«Estoy cansado de oir los mismos eslóganes», señala Mohamed Qeissi. A escasas horas de las elecciones legislativas, muchos jordanos hartos de oir promesas vacías de reformas y mejores condiciones de vida, piensan boicotear los comicios. Son los que han nutrido en los dos últimos años las manifestaciones que, al calor de la Primavera Árabe, reclaman […]
«Estoy cansado de oir los mismos eslóganes», señala Mohamed Qeissi. A escasas horas de las elecciones legislativas, muchos jordanos hartos de oir promesas vacías de reformas y mejores condiciones de vida, piensan boicotear los comicios.
Son los que han nutrido en los dos últimos años las manifestaciones que, al calor de la Primavera Árabe, reclaman reformas económicas y políticas profundas, la creación de empleo y la lucha contra la pobreza y la rampante corrupción.
«Una vez elegidos, los candidatos no cumplen nunca sus promesas. Cambian sus números de teléfono y se vuelven inaccesibles», señala Qeissi, sentado delante de su tienda en Zarqa, un bastión islamista a 23 kilómetros al nordeste de la capital, Amman. «Creo que no voy a ir a votar».
«Nos lanzan promesas de todo tipo para ganar nuestros votos. En cada elección, esperamos que cambie algo, pero es en vano», coincide Yasmine Ghanem, una funcionaria de 25 años de Zarqa.
Zarqa, una ciudad industrial de más de un millón de habitantes y bastión del islamismo, sufre sobrepoblación, falta de infraestructuras y problemas de agua. «El favoritismo, el nepotismo y el tribalismo son la regla. No estoy segura de poder votar», insiste esta joven que viste pantalones vaqueros pero utiliza velo.
Los Hermanos Musulmanes y otros grupos como el Frente Nacional para la Reforma, del ex primer ministro Ahmad Obeidat, han anunciado el boicot.
Los candidatos se afanan en servir comida a los que se acercan a las carpas electorales en Amman y Salt, al noroeste de la capital. Pero no convencen. «Debemos desembarazarnos del tribalismo y del racismo antes que ir a votar», insiste Messef Abbadi, miembro de una tribu jordana.
«No votaré. No confío en ellos», coincide Read Awad, carpintero de Wehdat, uno de los mayores campos de refugiados palestinos en Jordania.
Fuente original: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130122/383969/es/El-escepticismo-falta-reformas-anima-boicot-Jordania