Recomiendo:
7

Entrevista a Omar Barghouti sobre el futuro del movimiento BDS

«Nuestro momento sudafricano»

Fuentes: CSCA [Foto: El arzobispo sudafricano Desmond Tutu con Omar Barghouti en Ciudad del Cabo en 2013 (Yazeed Kamaldien)]

Más allá del campo de batalla en Ucrania, la respuesta internacional a la invasión rusa se ha movido con una velocidad y un alcance sin precedentes, desde las amplias sanciones al gobierno ruso hasta la desinversión de grandes empresas en Rusia y el boicot a los productos rusos. Pero para destacados activistas palestinos como Omar Barghouti, «la flagrante hipocresía de Occidente» es inevitable.


«Estos actos han echado por tierra todas las excusas contra el BDS propagadas por Israel y sus apologistas antipalestinos en Occidente durante los últimos 17 años para intentar frustrar nuestros llamamientos a la responsabilidad y la justicia», afirma en una entrevista de Democracy in Exile, en referencia al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones que cofundó en 2005. El movimiento BDS, que comenzó entre la sociedad civil palestina y ha crecido hasta convertirse en una campaña solidaria internacional, pretende ejercer presión económica y política sobre Israel para que ponga fin a su ocupación del territorio palestino, de forma similar a los boicots, desinversiones y sanciones internacionales que aislaron al gobierno del apartheid en Sudáfrica y ayudaron a acabar con ese sistema racista.


La hipocresía es evidente también en las docenas de leyes estatales y otras medidas en Estados Unidos que apuntan al boicot de Israel, incluso en el Congreso. Barghouti, que también es miembro del comité fundador de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel, dice que los palestinos «empatizan con los millones de ucranianos, especialmente los refugiados». Pero los boicots a todo lo ruso, advierte, corren el riesgo de castigar a personas que no están involucradas en la guerra de Rusia, basándose sólo en su identidad. «El BDS apunta a la complicidad, no a la identidad», dice. «Cuando se ataca a una persona porque representa a una institución cómplice -una institución que forma parte del sistema de apartheid de Israel- nunca se basa en la identidad. Se basa en la complicidad real demostrada. Así que observamos con horror no sólo lo que les ocurre a los ucranianos, sino lo que ocurre con esas medidas que se imponen a los rusos normales».

La siguiente transcripción ha sido editada ligeramente para mayor claridad y extensión.

Antes de pasar a la historia del BDS, creo que es importante hablar de lo que está ocurriendo ahora mismo sobre el terreno en Israel y Palestina, ya que ciertamente parece que ha habido una escalada, si es que esa es una forma adecuada de decirlo, de ataques contra los palestinos en los últimos meses, incluso año, incluyendo desalojos, demoliciones de casas, expropiación de tierras, asesinatos, incluso de niños, redadas nocturnas y redadas contra estudiantes e instituciones educativas. ¿Qué está pasando y por qué cree que parece haber un aumento de la violencia contra los palestinos desde el pasado mes de mayo?

Sí, efectivamente. El régimen israelí de ocupación militar, colonialismo de colonos y apartheid se siente más invencible que nunca, hasta el punto de que, como ha dicho, su ejército está matando a niños palestinos a plena luz del día con total impunidad. Pero estos crímenes de guerra no son nuevos para Israel. La Gran Marcha del Retorno en Gaza en 2018 -decenas y decenas y decenas de palestinos fueron disparados, a veces a muy corta distancia sin presentar ninguna amenaza para nadie, según el derecho internacional. Su asesinato y sus heridas constituyeron definitivamente crímenes de guerra en su momento. Pero Israel se salió con la suya.

El régimen de Israel siempre ha utilizado este nivel de violencia espantosa contra los palestinos desde el establecimiento de Israel durante la Nakba en 1948, perpetrando masacres, limpieza étnica, violaciones y saqueos contra los palestinos indígenas. Esta violencia colonial ha sido una característica del régimen de opresión de Israel, no un error, no una aberración. Lo que ha cambiado, hasta cierto punto en los últimos años, es el aumento relativo de la influencia de Israel y el aumento relativo de la influencia del lobby israelí en Estados Unidos y en la mayor parte de Europa, lo que garantiza la total impunidad de sus crímenes. Israel ha garantizado que puede salirse con la suya, literalmente, con sus crímenes, con la construcción de asentamientos, con las demoliciones de viviendas en Sheikh Jarrah, con la limpieza étnica progresiva de la población, etcétera. Puede salirse con la suya porque se ha asegurado un cierto nivel de influencia y un cierto nivel de convergencia de intereses con las potencias imperiales de Occidente.

