Recomiendo:
1

Grupos e identidades en la estructura social cubana

Fuentes: Revista Temas

¿En qué medida los grupos socio-ocupacionales (dirigentes, cuentapropistas, obreros y profesionales) conforman grupos socio-psicológicos, con la consecuente influencia sobre el comportamiento de sus miembros? ¿Cómo se relacionan desde estas configuraciones subjetivas? ¿Cómo perciben la sociedad en la que vivimos? ¿Cómo se proyectan? Este texto se basa en una investigación sobre la emergencia de identidades sociales […]

¿En qué medida los grupos socio-ocupacionales (dirigentes, cuentapropistas, obreros y profesionales) conforman grupos socio-psicológicos, con la consecuente influencia sobre el comportamiento de sus miembros? ¿Cómo se relacionan desde estas configuraciones subjetivas? ¿Cómo perciben la sociedad en la que vivimos? ¿Cómo se proyectan? Este texto se basa en una investigación sobre la emergencia de identidades sociales vinculadas a la pertenencia a estos grupos.1

Imagen de cada grupo: categorías y prototipos La distinción entre prototipos, tanto en los atributos físicos como comportamentales, dibuja una estructura heterogénea y da cuenta de la diferenciación intergrupal y su dinámica. El contenido y modos de expresión de estos ofrecen algunas pistas acerca de la proyección de las relaciones intergrupales y la latencia de situaciones conflictivas. La fuerza de los prototipos representados a nivel gráfico y dramático sugiere la jerarquización intragrupal entre los estratos mencionados y los silenciados. La prevalencia de prototipos blancos masculinos devela la reproducción de estereotipos de género, color de la piel y poder. No obstante, se constata la tendencia consciente al discurso de la homogeneidad y la armonía.

Dirigentes

El ejemplar típico es hombre, blanco, adulto de mediana edad, gordo. Viste formal (camisa y pantalón). Usa celular, bíper u otro dispositivo que lo hace fácilmente localizable. Su medio de transporte es un carro asignado. Algunos lo identificaban con la clase política y con militares de rango superior; otros, con funcionarios estatales de alto nivel. En general, el dirigente se percibe genéricamente, no como aquel «que manda en cualquier centro laboral, sino el que de verdad es pincho». El acceso real a la toma de decisiones determina la heterogeneidad del grupo, cuyo estatus se caracteriza por la disponibilidad de recursos y mejor nivel de vida. Esta representación del dirigente implica jerarquía, no solo por la propia nominación de su función o por las estructuras orgánicas que lo sustenten, sino porque, según se percibe su conducta, «ellos se sienten por arriba». Algunos obreros lo plantean de la siguiente manera: «Me sentiría muy contento si un dirigente, por ejemplo, el que fuera mi superior en mi centro de trabajo, compartiera el mismo comedor que nosotros a la hora de almorzar, porque eso me da una idea de que no hay distinción de ningún tipo». En cuanto a la utilidad social de los dirigentes, las opiniones están divididas o no se expresan. Algunos cuentapropistas creen que cumplen una función; entre los obreros, se considera que «no hacen nada en la sociedad, lo de ellos es dirigir»; mientras que los intelectuales no se pronuncian.

Al autodescribirse, los dirigentes suelen subrayar cuántas tareas cumplen respondiendo a intereses institucionales o sociales. También recalcan la ausencia de tiempo libre y la constante sensación de estar en tela de juicio. Se caracterizan por ser dominantes -tanto descritos por otros como por ellos mismos. Algunos también los consideran «ostentosos» y «corruptos».

En lo relativo al consumo cultural, refieren leer muchos más géneros de los que el resto considera; sin embargo, no identifican la literatura política e histórica, que, según la opinión de los exogrupos, los tipifica. Dicen ser más bailadores que lo que los otros creen, y que es pobre su consumo de películas. Para otros, la dispersión en las respuestas es alta. Los exogrupos tienden a identificar a los dirigentes como aquellos que asisten a hoteles, restaurantes y casas en la playa; sin embargo, estos últimos no se incluyen en esta categoría, o apenas lo hacen. Tampoco se reconocen autoritarios ni prepotentes; o «todo el tiempo mandando, aunque no estén en su centro de trabajo», «les gusta exigir», «piensan en reuniones, en trabajo y en sanciones», rasgos que los exogrupos destacan, en especial cuentapropistas y obreros. Cuentapropistas

El ejemplar típico es un hombre moderno, presumido, ostentoso; preocupado por adquirir accesorios como celulares, cadenas, gorras, gafas. Utilizan ropa más informal, y de marca.

Este grupo reúne en su autopercepción la mayor cantidad de características positivas, con las que coinciden los exogrupos: trabajadores, competentes, organizados, prácticos y decididos; aunque también ostentosos. La característica más distintiva, tanto en la imagen endo como exogrupal, es el poder adquisitivo. No obstante, todos los grupos reconocen estratos, según los diferentes servicios brindados. Se iconizan como boteros, trabajadores de cafeterías, dulcerías y ambulantes; así como arrendatarios y maniseros.

En lo relativo a la cultura, ambas miradas coinciden en que suelen consumir géneros relacionados con la farándula, el entretenimiento, la moda, los deportes, y música como reguetón, salsa, timba y baladas -si bien los exogrupos enfatizan estas preferencias. Igual que sucede con los dirigentes, existe una gran dispersión en las respuestas sobre géneros cinematográficos. La autoimagen destaca el bajo consumo, así como rechazan la idea de que van mucho a hoteles, casas en la playa y restaurantes -como piensan los demás.

Los trabajadores por cuenta propia no han dejado de experimentar cierto estigma. Por ejemplo: «Los cuentapropistas siempre hemos sido rechazados porque el resto de la sociedad piensa que tenemos más dinero, pero la realidad es que detrás de un cuentapropista hay un fuerte trabajo». O bien: «En el caso de los arrendatarios, algunas personas piensan que fomentan la prostitución, pero la verdad es que luchan por cambiar ese concepto erróneo cumpliendo con las reglas establecidas». O finalmente: «Ven a los cuentapropistas como un reflejo del capitalismo».

