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¿Los “judíos de nuestro tiempo”?

Israel deporta a los refugiados sursudaneses

Fuentes: Jadalyya.com

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Aviones cargados de refugiados sursudaneses que buscaron refugio en Israel, aterrizaron en la capital de Sudán del Sur, Juba, en las últimas semanas. Muchos de ellos vivían en los barrios pobres de Hatikva y Shapira en el sur de Tel Aviv, trabajando de camareros de hotel o como personal de servicio de bares y confiterías. Israel justificó las deportaciones explicando que, debido a que Sudán del Sur se separó de Sudán en julio de 2011, los refugiados pueden ahora regresar a su país de origen sin miedo. Sus llamamientos sobre la violencia desatada entre las dos áreas cayeron deliberadamente en oídos sordos, así como la agresión entre grupos rivales del sur de Sudán. El Ministerio del Interior anunció que los sursudaneses recibirían 1.250 dólares estadounidenses si regresaban voluntariamente o serían arrestados y expulsados si se negaban.

Israel alberga aproximadamente a 60.000 refugiados africanos (los llamados » infiltrados » en la jerga israelí), principalmente de Eritrea y Sudán. La mayoría, huyendo de la violencia y la inestabilidad, entraron en Israel por Egipto durante los últimos cinco años. Israel no puede deportar a los refugiados eritreos y sudaneses porque las Naciones Unidas han declarado que ello pondría en peligro su vida. Aunque los refugiados de Sudán del Sur constituyen sólo una pequeña fracción de los refugiados africanos en Israel, aproximadamente unos 700, o un 0,1%, del total de refugiados, las deportaciones han puesto de relieve por lo menos dos tendencias dignas de mención. Una es el recurso de Israel a las expulsiones forzosas y por cuestiones raciales en un esfuerzo por conservar una población de mayoría judía. En segundo lugar está la afirmación de algunas personas de Sudán del Sur de una especie de afinidad religiosa, histórica y cultural con Israel con el fin de reivindicar una alianza estratégica.

Justo antes de las deportaciones hubo claras manifestaciones xenófobas por la imperiosa necesidad de Israel de mantener su mayoría judía. En una manifestación contra los refugiados en el barrio Hatikva, el 24 de mayo, la parlamentaria del Likud, Miri Regev, dijo en la tribuna que «los sudaneses son un cáncer». Una semana después las multitudes israelíes coreaban: «deporten a los sudaneses», en una manifestación similar en el barrio de Shapira. Otros políticos añadieron más leña al fuego. El ministro del Interior, Eli Yishai, recientemente afirmó que los refugiados africanos estaban violando últimamente a muchas mujeres israelíes que «no denuncian por temor a ser estigmatizadas por contagio de sida». Y recientemente añadió : » Israel pertenece al hombre blanco». Un número de sudaneses del sur que llegaron a Juba han descrito su tratamiento reciente en Israel como brusco, caracterizado por las confiscaciones de visados ​​y arrestos que les impidieron desbloquear sus cuentas bancarias israelíes o recibir cheques de pago finales.

Aunque podría sonar contradictorio por el relato de estos recientes hechos, Israel apoyó firmemente al sur de Sudán, especialmente durante su primera guerra civil con el norte, y fue uno de los primeros países que reconoció el sur de Sudán como un Estado soberano el año pasado. Para Israel, el sur de Sudán es otro país de esclavos en el pasado que escaparon de las garras de la violencia y de la intolerancia musulmana. A su vez, se ve a menudo como «negro» y «cristiano», en comparación con su vecino de norte, «árabe» y «musulmán», aunque la composición de Sudán y el sur de Sudán es más compleja de lo que esta simple división propone. Como constantemente argumentó el académico y político sudanés Francis Deng, los conceptos de «homogeneidad racial, cultural y religiosa… simplifican demasiado y falsifican una imagen dinámica de pluralismo [en Sudán y Sudán del Sur]».