Pero la sombra del «muro de hierro» de Jabotinsky sigue planeando sobre Israel y su proyecto sionista. En 1923, Ze’ev Jabotinsky, un destacado líder sionista, teorizó sobre la necesidad de establecer una especie de muro mental en la mente colectiva de los palestinos. Escribió: «Toda población nativa del mundo se resiste a los colonos mientras tenga la más mínima esperanza de poder librarse del peligro de ser colonizada. La colonización sionista debe detenerse o, de lo contrario, seguir adelante sin tener en cuenta a la población nativa». En primer lugar, es curioso que los primeros sionistas fueran muy honestos. Ellos son colonos y nosotros somos la población nativa; ahí no había ninguna ambigüedad. Jabotinsky recomendó un «muro de hierro» para colonizar nuestras mentes indígenas con la desesperanza de que es totalmente inútil tratar de resistir este poder hegemónico del Israel sionista.Respaldado por Estados Unidos y Europa, Israel ha construido no sólo este «muro de hierro» -intenta construirlo todo el tiempo- sino que también ha construido muros de hormigón, obviamente, y ha empleado una violencia extrema contra nosotros precisamente para grabar en nuestra conciencia colectiva la inutilidad de resistirse a su hegemonía colonial y a su sistema de apartheid. Eso es lo que ocurre sobre el terreno. No es sólo el horror diario, los crímenes diarios. Es la impunidad que hay detrás de esos crímenes y que permite que continúen sin ninguna medida punitiva.

Esto es un buen punto de partida para la siguiente pregunta, que es que debido a la invasión rusa de Ucrania, se ha prestado más atención que nunca a las tácticas de boicot, desinversión y sanciones. Y parte de esa atención, al menos en las redes sociales y en los medios de comunicación más progresistas, así como por parte de un sorprendente número de figuras políticas en Europa, digamos, ha sido señalar la total hipocresía del apoyo al BDS con respecto a las acciones de Rusia en Ucrania, y la criminalización del BDS cuando se trata de las acciones de Israel en Palestina. ¿Cómo ve esta dinámica tanto a corto como a largo plazo?

En primer lugar, los palestinos observan con empatía el sufrimiento de millones de ucranianos que se enfrentan a esta guerra ilegal, a esta invasión ilegal rusa, que viola la Carta de la ONU. Empatizamos con los millones de ucranianos, especialmente con los refugiados. Los palestinos sabemos muy bien, por nuestra historia, lo que significa ahora para millones de personas. Entonces, [en 1948], eran cientos de miles de palestinos. Pero en proporción, era la mayoría de los palestinos los que tenían que abandonar su patria. Por supuesto, circunstancias muy diferentes en ambos casos. Pero es importante señalar esto.

Además de la flagrante hipocresía de Occidente, la rapidez con la que todas las organizaciones culturales, académicas y políticas, así como las deportivas, las empresas y los parlamentos, han impuesto boicots generales y sanciones amplias contra Rusia e incluso contra los rusos de a pie, sólo unos días después de la invasión de Ucrania, envía un mensaje muy claro y racista a los palestinos, yemeníes, iraquíes, afganos, latinoamericanos, africanos… a muchos, muchos pueblos de todo el Sur Global, de que nuestras vidas y nuestros derechos como gente de color no cuentan a los ojos del Occidente imperial. Es un mensaje claramente racista.

Irónicamente, estos actos por parte de los Estados e instituciones y universidades occidentales, etc., y las declaraciones que los justifican -horrorosamente rusofóbicas, realmente aterradoras, que apuntan a los rusos sobre la base de su identidad y su discurso político, no sobre la base de su complicidad real en cualquier crimen-, hacen que todas estas medidas sean muy diferentes. Son completamente antitéticas al principio ético del movimiento BDS, que es que el BDS apunta a la complicidad, no a la identidad. Y este es un punto muy importante que hay que mencionar.
Nunca hemos llamado a atacar a nadie por su identidad. Sólo hemos pedido boicots contra instituciones, no contra individuos. Y cuando se ataca a un individuo porque representa a una institución cómplice -una institución que forma parte del sistema de apartheid de Israel- nunca se basa en la identidad. Se basa en la complicidad real demostrada. Así que observamos con horror no sólo lo que les ocurre a los ucranianos, sino lo que ocurre con esas medidas que se imponen a los rusos normales. Ni siquiera los genios rusos que murieron hace más de 100 años, como Dostoyevski y Tchaikovsky, se han librado de esos locos y salvajes boicots occidentales.