En la descripción por parte de los dirigentes hay criterios divididos. Los del comercio y la gastronomía los caracterizan como una fuerte competencia (con expresiones no verbales que denotan incomodidad, rabia): «Con ellos nos jodemos nosotros; claro, ellos pueden hacer lo que les da la gana, mientras que nosotros no». Otra parte de los dirigentes expresa un discurso políticamente correcto: «Son un grupo que presta un servicio social; ayudan a resolver problemas; son personas normales como otro grupo cualquiera; les gusta tener su economía estable, condiciones normales de vida y el oficio que realizan».

A pesar de que los grupos con uno u otro tono subrayen un alto nivel adquisitivo y de estándar de vida, reconocen que trabajan mucho: «No es un dinero regalado: pasean, pero muy poco porque están muy ocupados». En este proceso, intentan sacar las máximas ganancias: «Hablan todo el tiempo de negocios; piensan siempre cómo hacer otra cosa que les dé más dinero». No obstante, se califica, en especial por los obreros, como útil su trabajo: «Brindan servicios a la población; son beneficiosos a la sociedad».

Obreros

El ejemplar típico es un hombre asociado a tareas rudas (construcción fundamentalmente), que anda en ropa de trabajo, embarrado y sin accesorios. La imagen dibujada de los obreros presenta a un sujeto negro, único caso en que se usa un color distinto del blanco.

Ofrecen una autoimagen simple, coincidente con la exogrupal, a través de la cual se destacan los adjetivos «humildes» y «leales», «con bajo nivel adquisitivo». Solo los dirigentes agregan que son «respetuosos», «honestos» y «sensibles». El consumo cultural es también más limitado, aunque el endogrupo lo considera superior al exogrupo, en todos los casos. Respecto a recreación y tiempo libre, se subraya la asistencia a lugares públicos -Malecón, cines, Coppelia, La Tropical. Los cuentapropistas son el grupo que más los defiende: «Los obreros deberían tener más beneficios, ya que es la clase que mueve a la sociedad, al sistema, es «la maquinaria»»; «son los más sociables de todos los grupos, los más espontáneos y dicen lo que piensan porque no tienen nada que perder»; «son trabajadores»; «se visten modestamente»; «no se sienten satisfechos con su trabajo»; «no les da tiempo a salir en su tiempo libre, pues tienen que estar resolviendo».

El discurso de los dirigentes sobre ellos resulta más «idealizado»: «Son personas generalmente muy humildes, pero con un elevado sentido de pertenencia por la labor que realizan»; «por lo general son muy populares y populistas y sus gustos están acordes con las tendencias modernas»; «son muy entusiastas»; «emplean el tiempo libre en la familia y en la recreación».

Los profesionales subrayan la utilidad social del obrero, además de su sociabilidad, solidaridad y ausencia de complicaciones. «Dentro de la cadena alimenticia de la sociedad son los que están más abajo».

Intelectuales

El ejemplar típico es el hombre poseedor de libros, con espejuelos, que está sentado y meditando, o bien caminando entretenido.

Constituyen el grupo sobre el que se proyecta una imagen más positiva, consensuada, variada y llena de adjetivos -inteligentes, cultos, profundos, competentes, elegantes, respetuosos. Curiosamente, en su valoración, los dirigentes ofrecen una lista más amplia de calificativos. Consideran que son los que más consumen los productos culturales, aunque ellos se autoexcluyen de géneros musicales como el reguetón, la timba, la rumba, la música house. Los lugares a los que asisten en su tiempo libre tienden a ser teatros, cines, playas, librerías y fiestas cercanas. Se asocian con la búsqueda de lugares tranquilos y buena música; les gusta descansar tanto física como mentalmente; así como ingerir bebidas alcohólicas, aunque más finas, como vino, té, whisky, vodka.

Los intelectuales se ven como inteligentes, sacrificados, trabajadores: «Estamos muy preparados y hemos tenido que sacrificarnos mucho para hacer lo que hacemos; no tenemos remuneración económica, pero no hay dinero que pague la satisfacción de hacer lo que nos gusta»; «tenemos el estrés y las preocupaciones que no tienen los obreros»; «si hay alguien que es como el cuentapropista, que a veces descuida a la familia, esos son los intelectuales».

Los obreros subrayan la inutilidad social de los intelectuales: «Son los por gusto, los que están constantemente preparándose». Aunque los diversos grupos consideran que «el intelectual está en su propia burbuja», al mismo tiempo lo conectan con su interés y compromiso por el devenir social: «Hablan de temas que otros grupos no saben o no se atreven a expresar; ven más allá que otras personas». Los cuentapropistas dicen que «piensan en lo que ven, en lo que sienten, lo analizan, opinan y lo transmiten». Por su parte, los dirigentes opinan que «se sienten en algunos momentos muy presionados por los cambios que están ocurriendo; quieren que acaben de hacerse todos los cambios que se vayan a hacer para poder estar estables».

¿Cómo se percibe la sociedad cubana?

En primer lugar, los sujetos debían evaluar los atributos que caracterizan el sistema cubano. Además de la diferencia entre los grupos, existen otras que atañen al territorio, grupo etáreo, color de la piel y nivel de ingresos.

• Los dirigentes consideran, con mayor intensidad que el resto, que existe certeza, libertad, consenso, unidad; así como equidad, soberanía, seguridad social, confianza.

• Los obreros, cuentapropistas e intelectuales, mucho más que los dirigentes, plantean la existencia de dogmatismo, dominación, elitismo, corrupción y doble moral.

• Los intelectuales, más que el resto -en especial, los obreros- identifican el paternalismo.

• Los sujetos de La Habana destacan más la doble moral, el autoritarismo, el dogmatismo, la corrupción, el elitismo, la dominación, la burocracia y la desigualdad.

