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Cuba, desde sus limitaciones, promueve la comunicación emancipatoria

Fuentes: Rebelión

Mientras concluíamos, en la ciudad de La Habana, un curso sobre «Comunicación y Cambio Social», organizado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la zona oriental de Cuba fue arrasada por el inesperado e inclemente Sandy. Pero, ni tan siquiera aquel descalabro climático (que mató a 11 cubanos/as y dejó millonarias pérdidas económicas) pudo […]

Mientras concluíamos, en la ciudad de La Habana, un curso sobre «Comunicación y Cambio Social», organizado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la zona oriental de Cuba fue arrasada por el inesperado e inclemente Sandy. Pero, ni tan siquiera aquel descalabro climático (que mató a 11 cubanos/as y dejó millonarias pérdidas económicas) pudo con la mística hospitalaria y solidaridad cubana para con América Latina y el mundo.

Los 26 periodistas y comunicadores/as, provenientes de 8 países de Latinoamérica (Argentina, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana), concluimos de forma satisfactoria con la programación de dicho curso, como estaba establecido. No hubo ni un solo cubano/a que haya abandonado el proyecto por efecto del huracán Sandy. Ante mi inquietud, uno de los participantes me dijo: «Aquí, todos sabemos lo que debemos hacer. Nuestras familias están organizadas para sobrevivir a los huracanes. Salvo algún descuido».

Y es cierto. En Haití, Sandy dejó más 50 víctimas mortales. Y en los EEUU, más de un centenar. A pesar del bloqueo norteamericano y de la burocracia estatal, Cuba cuenta con una cultura preventiva climática aún desconocida en la región.

Un país satanizado por el Imperio, y aún desconocido por sus vecinos

Una de las participantes, evaluando los contenidos del curso sobre «Comunicación y Cambio Social», durante la clausura decía: «Mis amigos en mi país, cuando les dije que venía para Cuba a un curso de periodismo me dijeron, ‘a qué vas a Cuba, allá qué vas ha aprender de periodismo'». Esta fijación mental, fruto de la estigmatización sistemática, impuesta por el bloqueo cultural, es difundida en amplios sectores de las sociedades fuera de Cuba. Sin embargo, cuando uno/a se aproxima a la realidad periodística y cultura comunicativa cubana, la verdad es diferente.

En Cuba, con todas sus limitaciones, no sólo se practica la libertad de expresión, sino se promueven solidarios procesos de formación permanente para las y los agentes de la emancipación cultural de los pueblos de Latinoamérica y el mundo. Lo que no existe en Cuba es el libertinaje empresarial de la prensa. Ni la mercantilización de la palabra o de la imagen.

Yo vi, leí y escuché en la Isla despotricar contra el gobierno cubano. Pero, incluso las y los detractores viven mucho más seguro que en Miami o en Tegucigalpa. En Honduras, el asesinato de periodistas se ha convertido en el negocio más seguro del crimen organizado. Sin embargo, éste país fallido, con cerca de 40 periodistas y comunicadores/as asesinadas en los últimos 3 años, se encuentra en posiciones privilegiadas en las evaluaciones sobre «libertad de expresión» realizada por organismos internacionales como SIP (Sociedad Interamericana de Periodismo), y Cuba siempre queda catalogada como dictadura.

Segú, Antonio Molto, Director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en los últimos 5 años, este Instituto capacitó en el ejercicio de la palabra para la emancipación a más de 750 periodistas latinoamericanos, de los cuales 250 fueron a plan de becas. ¿Existe otro país tan solidario y comprometido con procesos de formación emancipatoria de los pueblos?

Los países autoproclamados jueces de la democracia y de la libertad de expresión, comercializan con la cultura, censuran y asesinan a periodistas o comunicadores/as que se atreven a investigar a sus gobiernos. ¿Alguien recuerda asesinato de periodistas en Cuba?

En el imaginario popular de los pueblos del mundo, se asume que Cuba es un país pobre/atrasado, sin libertad y ateo. Pero, si Ud. va para Cuba, salud, educación, seguridad, parte de vivienda y alimentación verá que están asegurados para todos los y las cubanas. Incluso para los más de 40 mil estudiantes universitario no cubanos que estudian becados.

Para el cubano promedio, pobreza es «no comer carne roja a la semana o no comprar ropa al mes». Esto lo confirmé en la cotidianidad. Si eso es pobreza: ¡Bendita la pobreza!

