplo, en que sus miembros no lograron ponerse de acuerdo sobre la sustitución de Burhan Ghaliun o en el hecho de que el propio Ghaliun fuera desautorizado después de firmar el acuerdo de El Cairo con otro sector de la oposición. El CNS se mantiene unido por efecto de las presiones ejercidas por diversos Estados que intervienen en la situación siria. Estos Estados propugnan en realidad una coalición más amplia que incluya a otros grupos, aparte de los que ya forman parte del CNS. Impulsan alguna forma de unificación de la oposición, lo que haría que el CNS resultara todavía más heterogéneo de lo que ya es. Dicho esto, lo importante es que el CNS no es una fuerza de derechas homogénea como lo pintan en algunos círculos. En el seno del Consejo hay personas que no pueden calificarse de derechistas, sino que son más bien progresistas.

Recientemente, incluso periódicos de derecha que apoyan al Gobierno del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) de Turquía han publicado noticias sobre las crecientes divisiones en el seno del CNS y una posible escalada de la oposición a los Hermanos Musulmanes en la próxima reunión del grupo «Amigos de Siria» que tendrá lugar en Estambul a comienzos de abril.

Esta reunión está concebida, por parte de las potencias extranjeras, incluido el Gobierno turco, como un instrumento para presionar a favor de la unificación de las filas de la oposición. No he visto ningún indicio de una disposición particular a condenar a los Hermanos Musulmanes al ostracismo. No creo que se pretenda algo por el estilo. ¿Por qué iba a mostrarse el Gobierno turco hostil a los Hermanos Musulmanes? Colaboran desde hace tiempo. Lo que ocurre sobre todo es que los llamados Amigos de Siria están enojados por la imagen de división en las filas de la oposición siria, que contrasta con la unidad que reinaba en Libia. Allí estaba el Consejo Nacional de Transición y no había ningún otro grupo que le disputara la representación de la oposición libia, mientras que la oposición siria ha sido un coro cacofónico con nuevas divisiones entre los diversos grupos. Por supuesto, esta situación beneficia al régimen sirio y debilita a la oposición. Esto es lo que están tratando de resolver Turquía, las potencias occidentales y los regímenes árabes del Golfo, en un intento de unificar a la oposición y conseguir que proyecte una imagen general que inspire confianza a los países occidentales. Lo cierto es que una de las principales razones del escepticismo y las reticencias mostradas en la práctica por los países occidentales ante la situación siria es el temor de que la caída de Asad condujera a una situación que sería peor para los intereses occidentales y de Israel.

-¿Qué posibilidades hay de una intervención extranjera? ¿Cómo valoras la actitud del Gobierno turco en la situación siria?

-«Intervención» es un concepto muy amplio y de hecho ya está produciéndose una intervención en diversas formas. Si te refieres a una intervención militar directa, creo que de momento es una posibilidad muy remota. Salta a la vista que nadie se plantea hoy por hoy enviar tropas terrestres a Siria, como tampoco existe ninguna solicitud de la oposición siria en este sentido, como sí la hubo en el caso de Libia. Es más, las potencias occidentales saben muy bien que una campaña aérea como la que hubo en Libia resultaría muy costosa en Siria, no solo desde el punto de vista material, sino también en vidas humanas, por supuesto. Semejante campaña provocaría una situación muy peligrosa a escala regional, ya que Siria mantiene estrechos lazos con Irán e Hisbolá en Líbano y cuenta con el apoyo de Rusia. Además, sus defensas aéreas y su fuerza militar son mucho más potentes que las que había en Libia y su densidad de población es mucho mayor.

A la luz de todo ello, no creo que exista una posibilidad real de alguna intervención directa occidental. La interferencia militar más factible en apoyo de la oposición podría consistir en la entrega de armas, máxime cuando ya se da una importante intervención militar en forma de suministros de armas en apoyo del régimen por parte de Rusia e Irán. Sin embargo, el envío de armas a la oposición siria únicamente puede realizarse desde Turquía: Jordania no correría el riesgo de una acción de este tipo porque la monarquía jordana es demasiado frágil para ello; Irak no es una opción porque el Gobierno de este país está más bien con el régimen sirio y con Irán; y Líbano tampoco se puede barajar como vía de suministro de armas a la oposición siria debido a la presencia de Hisbolá. Por consiguiente, el único país suficientemente fuerte para asumir el riesgo de canalizar estos suministros es Turquía. Sin embargo, el Gobierno turco de momento se niega a ello. De ahí que la oposición siria, en particular el Ejército Libre de Siria (ELS), tenga muchos problemas para responder a la ofensiva militar lanzada por el régimen. No disponen de suficientes armas adecuadas para hacerle frente en condiciones.