• Los de Santiago de Cuba perciben con más intensidad la certeza, la participación, la equidad, la libertad, la solidaridad, los derechos políticos, sociales, económicos, la seguridad social, el consenso, la confianza y la unidad. • Entre jóvenes y adultos mayores se aprecian evaluaciones polares; los adultos medios ofrecen evaluaciones intermedias. La única excepción en este patrón es la evaluación unánime sobre la mucha centralización.

• Los jóvenes evalúan con más intensidad la presencia de dominación, autoritarismo, dogmatismo, elitismo y desigualdad, que los adultos mayores, quienes aprecian más la existencia de libertad, derechos políticos, sociales, económicos, confianza y soberanía -en comparación con los jóvenes.

• Los sujetos negros reconocen mayormente la presencia de derechos sociales. Los blancos, en mayor medida, reconocen corrupción, doble moral, autoritarismo y centralización.

• Los de bajos ingresos consideran que hay mayor presencia de participación, derechos políticos y unidad; mientras que los de altos ingresos, señalan la presencia de corrupción.

En segundo lugar, se les pidió a los sujetos que identificaran logros, problemas, acciones y obstáculos en la sociedad actual.

Los dirigentes y obreros perciben más logros que el resto de los grupos;2 si bien la cantidad de problemas identificados es prácticamente la misma.3 En cuanto a las acciones que se proponen para la resolución de estos problemas, llama la atención el bajo nivel propositivo de los obreros, respecto al resto de los grupos.4 Veamos sumariamente cada uno de estos aspectos.

Logros

Los logros que acumulan mayores porcentajes son salud (25%), educación (24,3%), internacionalismo/solidaridad (7,4%), deporte (6,3%), cultura (6,2%). Se advierte una relación significativa entre estos y los grupos de pertenencia:

• Los obreros (29,4%) son los que más identifican la salud como un logro; los intelectuales lo hacen en la menor medida (22,3%).

• Los cuentapropistas (29,4%) y obreros (27,9%) lideran los grupos que más destacan la educación, en contraste con los dirigentes (14,8%).

• El internacionalismo y la solidaridad son escogidos sobre todo por los cuentapropistas (9,8%), y en menor medida por los obreros (5,4%).

• Los obreros sobresalen respecto a los otros grupos en las menciones al deporte (8,3%), en contraste con los dirigentes (4,1%); así como en la elevación de la calidad de vida (5,4%), por encima de dirigentes (1,8%) e intelectuales (2,2%).

• El grupo de los dirigentes privilegia los siguientes tópicos: cultura (13%), en contraste con los cuentapropistas (3,8%) y los intelectuales (5,3%); asistencia/seguridad social (6,5%); desarrollo científico-técnico (5,9%), en comparación con los obreros (1,5%) e intelectuales (1,6%); dignidad humana (7,1%), en comparación con los obreros (0,4%) y cuentapropistas (1,1%); prestigio internacional de la Revolución (4,1%); eliminación del juego y la prostitución (1,8%), este logro nunca es reconocido por cuentapropistas ni obreros.

• En comparación con el resto de los grupos, los intelectuales tienden a enfatizar los siguientes logros: eliminación de las discriminaciones/desigualdades (6%), por encima de cuentapropistas (1,1%) y dirigentes (1,2%); independencia/soberanía (4,4%), en contraste con los dirigentes (1,8%); tranquilidad ciudadana (3,1%), contra solo 0,7% entre los obreros; resistencia (1,5%), este logro no fue escogido por ningún dirigente; derechos políticos y legales (0,5%), el único grupo que los menciona.

Una variable que incide en la visualización de los logros es el territorio:

• Los sujetos de todos los grupos residentes en La Habana consideran principalmente la eliminación de discriminaciones/desigualdades (5,1%) y elevar la calidad de vida (4,07%), en comparación con los radicados en Santiago de Cuba (2,2% y 2,5%, respectivamente).

• Los de Santiago de Cuba reconocen en mayor medida la asistencia social (7,1%), la independencia/soberanía (4,4%), y el sistema/modelo social propio (3,8%). Apenas mencionan el prestigio internacional de Cuba, y no hacen referencia alguna a derechos políticos/legales.

Problemas

Existe una relación significativa entre la caracterización de los problemas y los grupos de pertenencia. Se agrupan a continuación de acuerdo con su jerarquía.

1. Situación económica (30,9%)

Los obreros son los que más aluden a esta dimensión (35,1%), mientras los intelectuales lo hacen en menor medida (28,7%). Un problema central identificado es la no correspondencia salario-trabajo-precios: «Pérdida del valor del trabajo», «problemas financieros» (intelectuales), «el salario no se corresponde con el esfuerzo» (dirigentes), «pirámide invertida», «diferencias entre salarios y precios» (cuentapropistas), «el dinero no alcanza para los que trabajan» (obreros); «ineficiencia del modelo económico» (dirigentes, 20%; intelectuales, 16,9%; en contraste con los cuentapropistas, 1,6%). Otras caracterizaciones son «incapacidad del modelo económico», «política económica» (dirigentes), «no se permiten las propiedades privadas» (intelectuales), «poca retribución laboral» (cuentapropistas, 13,1%; intelectuales, 10,4%; en contraste con obreros, 2,3%, y dirigentes, 4%). «No se vive con el salario que uno gana», «el salario no responde a las necesidades» (intelectuales), «los salarios son insuficientes» (cuentapropistas), «falta de buenos salarios» (obreros). En cuanto a la doble circulación monetaria, el grupo que más lo menciona es el de los obreros (11,5%), mientras que ningún cuentapropista lo hizo.

Sobre las acciones dirigidas a esta área de problemas, las respuestas manifiestan una alta dispersión. A pesar de tratarse de una problemática económica, buena parte de las acciones sugeridas van encaminadas a otras áreas, como la organización del gobierno y la formación de valores. Sus matices diferentes dependen del grupo de pertenencia. Veamos cómo responde cada uno.

