El líder norcoreano, el joven Kim Jong Un, ordenó la ejecución del viceministro del Ejército, Un Kim Chol, lanzándole un proyectil de mortero. La cuestión no está en la razón de la ejecución, que es una causa insignificante, ya que el viceministro fue acusado de beber alcohol durante el tiempo de luto del presidente anterior […]
El líder norcoreano, el joven Kim Jong Un, ordenó la ejecución del viceministro del Ejército, Un Kim Chol, lanzándole un proyectil de mortero. La cuestión no está en la razón de la ejecución, que es una causa insignificante, ya que el viceministro fue acusado de beber alcohol durante el tiempo de luto del presidente anterior de Corea del Norte, Kim Jong Ill, el padre del actual presidente e hijo del que le precedió. La cuestión está en la forma de matarlo, pues el presidente quería que no quedara ni rastro del viceministro tras su muerte. Así, el genio criminal ingenió un modo inusitado de ejecución, y se colocó al pobre acusado en un punto al que apuntaba el lanzamisiles de mortero. Dispararon y el hombre quedó destrozado por completo. En Corea del Norte no hay ninguna revolución ni guerra civil, si no que hay una hambruna que soportan los coreanos con valentía para construir un escudo antimisiles y desarrollar armas químicas, en señal de fidelidad a la dinastía gobernante que conforma hoy el modelo más elevado de los regímenes dictatoriales en el mundo. Para traspasar el papel del abuelo, al padre y al hijo, no hay nada malo en lanzar un mensaje con un proyectil de mortero, a todos los que le han sugerido a él mismo en persona la posibilidad de superar los valores dictatoriales que cimentó Kim Ill Chol, centrados en torno a la idea de que el hombre fundador gobernará su país toda la eternidad.
Si un novelista coreano hubiera contado esta historia, algunos críticos habrían analizado la influencia del realismo mágico en la literatura en Asia, y los demás la habrían considerado como una exageración inverosímil.
Pero lo que parece una exageración es la realidad en sí misma, pues la imaginación del crimen no tiene límites, especialmente cuando se viste de despotismo divino y piensa que su poder absoluto sobre los vivos le da la capacidad de comportarse como quiera y excederse en el poder sobre la muerte que solo él posee. Lo que enloquece a los dictadores cuando tienen poder sobre la muerte es que no tienen poder para evitar la suya propia, por eso su poder se convierte en una pasión por la sangre de los demás, como si matar a otros les alejara el vaso del que al final no tendrán más remedio que beber.
En su película «Diluvio en el país del Baaz», el difunto director de cine Omar Amiralay, apuntó que el autoritarismo en las escuelas públicas sirias se había instaurado al estilo norcoreano. Este dato aparecen de forma marginal en la película, cuando lo cuenta un profesor en un lejano pueblo del Éufrates. No descubrimos su importancia hasta que comenzaron a llegar las imágenes de represión y tortura en Siria, cuando los shabbiha ordenaban a los prisioneros decir: «No hay más dios que Bashar». Es decir, el modelo norcoreano se ha trasladado a Siria con un nuevo toque, el toque de la divinización del dictador que mata: el dictador absoluto tiene las armas para aterrorizar y debe utilizarlas todas para salvaguardar su permanencia.
El eco de tal salvajismo lo encontramos en el coche bomba que acabó con la vida del coronel Wissam al-Hasan, pues el objetivo no era matarlo simplemente, sino también borrarlo de la faz de la Tierra y convertirlo en trizas. ¿Cómo lo concibió el presidente Kim Jong Un? No hablo de la ejecución en sí, sino de la forma en que se le ocurrió matarlo a la imaginación del joven hombre que heredó el poder.
Lo más probable es que los herederos sientan que deben superar a sus padres para merecer la herencia y eso es lo que ha sucedido en Corea del Norte, pues el presidente de ese país que heredó un régimen que logró sobornar al mundo con sus armas nucleares, quiso sobornar a su pueblo de una forma lo más parecida posible a las películas de terror. Así, filtró la noticia del proyectil de mortero para decir que no permitirá a sus enemigos ninguna influencia, sino que los borrará.
En Siria, el joven heredero se encontró en su confrontación con la revolución siria, ante una única elección, que era superar el crimen de su padre en Hama en 1982, y para ello ha convertido todas las ciudades de Siria en una nueva Hama, y ha utilizado barriles de TNT para bombardear a los civiles, considerando que con ello anuncia ser digno de su cargo y reafirma la eternidad del régimen.
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En la otra cara de la moneda, parece que el fascismo israelí está en su mayor esplendor con la alianza electoral entre Netanyahu y Liebermann. La alianza de la extrema derecha racista que aquí adopta una «imagen civilizada» no se diferencia en su salvajismo del salvajismo de los barriles de TNT o de los proyectiles de mortero. No entraré en el análisis de la deriva fascista de la derecha en la sociedad israelí, basta con que leamos al periodista israelí Yadon Levy para comprender que Israel se está suicidando, sino que me detendré en ese ruso convulsivo el lema de cuya campaña electoral es que entiende árabe. Con ello, Lieberman quería decir que entiende a todos los árabes y entiende que no entienden más que el lenguaje de la fuerza.
Estas palabras van dirigidas a los palestinos en primer y último lugar, pues esta nueva alianza quiere sacrificar al cordero palestino que ha defendido a muerte la paz, y se ha despojado de todo, pensando que era socio del lobo israelí. El lobo le dice hoy al cordero que el juego se ha terminado y que es hora de cazar a la presa, y que «el boicot» que presenció el cerco a Yasser Arafat y su asesinato verá un nuevo capítulo que no será menos trágico que el anterior.
Los israelíes juegan con el salvajismo de quien tiene el poder del lenguaje y del asesinato al mismo tiempo. Y anuncian por boca de Yalon, el único candidato al puesto de ministro de Defensa en el gobierno que se formará tras las elecciones, que los palestinos deben olvidar Cisjordania, y conformarse con la Franja de Gaza cercada, a la que el Emirato de Catar ha enviado las migajas de sus excedentes de gas para que se mantenga viva, y para que lo que queda de Palestina acabe convertido en un pequeño emirato islámico bloqueado por la ocupación y sin capacidad de maniobra.
El juego del dúo Netanyahu-Liebermann se completará en Cisjordania, y su primera víctima será el cordero palestino rendido a su desesperación e impotencia. Y con ello, el Estado hebreo se convertirá en uno de apartheid en todos los sentidos, un Estado al que no rodearán más que los escombros que ha dejado el gobierno del Baaz en el Oriente árabe. Liebermann no recurrirá a la ejecución de su víctima palestina con mortero, pero hará de la «Tierra prometida», la tierra de la muerte continua de los palestinos.
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Dos fascismos salvajes que cercan a los árabes. El fascista israelí goza de la connivencia y la participación estadounidense, como también goza del apoyo de los judíos rusos en Israel que se han convertido en la punta de lanza del racismo, además del apoyo del lobby judío en Rusia, que cada vez tiene más influencia. El fascista sirio, por su parte, se basa en el apoyo zarista ruso y goza del beneplácito israelí ante sus acciones, que suponen la destrucción de Siria y del Bilad al-Sham (la Siria histórica) al completo. Dos cercos que no se romperán más que en Damasco. ¿Cuándo se abrirá la capital de los árabes como una claraboya en este último muro?
Publicado por Traducción por Siria