Turquía se enfrenta a un dilema en la situación siria. Al comienzo, el Gobierno turco trató de hacer de mediador y promover una especie de solución negociada, pero el régimen sirio no le hizo caso. Erdogan se sintió frustrado y cambió de actitud, declarándose abiertamente hostil al régimen sirio. El Gobierno turco no haría nada sin un apoyo claro de EE UU y otros países occidentales. Esta es otra razón por la que no abre las puertas al suministro de armas, ya que el Gobierno de Obama se opone abiertamente a ello. Básicamente, Washington teme un colapso del régimen como el que hubo en Libia, que pudiera sumir a Siria -como ocurre ahora en Libia- en una situación caótica en la que el Estado sería sustituido por grupos armados independientes. Teme la iraquización de Siria, es decir, que el país se convierta en algo parecido a lo que fue Irak tras la invasión de EE UU, especialmente el hecho de que Al Qaeda está presente y se muestra muy activa en la región. Israel también está bastante preocupado y este es el motivo principal por el que muestra poco entusiasmo por lo que ocurre en Siria y no simpatiza para nada con la oposición siria.

-Tras la visita de Kofi Annan a Damasco, ¿cómo ves la situación en Siria en estos momentos? ¿Piensas que el régimen de Asad puede mantenerse todavía en el poder?

-A largo plazo no creo que el régimen logre sobrevivir, pero nadie sabe durante cuánto tiempo podrá conservar el poder. Asad cree que puede seguir adelante con su feroz campaña con el apoyo de Rusia e Irán, evitando al mismo tiempo una intervención militar en apoyo de la oposición. Es probable que planee algún gesto para la galería cooptando a algunos miembros seleccionados de la oposición después de aplastar el levantamiento. Pero tendría que hacerlo desde una posición de fuerza, para que no parezca una concesión que le han impuesto. De ahí que lance la ofensiva precisamente ahora. De momento está resultando bastante efectiva, ya que la oposición carece de medios para hacerle frente. Por otro lado, es muy difícil imaginar que el pueblo sirio, la oposición popular, vaya a aceptar cualquier resultado que no comporte la caída del régimen tras el elevado precio que ha tenido que pagar hasta la fecha. Así, lo que ocurre es que las fuerzas del régimen invaden esta u otra ciudad, pero luego han de trasladarse a otra, y tan pronto como abandonan la primera, el movimiento se reanuda en esta. A menos que cometan el triple o cuádruple de los asesinatos llevados a cabo hasta ahora, a menos que perpetren una enorme masacre, no veo cómo sería posible aniquilar este movimiento de masas.

-En Turquía -incluso en importantes sectores de la izquierda socialista- reina una gran confusión en relación con la composición política de la oposición en el interior de Siria. ¿Cómo describirías la oposición interior siria?

-La oposición siria del interior del país comprende en primer lugar, por supuesto, a los Comités de Coordinación Local (CCL). Constituyen la verdadera representación del levantamiento popular en el sentido de que son sus principales organizadores. Existen redes similares en toda la región que dirigen la revuelta árabe. Son redes de personas, en su mayoría jóvenes, que coordinan la movilización, utilizando sobre todo Internet. Fue en un momento posterior cuando se formaron alianzas políticas de oposición como el CNS, tanto en el exilio como en el interior del país. Ahora, la mayoría del movimiento del interior acepta al CNS como representante porque quiere que alguien hable en su nombre en el exterior. Los CCL no son una dirección política. En caso de caída del régimen a corto o medio plazo, nadie sabría decir qué fuerzas dominarían la escena política en Siria. Es muy difícil valorarlo hoy, porque en el país no se han celebrado ningún tipo de elecciones libres durante varias décadas. Por tanto, resulta muy difícil saber quién representa qué sobre el terreno. Pero está bastante claro que las fuerzas políticas organizadas no son más que una ínfima minoría dentro de la masa que se une a la revuelta siria.

