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¡Primero la Galilea!

Fuentes: Palestine Chronicle

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

La realidad horrenda de las comunidades palestinas dentro de Israel -en lugares como Aco, Haifa, Nazaret, Yaffa y el Negev- no es por obligarles a sentarse en la parte trasera del autobús, ese tipo de racismo es bien burdo. Aquí, el racismo está en múltiples capas, forma parte de la ideología, bien camuflada, continua y patrocinada por el Estado. Cualquiera que piense que la solución de la ocupación militar israelí en Cisjordania y la Franja de Gaza traería la paz a la región sería bueno que levantase el barniz democrático que cubre la fachada de un plan israelí que tiene un solo objetivo en mente: completar la campaña de limpieza étnica de los palestinos que se inició con la creación del Estado de Israel.

La semana pasada, un hermoso día de otoño, me senté en la sala de un amigo en un pueblo en el extremo norte de Israel, junto a la frontera de Líbano, en la parte de Israel llamada Galilea. Aquí es donde los ciudadanos palestinos de Israel se concentran. Cinco generaciones de palestinos estaban sentadas en la sala. Como es de esperar en la sociedad palestina, en apenas un momento, la política se convierte en el foco de la discusión. Pero este debate político tuvo un giro diferente al que está acostumbrada la mayoría de las personas que siguen este conflicto. Las cuestiones que tenían que ver con los ciudadanos palestinos de Israel y la forma en que el gobierno israelí los discrimina sistemática y estructuralmente.

Las negociaciones bilaterales entre los palestinos y los israelíes, más conocidas como el infame «Proceso de Paz de Oslo», comenzaron con un lema (que se acompañó de actuaciones sobre el terreno) que era «Gaza y Jericó primero». La idea era que la Autoridad Palestina creada por los Acuerdos de Oslo, empezara su establecimiento en la Franja de Gaza y en la ciudad cisjordana de Jericó, una especie de fase piloto antes de desplegarse a todas las zonas palestinas señaladas en el Acuerdo. La broma que estaba en boga en ese momento era que lo que Israel, la potencia ocupante militar, en realidad quería decir era ¡Gaza y Jericó solamente!

Con 20 años de un interminable «proceso de paz», la errónea dirección israelí desvía la atención del mundo, incluyendo el liderazgo palestino, lejos de los mecanismos discriminadores del propio Israel. Mientras ambas partes violaban constantemente los Acuerdos de Oslo, Israel nunca dejó de estrangular a las ciudades y aldeas palestinas dentro de su territorio. Más recientemente, incluso uno de los equipos internacionales de investigación más importantes, International Crisis Group (ICG), se vio obligado a tomar nota. En su informe de marzo de 2012, titulado «Back to Basics: La minoría árabe de Israel y el conflicto israelí-palestino», declaró:

La atención mundial se mantiene fija en el conflicto israelí-palestino, aunque hay otro conflicto relacionado que arde dentro del propio Israel y podría ser no menos peligroso. Las relaciones de judíos y árabes dentro de Israel se han deteriorado de manera constante durante una década. Cada vez más, la mayoría judía considera a la minoría palestina subversiva, desleal y, debido a sus tasas de natalidad, una amenaza demográfica. Políticamente los ciudadanos palestinos están marginados, desfavorecidos económicamente y cada vez más dispuestos a enfrentarse al statu quo.

El investigador habla de «una campaña lenta y calculada para desplazar a toda una población a plena luz de día y a la vista del mundo, de la cual se debe tomar nota».

Cuando uno viaja hacia el norte en Israel ve una cruda realidad que no puede ignorarse. Israel está vacío. La mayor parte de las tierras que forman el Estado de Israel, como se reconoce en todo el mundo, están vacías de cualquier población. La triste ironía es que a menos de una hora en coche de donde estábamos sentados, en dirección al norte, cientos de miles de refugiados palestinos a quienes desde 1948 Israel prohíbe el regreso a sus hogares, viven en miserables campos de refugiados esperando a que se respeten el derecho internacional y las resoluciones de la ONU. El doctor Salman Abu Sitta, un investigador palestino junto con la Sociedad de la Tierra Palestina, y él mismo un refugiado, documentaron ampliamente el fenómeno de las tierras vacías de Israel, las tierras que los refugiados palestinos llaman hogar. El hecho innegable es que permitir a los palestinos el regreso a sus hogares alteraría muy poco el fundamento de Israel. Sería, sin embargo, poner en peligro la base misma de su existencia como un Estado exclusivamente judío y crear una mayoría demográfica de los palestinos, una expectativa normal dado que ellos eran la mayoría en 1948 antes de que los expulsaran.

Otra realidad sorprendente cuando se viaja alrededor de las aldeas agrícolas palestinas en la Galilea es que las colinas están salpicadas de comunidades cerradas de judíos israelíes y de reservas naturales declaradas por el gobierno israelí, todos creando una barrera física al crecimiento natural de las comunidades palestinas originarias. A estos obstáculos físicos para el desarrollo palestino, la ley israelí establece otra plataforma de tipo legal según la cual cientos de comunidades israelíes pueden mantener fuera a los palestinos por razones culturales. Procedentes del territorio ocupado de Cisjordania, estos obstáculos físicos y las herramientas legales me parecen iguales que los asentamientos ilegales sólo para judíos que rodean todas las ciudades palestinas. La ubicación física de los dos tipos de estas colonias residenciales no es azarosa, sino más bien un arma demográfica fuerte para interrumpir y detener el crecimiento de las comunidades palestinas.