No existe analfabetismo, aunque sí ignorancia sobre los límites de la Madre Tierra. Cada familia cuenta con seguro de salud y médico. Podés estudiar lo que querrás si acaso quieres hacerlo. Podés moverte por los campos y las ciudades (a cualquier hora) sin esa sensación de inseguridad existencial que te inunda cuando pasás por Guatemala, México, Honduras o Colombia.

En esta Isla estigmatizada y bloqueada por el Imperio no encuentras niños/as en las calles pidiendo limosna. No existen suburbios, barrios colgantes en los barrancos o mendigos bajo los puentes, como sí abundan en los países «democráticos» y «desarrollados». No hay familias que coman de la basura, como sí las hay en España, Guatemala, Perú o EEUU.

Lo que no se encuentra son los supermercados repletos de productos de moda «basura» que hipnotizan a teledirigidos consumidores frenéticos y suicidas. En Cuba existe una austeridad, aunque impuesta, pero austeridad que requiere nuestra Madre Tierra para regenerarse.

Retos del periodismo emancipatorio

La revolución cultural cubana ha logrado insertar al país a la modernidad. Una modernidad dependiente, pero modernidad al fin. Ha capacitado a su población en la ciencia occidental. Pero, ahora, que el sistema-mundo-occidental se encuentra en una crisis sistémica desesperante, también la revolución cultural cubana resiente el fracaso occidental.

Cuba ha bebido y lo sigue haciendo de la epistemología y conocimientos científicos occidentales. Pero, ahora, que emergen epistemologías interculturales desde los pueblos «vencidos», y ante el silencio de la ciencia occidental frente a los límites de la Madre Tierra, Cuba tiene el gran reto de asumir su descolonización epistémica y cognitiva como tarea vital. Las y los cubanos, ahora profesionales, tienen que voltear la mirada al campo y reconciliarse con la tierra para cultivar sus alimentos y sus espiritualidades.

Cuba, si quiere seguir siendo un referente emancipatorio en el presente siglo, tiene que mirar y conocer más de los procesos de transformaciones estructurales y cotidianas del Sur. Aprender más de la eco interculturalidad del Sur y desaprender de la ciencia etnocéntrica del Norte fracasado. Sólo así la solidaridad cubana con el Sur será oportuna y eficiente. Por ahora, como me dijo una profesora filósofa cubana: «Los sentimientos los tenemos puestos en el Sur, pero nuestro pensamiento (conocimiento) y la ilusión (esperanza) aún los bebemos del Norte».

Otro gran reto es vencer el cerco cultural mediático impuesto, y mostrar al mundo la realidad cubana con sus luces y sombras. Aunque el total de la banda de internet para toda Cuba es sólo de 419 megas, las y los periodistas y comunicadores/as cubanas deberán convertirse en actores-web optimizando su acceso a internet. El cubano promedio está llamado a convertirse en actor-red-web para romper con el cerco mediático.

Si el o la comunicadora en el presente siglo no se convierte en actor-web en red, está condenado a sucumbir. Y Cuba no será la excepción. Si no, veamos cómo se diluyen, ahora, las audiencias, ganancias y tirajes de las grandes empresas de «comunicación» en un mar de millones de internautas proactivos y espontáneos.

Queremos ver y leer a más cubanas/os en los sitios alternativos, y queremos que ellas/os nos ven y nos lean. Sólo así será factible la propuesta del «periodismo de la integración» que platea Beto Almeida (de la Junta Directiva de Telesur). Entonces, el sueño de «Nuestra América» de José Martí la podremos tejer de miles de colores, sin que nadie se sienta extranjero en la Abya Yala, ni sobre la Madre Tierra. Y es esta posibilidad comunicativa intercultural y subversiva la que pone nervioso al Imperio, como sostiene Antonio Molto.

En Cuba existe libertad de expresión, incluso muy a pesar de la autocensura construida, y el mayor reto es ejercer con mayor pasión y creatividad esa libertad. El mundo necesita ver a Cuba, no sólo como una pieza de museo turístico o ideológico, sino como la posibilidad real de un sueño que en otros lugares no pudo ser. Un pueblo digno, hospitalario, solidario y proactivo con los procesos de emancipación emergentes en estos y otros tiempos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.