El Ministro de Interior Eli Yshai se ubica a sí mismo como portavoz de la campaña de expulsión de trabajadores foráneos, pero al mismo tiempo viene y firma autorizaciones para la importación de miles de trabajadores de la construcción de China y de Sri Lanka. De acuerdo a la información publicada por Ofer Petersburg en […]
El Ministro de Interior Eli Yshai se ubica a sí mismo como portavoz de la campaña de expulsión de trabajadores foráneos, pero al mismo tiempo viene y firma autorizaciones para la importación de miles de trabajadores de la construcción de China y de Sri Lanka. De acuerdo a la información publicada por Ofer Petersburg en el diario «Yediot Haajaronot», autorizó el Ministro recomendaciones de corrección a los acuerdos con Sri Lanka, Moldavia y China, para de esa manera dar luz verde a la renovación de las importaciones de obreros de esos países.
No hay acá error: los contratistas de la construcción y las empresas de tercerización de empleos presionan, y el Ministro Yshai ejecuta. En agosto del 2011, en el pico de la protesta social, el gobierno autorizó -a propuesta de Yshai- la importación de 6.800 trabajadores foráneos. Sólo que el Ministerio de Economía, que se opuso a la decisión, exigió garantías para que los obreros foráneos no provengan de países en los que se les cobra una «prenda» por sumas de miles de dólares -es decir, de China. Según esto se acordó que los obreros llegarían de Bulgaria, y en el marco de acuerdo a arreglos directos entre los gobiernos, sin cobros de intermediarios.
¿Suena bien? Sólo que los contratistas -y las empresas de tercerización propiedad de ellos- hicieron fracasar el arreglo, y el resultado es que hasta ahora llegaron a Israel solamente 60 obreros de Bulgaria. Esta realidad no impidió que la Unión de Contratistas [de la construcción] pegara el grito en el cielo y exigiera importaciones adicionales de obreros. Según ellos, hay hoy en Israel solamente 2.500 obreros de la construcción foráneos, mientras que el gobierno había autorizado una cuota de 8.000 obreros.
¿Por qué prefieren los contratistas justamente obreros de la China? Porque son una fuente monumental de ganancias para ellos. Un obrero chino paga 20 mil dólares de «prenda» para llegar a Israel, mientras que un obrero de Bulgaria llega sin pagar prenda alguna.
En cuentas simples, la importación de 6.000 obreros significa una ganancia en el bolsillo de las empresas de la construcción (las empresas de tercerización de mano de obra que importan a los obreros son de propiedad de las empresas contratistas de la construcción) de alrededor de 120 millones de shekels. Y esto antes de que el obrero foráneo sostenga un martillo en su mano.
Desde el año 2002 existe un amplio consenso entre los economistas acerca de que la importación masiva de obreros foráneos a los sectores de la agricultura y la construcción genera desempleo entre las capas débiles, y en primer lugar entre la población árabe en Israel. 26 mil trabajadores tailandeses en la agricultura ocupan el lugar de miles de mujeres árabes, quienes sufren de una desocupación del orden del 75%. Nada de esto les importa a los contratistas de obras. Lo que ellos hacen es camuflar sus propios intereses económicos en la excusa de la falta de obreros, y amenazan con que los precios de los bienes inmobiliarios aumentarán. El cabildeo de estos sectores presiona horrores al gobierno; compra las voluntades de gentes de administración y consigue una y otra vez hacer pasar decisiones favorables a ellos.
Justamente contra esto salieron a las calles cientos de miles de personas el verano pasado. Se suponía que el gobierno de Netaniahu debería luchar contra la desocupación de los residentes de Israel, e incluso se había fijado como meta elevar el grado de participación de la mujer árabe en el mercado de trabajo.
Decisiones por un lado y realidad por otro
Mientras que Yshai y sus compañeros de coalición adoptan posturas demagógicas nacionalistas y declaman en todos lados que «los pobres de tu ciudad primero», de hecho implementan una «puerta giratoria» de importación/deportación de obreros foráneos.
En vez de importar más obreros, que no se necesitan, y de instigar al público con propaganda racista, el gobierno debería actuar con seriedad, dando preferencia a los obreros locales en la industria de la construcción, invirtiendo en desarrollar programas de capacitación profesional, de avance de tecnologías de avanzada, y en la medida de lo necesario, posibilitarles a los refugiados africanos trabajar por un sueldo justo, y dejar de importar obreros encadenados y esclavizados de la China.
Traducción del hebreo: Rolando «el negro» Gómez
Asaf Adiv es dirigente de Ma’án, Sindicato obrero independiente en Israel
Fuente: ( www.wac-maan.org.il )
Versión en inglés (solo para suscriptores): http://www.haaretz.com/opinion/eli-yishai-s-hidden-agenda-sudanese-out-chinese-in.premium-1.436917