• Los cuentapropistas enfatizan la mejora del modelo de producción-distribución (10,5%): «Permitir mayores libertades para los negocios de tamaño mediano», «ampliar las posibilidades de creación de negocios»; «eliminar la doble moneda» (6,1%). Asimismo, legalizar la compra y venta libre de propiedades personales -«que yo pueda vender algo, siempre que sea mío, sin ser ilegal»- y buscar nuevos mercados de inversión (5.3%). Sobre este último tópico no se pronuncian los obreros, pero sí los dirigentes: «Buscar nuevos socios que les interese invertir en Cuba».

• Los dirigentes, por encima de cualquier otro grupo, visualizan estrategias globales, sin entrar en particularidades (14,3%): «Mejorar la economía», «eliminar el burocratismo» (4,8%), así como destacan la necesidad de promover valores.

• Los obreros ponen énfasis en la eliminación de las restricciones para viajar, en trabajar con los jóvenes (14%): «Educar a las nuevas generaciones». Además, aumentar la producción de alimentos (10%), y cambiar la organización del gobierno (8%): «Eliminar la centralización», «cambiar la forma en que está organizado el sistema».

• Los intelectuales subrayan la relación trabajo-salario-precios (8,7%) y proponen aumentar el plan de construcción de viviendas (4,7%), así como reanimar la economía nacional (2,8%). Los dirigentes hablan de «retribución según resultados del trabajo», «darle valor al trabajo», «pagar más» y los obreros de «bajar precios de las cosas», «que cada cual gane según su trabajo».

Respecto a los principales obstáculos, la lista incluye falta de recursos materiales (cuentapropistas y obreros, 10,3%), situación económica deficitaria (obreros, 8,6%), exceso de prohibiciones (dirigentes, 6,5%), voluntad de la dirigencia (obreros, 5,7%), mentalidad de los dirigentes (dirigentes y obreros, 5%), gobierno y sistema en general (intelectuales, cuentapropistas, obreros, 4,8%), organización del gobierno, burocracia (dirigentes, 3.8%), bloqueo económico norteamericano (3,4%).

En cuanto a la relación entre estas visiones y el grupo de pertenencia, los datos recogidos arrojan lo siguiente: • Dirigentes constituyen el grupo que más atribuye la situación económica a que las personas no quieren trabajar (6,8%), en comparación con los intelectuales (1,6%). Junto con los obreros (11,4%) mencionan en mayor medida (23,7%) la situación económica general del país, en comparación con los intelectuales (4,4%).

• Cuentapropistas recalcan la falta de recursos materiales (15.4%), en contraste con los dirigentes (5,1%). Recalcan, más que ningún otro grupo (14,3%), el exceso de prohibiciones, en oposición a los obreros (4,1%).

• Obreros (9%) y cuentapropistas (7,7%) identifican el sistema en general como obstáculo, en comparación con los intelectuales (2%).

• Los Estados Unidos como obstáculo (4,1%) es aludido más por los obreros que por el resto, mientras que cuentapropistas y dirigentes no lo mencionan.

• Los obreros son los que más se refieren a la doble moneda (4,1%), mientras que ningún intelectual entrevistado lo hizo.

• Por encima de los demás grupos, los obreros identifican como obstáculo la crisis económica mundial (3,2%), mientras que los cuentapropistas no la mencionan.

• Intelectuales son el grupo que más menciona a la dirigencia (8,4%), y los bajos salarios (4,4%), mientras que ningún dirigente visualiza estos obstáculos, y los obreros solo mencionan el primero (3,4%).

• Más que ningún otro grupo, los intelectuales identifican la corrupción (3,6%); ningún cuentapropista lo hace.

• Son los primeros en señalar la centralización (2,8%), problemas con los empleos (1,6%), poca participación ciudadana (1,6%), medios de comunicación (1,6%); ningún obrero lo hace.

• Finalmente, es el único grupo en referirse a los elevados precios (1,2%), problemas de la institucionalidad (0,8%), avanzada edad de los dirigentes (0,8%) y la falta de control en las instituciones (0,8%).

2. Modo de organización del gobierno (14,1%).

Se reconoce como problema, sobre todo, por dirigentes (17,7%) e intelectuales (16,9%); en menor medida, por obreros (7,33%)

Su desglose se presenta de forma homogénea entre los diferentes grupos: modo de organización del gobierno (25,7%), centralización (19,9%), burocratismo (19,9%), paternalismo (9,6%), dogmatismo (7,7%), no existencia de una estrategia sólida de gobierno (5,8%), totalitarismo (5,8%), unipartidismo (1,9%), poca transparencia en los procesos de dirección (1,9%) y deficiente sistema electoral (1,9%).

Los principales obstáculos que se visualizan para la solución de este problema son falta de recursos materiales (9,8%), dirigencia (7,6%), situación económica (7,6%), mentalidad de los dirigentes (7,6%), exceso de prohibiciones (5,9%), no constituye una prioridad para los dirigentes (4,7%) y pérdida de valores (4,2%).

Las acciones propuestas para su solución también son homogéneas. Las principales son: mejorar el modelo de producción-distribución (7%), eliminación del burocratismo (6,3%), mejorar la economía (5,9%), mejorar la relación trabajo-salario-precios (5,9%), aumentar la producción (5,5%), aumentar los salarios (5,1%), rehacer las leyes que faciliten el funcionamiento de la sociedad (4,7%) y descentralizar (4,3%),

3. Servicios públicos (10,8%)

Los problemas identificados se localizan especialmente en la salud, la educación y el transporte. La enunciación de los obstáculos también es homogénea. Los principales identificados son la falta de recursos materiales (11,5%), la situación económica (8%), el exceso de prohibiciones (5,5%), la mentalidad de los dirigentes (5%), la dirigencia (4,5%) y los bajos salarios (4,5%). En todos los grupos, las propuestas de acciones son homogéneas. Incluyen, básicamente, medidas como aumentar la producción (6,8%), mejorar la relación salario-trabajo-precios (5,6%), aumentar los salarios (4,7%).

