Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
Aref Dalila, veterano opositor y miembro del Comité de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático en Siria (CCNCDS), no tiene tiempo para los que utilizan ese apelativo solo para tratar de eximirse de su responsabilidad en la crisis.
«Si realmente hay una conspiración, como se afirma, lo que uno ha de preguntarse es por qué aquellos que se aferran a la idea de la conspiración no se han preparado de antemano para combatirla y protegerse contra ella», subraya. De hecho, sí que hay conspiraciones en Siria, dice, producidas «por individuos que buscan servir a sus intereses personales y obtener más de lo que se merecen». Pero la crisis del país es un «fenómeno objetivo» y la responsabilidad recae en el régimen que «ha creado las condiciones para permitir que se incube toda posible conspiración y complot».
Dalila traza paralelismos con la antigua Unión Soviética, donde «la supresión de la libertad de opinión permitió que la corrupción se hiciera endémica conduciendo al colapso interno sin ningún tipo de agresión exterior».
Lo que estamos presenciando hoy es «una mezcla de una revolución, una insurrección armada y una conspiración», asegura el economista y ex preso político «pero en primer lugar se trata de un movimiento revolucionario. Es una continuación de la larga lucha del pueblo sirio… contra la corrupción, por el cambio y por la reforma política y económica» que siempre ha sido contestada con una «salvaje represión» por parte de las autoridades.
Entonces, ¿por qué no ha triunfado? «La razón por la que la lucha en Siria no se ha resuelto se debe a que el régimen intervino para militarizarla», afirma.
Dalila se apresura a señalar que las protestas estallaron después de décadas de lucha por la reforma política por parte de grupos disidentes e individuos como él, en las que «decenas de miles de sirios fueron encarcelados, la mayoría de los cuales fueron detenidos por su patriotismo y por su oposición a la corrupción, no por ningún delito tipificado en la ley».
Recuerda la breve «Primavera de Damasco» de 2000, después de que Bashar al-Assad sucediera a su padre como presidente, y argumenta que si la relajación sobre el control de la libertad de expresión que se dio en ese período se hubiera mantenido permitiendo el debate político «pacífico, abierto y civilizado», las condiciones de hoy en día habrían sido radicalmente diferentes.
Fustiga las supuestas reformas introducidas por el régimen desde entonces. La enmienda constitucional del año pasado reemplazó al gobierno formal de partido único por «la vía libre para todo individuo con una posición de poder», señala, mientras que la Ley de Emergencia se reemplazó por «una alternativa aún peor» en la forma de la nueva Ley Antiterrorista. Ni la naturaleza del régimen ni sus métodos han cambiado en las últimas cuatro décadas, reitera, sino a peor.
Dalila no ve ninguna señal seria de que los últimos acontecimientos hayan hecho al régimen más transigente y, con una sonrisa que desmiente sus años pasados en la cárcel, rechaza la idea de que el régimen haya estado llamando al diálogo y que la oposición lo haya rechazado. «¿Cómo puede usted sentarse a la mesa de negociaciones si se le prohíbe hablar? La situación en términos de libertades hoy en día ha empeorado», indica.
Tampoco considera que el hecho de que las autoridades permitieran al CCN celebrar su Conferencia Nacional para la Salvación de Siria en Damasco el mes pasado fuera una señal de buena voluntad renovada. «Las autoridades trataron por todos los medios de intervenir e influir en la conferencia pero el CCN rechazó la interferencia», afirma.
Por otra parte, tres dirigentes del CCN -Abdul-Aziz al-Jeir, Ayas Ayyash, y Maher al-Tahhan- fueron detenidos dos días antes de la conferencia y su paradero sigue siendo desconocido. Dalila no se cree la negativa oficial de que fueran detenidos por las fuerzas de seguridad. «El régimen ha negado muchas veces haber efectuado detenciones y más tarde se ha demostrado que habían mentido», recuerda. «Incluso si no los arrestaron ellos -y estamos seguros de que lo hicieron- [el régimen] es responsable de todos los ciudadanos del país por monopolizar el poder y no permitir que nadie tenga voz ni voto en la toma de decisiones».
