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Siria

Damasco quiere beneficiarse de los ataques anti-yihadistas

Fuentes: A l’encontre/La Breche

El cambio de decoración es sorprendente. Hace poco más de un año, como represalia al bombardeo con gas sarín en los suburbios de Damasco, EE UU y Francia se preparaban para atacar al régimen sirio. Bachar Al-Assad, arrinconado, solo se logró recuperar gracias a la iniciativa diplomática, en el último minuto, de su aliado ruso, […]

El cambio de decoración es sorprendente. Hace poco más de un año, como represalia al bombardeo con gas sarín en los suburbios de Damasco, EE UU y Francia se preparaban para atacar al régimen sirio. Bachar Al-Assad, arrinconado, solo se logró recuperar gracias a la iniciativa diplomática, en el último minuto, de su aliado ruso, que implicaba el desmantelamiento de su arsenal químico. Hoy, agotados por tres años y medio de guerra civil, el dictador sirio y sus opositores asisten, casi impotentes, a una intervención americano-francesa -a la que se suman sus aliados árabes- esta vez muy real, dirigida contra su enemigo común, el Estado Islámico (EI).

Aunque sea por una vez, el martes 23 de septiembre los representantes de ambos campos aplaudieron al unísono el inicio de los ataques, cada uno de ellos mostrándose persuadido de que un debilitamiento de los yihadistas le favorecería. Pero esta aprobación de fachada disimula muchas segundas intenciones. La carrera para beneficiarse de la nueva situación inducida por la ofensiva anti-EI está lanzada.

«Algo bueno para la humanidad»

Bachar Al-Assad ha reaccionado mediante un comunicado de la agencia oficial SANA. Sin mencionar específicamente los bombardeos, el presidente sirio ha declarado que apoyaba «cualquier esfuerzo internacional antiterrorista». Durante mucho tiempo complaciente con los yihadistas, cuyo extremismo dañaba la imagen de la revolución, a partir del mes de agosto, cuando se han convertido en los enemigos prioritarios de la comunidad internacional, el régimen de Damasco se ha decidido a combatirles. La guerra contra el EI da un nuevo aliento a su propaganda, que se ha esforzado siempre por pintar a los insurgentes como sanguinarios islamistas.

«Con solo un misil Tomahawk, el ejército americano ha reducido a cenizas el cuartel general de Daesh (acrónimo del Estado Islámico) en Raqqa, que nuestra aviación se empeñaba en destruir desde hacía días», se felicita el redactor jefe de un diario próximo al poder. «Es algo bueno para la humanidad y también para el Estado sirio».

Preocupado por aparecer como un socio de la coalición formada bajo la égida de Washington y romper así el ostracismo de que es objeto en Occidente, el presidente sirio ha confiado a su ministro de Asuntos Exteriores la tarea de afirmar que Siria había sido prevenida de la inminencia de los ataques. Damasco asegura que su representante en las Naciones Unidas, Bachar Jaafari, había sido advertido y que los mensajes de los Estados Unidos le habían sido transmitidos, sirviendo como intermediario el ministro iraquí de Asuntos Exteriores.

Desmentido de Washington

«A nivel político no hay contacto y, por otra parte, el poder sirio no tiene interés en recomponer su relación con Washington, asegura el periodista sirio. Pero a nivel de los servicios de información, hay un trabajo en común real. No nos hablamos pero los agentes de unos y otros se ven». El argumento tiene también por vocación atenuar, ante la base del régimen, la afrenta que constituye la violación del espacio aéreo sirio por la aviación «imperialista» americana. Y justificar que, contrariamente a las amenazas proferidas hace algunas semanas, la defensa antiaérea siria no haya entrado en acción.

Ahora bien, todos esos esfuerzos de oratoria han sido barridos por Washington. «No hemos solicitado permiso al régimen. No hemos coordinado nuestras acciones con el gobierno sirio. No hemos dado notificación por adelantado a los sirios, ni indicaciones sobre el momento de los ataques ni sobre los objetivos específicos» ha dicho Jennifer Psaki, la portavoz del Departamento de Estado. Si el señor Jaafari ha sido contactado, ha precisado la diplomática americana, ha sido para disuadir a Siria de «atacar a un avión americano». «En Estados Unidos nadie tiene la intención de discutir con ese régimen», sostiene un buen conocedor del tema sirio, de vuelta de Washington. «Algunos servicios secretos occidentales se han acercado a sus homólogos sirios estos últimos meses, pero han visto que no servía de nada. No se puede salvar ese régimen, él mismo se destruye haga lo que haga. ¿Cómo podría dar una solución a la radicalización de los sunitas?».

Paradójico juego de espejos

Del lado de la oposición, la clarificación del Departamento de Estado ha sido acogida con alivio. En un paradójico juego de espejos con el régimen, la Coalición Nacional Siria (CNS), escaparate político de la rebelión, se ha felicitado de que la comunidad internacional se haya «sumado al combate contra Daesh». «Es una evolución muy importante, asegura Monzer Akbik, un cuadro de la CNS. El régimen se ha beneficiado mucho tiempo de la presencia de los yihadistas para ensuciar nuestra causa». Sin embargo, sobre el terreno predomina el escepticismo. Uno de los grupos armados más moderados, el movimiento Hazm, a quien los Estados Unidos ha entregado misiles anticarro, ha afirmado que los ataques «dañarían a la revolución siria». En su cuenta de Twitter, ese grupo, afiliado al Ejército Sirio Libre (ESL), sostiene que «el único beneficiario de estas injerencias extranjeras en Siria es el régimen, particularmente en ausencia de una verdadera estrategia para derrocarle».

Los combatientes del ESL, agotados por meses de combates en un doble frente, se inquietan por el impacto sobre la opinión pública siria de los excesos que cometerá, inevitablemente, la aviación americana. Una decena de civiles habrían muerto ya en los bombardeos del martes, así como entre 70 y 120 yihadistas según las fuentes. Los insurrectos también temen que la ampliación del abanico de objetivos a formaciones emparentadas con el EI contribuya a echar a numerosas brigadas en brazos de éste. El martes, los Estados Unidos han bombardeado posiciones de Khorasan, un grupo miembro del frente Al-Nosra, la rama siria de Al Qaeda. «Hay una verdadera paranoia entre los insurrectos, que temen encontrarse en el punto de mira de los Estados Unidos», señala un diplomático occidental que está en contacto con los medios de oposición.

Los dos campos afilan ya sus armas con vistas a una nueva ronda: la recuperación de los territorios controlados por el EI. En previsión de los ataques americanos, los hombres del EI habían dispersado ya sus fuerzas y evacuado sus bases más expuestas. En los próximos días podrían verse obligados a pasar a la clandestinidad y por tanto, abandonar su control sobre el terreno. ¿Sabrá el ESL aprovecharse de esta ocasión para adelantar sus peones? La supervivencia de la revolución depende de ello.

Fuente original: http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur