A las 11.00 de la mañana, cinco cocineros voluntarios pelaban patatas en una cocina que hace justo un mes estaba abandonada. Por no quedar no quedaban ya ni ollas donde antes estaban los fogones del antiguo grupo escolar Rey Heredia, el colegio ocupado el pasado 4 de octubre por la autodenominada Acampada Dignidad de Córdoba. […]
A las 11.00 de la mañana, cinco cocineros voluntarios pelaban patatas en una cocina que hace justo un mes estaba abandonada. Por no quedar no quedaban ya ni ollas donde antes estaban los fogones del antiguo grupo escolar Rey Heredia, el colegio ocupado el pasado 4 de octubre por la autodenominada Acampada Dignidad de Córdoba. Hoy, a partir de las 13.30, esos mismos cocineros voluntarios repartían la comida que habían cocinado entre medio centenar de personas sin recursos del barrio del Sector Sur de Córdoba, uno de los más castigados por la situación económica.
En un mes de ocupación, lo que sus responsables han dejado de llamar Acampada Dignidad o antiguo grupo escolar Rey Heredia han pasado a denominarlo como Centro Social Rey Heredia, y han cumplido con el objetivo más ambicioso de todos los que se plantearon: crear una cocina social y que encima funcione. Y funciona tanto que en el primer día de estreno han visto desbordadas sus previsiones y cómo al antiguo comedor escolar han llegado más personas de las que calculaban.
El funcionamiento de esta cocina social es muy complejo. Necesita de voluntarios, pero también de alimentos. Las provisiones llegan en una inusitada corriente de solidaridad de los pequeños comercios del barrio del Sector Sur, la mayoría localizados en el mercado de abastos de la Plaza del Mediodía. Cada día, los comerciantes en vez de devolver alimentos o directamente tirarlos cuando están perfectos para ser consumidos entregan los víveres a voluntarios del Centro Social Rey Heredia.
Estos voluntarios, en la mayoría de las ocasiones, están conformados por los propios comensales. De hecho, el objetivo es que el comedor social sea autogestionado y que cada uno de los que allí reciben alimento pueda hacer algo por el resto. De esta manera, unos acuden a por la comida, otros la cocinan, otros la reparten, otros friegan las dependencias y otros se dedican a otras labores del Centro Social Rey Heredia, como organizar las actividades, encargarse de labores de pintura, albañilería o, en un futuro, acudir al huerto que tienen previsto ocupar y cultivar. También está previsto que aquellas personas «a las que le da vergüenza pedir comida» puedan acudir, sin que nadie les vea, y llevarse sus alimentos a casa, según explica uno de los portavoces de la Acampada Dignidad, Rafael Juan, que también pertenece al Frente Cívico de Julio Anguita, muy activo en la ocupación.
Desde este lunes, el comedor social abre sus puertas entre las 13.30 y las 15.00. Entre sus condiciones está que antes de las 15.30 debe quedar limpio. También que los comensales se organicen en grupos de trabajo. Cada miércoles a las 19.00 tienen una reunión de coordinación. Los activistas han sido capaces de montar la cocina social gracias a que el antiguo colegio Rey Heredia aún tiene suministro de electricidad, aunque el Ayuntamiento ya ha dado la orden de cortar la luz como ya hizo con el agua potable (aunque de momento, y en cadenas humanas, los voluntarios se organizan para traer el agua desde una fuente cercana). Por eso, porque ya han puesto en marcha una cocina que da de comer a medio centenar de personas los activistas esperan que no les corten la luz y que les dejen seguir usando el agua potable de la fuente, explica Rafael Juan. «El desalojo sería algo muy difícil de explicar a la sociedad cordobesa», insiste.
EL HUERTO
La ocupación del huerto es el siguiente paso que pretende la Acampada Dignidad para que el círculo de la autogestión que buscan sea perfecto. Los activistas ya han localizado varios suelos actualmente abandonados e incluso han hablado con sus propietarios, que se muestran colaboradores (alguno hasta les plantea la posibilidad de habilitar un sistema de riego). Estos terrenos estarían cerca del río Guadalquivir, también en la zona Sur de la ciudad.
Mientras, ya se han puesto en marcha otras dos de las tres prioridades de la Acampada Dignidad (la tercera era la cocina) desde el 4 de octubre. En Rey Heredia se dan clases de apoyo gratuitas para los hijos de padres sin recursos y se ha habilitado también un equipo de profesores voluntarios que también enseña a adultos. De hecho, actualmente se han ofrecido unos 25 profesores, también para dar clases de inglés y hasta de alemán.
El segundo de los objetivos es que los colectivos y asociaciones del Sector Sur ya tienen un lugar donde reunirse. Así, desde la Asamblea contra el Paro hasta colectivos ecologistas o asociaciones de padres que llevan todos los viernes a sus hijos al patio de Rey Heredia a jugar. Este mismo sábado por la mañana está prevista una gran reunión con todos los colectivos del Sector Sur para reactivar aún más Rey Heredia como punto de encuentro.
«Esto por las tardes es un hervidero», señala Rafael Juan, que muestra, una por una, las estancias del antiguo colegio, pintadas, con muebles nuevos, repletas de juguetes, de libros, de material escolar y didáctico. Antes, ha enseñado cómo estaba el colegio el mismo día en que lo ocuparon. Nada que ver. El patio, repleto de botellas y colmado de jaramagos. Las paredes, amenazando ruina con humedades. Juguetes de los niños del último curso escolar, el de 2010-2011, tirados en el suelo. Hoy, un mes después, Rey Heredia vuelve a tener vida.