Dalila reconoce que Rusia jugó un papel importante en el encuentro del CCN pero dice que se limitó a «salvar los obstáculos a los que hizo frente la conferencia», y no acepta la acusación de que el respaldo de Rusia a la reunión muestre que el CCN está fuera de contacto con la calle, dado que los manifestantes habían coreado anteriormente lemas anti-rusos. Tampoco le impresionan las acusaciones por parte de los grupos de oposición en el exilio al respecto de que la oposición interna sea poco representativa y de que sus dirigentes estén mirando por ellos mismos, afirmando que a las decenas de miles de personas que han pasado su vida en la cárcel no se les puede acusar de oportunistas.
Admite que a todos los grupos de la oposición les pilló por sorpresa el estallido de las protestas del año pasado.
Dalila defiende a los desertores del ejército sirio como hombres honorables que han rechazado las órdenes de disparar y matar a manifestantes pacíficos, y cree que la mayoría no han hecho más que defenderse a sí mismos y a los manifestantes y que no están involucrados en los actos generalizados de destrucción, asesinatos y secuestros cometidos por grupos diversos, incluidos mercenarios extranjeros o terroristas que recientemente han ido llegando a través de las cada vez más porosas fronteras del país. El régimen se ha referido desde el primer momento a la presencia de hombres armados «como una excusa para utilizar las armas y municiones que el ejército sirio ha estado acumulando durante décadas para defender el país y liberar los territorios ocupados, contra gente que pide un cambio de régimen». Sigue utilizando la expresión «Ejército Árabe Sirio» aunque se pregunta qué ha pasado con su propósito original de combatir a Israel y a cualquier agresor extranjero.
¿Quién es el que ha internacionalizado la cuestión siria?», se pregunta. «Es el régimen el que ha eludido su responsabilidad y ha sacado el asunto de las manos del pueblo sirio donde debería estar. Después de que se iniciasen los acontecimientos insistió en remitir la cuestión a la Liga Árabe y a Naciones Unidas para ganar tiempo con la esperanza de alcanzar con medios militares la victoria que él mismo prometió».
Mientras tanto, la economía -como ha venido advirtiendo durante meses Dalila, ex decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Damasco- se derrumba rápidamente y en peores condiciones de lo que lo ha hecho nunca. Confía, sin embargo, en que el pueblo sirio tenga la capacidad de reconstruir el país «una vez que haya un alto el fuego, cuando se ejecute el plan de la ONU y se lleve a cabo el inicio inmediato de la reconstrucción y la rehabilitación bajo un régimen digno de un Estado moderno, pluralista, democrático y de derecho».
Preguntado acerca de su opinión sobre del Consejo Nacional Sirio (CNS), la coalición de la oposición apoyada por Occidente que se considera a sí misma portavoz del pueblo sirio y que es hostil al CCN, Dalila se limita a señalar que todos los grupos políticos y militares sirios activos hoy en día son «formaciones nuevas y temporales. Son el producto de las circunstancias excepcionales en que se han establecido, y no permanecerán tal como son en el futuro».
Insiste en que lo que se necesita, por lo tanto, es que se permita a todos los grupos políticos operar libremente en el país -con garantías de que la libertad de expresión, de opinión y de medios de comunicación será defendida- y que los sirios puedan elegir entre ellos y decidir cuál les representa y refleja sus aspiraciones.
Dalila dice que no se le consultó antes de ser nominado miembro del denominado «Consejo de Sabios» que el ex dirigente del CNS, Burhan Ghaliun ha intentado poner en marcha. En cualquier caso, añade «los acontecimientos sobre el terreno han ido más allá de hablar de un Consejo de Sabios. Yo fui el primero en proponer tal cosa en entrevistas en televisión, pero eso fue un mes después del inicio de la acción militar contra las manifestaciones. Ahora es la voz de las balas la que se impone y ninguna persona ni objeto en Siria está a salvo de esta guerra terrible».
La necesidad urgente de hoy en día «es empezar en serio -y, lamentablemente, con participación internacional- para avanzar en la ejecución de las propuestas de la Conferencia de Ginebra para la formación de un gobierno de transición totalmente facultado que detenga la lucha, libere a los detenidos, lleve a cabo tareas de auxilio, devuelva a casa a los desplazados internos y externos, y lleve a cabo las reformas políticas necesarias para construir un nuevo régimen».
Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/aref-dalila-negotiation-forbidden