Esta simple dicotomía engendra el poderoso concepto de que el sur de Sudán es un aliado de Israel en una parte hostil del mundo, particularmente en lo que respecta al régimen de Omar al-Bashir en Jartum. La alianza de Al-Bashir con Irán y Hamás irritó particularmente a Israel, con Sudán sirviendo de estación de paso de armas iraníes en ruta a la península del Sinaí y en última instancia a la Franja de Gaza controlada por Hamás. Como Galia Sabar del Departamento de Oriente Medio y de Historia de África en la Universidad de Tel Aviv, dijo recientemente : «Tenemos un interés especial en el sur de Sudán, un país cristiano en el corazón de un área de gran importancia para nosotros». Sudán del Sur se presenta con otras líneas similares. Salva Kiir, su presidente, visitó Israel en diciembre de 2011 e hizo comentarios como «Hemos compartido valores. Hemos librado luchas similares, y vamos a ir mano a mano con Israel a fin de fortalecer y mejorar las relaciones bilaterales». En Juba, banderas israelíes se ven frecuentemente, y un barrio lleva el nombre de Hai Jerusalén (Que viva Jerusalén).

Como resultado de esta aparente afinidad, algunos líderes judíos, tanto estadounidenses como israelíes, y también de Sudán del Sur, se conmovieron por las deportaciones. Charles Jacobs, presidente de la American Anti-Slavery Group, escribió un artículo de opinión en el Jerusalem Post en el que denominó a los sudaneses del sur «un pueblo especial» merecedor de un tratamiento especial y agregó que muchos judíos estadounidenses, al enterarse de que años atrás el norte musulmán oprimió y mató a los del sur, «vieron [en ellos] algo como a «los judíos de nuestro tiempo». «Debemos seguir tratándolos como a las personas especiales que son «, concluyó, pidiendo que los refugiados tengan «un poco más de tiempo» para hacer los arreglos necesarios para regresar a casa.

El activista Simon Deng, de Sudán del Sur, un exesclavo en Sudán y defensor vehemente de Israel (el Jerusalem Post lo llama «alguien comparable a un judío profesional» (se denominan así a ‘las personas que trabajan en la defensa de Israel’), también hizo un llamamiento al gobierno israelí para que otorgue a los refugiados un año que les permita un período de transición. En particular, señaló que los hijos de los refugiados necesitan «prepararse psicológicamente… para trasladarse a Sudán del Sur, un país en el que nunca han puesto un pie». Joseph Monyde Malieny, un estudiante sursudanés que vive en Israel, escribió un alegato a «nuestros benditos hermanos y hermanas de Israel», pidiendo al gobierno que otorgue un estatuto legal a los sursudaneses antes de su repatriación (para permitirles permanecer más tiempo en el país). Hizo hincapié en que «debido al brutal régimen islámico de Sudán, huimos de la muerte para llegar a vuestro país». Ni Jacobs, ni Deng ni Malieny cuestionaron la necesidad última de las expulsiones ni de mantener la composición judía de Israel.

Las llamadas de los activistas sursudaneses, así como las de aquéllos que simpatizan con los refugiados, al tiempo que destacan la afinidad entre el sur de Sudán y el pueblo judío, se hicieron para pedir al gobierno israelí que de más tiempo a los refugiados para poner orden en sus vidas antes de la deportación. Estas peticiones se desoyeron. La estrategia había funcionado antes en otro momento y lugar. El apoyo de EE.UU. a los sudaneses del sur estaba alimentada en gran parte por la percepción similar de que los musulmanes del norte estaban persiguiendo a los cristianos del sur. Con el poderoso apoyo de un grupo de presión evangélico estadounidense, así como el apoyo personal de George W. Bush y de miembros de orientación cristiana del Congreso, los Estados Unidos lideraron la lucha en la década de 2000 por la secesión de Sudán del Sur. Los sudaneses del Sur hábilmente utilizaron esta noción en su beneficio. «El SPLM [Movimiento de Liberación Popular de Sudán] utilizó con eficacia la buena narrativa del cristianismo bueno y el mal musulmán para generar apoyo para su causa en los Estados Unidos, dijo un funcionario del gobierno de los EE.UU. el año pasado.

