Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
El embajador de Estados Unidos actúa cada vez más como gobernante con la aquiescencia de los enfrentados políticos y jefes militares yemeníes.
Su excelencia el embajador de Estados Unidos, Gerald Feierstein, llega a la residencia del embajador de Italia para asistir a una recepción con motivo del día nacional italiano. Camina con el ceño fruncido, ignorando al resto de invitados, y se dirige a un rincón del jardín con un vaso de vino tinto en la mano. En un momento, una bandada de altos funcionarios yemeníes corren hacia él queriendo discutir cada uno el problema al que se enfrenta en la gestión de su departamento respectivo.
La escena representa un microcosmos del modo en que Yemen ha quedado bajo la tutela impuesta al país desde que se alcanzó una «solución consensuada» a la crisis política. Ello produjo tanto la salida del presidente Ali Abdala Saleh bajo los términos de la denominada Iniciativa del Golfo, como una firme línea trazada bajo la revolución liderada por los jóvenes yemeníes.
El mismo embajador de Estados Unidos apareció en las pantallas de la televisión yemení en una entrevista en el canal estatal declarando que «no vamos a permitir» la liberación del periodista encarcelado Abdel Ilah Shaeh, quien fue sentenciado a cinco años de cárcel tras denunciar el asesinato de 35 mujeres y niños por un bombardeo de un avión no tripulado estadounidense en diciembre de 2009. Feierstein contó que Shaeh tenía importantes lazos con al-Qaida y que representaba una amenaza para la seguridad de Estados Unidos.
Con ello, rechazaba por segunda vez el indulto presidencial que el respetado periodista había obtenido de Saleh antes de que estallase la revolución del año pasado. La primera vez, una rápida llamada telefónica del presidente Barack Obama fue suficiente para que Saleh dejara de lado el perdón y mantuviera a Shaeh entre rejas.
Estados Unidos y su enviado no se pararon allí. Cuando los periodistas yemeníes llevaron a cabo una manifestación ante la embajada de Estados Unidos para protestar contra lo que había declarado el embajador sobre su colega detenido, vieron vehículos que se utilizan para trasladar presos entrando en el recinto de la embajada. Se supo después que esos vehículos transportan a sospechosos de terrorismo desde la cercana cárcel central para ser interrogados dentro del complejo bajo la supervisión de expertos en terrorismo del FBI.
El grado de injerencia estadounidense se subrayó además por la publicación en páginas web locales y extranjeras de cartas filtradas del embajador de Estados Unidos en Yemen al ministro del Interior, Abdul Qadir Qahtan, dándole instrucciones para que hiciera ciertos cambios en el personal de seguridad, que describía como necesarios para contribuir a proporcionar la paz civil en el país. Ello no deja lugar a dudas de que Feierstein ha asumido un papel de gobernador de facto en Yemen, presionando a favor del progreso pero sólo en la forma en que él estime pertinente, y sin que, por supuesto, entre en colisión con la política general Estados Unidos en Yemen.
El embajador de estadounidense no tuvo reparos en hacer una visita la semana pasada a Zinyibar, en la provincia de Abiyán, acompañado por el administrador de la USAID para inspeccionar las condiciones de la ciudad después de que el ejército yemení expulsara con éxito a las fuerzas de Ansar al-Sharia. El grupo, afiliado a al-Qaida, controlaba la región desde hacía casi un año imponiendo su versión de la sharia islámica y sus castigos. Se produjeron protestas silenciadas sobre la naturaleza no-diplomática de la visita por parte de algunos grupos políticos del país pero no una condena explícita.
Nadie se opone. Todos los responsables políticos afectados han llegado a considerar las interferencias de Feierstein y el estatus sin duda sometido de Yemen, como un hecho normal.
El analista Qaderi Ahmad Haidar dice que el país ha caído en efecto bajo la administración fiduciaria de Estados Unidos y culpa a la Iniciativa del Golfo y a los mecanismos que se acordaron para aplicarla. «Es una imagen deplorable y lamentable que vemos hoy», declaró a Al–Ajbar. «No esperábamos que la pura revolución de la juventud yemení acabara así».
Las declaraciones del embajador estadounidense son incesantes y ajenas a las normas básicas que rigen las relaciones diplomáticas entre dos Estados.
Aparece constantemente en los medios de comunicación para discutir, explicar y aclarar aspectos de asuntos cotidianos yemeníes como si él fuera el presidente no declarado del país.
Durante el transcurso de una reciente aparición, declaraba: «Ahora estamos en la segunda fase de la Iniciativa del Golfo… Me reuní con el presidente ayer… Creemos que todos deberían participar en el Diálogo Nacional… El presidente Obama ha emitido una orden ejecutiva que nos permite castigar a los individuos o grupos que obstruyan la aplicación del acuerdo (de la Iniciativa del Golfo)… Estamos trabajando para reestructurar el ejército y las fuerzas de seguridad… Estamos satisfechos con lo que se ha logrado hasta ahora… Estamos en el buen camino».
El uso de la primera persona cuando habla de asuntos yemeníes golpea a Muhammad Ayesh, editor del periódico independiente Al-Awwali. Sirve no solo para actuar como «gobernador» de Yemen, sino como dirigente que una revolución transformadora ha impulsado a la posición más importante del país. «Las clases políticas y militares han rendido los asuntos del país por completo a las potencias mundiales, y después se han ocupado por sus luchas intestinas», comenta Ayesh. Señala que las facciones del país fueron incapaces de alcanzar un acuerdo para despejar las barricadas y para evacuar las fuerzas armadas de las grandes ciudades sin la intervención del embajador de Estados Unidos.
El periodista y analista político Mansur Hael está de acuerdo en que la debilidad y la fragmentación de los grupos políticos del país son las máximas responsables de que el embajador estadounidense se haya convertido en «el jefe de la sala de operaciones políticas y de seguridad del país», y de que se le otorgue efectivamente la última palabra en una serie de problemas internos.
«Los yemeníes han acabado gobernados por un estado de división horizontal y vertical. El gobierno de unidad nacional está dividido, y hay división entre las organizaciones de la sociedad civil y los partidos políticos», sostiene Hael, que edita el periódico Al-Tayammu. «Eso es lo que permite que el embajador de Estados Unidos controle todos los resortes políticos de Yemen».
Fuente original: http://english.al-akhbar.com/content/us-ambassador-yemen-new-dictator