Si el campesinado no aumenta su renta ni siquiera en momentos de alza de precios. ¿Quien se lleva la ganancia de este producto superventas? Pues ya pueden imaginar, cuatro empresas transnacionales que controlan el 40 % del comercio mundial del café y cinco empresas tostadoras y comercializadores que controlan el 50% del mercado global. La […]
Si el campesinado no aumenta su renta ni siquiera en momentos de alza de precios. ¿Quien se lleva la ganancia de este producto superventas? Pues ya pueden imaginar, cuatro empresas transnacionales que controlan el 40 % del comercio mundial del café y cinco empresas tostadoras y comercializadores que controlan el 50% del mercado global.
La OIC (Organización Internacional del Café) con sede en Londres, acaba de informar que el precio medio mensual de su compuesto de café de referencia alcanzó el mes pasado su máximo en dos años, 1,65 dólares (1,19 euros) la libra, un aumento del 20 % respecto a febrero.
Durante este mes de marzo el precio de café está en medio de un festival de volatilidad en los mercados internacionales de materias primas, con oscilaciones de hasta un 10 % en menos de diez días, lo que supone el paraíso para los bancos y fondos que se dedican a la especulación alimentaria.
Esta burbuja de precios esta vez encuentra su explicación en la posible falta de suministro provocado por un descenso de la producción de Brasil, el primer productor del mundo, por la actual sequía. Esto alimenta los contratos de futuro y el negocio bursátil, que nada tiene que ver con la realidad de la producción y consumo. Así la OIC anuncia «La variable más importante en este momento es el tamaño de la cosecha de Brasil para 2014-2015, que empieza en abril de 2014».
Las situaciones de alta volatilidad de precios durante los últimos años son cada vez más recurrentes y en absoluto son coyunturales.
El café es un ejemplo nítido de cómo funciona el actual sistema agroalimentario mundial, así observamos que el 80% del cultivo del café mundial es producido por 25 millones de pequeños agricultores que reciben un precio miserable, condenados a la eterna pobreza, y a sobrevivir con menos de 2$ al día. Por el contrario como decíamos, el precio del café (que se fija en la bolsa de New York y Londres) no ha hecho más que fluctuar los últimos años, batiendo su record histórico el año 2011, no obstante esto no se traslada en un aumento de renta de los pequeños agricultores. En el actual informe la propia OIC señala que si bien los aumentos de precios serán muy importantes y que previsiblemente se acaben trasladando al consumidor, el valor del grano bruto de café está aún muy por debajo de un nivel que garantice al productor la sostenibilidad a largo plazo de este cultivo.
Durante el año 2011 por ejemplo, se produjeron cerca de 8 millones de toneladas de café, de las cuales 6,2 millones fueron exportados, esto implica que los pequeños productores de los países del sur están dedicando las mejores tierras a un producto para exportación que reproduce una pobreza eterna, en lugar de dedicarlo a cultivos destinados a la alimentación y al estímulo de los mercados y economías locales.
Entonces si el campesinado no aumenta su renta ni siquiera en momentos de alza del precios. ¿Quien se lleva la ganancia de este producto superventas? Pues ya pueden imaginar, cuatro empresas transnacionales que controlan el 40 % del comercio mundial del café y cinco empresas tostadoras y comercializadores que controlan el 50% del mercado global.
Pero esto no es todo, en este nuevo orden alimentario, a las transnacionales no les basta con su inmenso poder en la cadena alimentaria, en los últimos años han ido más allá y ahora quieren controlar el último eslabón, la producción: para ello desarrollan estrategias de acaparamiento de tierras en países del sur, expulsado a sangre y fuego a los campesinos y campesinas.
Los estados europeos no pueden seguir ignorando su responsabilidad en este asunto, urge abordar una regulación y control de la actuación de las empresas fuera de las fronteras europeas, así como abordar una regulación estricta que acabe con el fenómeno de la especulación alimentaria que condena al hambre y la miseria a millones de personas en el mundo.
Javier Guzmán. Director de VSF Justicia Alimentaria Global
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