4. Alimentación (8,2%)

Emerge sobre todo entre cuentapropistas (14,4%) y obreros (12%), y menos entre los intelectuales (4,4%). Los sujetos tienden a enunciarlo como tal, aunque también a propósito de la agricultura y los altos precios de los alimentos. Las acciones propuestas ante este problema son homogéneas. Abarcan aumentar los salarios (6,5%), mejorar el modelo de producción-distribución (6,5%), aumentar la producción (5,8%), mejorar la relación trabajo-salario-precios (4,5%). Los principales obstáculos que refieren los sujetos son la falta de recursos materiales (13,1%), el exceso de prohibiciones (9,5%), situación económica (7,3%), la dirigencia (5,9%), el modo de organización del gobierno (5,9%), el bloqueo (4,4%) y la mentalidad de los dirigentes (4,4%).

5. Vivienda (7,1%)

Citado sobre todo por obreros (8,9%), en contraste con intelectuales (6%). Las acciones para superar el problema de la vivienda son eliminar las restricciones que impiden al cubano viajar libremente (para incrementar ingresos y poder enfrentar el costo de una vivienda) (5,2%), así como elevar los planes de construcción de viviendas (5,2%), mejorar la relación trabajo-salario-precios (5,2%) y el modelo de producción-distribución (4,6%), venta de materiales en moneda nacional o precios accesibles (3,9%), y aumentar la producción nacional (3,9%).

6. Falta de derechos políticos y sociales (7%)

Referido principalmente por cuentapropistas (10,1%) y, en menor medida, por dirigentes (4,2%). Sus contenidos fundamentales son la falta de libertad de expresión (28,6%), restricciones para viajar (17,5%), y la no participación de la sociedad en la toma de decisiones (11,1%).

Los principales obstáculos para solucionar estas restricciones son la situación económica (9,7%), la dirigencia (7,3%), la falta de recursos materiales (5,7%), que no constituye una prioridad para los dirigentes (5,7%), el sistema en general (5,7%), el exceso de prohibiciones (5,7%) y la centralización (4,9%).

Las acciones por emprender para solucionar este problema son: mejorar el modelo de producción-distribución (8,2%), mejorar la economía (6,7%), aumentar la producción (5,9%), posibilitar la libertad de expresión (5,9%), eliminación del burocratismo (4,4%), mayor control de los trabajadores en los centros de trabajo (4,4%), eliminar las restricciones que impiden al cubano viajar libremente (3,7%).

7. Pérdida de valores (4,7%)

Los principales preocupados al respecto son los intelectuales; de los cuentapropistas lo mencionan solo 0,7%. Los principales obstáculos para superarlo son la situación económica (9,8%), la falta de recursos materiales (8,7%), la mentalidad de los dirigentes (8,7%), la dirigencia (7,6%), la corrupción (5,4%) y la falta de voluntad para trabajar (4,4%). Las acciones enunciadas para su solución son mejorar la economía (8,4%), aumentar los salarios (8,4%), eliminación de la doble moneda (8,4%), mejorar el modelo de producción-distribución (7,4%), aumentar la producción (6,3%), promover valores (6,3%), y aumentar la preparación de los profesores (5,3%).

8. Dirigencia (4,6%)

Constituye un problema en mayor medida para los obreros (6,8%) y en menor para los cuentapropistas (2,2%), Incluye contenidos como la necesidad de renovar los cuadros (31,6%), su falta de ejemplaridad (23,7%), la mala estrategia de selección (13,2%), la falta de confianza de los dirigentes en el pueblo (13,2%).

Los principales obstáculos son la propia dirigencia (11,4%), el modo de organización del gobierno (7,1%), la mentalidad de los dirigentes (5,7%), el sistema en general (5,7%), la falta de recursos materiales (4,3%), la centralización (4,3%), el exceso de prohibiciones (4,3%) y la poca participación ciudadana (4,3%).

Las acciones enunciadas para su solución son renovar los cuadros (5,1%), eliminar el burocratismo (5,1%) y posibilitar la libertad de expresión (5,1%).

La imagen del futuro

De manera general, el sentimiento acerca de los próximos cinco años es de incertidumbre y desconfianza, No obstante, ese destino probable no se percibe igual por todos ni para todos los grupos, ¿Qué piensan de los demás y de sí mismos cada uno de estos?

Dirigentes

Consideran que su posición no es eterna: «Nos pueden cambiar del cargo», «dependemos de los cambios que hagan los dirigentes del escalón más alto», «el obrero puede estar veinte años en el cargo, mientras que al dirigente lo pueden cambiar de un día para otro». Opinan que los cuentapropistas están optimistas: «Tienen esperanzas de que el negocio va a ser próspero, pero todo depende de los cambios que se hagan». Creen que los obreros son los que se sienten mejor: «El obrero es optimista ante los matices de la sociedad y ante los cambios y transformaciones; ve un futuro mejor a mediano y a largo plazo». Aprecian que los intelectuales se sienten inseguros y pesimistas: «Para ellos, su futuro es totalmente incierto, pues al sacar la cuenta el país no mejora».

Cuentapropistas

Para ellos, el futuro es incierto: «¿Quién sabe cómo será el futuro? Yo no tengo confianza ninguna». «El cubano de por sí es muy inseguro. Tal vez nuestro sistema político cambie ¿y los cuentapropistas qué?». «Estarán estresados, inseguros porque están esperando nuevas medidas; los impuestos pueden aumentar y acabar con los negocios». Según este grupo, el futuro de los obreros también es incierto: «Les pueden reducir las plantillas en sus centros laborales, ¿y a dónde van? Tampoco hay seguridad, ni estabilidad, ni futuro».

