Puede parecer increíble pero es cierto. Admitámoslo: hemos sido y seguimos siendo ingenuos, candorosos incluso, creyendo, presuponiendo, postulando, algún átomo de responsabilidad o humanismo demediado en el capitalismo realmente existente. Tokyo Electric Power, la empresa propietaria, el operador, como se suele afirmar ahora, de la accidentada planta nuclear de Fukushima, allí precisamente donde la Humanidad […]
Puede parecer increíble pero es cierto. Admitámoslo: hemos sido y seguimos siendo ingenuos, candorosos incluso, creyendo, presuponiendo, postulando, algún átomo de responsabilidad o humanismo demediado en el capitalismo realmente existente.
Tokyo Electric Power, la empresa propietaria, el operador, como se suele afirmar ahora, de la accidentada planta nuclear de Fukushima, allí precisamente donde la Humanidad ha estado y sigue estando al borde del abismo, propondrá en los próximos meses reiniciar «otra de sus plantas atómicas en julio dentro de un nuevo plan de negocios que se dará a conocer en diciembre» [1].
Es una información aparecida el pasado miércoles 6 de noviembre en el diario nipón Yomiuri.
El cierre, en principio indefinido de Kashiwazaki Kariwa, la mayor planta nuclear del mundo-mundial, ha supuesto a la corporación altos costes en combustibles fósiles al mismo tiempo que comete error tras error y tiene grandes dificultades para controlar la situación en Fukushima Daiichi con las conocidas fusiones en tres reactores (mil veces ocultadas) y a punto de realizar el traslado de las barras de combustible (más de mil) de la piscina deteriorada ubicada en el techo del reactor 4, una operación de enorme complejidad técnica nunca realizada hasta el momento.
Pero Tepco, como el rayo radiactivo, no cesa y está diseñando un nuevo plan para recuperarse después de unas pérdidas aproximadas de unos 27.000 millones de dólares tras el accidente-hecatombe (¿Cuánto habrá costado, cuánto costará al presupuesto público?) El reinicio del funcionamiento de los reactores de Kashiwazaki, al noroeste de Tokio y actualmente desconectados, es un elemento central del mismo.
El futuro, el futuro vislumbrado por TEPCO, afortunadamente, no está totalmente garantizado, es algo incierto. El Gobierno japonés, más que sumiso hasta el momento a los intereses y objetivos atómicos, ha «amenazado» con dividir la planta, el monstruo atómico inmanejable.
En otro nudo, Tepco esbozará el proyecto a sus acreedores en noviembre de 2013. Quiere conseguir un nuevo préstamo de 3.040 millones de dólares. Nada menos.
El regulador nuclear de Japón, que mantiene cierta independencia y algunas posiciones críticas en estos momentos, ha señalado lo elemental, lo más básico: Tepco necesita priorizar la limpieza y control de Fukushima antes de reiniciar Kashiwazaki. Razonable, sensato, elemental para todos los ciudadanos no cegados del mundo. Incluso para Watson y Holmes.
Un representante de la corporación, acaso para retroceder quince metros por el momento, señaló a la agencia Reuters que TEPCO no ha finalizado aún el plan. Añadió que «la fecha de reinicio sigue siendo incierta por las evaluaciones de seguridad que se están llevando a cabo y por los apoyos de gobiernos locales.»
Esperemos que la prudencia, el principio de precaución y la racionalidad jueguen su papel ante las prioridades siempre insaciables y crematísticas de la corporación energética japonesa, una excelente representación del Capital, y del mal anexo que diría la Bruja Avería.
Nota:
[1] http://es.reuters.com/article/idESMAE9A501520131106
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia).
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