A raíz de la Primavera Árabe, la disidencia interna, más que las amenazas externas, se ha convertido en el problema de seguridad más inmediato al que hacen frente las familias gobernantes del Golfo, y su gasto militar en el futuro reflejará esta nueva realidad. Ya sea un contrato de 7 mil millones de dólares para […]
A raíz de la Primavera Árabe, la disidencia interna, más que las amenazas externas, se ha convertido en el problema de seguridad más inmediato al que hacen frente las familias gobernantes del Golfo, y su gasto militar en el futuro reflejará esta nueva realidad.
Ya sea un contrato de 7 mil millones de dólares para comprar F-16 de fabricación estadounidense por parte de Emiratos Árabes Unidos o la compra por valor de 20 mil millones de dólares de Arabia Saudí del Eurofighter Typhoon de la British Aerospace Systems, los diferentes petroemiratos del Golfo nunca han vacilado en comprar caros equipos militares de alta tecnología.
Sin embargo, las protestas masivas presenciadas en Bahréin en 2011 junto a la propagación de la discordia que sigue haciéndose eco en otras partes de la región impulsarán también el gasto de defensa en una dirección diferente enfocándose cada vez más hacia operaciones especiales, vigilancia electrónica, seguridad cibernética y capacidad para suprimir protestas civiles masivas.
El pasado mayo, la industria de defensa internacional se reunió en la base aérea Rey Abdullah I de Amán, en el Reino Hachemí de Jordania, para la Novena Conferencia y Exposición Bienal de las Fuerzas de Operaciones Especiales (SOFEX en sus siglas en inglés) en lo que los organizadores describen como la edición «más grande y más exitosa hasta la fecha».
Las autoridades han vigilado a la disidencia política controlando las comunicaciones electrónicas en el servicio de mensajería de BlackBerry e incluso intentando instalar un software espía en los teléfonos smartphone. Junto al esperado despliegue de armas y municiones, la «formación interna de seguridad» ha sido asimismo una de las categorías expuestas. Tras la agitación social de Bahréin, que dejó al menos 50 muertos, ello ha llamado sin duda la atención de los asistentes a la jornada inaugural de la Conferencia de Comandantes de Operaciones Especiales en Oriente Próximo, que prometía «los últimos conocimientos en la evolución del entorno operativo y lo último en aplicaciones tecnológicas».
En el folleto oficial de SOFEX figuran como empresas asistentes TASER International y los proveedores de soluciones de ciber-seguridad de L-3 Communications, junto a muchas otras que ofrecen de todo, hasta lo último en soluciones de video vigilancia para perros. Pero ¿qué es esto del «entorno operativo cambiante» y qué «aplicaciones tecnológicas» serán necesarias para resolverlo? Antes de intentar adivinar el futuro, sería útil mirar hacia el pasado.
Cuando Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán obtuvieron su independencia en los años 1950, 1960 y 1970 después de que Gran Bretaña ya no pudiera mantener sus protectorados «al este de Suez», los al-Zanis y los al-Sabah de la región temieron por su propia supervivencia. Con Iraq e Irán albergando ambiciones coloniales propias coincidiendo con la salida británica, la suya era una preocupación lógica. El Sheij Zayed de Abu Dhabi incluso se ofreció a pagar por la continua presencia de las tropas británicas. Esta petición resultaría premonitoria un par de décadas más tarde, cuando Sadam Hussein mandase sus tanques a Kuwait en 1990. Las familias gobernantes de estos Estados-nación nacientes necesitaban protección y por suerte tenían dinero para comprarla en forma de lucrativos contratos de defensa.
Antes de la breve existencia de Kuwait como 19ª provincia de Iraq, el emirato había comprado astutamente un arsenal de armas (muchas de las cuales tenía poca intención de utilizar nunca) a la Unión Soviética, a Estados Unidos, a Reino Unido, a China y a Francia -una póliza de seguro certificada por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU al completo. De modo que no hubo veto cuando hubo que decidir si había que liberar o no al Kuwait ocupado.
En el caso de Irán, la amenaza también era real. Bahréin no solo es visto por algunos iraníes como un territorio «perdido hace tiempo»; en 1971 el Shah explotó la debilidad de de Emiratos Árabes Unidos tras la independencia para apoderarse de la isla de Abu Musa, y otras dos en el emirato de Sharjah, territorio que mantiene hasta la actualidad.
Pero Iraq ha sido debilitado por décadas de dictadura y guerra. Con la Vª Flota de la Marina de Estados Unidos con sede en Bahréin, Irán tampoco es que represente una amenaza «convencional» tampoco. Después de la «Revolución de la Perla» del año pasado, la seguridad interna ha cobrado una importancia mucho mayor.
Seguridad Interna
Incluso antes de que los acontecimientos del año pasado en Bahréin desencadenaran la posibilidad de que los disturbios civiles masivos estuvieran en la palestra, las diferentes familias gobernantes del Golfo ya habían tomado medidas. Y como en muchos otros ámbitos, Emiratos Árabes Unidos lidera el campo. Un estudio realizado por Reporteros sin Fronteras, destacó cómo las autoridades han vigilado la disidencia política mediante el control de las comunicaciones electrónicas en el servicio de mensajería de BlackBerry e incluso intentó instalar software espía en los teléfonos smartphone .
Y teniendo en cuenta el importante papel de las redes sociales como Tweeter (cada vez más visitadas por los dispositivos de mano) en la coordinación de las manifestaciones centralizadas en la Plaza de la Perla de Manama, la vigilancia electrónica de los posibles descontentos en el ciberespacio será probablemente un área de expansión para la compañía que pretenda expandirse en la región.