Respecto a los dirigentes, piensan que «las empresas pueden cerrar, por lo que no hay seguridad, Y no es mucho lo que se puede hacer al respecto; hay que esperar los cambios de los niveles más altos».

Según esta visión, los intelectuales están más seguros: «Son los más estables y menos afectados, ya que siempre van a existir la pintura y la música». «Se deben sentir seguros y relajados, Están para su lectura, su música».

Para los cuentapropistas, el futuro de intelectuales y dirigentes es más optimista: los primeros, más relajados; los segundos, con poder. Opinan que obreros y cuentapropistas nunca llegarán a lugares cimeros, y que su actitud es más expectante y resignada.

Obreros

La posibilidad de estar mejor se relaciona con un cambio de grupo social: «Podemos subir, estudiar y llegar a ser dirigentes». Para ellos, los dirigentes están inseguros, «pues puede ser que los boten». Los cuentapropistas tienen un futuro próspero, pues «irán subiendo económicamente». Los intelectuales pueden moverse hacia una mejor posición, fuera de su grupo: «Pueden llegar a ser dirigentes».

Intelectuales

Subrayan la incertidumbre, lo dinámico de los procesos en función del contexto: «La confianza no la puede tener nadie porque cada día las cosas cambian». Piensan que ellos estarán más o menos iguales: «Las cosas se mueven lentamente, nada de grandes cambios ni sorpresas». Opinan que los dirigentes están inseguros, pues «pueden ser tronados». Los obreros también deben permanecer en situación relativamente igual: «Para mejor mejor, no irá nadie, Lo peor será perder el trabajo». En cuanto a los cuentapropistas, tampoco gozan de un pronóstico seguro: «Pueden ascender o quebrar».

Imágenes sobre la sociedad: problemas para las relaciones intergrupales

La percepción de mejores o peores relaciones intergrupales se relaciona con el grupo de pertenencia. En cuanto a la selección de grupos afines, en todos se presentó la tendencia a seleccionar el propio, especialmente entre los obreros (31,7%). Este grupo, a su vez, es el más seleccionado de todos, en términos de mejores relaciones; el menos preferido es el de los dirigentes. Estos, por su parte, son quienes más seleccionan al grupo de los intelectuales (38,6%) y menos al de los cuentapropistas (6,8%).

A nivel intragrupal, algunas variables particulares heterogeneizan las respuestas. En el grupo de dirigentes, esta variable es el color de la piel:

• Los dirigentes blancos son quienes más seleccionan a su endogrupo (24,4%); no seleccionan en ningún caso a los cuentapropistas.

• La mitad de los dirigentes mestizos selecciona a los obreros (50%), y en una medida considerable a cuentapropistas (21,4%) e intelectuales (14,3%).

• Los dirigentes negros son los que más seleccionan a los obreros (66,7%).

• En el grupo de obreros, esta variable es la territorial (residencia en la capital):

• Los obreros de Santiago de Cuba seleccionan a los dirigentes e intelectuales como grupos con los cuales sostienen buenas relaciones (29,2%), mientras los de La Habana lo hacen solo 6,9% y 17,2% respectivamente.

• Ningún obrero santiaguero seleccionó a los cuentapropistas, mientras sí lo hizo 25,9% de los de La Habana. En el grupo de intelectuales, las variables son la territorial (capital de provincia) y el grupo etáreo:

• Los intelectuales de Santiago de Cuba seleccionan más los grupos de campesinos (27,5%) y cuentapropistas (17,5%), en comparación con los capitalinos, entre quienes lo hacen solo 10,1% y 9,2% respectivamente.

• Los de La Habana son los que más seleccionan a su propio grupo (26,1%) en comparación con los de Santiago de Cuba (7,5%).

• Los jóvenes intelectuales son los que más seleccionan a los cuentapropistas (19,6%) y a los propios intelectuales (26,1%), y los que menos seleccionan a los obreros (30,4%).

• Son los adultos medios quienes más seleccionan a los obreros (48,9%). Los mayores son los que más prefieren a los dirigentes (27,3%).

Las relaciones menos preferidas se focalizan en el grupo de dirigentes, sobre todo por parte de cuentapropistas (80,4%) y obreros (76,4%), A su vez, los dirigentes afirman no preferir a los cuentapropistas (33,3%), a su propio grupo (28,9%) y a los intelectuales (20%).

Las respuestas de obreros e intelectuales se diferencian en torno a la variable capital de provincia:

• Los obreros de La Habana caracterizan de peores relaciones las que tienen con los dirigentes (82%), contra 63,6% de parte de los obreros de Santiago de Cuba. Los de Santiago de Cuba seleccionan mucho más a cuentapropistas (18,2%) y a los propios obreros (13,6%), contra 2% y 0% respectivamente los de La Habana.

• Los intelectuales capitalinos seleccionan más a los dirigentes (67,4%) y campesinos (13,9%) como sus peores relaciones, mientras los de Santiago de Cuba lo hacen 47,1% y 2,9% respectivamente. Los de Santiago de Cuba seleccionan a los cuentapropistas en 26,5%, contra solo 12,6%, de La Habana.

• La selección de los propios intelectuales como grupo de peores relaciones la realizan más los de Santiago de Cuba (20,6%), contra solo 2,1% por parte de los habaneros. Estas interrelaciones hacia dentro y hacia afuera también se estudiaron mediante grupos de discusión, y se constataron resultados que aportaron matices interesantes.

Todos los grupos tienden a ubicar sus relaciones consigo mismos. Esto significa que sus redes informales suelen ser de personas de su mismo grupo socio-ocupacional, y más o menos el mismo estatus; aunque también puedan establecer relaciones con otros grupos en el centro de trabajo o como parte necesaria de sus relaciones sociales. Por ejemplo, recurren al cuentapropista si hace falta hacer un arreglo en casa o una compra; el cuentapropista ofrece cena gratis a un médico, pero le pide de favor que le consiga un turno para una radiografía o una resonancia magnética, etc., lo que da lugar a relaciones intergrupales de carácter utilitario. A reserva de esta dinámica, existen percepciones de mayor o menor cercanía entre los grupos, que se resumen a continuación.