-Es sabido que en Siria existe una larga tradición de movimientos políticos de izquierda. ¿Qué influencia tienen los grupos y figuras de izquierda en el movimiento?

-A diferencia de Libia, en Siria existe en efecto una importante corriente de izquierda, incluidos sectores intelectuales. En Libia no existía ninguna tradición de izquierda significativa antes de Gadafi, y este último gobernó durante más de 40 años suprimiendo cualquier forma de vida política, salvo la que orquestaba él mismo. Por eso, hoy en día es bastante difícil encontrar algo que pueda calificarse de «izquierda» en Libia, excepto un número muy reducido de personas. En cambio, Siria cuenta con una larga tradición de movimientos políticos de izquierda: comunistas, marxistas de varias tendencias, nacionalistas, etc. Es un país que alberga a una amplia población palestina, en la que está bien representada la izquierda palestina. Las personas que defienden ideas de izquierda, incluso marxistas, representan en Siria a un sector mucho más importante que en la mayoría de los países árabes vecinos. Es una razón para el optimismo. Sin embargo, cuanto más tarde el régimen sirio en caer, tanto más está creando las condiciones para un giro sectario de los acontecimientos y tanto mayores son las posibilidades de que la revuelta degenere en un conflicto sectario. Esto es un motivo de preocupación en torno al futuro de la revuelta siria.

-El mayor temor del Estado turco es, desde luego, la cuestión kurda. ¿Qué opinas de la posible evolución de la cuestión kurda en el contexto de la revuelta siria? Por otro lado, hay señales muy claras de unificación nacional de diferentes poblaciones kurdas. A pesar de la fuerte represión, la confianza política del movimiento kurdo en sus propias fuerzas dentro de Turquía lo demuestra a todas luces.

-Somos testigos de un colapso y debilitamiento de los dos regímenes árabes que oprimen a una fracción significativa del pueblo kurdo: Irak y Siria. Es natural, por tanto, que la población kurda de ambos países se haya beneficiado de esta evolución. El debilitamiento y la posterior caída del régimen de Sadam Husein permitieron al Kurdistán iraquí alcanzar prácticamente la independencia. Actualmente forma parte del Estado iraquí, pero todo el mundo sabe que es independiente a todos los efectos, estando integrado con el resto de Irak en una federación muy laxa. El Kurdistán sirio también se beneficia de los recientes acontecimientos en el interior del país. Uno de los primeros gestos que hizo Bachar el Asad cuando comenzó el levantamiento fue la concesión de la nacionalidad a sectores de los kurdos sirios, que hasta entonces habían estado privados de los derechos de ciudadanía. El Kurdistán sirio ha sido cortejado tanto por el régimen como por la oposición. Varias fuerzas kurdas apoyan a la oposición, pero formulan sus propias reivindicaciones. Insisten mucho en que se exprese un apoyo muy claro a los derechos nacionales de los kurdos. Los kurdos de Siria todavía no se han sumado realmente a la revuelta; hubo algunas manifestaciones al comienzo, pero hasta la fecha no han participado en el levantamiento. Básicamente esperan a ver en qué dirección avanzará la revuelta. Por otro lado, desde luego, el apoyo del Gobierno turco a la oposición no entusiasma precisamente a los kurdos sirios: esta puede ser una importante razón de su actitud de esperar a ver por dónde van los tiros.

De hecho, la principal razón de la actitud relativamente cautelosa del Gobierno turco con respecto a la revuelta siria es el hecho de que el Kurdistán iraquí sea prácticamente independiente y teme que una situación de caos en Siria pudiera desembocar en un resultado similar en el Kurdistán sirio. Incluso podrían imaginar que se estableciera una conexión entre estas dos partes de Kurdistán, en Irak y en Siria. Esto tendría consecuencias muy peliagudas para el Estado nacionalista turco y su ejército.