Al oír las tribulaciones de las comunidades palestinas en Israel, me acordé de otro hecho discordante: Israel detiene a los palestinos y los arresta a causa de sus pensamientos. Una de las personas con quienes estaba era un hombre de 64 años al que pusieron en libertad hace unos años, después de pasar dos años sin cargos en una prisión israelí. De camino a casa me detuve en Haifa, y mientras hablaba con un conocido que estaba allí por negocios, él me recordó otro caso: Ameer Makhoul, un ciudadano palestino cristiano de Israel y el director de Ittijah, la Unión de Asociaciones Árabes de Base Comunitaria que, como muchos otros, está preso en las cárceles israelíes después de un juicio injusto, que tiene por objeto imponer miedo en una comunidad minoritaria en todo Israel. También, al igual que en las zonas bajo ocupación militar, Israel construye dentro de las comunidades palestinas un ejército de colaboradores que le hacen el trabajo.

Yo quería saber más, pero tuve que regresar a casa a la Ribera Occidental.

Ahora que soy un palestino con cédula de identidad, lo que significa que tengo estatus de residencia en Cisjordania expedido por las autoridades de ocupación israelíes, no puedo estar en Israel como turista. Tengo la ciudadanía estadounidense -la única en mi poder- que es inútil ahora que estoy clasificado como un residente palestino de Cisjordania a los ojos del gobierno israelí. ¡Israel es el único lugar del mundo donde no puedo ser estadounidense! Por lo tanto, el permiso emitido por el ejército israelí, lo que me permite entrar en Israel, restringe mi movimiento y me obliga a estar de vuelta a las 10 de la noche a lo que yo llamo mi jaula, también conocida como el área metropolitana de Ramallah.

Lo que ahora está claro para mí, y que no lo estaba la primera vez que llegué aquí poco después de Oslo, es que el sistema de mando y control, que oprime a más de cuatro millones de palestinos bajo la ocupación militar es muy similar al sistema que controla a más de un millón de musulmanes y cristianos palestinos dentro de Israel.

El objetivo de Israel es borrar la memoria colectiva palestina, limitar la educación palestina, minimizar el espacio de vida palestino y estrangular cualquier idea seria de empresa económica palestina. Pero los palestinos no van a ninguna parte. Esto se confirmó cuando pregunté a un estudiante de derecho de este pueblo galileo dónde planea estar dentro de cinco años. Sin dudarlo, él dijo: «Aquí, en mi pueblo, y no los próximos cinco años, sino los próximos 10, 20 y 100 años».

Después de horas de discusión profunda en ese pueblo palestino tranquilo, escondido en los montes, como de terciopelo verde de la Galilea, un investigador palestino, tranquilo durante la mayor parte del tiempo hablaba con voz tranquila y resuelta. Dijo que todo lo que estábamos discutiendo, en términos del daño que Israel está haciendo a los palestinos que viven en Israel y bajo la ocupación militar, es cierto, pero en el pueblo los números lo dicen todo. En los últimos 64 años, desde la creación de Israel, y a pesar de todos sus intentos de obligar a los palestinos a ceder sus tierras, la población ha aumentado, según las estadísticas oficiales israelíes. Mientras los palestinos existan en esta tierra, afirmó, existirá la obligación de que sus derechos se hagan realidad.

Durante todo el camino a casa, no podía sacar de mi mente un nuevo eslogan político que revela la magnitud de la tragedia palestina, primero la Galilea. En lugar de gestionar el conflicto como si la única cuestión polémica es respecto a los que viven bajo la ocupación militar israelí, tanto la comunidad internacional como el liderazgo palestino deben hacer un llamamiento para que el mundo atestigüe la realidad de los palestinos dentro de Israel. Si Israel está decidido a discriminar a una quinta parte de sus propios ciudadanos, ¿qué podemos esperar de él en los territorios ocupados, zonas que no están reconocidas internacionalmente como parte de Israel? De hecho, la próxima vez que me pregunten lo que pienso sobre la solución a este conflicto, mi respuesta va a estar lista: debemos comenzar con plenos derechos iguales para los palestinos dentro de Israel. En otras palabras, la Galilea primero si Israel se toma en serio la paz y verdaderamente desea la reconciliación histórica con los palestinos.

 

Sam Bahour es un asesor de negocios palestino-estadounidense de Youngstown, Ohio, que vive en la ciudad palestina de Al-Bireh, en la Ribera Occidental. Con frecuencia ofrece comentarios sobre la independencia de Palestina y sirve como asesor de política de Al-Shabaka, la Red de Políticas Palestinas. Es coautor de HOMELAND: Oral Histories of Palestine and Palestinians (1994) y escribe en el blog www.epalestine.com .

 

Fuente: http://palestinechronicle.com/view_article_details.php?id=19650