Los dirigentes establecen díadas de obreros-cuentapropistas y dirigentes-intelectuales: «El cuentapropista es un obrero que está laborando por su dinero y el obrero también está trabajando todo el día, pero sin ganancias». «Los intelectuales pueden mezclarse con los dirigentes, ya que un intelectual puede tener la capacidad de dirigir». Sin embargo, establecen otros matices respecto a intelectuales, obreros y cuentapropistas.

Consideran difícil interactuar con los intelectuales pues «son personas extremadamente inteligentes que siempre quieren lo mejor, pero se ven mejor que los demás y solo piensan en sí mismos, aunque hay que reconocer que tienen un nivel de comunicación excelente».

Desde el punto de vista de los dirigentes, el cuentapropista «solo se preocupa por el inspector, por él y su economía»; mientras el obrero «está más pendiente del dirigente, porque tiene el tiempo más controlado que el resto de los grupos».

Finalmente, piensan de sí mismos que «se preocupa por todos, pues es el que más pendiente está sobre los problemas personales de los demás». Declaran que «en definitiva, todos dependemos y necesitamos de todos, pues no se considera una empresa sin dirigente ni una sociedad sin intelectual».

Por su parte, los cuentapropistas se perciben cercanos a los obreros y establecen otro dúo dirigentes-intelectuales. Argumentan su relación con los primeros sobre la base del contenido del trabajo, «más duro, operativo, sacrificado»; a los segundos, les atribuyen la cualidad compartida «de pensar». A partir de esta misma lógica, plantean una cierta interdependencia y modos comportamentales diferentes: los primeros brindan servicios a la sociedad, los segundos «están en su propia burbuja». Por otra parte, el rol de dirección exige que los dirigentes tengan en cuenta a los obreros y cuentapropistas pues «si en algún momento tienen que reducir las plantillas en su centro de trabajo, ¿a dónde irían esas personas?».

El obrero es el más subordinado de todos, «no tiene tiempo, pues está todo el día trabajando y luchando para mejorar su nivel de vida que es muy rutinario», lo cual provoca que no debe ocuparse de nadie, sino que se ocupan de él. Por su parte, el trabajador por cuenta propia tiene que ocuparse de sí mismo y su negocio; y preocuparse por los obreros, pues estos pueden trabajar para ellos (como albañiles, plomeros, electricistas, etc.). Finalmente, reconocen que los intelectuales se preocupan por la sociedad en general, «aunque desde su propio mundo».

En cuanto a los obreros, estos perciben que están más cerca de los cuentapropistas, pues «hablan el mismo lenguaje», «de igual a igual». Se describe como una relación de ayuda mutua: «Los cuentapropistas a veces necesitan de los obreros»; «el cuentapropista es un obrero, que trabaja en la calle, en lo suyo, no en un centro de trabajo como nosotros».

Su visión de la relación con los dirigentes es conflictiva: «Los dirigentes se dan aires de poder y piensan que se les debe respetar en todo momento, no siempre saben cómo dirigirse hacia otras personas»; «se dirigen a los obreros como si estos no fueran nada, como si fueran inferiores». Aunque se reconoce que «hay quienes son así y otros que no»; «en el caso de los buenos dirigentes, hay una relación de respeto, ya que el dirigente sabe guiar pero sin llegar a imponer y escuchando los criterios de las demás personas que trabajan con él». Además se reconoce su función: «Los dirigentes tienen que mantener una distancia, porque es su trabajo, su deber, tienen una ética». Y concluyen: «El dirigente necesita del obrero, porque si el obrero no trabaja, qué papel juega el dirigente».

Su visión de los intelectuales es ambivalente, aunque predomina cierta índole conflictiva: «No son útiles a la sociedad, viven en un mundo aparte, diferente al de los propios obreros»; «son orgullosos, engreídos, no se relacionan»; «no es que los intelectuales sean malos, sino que son distintos […] Son buenas personas, lo que les gusta estar en su mundo […] Pero si tienen que brindarte la mano te la brindan, todos nos llevamos bien, pero cada cual en su mundo». Una de las representaciones ofrecidas por los obreros se titulaba «En la unidad está la fuerza» y argumentaban que todos necesitaban de todos.

En cuanto a los intelectuales, estos son los que más insisten en las estrategias individuales e intragrupales de sobrevivencia: «Vivimos en un naufragio, y nadie cuida a nadie», aunque las estrategias descritas para cada grupo son diferentes.

«El intelectual trata malamente con su trabajo de tener un plato de comida en la mesa. El que estudia lo hace porque le gusta, pero sabe que no va a vivir de su profesión». Mientras tanto, «el obrero está tratando de ver cómo roba o cómo consigue un trabajo que le sirva para subsistir» y «el cuentapropista cuida de ver cómo se salva de los inspectores».

Algunos comentarios finales

En general, aun cuando los diferentes grupos tiendan a una discriminación endogrupal positiva, existe relación entre la percepción endogrupal y exogrupal. Como se puede observar, entre los grupos examinados hay muchos puntos en común. Resulta significativa la alteridad en la asignación de atributos que posteriormente el individuo y los grupos asumen.

En este sentido, el grupo en proceso más claro de reestructuración identitaria es el de los cuentapropistas. Los sujetos experimentan ambigüedad individual y ambivalencia exogrupal, resultado de la motivación de pertenencia al grupo. Se trata de un proceso interactivo.

El grupo en el que la imagen exogrupal resulta más interesante, y en ocasiones negativa, es el de los obreros. Se suelen identificar como «el alma de dios entre las categorías ocupacionales». Al mismo tiempo, nadie quiere convertirse en obrero. Si bien esto no se da de modo explícito en el discurso, la carencia de atributos para calificarlos o la índole de los que se usan, descubren el proceso de discriminación negativa. Esta imagen es también introyectada por los obreros y se traduce en cierta posición de reactividad y dilución de responsabilidad social.

