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Siria y la posibilidad de la intervención

Fuentes: Rebelión

Quien pacifique a los pacificadores un buen pacificador será(«Oda a la pacificación», Mario Benedetti)  Desde el 12 de abril la ONU ha impuesto en Siria un alto el fuego que obliga a todas las partes inmersas en el conflicto. A tal fin, las tropas gubernamentales deben retirarse de las ciudades del país árabe. Asimismo, ha […]

Quien pacifique a los pacificadores un buen pacificador será
(«Oda a la pacificación», Mario Benedetti)

 
Desde el 12 de abril la ONU ha impuesto en Siria un alto el fuego que obliga a todas las partes inmersas en el conflicto. A tal fin, las tropas gubernamentales deben retirarse de las ciudades del país árabe. Asimismo, ha enviado observadores internacionales para controlarlo. Damasco ha impedido el paso de aquéllos provenientes de países que considera apoyan a la oposición – los países noroccidentales y aquéllos de la península arábiga-, pues buscan derrocarlo. El gobierno ha pedido, además, garantías al organismo internacional de que la oposición  también seguirá el plan de Kofi Annan, pero éstas no han sido otorgadas.

Desde el primer día en que el alto el fuego fue acordado por el gobierno de Bashar Al-Assad, las potencias occidentales liberales, las monarquías del Golfo Árabe/Pérsico y los medios de comunicación asociados, han puesto en duda la voluntad del gobierno sirio de acatarlo. Al mismo tiempo, no han cesado de repetir la necesidad de un cambio de régimen en el país árabe. Solo Rusia lo ha apoyado, pidiendo, a su vez, las mismas garantías que éste reclamara. Los gobiernos occidentales, enfrascados en durísimas crisis económicas, políticas y sociales, han estado planteando en repetidas oportunidades la necesidad de medidas más duras si el alto el fuego no funciona. Las últimas declaraciones en este sentido fueron hechas en la reunión del «Grupo de Amigos de Siria», formado por el grupo de países que apoya a la oposición, que tuvo lugar el pasado 21 de abril en París. Allí, la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, llamó a sacar una resolución en el marco del Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, que habilita las intervenciones militares en el marco internacional. En la misma dirección, el Presidente francés, Nicolas Sarkozy, comparó a Assad con Gaddafi. Y su Ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, señaló como fecha límite para el cumplimiento del plan de Annan el próximo 5 de mayo.

Si bien las tropas sirias se retiraron de las ciudades, grupos opositores sostienen que lo hacen sólo cuando los observadores están en el terreno, para luego volver a atacar. Por su parte, el gobierno ha denunciado que la oposición no ha cesado en sus ataques. En días pasados una explosión ha causado la muerte de 69 sirios, en lo que muchos analistas ya han denominado como guerra civil. Mientras la oposición sostiene que se ha tratado de un cohete gubernamental, el gobierno plantea que ha sido producto de una bomba opositora. Ambas versiones pueden ser posibles, aunque habría que preguntarse a cuál de las partes le conviene más una explosión de tales características cuando el alto el fuego pende de un hilo. El gobierno de Bashar Al-Assad no puede más que perder, pues cada paso en falso podría significar la intervención militar en nombre de la defensa de los Derechos Humanos y correr la misma suerte que el ex Presidente libio, Muammar Gaddafi. La oposición, en cambio, podría estar sentando las bases para la legitimación de una intervención extranjera que, según sostiene, es el único modo de derrocar al gobierno sirio.

Si bien no es de esperar que Rusia y China apoyen una resolución de la ONU para un movimiento de dichas características, no sería de extrañar que éste fuera llevado a cabo de todas formas bajo el paraguas del «Grupo de Amigos de Siria» y de la OTAN. El objetivo último continúa siendo el aislamiento y el acorralamiento de Irán, no tanto por sus supuestos planes nucleares bélicos, con los que Occidente e Israel vienen amenazando hace ya muchos años, sino porque se pretende también allí un cambio de régimen que dé por tierra de una vez por todas con la República Islámica instaurada con la Revolución de 1979. Esto fue explicitado por el Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, en una entrevista con la CNN, en la cual afirmó que derrocar a Assad «debilitará dramáticamente a Irán». Se trata de un juego peligroso, pues todos los países de la zona se están armando (en los últimos días se sumaron dos pruebas misilísticas de India y Pakistán), preparándose para un más amplio conflicto de consecuencias desconocidas.

Mariela Cuadro es Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de La Plata (IRI). Becaria Conicet (beca post-grado Tipo II). Doctoranda en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de La Plata (IRI). Coordinadora-Investigadora del Departamento de Medio Oriente en el Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad de La Plata. Miembro-investigadora del Centro de Reflexión en Política Internacional (CERPI).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.