“A Dios rogando y con el mazo dando” es una expresión que cabe entender en un doble sentido: 1º) queriendo significar que para conseguir algo no basta con rezar o rogar a Dios, sino que hay que trabajar para ello, y 2º) puede referirse a las personas que de cara a los demás se muestran piadosas y religiosas, pero que hipócritamente encubren sus malas acciones o intenciones, o, por decirlo de otra manera, a lo que entendemos por doble moral; no obstante la web diccionarioactual.com habla de otro matiz diciendo que la expresión se emplea “con un sesgo irónico para referirse a las personas que son muy religiosas y sin embargo, no tienen escrúpulos a la hora de agredir a otros para conseguir sus objetivos”. Creo que la homilía del pasado 17 de enero pronunciada por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, puede enmarcarse en este último significado.
“¡Ojo, con tocar los sentimientos religiosos!”, advertíael obispo. Sorpresa, poca, pues Su Eminencia tiene una trayectoria vamos a decir que llamativa, para no topar con el código penal, que es fácil cuando se critica a autoridades, ideas, discursos o prácticas religiosas, pues tanto autoridades como simples fieles se ofenden con mucha facilidad y, a diferencia de los demás, están más que defendidos por el código penal, por la Asociación de Abogados Cristianos, por los jueces y por el sursuncorda. Los demás, nos defendemos de sus ofensas como podemos, que suele ser acudiendo al razonamiento, aunque suelen mostrarse poco permeables al mismo, ya que para eso tienen el blindaje del dogma y conocen la verdad absoluta, a diferencia de los pobres mortales que utilizamos la reflexión y no tenemos conexión directa con ninguna divinidad.
La diatriba, que puede verse aquí (minutos 32-33 aproximadamente) completaba la frase citada anteriormente con “que nadie los toque, o si los toca, que se atenga a las consecuencias”. Vaya… suena a amenaza, Eminencia. Hay que ver cómo rogamos a Dios, pero con el mazo cerca.
En 2018 las principales confesiones religiosas (Federación de Comunidades Judías de España, Conferencia Episcopal Española, Comisión Islámica de España y Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España) se unieron para emitir un comunicado en el que afirmaban que “las ofensas contra los sentimientos religiosos aún gozan en nuestro país de una tolerancia social incomprensible”. ¿Les parece a los representantes de estas confesiones que homosexuales, ateos, agnósticos, científicos, mujeres que deciden abortar, divorciados, padres que deciden que sus hijos no vayan a religión y otros colectivos no pueden ofenderse ante la ristra de ofensas y disparates que se dirigen día sí día no a alguno de ellos? Veamos algunos materiales de la propia cosecha de monseñor Demetrio Fernández, para no ir más lejos:
– La fecundación in vitro, calificada por en 2011 de “aquelarre químico”.
– En 2010 se apoyó en una afirmación atribuida al cardenal Ennio Antonelli: “la Unesco tiene programado para los próximos veinte años que la mitad de la población sea homosexual”. La afirmación es incluso graciosa por lo disparatada.
– Equiparación del aborto con el bárbaro asesinato de los niños Ruth y José (2012). Esta tiene menos gracia.
– Defensa a ultranza del legado franquista (no hace falta especificar año). ¿No ofende los sentimientos democráticos?
– “La ideología de género es una bomba atómica” (2016). Si alguien utilizara esa expresión para calificar a una ideología religiosa, comprobaría la rapidez y eficacia de la justicia española; mientras se refiera a feminismo, socialismo o ateísmo la justicia seguirá descansando plácidamente.
– Crítica de un acto de Estado de homenaje a la víctimas del coronavirus porque no fue un acto católico (2020). ¿Por qué va a tener obligación el Estado de celebrar actos católicos?
Son una pequeña muestra de perlas de este personaje, pero podrían citarse muchas más perlas de él mismo y de otras autoridades religiosas. Con respecto a la última mencionada, hay que recordar que el alcalde de Córdoba Julio Anguita tuvo que recordarle a un anterior obispo de la misma ciudad que él era su alcalde, pero que el obispo no era su autoridad. Ninguna autoridad política tiene por qué celebrar ni acudir a actos religiosos en tanto que representante de todos los ciudadanos y no de una parte; otra cosa es si lo hace personalmente, por supuesto.
Los jerarcas católicos presumen con frecuencia de tolerantes, pero parece que mucho más tolerantes somos los laicos, ateos, agnósticos y otros colectivos, que tenemos una relación con las religiones distinta a las prácticas que requiere el culto; simplemente procuramos utilizar el librepensamiento y alejarnos del dogma.
Amenazar está muy feo, señores obispos. Procuren tener el mismo respeto que exigen para ustedes y sus fieles, los demás tenemos sentimientos y calidad humana que no están ni un ápice por debajo de los suyos, que no les confunda su complejo de superioridad.
Fuente: https://blogs.publico.es/dominiopublico/36122/obispos-a-dios-rogando-y-con-el-mazo-dando/