Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
El 21 de noviembre pasado se anunció un alto el fuego que puso fin a ocho días de horrendo derramamiento de sangre en Gaza. ¿Ha superado esa frágil tregua los más de dos meses transcurridos? Depende de cómo lo consideren Vds. Israelíes o gazatíes han seguido con su vida de cada día a ambos lados de la valla fronteriza.
No ha habido ni una sola información que exponga que desde Gaza se ha lanzado un solo cohete a partir del 21 de noviembre. En cambio, cuatro palestinos han perdido la vida y más de 80 han resultado heridos desde entonces por las fuerzas israelíes. Y, sin embargo, todas estas violaciones han recibido muy escasa o ninguna cobertura por parte de los medios de comunicación dominantes. Los civiles palestinos, cuyo único delito es vivir en las zonas fronterizas, viven cada día aterrorizados a causa de la presencia y acciones del ejército israelí. Eso es lo que ha significado para ellos la vida diaria bajo el alto el fuego.
Beit Lahiya, situado al norte de la Franja de Gaza, es uno de esos lugares. Hace una semana fue testigo del brutal asesinato de un joven de 20 años, Mustafa Abu Jarad. Hoy ha tenido que sufrir una nueva violación israelí. Abdullah Marouf, de 18 años, se encontraba al oeste de Beit Lahiya, cerca de la costa, cuando el ejército israelí le disparó en la pierna derecha, fracturándole tanto la tibia como el peroné.
A las nueve de la mañana del 21 de enero, Abdullah se hallaba en un área situada a unos 250 metros de distancia de la valla fronteriza atrapando pájaros con sus dos hermanos. Un grupo de cinco o seis palestinos, a los que ellos no conocían, se encontraban también en las proximidades, aunque más cerca de la valla que ellos. Abdullah tenía la impresión de no estar corriendo peligro, sin embargo, percibió la presencia de un soldado israelí en una de las torres de vigilancia sobre la frontera y varios otros sobre el terreno. Los soldados empezaron a disparar con fuego real hacia ellos y Abdullah resultó herido.
Dos campesinos de la zona le llevaron al hospital Kamal Adwan, donde los cirujanos le colocaron una serie de clavos percutáneos en la pierna alcanzada por una bala, que presentaba una herida de salida mucho mayor. Necesitará de la consiguiente cirugía dentro de dos meses para poder ajustarle los clavos internos. Se cree que tendrán que pasar al menos doce meses para que pueda recuperarse.
Abdullah, que está comprometido para contraer matrimonio, ha estado trabajando con sus dos hermanos en la recogida de chatarra. Ahora tendrán que mantener sin su ayuda a una familia de nueve miembros. No debe sorprendernos que haya manifestado no confiar en el acuerdo de alto el fuego.
Por todos estos hechos y algunos más, sólo cabe esperar que la resistencia palestina pierda la fe y esté perdiendo velozmente también la paciencia. Si se provoca una respuesta, parecerá que se produce en el vacío -a pesar de no ser ni de lejos así- a causa del vergonzoso silencio mantenido por la comunidad internacional ante todas y cada una de las atrocidades israelíes en curso. Por esta razón, la gente de conciencia de todo el mundo debe alzar su voz ante esta injusticia e impedir una nueva escalada de los ataques de Israel contra Gaza.
Fuente: http://palsolidarity.org/2013/01/the-broken-truce/