Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Foto: Varios palestinos se manifiestan en la ciudad de Gaza para exigir protección frente al coronavirus para los presos palestinos en cárceles israelíes, 19 de marzo de 2020 (Ali Jadallah / Anadolu Agency vía Getty Images)
Israel, que sigue controlando las fronteras de Gaza, ha debilitado intencionadamente durante décadas la economía y la salud de la mayor prisión al aire libre del mundo.
Cuando la gente empezó a difundir este post por Facebook sentí un profundo desasosiego: “Querido mundo: ¿Qué tal el confinamiento? Gaza”.
Aunque quienes hicieron circular el mensaje querían provocar simpatía por los casi dos millones de personas palestinas encarceladas, es absurdo intentar comparar el confinamiento que están sufriendo muchas personas en Occidente con los 13 años de bloqueo en Gaza. De heccho, ahora que el coronavirus ha logrado atravesar los checkpoints militares y llegar al enclave costero donde dos personas han dado positivo en las pruebas, es probable que la falacia de esta comparación se vuelva trágicamente evidente. La intensidad de su sufrimiento no se deberá a causas naturales sino a que el asedio militar ha hecho que el pueblo de Gaza esté en una terrible desventaja en los tres ámbitos que se consideran vitales para luchar contra la propagación del virus: los servicios sanitarios, los factores sociales que determinan la salud y el distanciamiento físico.
Los servicios sanitarios
En las últimas semanas ha habido una avalancha de información acerca de la preparación de los sistemas sanitarios y como afecta a las tasas de mortalidad. Con el ejemplo positivo de Corea del Sur, los expertos sugieren que es esencial hacer pruebas de Covid-19 para salvar vidas y comparan los resultados positivos en ese país con lo hecho en Italia y España. Sin embargo, en estos momentos en Gaza hay muy pocos kits para hacer pruebas (unos 200) y según Ghada Majadli de Physicians for Human Rights, Israel, a fecha de 23 de marzo [de 2020] solo se han hecho pruebas a 99 personas.
También sabemos que la gente se está muriendo en muchos países porque los hospitales están desbordados y son incapaces de hacer frente al enorme flujo de nuevos pacientes que necesitan respiradores. Los médicos advierten de que 52 y 40 respiradores por 100.000 personas en Estados Unidos e Israel respectivamente son a todas luces insuficientes. En la Franja de Gaza, en cambio, hay tres respiradores por 100.000 personas, lo que sin lugar a dudas supondrá en una sentencia de muerte para muchas personas.
En términos más generales, Gaza tiene unos 30 hospitales y clínicas importantes que proporcionan una media de 1.3 camas por cada 1.000 personas, mientras que Israel cuenta con más del doble con una media de 3.3 camas por cada 1.000 personas y la Unión Europea, por su parte, cuenta con una media de 5.4 camas por cada 1.000 personas. El contraste con Israel, que ocupa directamente desde hace 40 años Gaza y sigue controlando sus fronteras, no solo es impactante sino que además es una manifestación de lo que la profesora de la Universidad de Harvard Sara Roy ha denominado des-desarrollo: el debilitamiento deliberado de las capacidades económicas y sociales de la población de Gaza
Perjuicios sociales para la salud
Pero un análisis más minucioso de la capacidad médica de una zona para lidiar con el virus nos ofrece una perspectiva muy distorsionada. De hecho, una de las primeras cosas en las que insisto en mi curso “Derechos humanos y salud pública” que imparto en el Programa de Salud Global de la Universidad Reina Mary de Londres es que las condiciones en las que las personas nacen, crecen, viven y trabajan no son menos importantes que la calidad del sistema de atención sanitaria al que tiene acceso.
Por ejemplo, para explicar la diferencia que hay entre la tasa de mortalidad infantil en Gaza de 19.6 muertes por cada 1.000 nacimientos y la de Israel de 2.6 muertes por cada 1.000 nacimientos, o para comprender por qué los israelíes viven una media de 10 años más que sus semejantes en Gaza, tenemos que observar tanto el tipo de servicios sanitarios a los que tiene acceso cada población como los factores que sirven de determinantes sociales de la salud.
El hecho de que la friolera del 53 % de la población [de Gaza] (aproximadamente 1.01 millón de personas, incluidos más de 400.000 niños) gane menos que los 4.60 dólares al día en los que se sitúa el umbral de pobreza contribuye a explicar por qué son más cortas las vidas en Gaza. La pobreza cada vez mayor junto con la inseguridad alimentaria generalizada significan que la mayoría de las personas que viven en Gaza no pueden satisfacer sus necesidades diarias de calorías, además de que más del 90 % del agua de Gaza se ha considerado no apta para el consumo humano.
De modo que mientras que nuestros gobierno insisten en la importancia de lavarse las manos a menudo, a los gazatíes les preocupa tener agua suficiente para beber. El hecho de que en Gaza la mayoría de las personas viva literalmente al día sugiere que el impacto del coronavirus en Gaza será exponencialmente más duro que en muchos otros países.
Sin espacio para hacer cuarentena
La historia de las plagas sugiere que la cuarentena es una de las maneras más eficaces de contener la propagación de una enfermedad. Pero, ¿cómo pueden las 113.990 personas refugiadas que viven en el campo de refugiados de Jabalia, que tiene una extensión de 0.54 millas cuadradas [1,39 kilómetros cuadrados], mantener la distancia física entre sí?
En el campo de refugiados Beach la densidad es todavía peor ya que viven 85.628 personas refugiadas en una extensión de 0.2 millas cuadradas [0,51 kilómetros cuadrados]. El campo Beach solo tiene un centro de salud, que donde primero acuden las personas enfermas, y solo un centro de distribución de alimentos que sirve a toda la población. En otras palabras, dentro de los ocho campos de refugiados que hay en Gaza los sistemas organizados para salvar vidas (la atención sanitaria y el suministro de alimentos) se convertirán sin duda alguna en letales cuellos de botella y caldos de cultivo del virus mortal.
Neve Gordon es autor de Israel’s Occupation (2008) y coautor de The Human Right to Dominate (2015) y Human Shields: A History of People in the Line of Fire (se publicará en 2020).
Fuente: https://www.thenation.com/article/world/coronavirus-gaza-strip-disaster/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.