Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Amira Hass es periodista del diario israelí Haaretz. Informa sobre los asuntos palestinos en los territorios ocupados y, con los años, ha llegado a comprender la difícil situación de los palestinos desde su propio punto de vista. El 3 de abril 2013 Hass escribió un artículo de opinión para el periódico titulado » La sintaxis interna del lanzamiento de piedras palestino en el que escribió:
Tendría sentido que las escuelas palestinas introdujeran clases básicas de resistencia: cómo construir múltiples aldeas «torre y empalizada…» cómo comportarse cuando las tropas del ejército entran en vuestras casas… cómo usar una cámara de video para documentar la violencia de los representantes del régimen… cómo identificar a los soldados que lo han arrojado esposado en el suelo de un jeep, con el fin de presentar una queja.
Hass ha estado escribiendo de esta manera desde 1991. Ella y Gideon Levy, otro reportero de Haartez, se encuentran entre el número muy reducido de periodistas israelíes que dicen la verdad acerca de la ocupación israelí. Y hasta donde yo sé son los únicos a quienes se traduce regularmente al inglés.
En este artículo de opinión en particular, Amira Hass pasa a contextualizar la mayor práctica de resistencia de la juventud palestina, el lanzamiento de piedras.
Lanzar piedras es el derecho y el deber de toda persona sometida a la dominación extranjera. Lanzar piedras es una acción, así como una metáfora de la resistencia. La persecución de los que arrojan piedras, incluyendo a niños de 8 años, es una parte inseparable -aunque no siempre se aclara- de la labor del gobernante extranjero, sin dejar de recurrir a los disparos, la tortura, el robo de tierras, las restricciones a la circulación y la distribución desigual de las fuentes de agua.
La violencia de los soldados de 19 años, sus comandantes de 45 años y los burócratas, juristas y abogados está dictada por la realidad. Su trabajo consiste en proteger los frutos de la violencia que instala la ocupación extranjera, el robo de los recursos, beneficios, poder y privilegios.
Por último, Hass se pregunta por qué esta instrucción de la resistencia está ausente y responde que se debe a que la Autoridad Nacional Palestina ha decidido «adaptarse a la situación actual». Esto pone a la Autoridad Nacional Palestina en una posición de temor tanto frente a la resistencia verdaderamente eficaz como frente a los ocupantes israelíes.
La reacción al reclamo
El relato de la verdad contado por Hass precipitó una oleada de protestas entre los nacionalistas y expansionistas israelíes. Mensajes cargados de odio entraron a raudales tanto para Amira Hass como para su periódico, y también la exigencia de los derechistas y grupos de colonos de que se procese a la periodista por «incitación a la violencia». Una mujer israelí, madre de un niño gravemente herido en un incidente de apedreamiento, acusó a la periodista de alentar a los palestinos a utilizar violencia mortífera en su lucha. «No hay una persona en la tierra que pueda lograr la libertad y la emancipación por medio de un instrumento de muerte», dijo. Por desgracia esta afirmación es históricamente falsa. Sin embargo es cierta en el caso contrario. Es muy raro que un grupo gane su libertad y emancipación si no es con el uso de «instrumentos de muerte.» De hecho la resistencia armada que busca la autodeterminación contra «la dominación colonial y la ocupación extranjera y contra los regímenes racistas» se reconoce legítima en virtud del Primer Adicional del Protocolo de la Convención de Ginebra. El hecho de que Israel, como es lógico, optase por no formar parte del Protocolo, es irrelevante.
Tal vez la objeción más interesante a la posición de Amira Hass se produjo el 4 de abril 2013 por parte de Cellu Rozenberg, historiador y «especialista en seguridad nacional». Se publicó en Haaretz , bajo el título «La Casa de vidrio de Amira Hass«. En esta impugnación, Rozenberg a veces tergiversa a Hass, como cuando asevera que «afirmar de que arrojar piedras es el derecho de todo ser humano… es un despropósito y un error, sobre todo en términos éticos. «Lo que en realidad dijo Hass fue «tirar piedras es el derecho básico y el deber de toda persona sometida a la dominación extranjera».
Pero dejemos a un lado este error y concentrémonos en una afirmación más importante. Rozenberg argumenta:
– Lanzar piedras es un acto potencialmente letal y es inaceptable cuando se utiliza contra la población civil.