Pero estos actos ya han echado por tierra, de hecho, todas las excusas contra el BDS propagadas por Israel y sus apologistas antipalestinos en Occidente durante los últimos 17 años para intentar frustrar nuestros llamamientos a la responsabilidad y la justicia. Como dijo Ali Farag, campeón mundial egipcio de squash, hace sólo un par de días: «Nunca se nos ha permitido hablar de política en el deporte, pero de repente se permite. Espero que la gente se fije también en la opresión en todo el mundo. Los palestinos han pasado por eso durante los últimos 74 años, pero supongo que como no encaja en la narrativa de los medios de comunicación de Occidente, no podíamos hablar de ello. Así que ahora podemos hablar de Ucrania, podemos hablar de Palestina».
Lo que ocurre básicamente es que, de repente, nada está por encima de la política. El arte, la literatura, el cine, el mundo académico, el deporte, todos los aspectos de la cultura ya no están «por encima de la política», como nos decían durante años y años y años. ¿Y qué dirán esas mismas instituciones y figuras culturales e incluso los parlamentos cuando volvamos a ellos con nuestras demandas de BDS contra un régimen de ocupación y apartheid que lleva 74 años, no tres semanas?

Como hemos visto aquí, en Estados Unidos, donde resido, varios estados han pasado a criminalizar el BDS cuando se dirige a Israel, aunque algunos tribunales han anulado parte de esa legislación. En Alemania, por ejemplo, las leyes son aún más restrictivas y el país ha pasado a adoptar la definición de trabajo de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto. Pero también vemos cada vez más entidades que apoyan y respaldan el llamamiento palestino al boicot, la desinversión y las sanciones, incluso en el ámbito académico y cultural. Desde su punto de vista, ¿Cómo vería el estado actual de la lucha por utilizar el BDS para aislar a Israel y lograr cierta medida de justicia?

Todas estas legislaciones estatales en Estados Unidos y algunos gobiernos occidentales en Europa aún no han criminalizado el BDS, aunque Francia estuvo muy cerca y el Reino Unido está tratando de llegar a ello. Pero ciertamente lo han demonizado y han penalizado el activismo de BDS, eso es seguro. El parlamento alemán emitió una declaración que básicamente desprestigiaba al movimiento BDS. Los órganos legislativos de Estados Unidos fueron mucho más lejos que Alemania, aprobando leyes que dicen básicamente que no apoyaré ningún boicot al Estado de Israel o a cualquier territorio bajo control de Israel, es decir, a los territorios ocupados. No se puede boicotear a una empresa sólo porque opere ilegalmente en los territorios ocupados, porque eso también se considera, entre comillas, Israel. Tienes que firmar que no apoyarás el boicot a Israel para conseguir un contrato con el Estado de Texas o Arizona o Mississippi o Nueva York o California. Es absolutamente maccartista, absolutamente racista contra los palestinos, absolutamente represivo de la libertad de expresión y de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.Sin embargo, como usted ha dicho, hemos ganado varios casos en los tribunales federales contra esas medidas maccartistas. La Unión Americana de Libertades Civiles, el Centro de Derechos Constitucionales, Palestine Legal y varias organizaciones que defienden los derechos de los árabes y musulmanes estadounidenses han ganado casos en los tribunales contra esas medidas represivas. Los israelíes no tienen reparos en admitir que fue el gobierno israelí el que indujo toda esta legislación anti-BDS en Estados Unidos, lo que por supuesto no les resulta difícil de hacer. El objetivo principal era tener un efecto escalofriante que hiciera que todo el mundo se lo pensara dos veces antes de salir a apoyar los derechos de los palestinos, y mucho menos el BDS.Pero el resultado que vemos sobre el terreno es un crecimiento masivo del apoyo a los derechos palestinos e incluso al BDS. Y esto no es sólo en las organizaciones estudiantiles progresistas -decenas de ellas en todos los campus, decenas de campus en todo Estados Unidos, incluyendo las universidades más grandes. Sino también en las iglesias y en los movimientos por la justicia racial. El Movimiento por las Vidas Negras [Black Lives], la justicia social, la justicia de género, los grupos de derechos LGBTQI, las asociaciones de mujeres, las iglesias. Incluso en Hollywood y en la industria de la moda, estamos viendo cómo aumenta el apoyo al boicot cultural a Israel, lo cual es realmente sorprendente. Hace tres años, habría sido impensable que en 2021-22 llegáramos a este nivel. Incluso el BDS se debate abiertamente en el Congreso de Estados Unidos, y en los parlamentos europeos. Sin embargo, es este nivel de toma de decisiones, si se quiere, donde nuestro impacto tardará más en alcanzar un punto de inflexión.Nos estamos acercando, sin duda. Pero los que participamos en la lucha sudafricana contra el apartheid, como es mi caso, recordamos bien el tiempo que se tardó en conseguir que el Congreso se despertara y oliera la moral, para poner fin a su complicidad con el apartheid. Y la influencia de Sudáfrica en el Congreso era insignificante si se compara con la de Israel y sus diversos grupos de presión en la actualidad. Sin embargo, el actual gobierno de extrema derecha de Israel ha asignado, hace apenas unas semanas, recursos adicionales para luchar contra el BDS: servicios de inteligencia, propaganda, etc., para luchar contra el BDS. Y han relanzado la fallida campaña anti-BDS de la era Netanyahu llamada «Honda de Salomón», rebautizada como «Concierto», con un presupuesto masivo de decenas de millones de dólares para los próximos años. El AIPAC [la organización pro sionista estadounidense] sigue considerando el BDS como uno de sus cinco principales objetivos en su trabajo en Estados Unidos. Claramente, ellos -y no sólo nosotros- ven la escritura en la pared, que nuestro momento sudafricano se acerca.

