Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
[El pasado mes, el novelista sirio Jaled Jalifa visitó Londres para promocionar su libro «Siria habla», una antología de cuentos, poemas, artículos y arte visual recopilados como respuesta a la represión del régimen sirio contra las voces disidentes desde que se produjo el levantamiento sirio de 2011. Jalifa, uno de los escritores más potentes y destacados de Siria, sigue viviendo en Damasco, a pesar de haber sido atacado y golpeado por los matones del régimen en un funeral celebrado en 2012, a pesar de que sus libros están prohibidos y a pesar de los riesgos tan reales a que se enfrentan las voces disidentes cuando critican al régimen de Asad.
Durante el evento eludió las preguntas sobre su situación personal, explicando que sus problemas no eran diferentes de los de millones de sirios que luchan con los peligros cotidianos de un país devastado por la guerra. Jalifa es tan apasionado orador en directo como narrador en su novela de 2006 «Elogio del odio», finalista del Premio Internacional de Ficción Árabe, y en su obra de 2013 «Sin cuchillos». Los siguientes párrafos se corresponden con la entrevista realizada por Soraya Morayef.]
SM: Al escribir sobre su ciudad natal, Alepo, Vd. ha dicho: «Cuando se destruye un lugar, se destruye también a su gente». ¿Está escribiendo como una forma de preservar sus recuerdos de la ciudad, sus novelas representan una lucha con la realidad?
JJ: No creo que mis novelas sean una forma de represalia, no suelo escribir para vengarme. Escribes sobre esas ciudades porque siempre las llevas contigo. Y al escribir sobre ellas, adoptan formas diferentes. Construyes un lugar a través de tu escritura. Con la destrucción de las ciudades que tanto valoras en tus recuerdos, sientes que un trozo de esa memoria ha quedado también destruido, perdido para siempre, que es muy difícil de recuperar como no sea mediante la escritura. No es una fotografía; utilizas tu memoria y tu mente para crear un nuevo lugar
SM: Algunos de los más grandes escritores árabes han dedicado sus novelas al pasado y a la nostalgia. ¿Por qué piensa que estamos tan vinculados con lo que hemos perdido?
JJ: Porque el presente es demasiado doloroso. Vd. está hablando de la esencia del ser árabe y en la actualidad estamos aún aprendiendo a hablar sin restricciones sobre nosotros mismos.
La segunda razón es que la historia es muy seductora, especialmente los últimos cuarenta o cincuenta años en el Mundo Árabe. Cuando miras hoy hacia el pasado, la imagen se va haciendo más nítida; puedes verla mejor. El pasado seduce al lector y los escritores siempre discuten sobre ese pasado; especialmente sobre los secretos de nuestro pasado.
SM: Como escritor que trabaja y vive en Siria, ¿puede separar lo personal de lo político?
JJ: Vivimos en un país muy complejo, donde es muy difícil evitar la política. No puedes escapar, no puedes decir «No quiero tener nada que ver con la política». Tu vida personal se basa y está conformada por políticas represivas, es algo que no puedes evitar.
Ese es nuestro destino; esa es nuestra situación. No estamos en condiciones de escribir sobre las flores y la naturaleza. Nuestras vidas están plagadas de sangre.
SM: Vd. ha dicho que si dejara de escribir, se moriría.
JJ: Sí, es un sentimiento que tengo. Y prefiero vivir y escribir en Siria. Si me viera obligado a dejarla, sería una decisión muy penosa.
SM: ¿Cómo puede encontrar inspiración en la violencia diaria de Siria?
JJ: En eso consiste mi trabajo. Mis malas costumbres me ayudan a menudo. Yo estaba muy apegado a mis malos hábitos y eso me ha ayudado a superar los peores momentos. Soy capaz de escribir en cualquier parte. Una vez estuve durante seis meses escribiendo -es la primera vez que cuento esta historia- en una parada de autobús cerca de un café de Alepo. Menciono esto en «No hay cuchillos en las cocinas de la ciudad», en la escena en que Rashid se va a una parada de autobús a escribir. En ese momento escribía sobre mí.
SM: Los artistas y los intelectuales se encuentran entre los cientos de miles de víctimas de la represión del régimen, pero su influencia como escritor destacado le ha concedido cierta inmunidad. ¿Se siente alguna vez culpable de sobrevivir?
JJ: No, porque puedo morir en cualquier momento. Cuando vives en una ciudad peligrosa, tan sólo eres uno más. Estás entre la vida y la muerte. Es el precio que tienes que pagar por vivir ahí.
Para mí no es un gran problema, estoy muy feliz de continuar viviendo en mi propio país, en mi propio hogar, rodeado de mis amigos y mi familia.
Como intelectual, no voy a traicionar a mi país y ponerme a correr tan pronto como suenen los primeros disparos. Odio realmente esa actitud a lo largo de la historia, y especialmente durante las revoluciones. Algunos de mis conocidos egipcios hablan actualmente de Egipto con tal condescendencia. Me gustaría decirles que no entienden nada de todo lo que ha sufrido el pueblo egipcio ni las cosas que se han hecho mal para que sean como son en estos momentos. Sólo porque te hayas ido no eres superior a ellos.
Visité El Cairo recientemente y me entristeció ver el estado en que se encuentra esa ciudad; ver cómo el fascismo se ha extendido tanto. Intentamos avisarles. En Siria, del fascismo lo sabemos todo. Pero supongo que es demasiado tarde ya. Aunque una cosa es cierta: las revoluciones no pueden dar marcha atrás. Sea lo que sea lo que suceda, no podemos volver a lo que éramos antes.
SM: ¿Se ha censurado alguna vez a Vd. mismo preocupado por el bienestar de su familia?
JJ: Hay cosas que no hice pero no palabras que no dije. Sí, escribí en Facebook y me levanté contra el régimen, pero hay muchas más cosas que me hubiera gustado hacer. Conozco el régimen, sé que hay límites. Nunca he tenido miedo pero ha habido momentos en que comprendí que había muchas líneas rojas.
Siento que mi escritura es un arma poderosa y nunca tuve miedo porque mi escritura se inclina más hacia el arte que hacia la política directamente. Tu inclinación por el arte te permite adoptar decisiones frías sobre tus personajes e historias en vez de decisiones cargadas de demasiadas emociones. Envidio a la gente que escribe directamente, y al mismo tiempo les tengo lástima, veo gente que ve una revolución y la sigue. Pero eso no es suficiente para escribir una novela. Escribir es una forma de arte astuta y engañosa, y así es como trabajo.
SM: Sus novelas están llenas de personajes femeninos muy potentes. ¿Es una decisión consciente?
JJ: He vivido toda mi vida rodeado de mujeres, de mi familia y de fuera ella. Las únicas relaciones verdaderas que he tenido han sido con mujeres. Siento que todos los personajes femeninos sobre los que he escrito están muy cerca de mí, que los conozco personalmente y, en ocasiones, forman parte de mis sueños.
Soraya Morayef es una escritora y periodista independiente que vive en El Cairo. En su página http://suzeeinthecity.wordpress.com/, podemos encontrar el floreciente escenario de grafitis de la ciudad de El Cairo.
Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/18435/khaled-khalifa_revolutions-cant-be-reversed