En este caso el gobierno de Sudán del Sur ha sido cómplice de las deportaciones, diciendo supuestamente a los refugiados que «si el gobierno de Israel no los quiere… vuelvan» e incluso ayudando a coordinar las deportaciones. De esta manera, el uso que hacen recientemente algunos sursudaneses de la narrativa «malos musulmanes / buenos cristianos» ha provenido menos del ámbito oficial que del SPLM, de donde surgió la secesión. Sin embargo, todavía se dice y utiliza el enfoque unilateral sobre las deportaciones del gobierno israelí que no llamó la atención de sus prominentes ciudadanos para que tengan un poco de indulgencia a favor de «los judíos de nuestro tiempo». Aunque el pueblo de Sudán del Sur se ve como aquéllos «que serán muy buenos amigos [de Israel] en un mundo muy hostil», el gobierno israelí ha estado más preocupado por purgar el país de» infiltrados» que de fomentar esta relación o, de hecho, que de mejorar su imagen a nivel internacional.

De esta manera, los políticos conservadores israelíes han intensificado un clima de radicalización de la retórica xenófoba, así como haciendo una revisión de la Ley de Prevención de infiltración que ahora permite a las autoridades israelíes detener durante tres años o más antes de su deportación a quienes cruzan la frontera para solicitar asilo. Eli Yishai, el ministro que habla sin pelos en la lengua, prometió limpiar el país de todos los inmigrantes ilegales en los próximos tres años.

Los últimos acontecimientos que se desarrollaron en la región probablemente han jugado un papel importante en este aumento de la xenofobia israelí. A medida que crecen las tensiones externas, Israel arremete contra la población nacional y la utiliza para distraer la atención de las preocupaciones regionales más amplias. Como las recientes conversaciones sobre los temas nucleares entre el Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania e Irán no produjeron resultados, tanto Irán como Israel se han entregado a agresivas declaraciones sobre acciones militares. El presidente israelí, Shimon Peres, dijo recientemente: «Si los iraníes… no prestan atención a las advertencias, a los llamamientos y a las sanciones económicas, el mundo se fijará en otras opciones». Y la semana pasada un general iraní de la Guardia Revolucionaria fue citado diciendo que Irán podría atacar a Israel en cuestión de minutos. Más aún, con la reciente ascensión de los Hermanos Musulmanes en Egipto (a pesar de su poder reducido) el Islam político se ve como que jugará un rol cada vez más influyente en la región. Estos acontecimientos son amenazadores para Israel, y el gobierno ha respondido en parte replegándose hacia adentro, golpeando a quienes puede controlar más fácilmente y con la construcción acelerada de una valla de seguridad a lo largo de la frontera del Sinaí para disuadir la entrada al país de los refugiados de África.

En una reciente entrevista en Al Jazeera con respecto a las deportaciones, el periodista israelí Gideon Levy argumentó que la política de Israel de permitir solamente a judíos instalarse en el país -ya sean judíos negros de Etiopía, o judíos blancos- es «inaceptable en el mundo moderno». «¿Cómo se llama?», se preguntó. «¿Hay algún otro nombre, que no sea el de nacionalismo o racismo?» Ali Abunimah sugirió que las deportaciones de los ciudadanos de Sudán del Sur no son más que un ensayo general para la expulsión en masa de la población no judía de Israel -los palestinos originarios y ciudadanos de Israel-, en caso que se establezca un Estado palestino independiente. Sin embargo, mientras que Levy, Abunimah y otros analistas y ciudadanos de mentalidad afín los están consternados por las deportaciones recientes y la filosofía que subyace en ellas, los planes gubernamentales sugieren que tal actitud y sus políticas resultantes continuarán, aun cuando estos planes signifiquen empañar todavía más la reputación de Israel sobre los derechos humanos además del riesgo de malgastarse con un aliado que algunos han llamado » el segundo Israel «.

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/6402/the-jews-of-our-time_israels-deportation-of-the-so