Una de las tácticas que se utilizan ahora para intentar frenar las críticas a Israel, pero también para atacar el BDS, es el despliegue formal de la definición de antisemitismo de la IHRA -ya sea por medios legislativos o por otros procedimientos, administrativamente- para frenar las críticas a Israel, para frenar los esfuerzos del BDS. ¿Es esto algo que le preocupa como otro nivel de ataque?

Sí, absolutamente. Es extremadamente preocupante. La definición de antisemitismo de la IHRA es fraudulenta. Es racista contra los palestinos y es maccartista en su grado de represión antidemocrática. Está diseñada para silenciarnos, para silenciar la defensa de los derechos de los palestinos, para silenciar la defensa de la narración de la historia de Palestina y de la Nakba, y para prohibir, no sólo demonizar, la creciente designación de Israel como Estado de apartheid con las consecuencias que siguen a una designación de tanto peso en términos de sanciones selectivas, estatus de paria, etc. Además, la definición de la IHRA, como han dicho grupos judíos progresistas como Jewish Voice for Peace en Estados Unidos, Independent Jewish Voices en Canadá y otros, socava significativamente la lucha contra el antisemitismo real, el fanatismo, la discriminación y el odio antisemitas reales, al confundir la oposición al régimen de colonización y apartheid de Israel y sus crímenes de guerra contra los pueblos indígenas de Palestina, por un lado, con el racismo antisemita, por otro. Esta definición equipara efectivamente a los judíos con Israel, implicando a los primeros en los crímenes de los segundos, y avivando así las llamas del verdadero antisemitismo, del verdadero racismo antijudío. Por encima de todo, la definición de la IHRA, incluso como admite hoy su principal autor, cuando se despliega como una ley o una política por parte de una institución, una universidad, un parlamento, una legislatura estatal, etc., puede conducir a la supresión de la libertad de expresión, como estamos viendo, y a la violación de los derechos cívicos y democráticos básicos.

Por eso deben oponerse a ello todos los progresistas, incluso todos los liberales que se preocupan por sus libertades y sus derechos. Las legislaturas estatales, por cierto, que han aprobado leyes anti-BDS a petición de Israel y su lobby están utilizando ahora las mismas estructuras McCarthyitas de represión para aprobar leyes que prohíben la desinversión en combustibles fósiles, o que prohíben los abortos legales. Personalmente, he advertido exactamente de esto, hace años, durante una de mis giras de conferencias en Estados Unidos, mucho antes de que Trump prohibiera mi entrada. Si la gente cree que este maccartismo se detendrá en la supresión del discurso sobre Palestina y el BDS, están muy equivocados. Al igual que la primera iteración, este McCarthyismo 2.0 irá tras cada movimiento de justicia que la mayoría conservadora, ayudada por liberales sin carácter en algunas instituciones, pueda pasar. Todo el mundo debería estar preocupado por esto, no sólo los palestinos, no sólo los del movimiento de solidaridad.