El grupo de los dirigentes es el más estigmatizado. La discriminación negativa se establece desde el reconocimiento de una posición de superioridad y poder, de la que supuestamente abusan. De la misma manera, según se puede constatar en las entrevistas, los resultados de las percepciones de los dirigentes son las más alejadas del resto de los exogrupos, tanto en la comparación endo-exo, como en percepciones generales hacia los distintos temas.

Tanto desde el endogrupo como el exogrupo, se perciben en situación de inestabilidad, determinada por un factor externo, que le otorga o lo priva del estatus. Es uno de los grupos que se considera en mayor proceso de cambio, atendiendo a las transformaciones políticas en curso. Esta percepción conlleva una reacción de resistencia, no fomentar el diálogo con los demás, sino postular una homogeneidad; los exogrupos perciben estos rasgos como rigidez, apego al puesto y falta de honestidad y libertad de expresión.

En el grupo de los intelectuales se deposita la mayor estabilidad y también las posibilidades de entender el país, pero no de hacer por él.

En todos los grupos se destaca la pobreza motivacional, en especial en las expectativas sobre el futuro. Colocan la responsabilidad de la transformación del país en el gobierno o en los dirigentes. Estos, a su vez, hablan del Estado y el gobierno, o de las medidas por implementar, como si no fueran ellos quienes tomaran las decisiones -cuestión que obviamente se refuerza mientras más bajo es su nivel de dirección. Se impone la lógica del tener, especialmente en cuentapropistas y obreros; en los primeros las necesidades están motivadas más bien por el deseo; en los segundos, por la carencia. Intelectuales y dirigentes son quienes refieren expectativas más sociales.

Las imágenes ofrecidas revelan la heterogeneidad de la estructura social cubana y la desigualdad, expresada en la visión de «ganadores» y «perdedores». Los estratos representados se erigen como una estructura de oportunidades y de jerarquización social, que se explicita en la satisfacción con la vida cotidiana y en la percepción de prestigio social. La noción de estrato asociada al capital económico constituye un elemento homogenizador intergrupal. Encontramos en un mismo lugar a cuentapropistas arrendatarios, dueños de paladares y boteros que coinciden con obreros de empresas mixtas, intelectuales, artistas y dirigentes de alto nivel; así como, en el otro extremo, vendedores ambulantes y de discos con obreros y profesionales que trabajan para el sector estatal, dirigentes de bajo nivel y que no reciben remesas.

Esta representación, unida a la visión de futuro cercano respecto al desarrollo de cada uno de los grupos, da cuenta tanto de la flexibilidad y dinamismo de la estructura social, como de su rigidez y estaticidad.

El futuro se caracteriza por la incertidumbre. La desconfianza ante los cambios actuales se presenta en los diversos grupos. La dinámica actual moviliza estrategias de sobrevivencia individual, que no solo no potencian las estrategias colectivas sino que tienden al enclaustramiento en redes individuales y grupales. Se consensuan tanto el número como la naturaleza de los problemas que asedian al país, aunque su explicación varía cualitativamente entre los grupos. El acento en lo económico, incluso en lo referido a acciones y obstáculos, se conecta con los énfasis tecnocráticos característicos de los lineamientos de la política económica y social, criticados por los científicos sociales. Al realizar una lectura de las acciones propuestas,5 se puede constatar que algunas se han implementado en los últimos meses; no obstante, se mantienen las insatisfacciones y demandas urgentes planteadas.6

Tomando como punto de referencia los hallazgos investigativos de la última década, se revelan continuidades y emergencias en el contenido de las dinámicas subjetivas intergrupales. Estas parecen confirmar la visión de que el principal objeto del cambio es la mentalidad, que resulta «la barrera sicológica más difícil de superar».7

Notas

1. Esta investigación se desarrolló en 2010-2011, como Tesis doctoral de la autora, y se aplicó en La Habana y Santiago de Cuba, siguiendo un diseño mixto de investigación y utilizando diversos instrumentos y técnicas (cuestionario, escala likert, diferencial semántico, escalera de la vida cotidiana, dibujos, role playing y construcción de estatuas humanas). Involucró a 506 sujetos (dirigentes, cuentapropistas, obreros y profesionales de diversos sectores), cuya elección se correspondió con una muestra no probabilística, por cuotas, buscando la proporción de ciertas variables demográficas en la población, y siguiendo los criterios sobre estructura socio-ocupacional cubana establecidos por el equipo del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). Véase Mayra Espina, Desarrollo, desigualdad y políticas sociales. Acercamiento desde una perspectiva compleja, Publicaciones Acuario, La Habana, 2010.

2. Dirigentes (72%), obreros (70,3%), intelectuales (63,8%), cuentapropistas (59,4%).

3. Dirigentes (70,4%); cuentapropistas (67%), obreros (64,1 %), intelectuales (63,9%).

4. Dirigentes (62%), cuentapropistas (59,7%), obreros (18,9%), intelectuales (56,9%).

5. Debe recordarse que el cuestionario fue aplicado entre el segundo semestre de 2010 y el primero de 2011.

6. Esta afirmación se realiza a partir de los grupos cualitativos, que se estuvieron realizando hasta diciembre de 2011.

7. Raúl Castro Ruz, «Discurso en la clausura del VI Congreso del PCC», La Habana, 19 de abril de 2011, disponible en www.cuba.cu.

Fuente: http://www.temas.cult.cu/articulo.php?titulo=Grupos%20e%20identidades%20en%20la%20estructura%20social%20cubana&autor=Daybel%20Pa%F1ellas%20&datos=Psic%F3loga%20y%20profesora.%20Universidad%20de%20La%20Habana.&numero=71%20julio-septiembre%20de%202012&link=revistas/71/074-083_Daybel.pdf&num=71&name=Desarrollo%20social