– Rozenberg dice que Hass reconoce la legitimidad de esta forma mortal de resistencia tanto en los territorios ocupados como dentro del propio Israel, ya que afirma que los palestinos se enfrentan a una «violencia institucionalizada» (en sus diferentes formas) en ambos terrenos. Según Rozenberg «este es un peligroso cruce de la frontera, ya que implica un repudio de la empresa sionista».
– Rozenberg afirma que el argumento de Hass equivale a afirmar que «el sionismo y la creación del Estado de Israel son un crimen contra los palestinos». Esto alinea a Amira Hass con la posición de Hamás.
En todas estas afirmaciones, Rozenberg tergiversa el objetivo de Hass. Rozenberg no se da por enterado de que Hass pide a los palestinos que hagan una distinción entre ocupantes armados y desarmados. Hass señala en su artículo de opinión que existen limitaciones y «reglas» que hay que aprender en la práctica de la resistencia, «incluyendo los fracasos y las limitaciones en la utilización de armas». Esto, sin duda, la pone en un lugar diferente al de Hamás. Sin embargo, Rosenberg revela una cuestión fundamental cuando se trata de la lucha palestina: ¿Es Israel legítimo o es «un crimen»?
País frente a ideología de Estado
Si Israel es una empresa criminal, entonces no tiene más derecho a existir que cualquier otra organización delictiva. Sin embargo hay que señalar que Rozenberg, siendo un buen sionista, equipara dos cosas diferentes: el país de Israel y la filosofía del Estado sionista y el mecanismo que funciona en ese país. ¿Debemos verlos como la misma cosa? Si resulta que se pueden separar, entonces, ¿podemos aplicar la carga de la criminalidad a uno de ellos y no al otro?
Los sionistas insisten tenazmente en que el país de Israel nació de la visión sionista y por lo tanto es inseparable de la ideología. Pero esta no es la manera en que se procesa la historia. Sudáfrica nació de una visión racista europea y durante mucho tiempo se identificó como una manifestación de apartheid. Sin embargo resultó una situación transitoria y desde 1994 el país de Sudáfrica se transformó en un modelo muy diferente. El país de Rusia se fundó como la expresión de una ideología en el siglo XV, se transformó en un estado diferente en 1917 y luego, más recientemente, en 1991. Si la historia de los Estados-naciones demuestra algo, es que las ideologías estatales son mucho menos permanentes que los países con los que inicialmente se identificaba.
Así, ¿que tenemos que decir sobre el país de Israel? Un buen argumento es que el país, que ahora es un miembro reconocido de la matriz moderna de las naciones, tiene derecho a existir. Sin embargo, al mismo tiempo, se puede afirmar que sus aparatos estatales racistas actuales que practican la limpieza étnica y la discriminación institucionalizada, así como la ideología sionista que justifica tales prácticas, son cada vez más inaceptables en el mundo moderno y por lo tanto no puede reclamar ningún derecho inherente a existir.
La visión del país de Israel con una forma diferente de gobierno, una que propugne los derechos igualitarios de todos sus ciudadanos, es muy sensata. Es un objetivo que se persigue en muchos aspectos (por ejemplo, el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones) y que, con el andar del tiempo, tiene una oportunidad razonable de éxito. Y, como este escritor entiende claramente, el criterio de una forma aceptable de gobierno debe de ser la de los derechos universales. No hace ninguna diferencia de cuál es el grupo marginado, los no judíos en Israel, los sunitas y chiítas en Irán, los sunitas en Arabia Saudita, los chiitas en Bahrein, los tamiles en Sri Lanka, los musulmanes en Myanmar, los nativos americanos en los EE.UU., etc. (la lista es larga y deprimente). Hay que presionar a todos los gobiernos para que se reformen en el sentido de la igualdad democrática.
Uno podría descartar este idealismo por considerarse ingenuo, pero el caso de Sudáfrica sugiere lo contrario. Y uno se pregunta, ¿cuáles son las alternativas de los activistas que sostienen este punto de vista? ¿Vamos a retroceder en la aceptación pasiva de criminalidad del mundo? ¿Vamos a enterrar nuestras cabezas en la arena del localismo y la quietud? ¿Vamos a unirnos a los explotadores y opresores y cosechar los beneficios materiales de esa actitud? Hay muchas opciones. ¿Por qué no seguir el ejemplo de Amira Hass y elegir que podemos hacer un mundo mejor?
Lawrence Davidson es profesor de historia en la Universidad de West Chester, en West Chester PA.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/04/15/in-defense-of-amira-hass/
rCR