-¿Cómo repercute la revuelta siria en la atmósfera política marcada por el sectarismo en Líbano? Por otro lado, ¿cómo afectarán estos acontecimientos a la lucha palestina tras la reciente retirada de Hamás de Damasco?

-Lo que está ocurriendo en Siria agudiza enormemente las tensiones entre las dos principales facciones libanesas. La enemistad sectaria entre chiíes y suníes ha aumentado mucho debido a que el enfrentamiento en Siria se ve en la región como un choque entre chiíes y suníes, aunque en sentido estricto los alauitas no son chiíes, por mucho que más o menos se les considere como tales, máxime cuando Irán apoya al régimen sirio. El eje Irán-Hisbolá pasa por Irak y Siria. Por eso, si la situación en Siria llega a degenerar en una guerra sectaria, es muy posible que afecte a Líbano y se extienda a este país. De momento, los dos bandos en Líbano se muestran cautos y observan el devenir de los acontecimientos en Siria.

En cuanto a los palestinos, no tienen mucho que perder en Siria pase lo que pase. Hamás no ha roto del todo con el régimen sirio. Saben que si el régimen sirio sobrevive, necesitará de todos modos seguir jugando la carta palestina. De ahí que el propio régimen tampoco haya cortado sus lazos con Hamás. Ahora, si el régimen cae y le sustituye un Gobierno muy influido por los Hermanos Musulmanes sirios, Hamás estaría contenta, pues pertenece a la misma familia ideológica y política, como sabes. Por tanto, esperan que en este caso mejore su propia situación. Lo cierto es que el régimen sirio apoyó a Hamás y a algunas facciones de la oposición de la OLP al estilo típico de un régimen de mujabarat, es decir, bajo un control riguroso de los servicios secretos. La perspectiva de poder trabajar en Siria sin este tipo de control sobre sus espaldas sería algo que Hamás apreciaría mucho.

(Esta entrevista, realizada el 25 de marzo, se publicará en el número de mayo de 2012 de Yeni Yol, la revista de la sección turca de la Cuarta Internacional. Las siguientes preguntas fueron formuladas el 5 de abril por Stephen R. Shalom para ZNet.)

-¿Qué piensas de los esfuerzos de mediación de Kofi Annan y las Naciones Unidas?

-Cualquier esfuerzo encaminado a hallar una salida política de la crisis siria que sea a la vez pacífica y democrática será bienvenido. La mediación de las Naciones Unidas ha sido aceptada por todos los sectores de la oposición siria, aunque la mayoría de las personas se muestren escépticas con respecto a la disposición del régimen sirio a aplicar el plan de Kofi Annan. El régimen sabe demasiado bien que si tuviera que retirar efectivamente sus fuerzas armadas de las ciudades y poner fin a la represión sangrienta, la movilización popular alcanzará inmediatamente nuevas cotas, al estilo de las enormes manifestaciones populares que tuvieron lugar en Hama el pasado verano, cuando las fuerzas del régimen se abstuvieron de reprimir las concentraciones durante un breve espacio de tiempo.

-El Gobierno de EE UU acaba de anunciar que suministrará equipos de comunicaciones a los rebeldes sirios, mientras diversas naciones árabes pagarán a sus combatientes. ¿Qué crees que se propone hacer Washington? ¿Apruebas estas medidas? ¿Adónde crees que conducen?

-Todos los grupos de la oposición siria aprueban el derecho de autodefensa de la revuelta y alaban a los soldados y oficiales que se niegan a obedecer órdenes criminales y desertan de las fuerzas armadas. Incluso el Comité de Coordinación Nacional (el principal rival del Consejo Nacional Sirio), que es crítico con el Ejército Libre de Siria porque hace más hincapié en el carácter pacífico de la revuelta y en la búsqueda de un acuerdo político, reconoce en su último comunicado que el ELS es «un aspecto de la revolución siria» y saluda «la noble y valerosa actitud de los soldados y oficiales del ejército que desertan por motivos humanistas, nacionales y morales.»