The New York Times informó en 2011 que Abu Dabi está entrenando a un batallón de 800 efectivos integrado por profesionales de seguridad colombianos, sudafricanos, estadounidenses y británicos para proteger los oleoductos y, posiblemente, reprimir las manifestaciones internas de desobediencia civil. La fuerza podría ser desplegada tanto para dispersar los levantamientos de obreros surasiáticos en huelga por mejoras salariales como contra los ciudadanos que reclaman un cambio político. Aunque en Abu Dabi esto último es muy poco probable dado el estado de bienestar con que provee desde la cuna a la tumba a los ciudadanos la familia Al-Nahyan.
Mientras que Emiratos Árabes Unidos almacena lo que probablemente serán remedios preventivos, es la gran y desposeída población chií de Bahréin la que probablemente sea el primer grupo al que vaya destinado cualquier aumento del gasto en «guerra urbana». En el período posterior de las protestas del año pasado, en que se vieron a policías dando palizas con sus porras a hombres, mujeres y niños y numerosas muertes bajo custodia policial, la condena mundial del gobierno de Bahréin lo puso en la parte superior de la lista de los Estados del Golfo que necesitan reevaluar su capacidad de «seguridad interna».
La dependencia de Bahréin de Arabia Saudí para ayudar a sofocar las protestas destacó la vulnerabilidad de los al-Jalifa frente a un levantamiento popular. Para la familia al-Saud, la motivación que impulsó a enviar a la Guardia Nacional Saudí a través del paso elevado Rey Fahd de Manama fue la supervivencia. Sin duda, el temor de un efecto dominó que generó protestas similares entre su propia población chií en la parte oriental, y productora de petróleo, del reino anuló cualquier reparo en intervenir en los asuntos de un Estado vecino.
En respuesta a la muerte de tantos manifestantes en Bahréin, muchos a manos de inmigrantes suníes de Pakistán, Bahréin se dirigió al ex jefe de la Policía Metropolitana, John Yates, y al ex-jefe de la policía de Miami, John Timoney, para que proporcionaran «métodos modernos policiales» a la las fuerzas de seguridad locales. Sin embargo, la presencia de un oficial de la policía estadounidense sólo vino a poner de relieve la hipocresía de la percepción de la política de Estados Unidos en la región. La administración Obama apoyó a que una familia real reprimiera violentamente a los manifestantes que pedían reformas políticas, mientras que de manera unilateral condenó a los mulás de Teherán por un comportamiento similar tras las elecciones de 2009.
Tras una prohibición temporal de exportar armas a Bahréin después de la represión de Manama, la venta de armas de Estados Unidos se reanudó una vez que el príncipe heredero Salman bin Hamad al-Jalifa, se reunió con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, durante un encuentro reciente. Sin embargo, los funcionarios del Departamento de Estado insisten en que los equipos que puedan ser utilizados para (aquí vienen esas palabras otra vez) con fines de «seguridad interna», no se venderán hasta que haya una mejora en los derechos humanos. Por suerte, vinieron representantes de SOFEX de todo el mundo por lo que cualquier caída de los proveedores estadounidenses pude ser suplida por otros de otros lugares.
Como parece que Bahréin refuerza sus propias capacidades, Kuwait es un país que puede resultar un modelo para planificar el futuro pues la seguridad interna es responsabilidad de la bien financiada Guardia Nacional. Oficiales kuwaitíes del ejército, la armada o la fuerza aérea se han quejado en alguna ocasión de que las tropas de la Guardia Nacional son promovidas más rápido (y por lo tanto se les paga más) que los oficiales de las otras ramas de las fuerzas armadas. Por otra parte, la Guardia Nacional tiende a estar integrada por miembros de la propia familia gobernante Al-Sabah y por varones de las tribus suníes tradicionalmente afines a los gobernantes de la nación. Los chiíes, que representan alrededor de un tercio de la población de Kuwait, se encuentran más comúnmente en la fuerza aérea y en la defensa aérea.
Regreso al futuro
En muchos sentidos, Jordania es el lugar lógico para una exhibición militar que pregona la importancia de la seguridad interna pues su familia real es la que más cerca ha estado de perder el poder como resultado de disturbios civiles masivos. Durante el Septiembre Negro de 1970, militantes palestinos desafiaron la autoridad del rey Husein, dando como resultado una violenta represión ejercida por el ejército jordano, que dejó miles de palestinos muertos.
Cuarenta años más tarde, es el ejército sirio el que está matando a su propio pueblo por el bushel mientras un régimen autocrático que intenta permanecer en el poder se enfrenta a la urgencia de un cambio político. Sin embargo, al mismo tiempo, tal vez la presencia en SOFEX de TASER International, un proveedor de medidas de control de multitudes «no letales», puede ser interpretada como signo positivo. Los autócratas del Golfo saben que no pueden salir adelante masacrando a su propio pueblo, incluso a aquellos que pudieran reclamar su expulsión del poder.
Uno siente que si el gobierno estadounidense levantara su embargo de armas a Siria mañana, Taser International, con su selección de armamentos no letales no sería la primera empresa en volar a Damasco para mostrar su mercancía a la Mujabarat [policía secreta].
Raymond Barrett es un escritor y periodista irlandés. Es autor de Dubai Dreams: Inside the Kingdom of Bling. Está en twitter @ RaymondPBarrett.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/print/10936