No obstante, EE UU y sus aliados occidentales han descartado repetidamente, no solo una intervención militar directa por su parte en la crisis siria, sino también todo suministro de armas. Tanto Obama como Clinton y el ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé (en contraste con la actitud belicosa del Gobierno francés en el caso de Libia), han declarado repetidamente que se oponen a la entrega de armas a la oposición siria, a pesar de que ésta ha solicitado insistentemente que lo hagan -al principio únicamente el ELS, pero ahora también el CNS, y sobre todo los comités de base y las manifestaciones populares sobre el terreno. No es extraño: recordemos que incluso en Libia las potencias occidentales llevaban a cabo una intervención directa a base de ataques desde la distancia, pero se oponían a la entrega de armas. La explicación fue que temían que las armas cayeran en manos de islamistas hostiles a los intereses de Occidente, incluida Al Qaeda. Lo cierto es que querían gestionar la guerra civil en Libia para imponer su tutela y una salida negociada acorde con sus intereses, sin facilitar a los insurgentes los medios para acelerar su lucha contra el régimen de Gadafi y alzarse con la victoria, como expliqué en un largo artículo el pasado mes de agosto /1 , poco antes de la liberación de Trípoli por los insurgentes. Desde los primeros días de la intervención occidental en Libia estuve criticando la continuación de los bombardeos de la OTAN y sus aliados y propugnando en su lugar el suministro de armas a los insurgentes, como ellos mismos demandaban.

En el caso sirio, Occidente está de hecho mucho más preocupado: se trata de un país vecino de Irak, de mayoría suní, cuando la minoría suní de Irak ha sido la base de la lucha armada contra las tropas de EE UU. Al Qaeda ha creado una importante red en Irak y todavía combate al Gobierno de Maliki, copatrocinado por Washington y Teherán. Por cierto que esto explica por qué Maliki se opone radicalmente a la entrega de armas a la oposición siria y de hecho respalda al régimen de Asad.

Ahora, el reino saudí está siendo presionado por su base suní para que acuda en apoyo de los suníes sirios frente al Gobierno herético que los está masacrando: así es como lo plantean los saudíes con su versión sectaria, naturalmente. Todas las críticas que aluden al hecho de que el Estado saudí, profundamente antidemocrático, comete hipocresía cuando ayuda a una insurgencia democrática, yerran el tiro: los saudíes no dicen que sean demócratas, son lisa y llanamente sectarios suníes. En cuanto a Catar, pretende complacer a sus aliados entre los Hermanos Musulmanes, a quienes patrocina en toda la región y que presionan para que se envíe ayuda al levantamiento sirio, máxime cuando la rama siria es un componente importante de su movimiento, como es el caso de los Hermanos Musulmanes y sus satélites en Egipto y en la mayoría de otros escenarios de la revuelta árabe.

Ahora bien, todas esas declaraciones sobre la entrega de armas no son más que brindis al sol mientras no haya una vía de hacerlas llegar a su destino. Como ya he explicado, Irak está más a favor del régimen sirio que de la revuelta; en Líbano, Hisbolá es un potente factor disuasorio; Jordania no quiere correr el riesgo de que el régimen sirio replique armando a los enemigos del reino; y Turquía también está preocupada de que el régimen sirio responda armando a los rebeldes kurdos antiturcos. Por tanto, ningún país vecino desea canalizar armas a los insurgentes sirios. Estos últimos han de suplirse con las armas que capturan a las fuerzas armadas del régimen por un lado, y con las que logran comprar a traficantes que se muestran muy activos en esta parte del mundo. Pero esto implica que no consiguen más que armas ligeras y carecen trágicamente de medios suficientes para enfrentarse a la enorme potencia de fuego de las fuerzas del régimen.

Cualquiera que de verdad no apoye a Bachar el Asad y que se oponga al hipotético suministro de armas a los insurgentes sirios -en nombre de un compromiso idealista con la no violencia, por ejemplo- debería denunciar, si quiere ser coherente, el suministro muy real y cuantioso de armas por parte de Rusia e Irán al régimen sirio.

Fuente original: http://www.zcommunications.org/there-s-a-fear-that-the-fall-of-assad-would-lead-to-worse-for-western-interests-and-israel–by-gilbert-achcar

Traducción: VIENTO SUR

Nota:

1/ Véase La «conspiración» de la OTAN contra la revolución libia», en
http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=4276