En los últimos 12 a 18 meses, hemos visto una serie de informes de organizaciones de derechos humanos, tanto palestinas como israelíes y ahora internacionales, que yo llamo de apartheid. Aparte de confirmar el análisis que hizo el movimiento BDS cuando lanzó su llamamiento al boicot hace años, ¿Cuál cree que ha sido o será el impacto de estos informes para el movimiento BDS?

Es un impacto gradual; es demasiado pronto para decirlo. Pero, en general, creemos que estos informes del último año, más o menos, ya nos han acercado significativamente a lo que he llamado nuestro momento sudafricano. Básicamente, han introducido en el debate general que Israel no es sólo un Estado, un Estado normal, que comete algunas violaciones aquí y allá, que invade Gaza cada pocos años, que comete una masacre aquí o allá. No, está construido sobre el apartheid. Sus pilares son los del apartheid y el colonialismo de los colonos. Y, por tanto, hay que abordar el sistema en sí mismo, no sólo algunos síntomas del problema. Es todo el régimen de ocupación, de colonos-colonialismo y de apartheid de Israel.

El análisis del apartheid es extremadamente importante, porque a diferencia del colonialismo, a diferencia de la ocupación, es un crimen contra la humanidad muy claramente definido en el derecho internacional. Y tenemos la experiencia sudafricana como patrón de oro de cómo debe tratarse el apartheid. Por eso Israel está aterrorizado por esta designación. Estamos escuchando algunas voces ultrarradicales que dicen: «¿A quién le importa el apartheid? Suaviza lo que Israel está haciendo a los palestinos». En primer lugar, eso es absolutamente falso. En segundo lugar, en el movimiento BDS, nunca hemos dicho sólo apartheid. Siempre hemos dicho colonos-colonialismo, ocupación y apartheid. Pero a pesar de ello, los que aún no lo entienden necesitan leer más sobre lo que significa que un país sea designado como un estado de apartheid. Cuando esto se convierta en un consenso, será muy difícil para los animadores antipalestinos del apartheid israelí defender los miles y miles de millones de dólares que, por ejemplo, se gastan en el ejército israelí cada año. Será muy difícil defender que Israel forme parte del enorme proyecto de investigación académica europeo, Horizon, con cientos de millones de dólares que alimentan las instituciones académicas de Israel, que son un pilar en el apartheid israelí. Será mucho, mucho más difícil. Por eso Israel está aterrorizado por esta designación. Y es por eso que el movimiento BDS ha estado impulsando este análisis del apartheid desde el primer día. Desde el principio del movimiento BDS, hemos impulsado el análisis del apartheid porque conlleva costes reales, con medidas punitivas reales en términos de sanciones obligatorias, sanciones legales y específicas para desmantelar el sistema de apartheid. Y eso es lo importante de esos informes. Hacen que esto se convierta en algo mucho más habitual.

En festivales de arte y cultura celebrados recientemente en Australia y Sudáfrica, artistas y productores culturales apoyaron el llamamiento al BDS boicoteando estos eventos. ¿Qué importancia tienen este tipo de incidentes y la atención que reciben? ¿Y qué otros momentos clave ha habido recientemente para el movimiento BDS, desde su perspectiva?

De Sudáfrica, lo esperábamos. Es decir, tenemos un apoyo total de la sociedad sudafricana, un apoyo masivo del CNA y de los sindicatos y de los movimientos progresistas y de los movimientos de los sin tierra, de los agricultores, de los estudiantes, de los académicos, de los artistas. Es decir, un apoyo masivo, masivo. No hay ningún país como Sudáfrica en el que se apoye el BDS, no sólo por los derechos de los palestinos. ¿Pero Sydney? Fue una sorpresa. En el Festival de Sídney, el nivel de apoyo de los artistas de todo el espectro fue más que inspirador, especialmente el de los artistas indígenas de Australia. Como movimiento de los pueblos indígenas, apreciamos profundamente esta solidaridad mutua, esta solidaridad interseccional con los grupos indígenas.

Blanquear el apartheid israelí y sus brutalidades diarias contra los palestinos se está convirtiendo en un verdadero reto, incluso para los muy bien engrasados grupos de presión de Israel, no sólo en Australia y Sudáfrica, sino también en Estados Unidos, Europa, Asia del Sur y América Latina. No estoy hablando del nivel de toma de decisiones. Como he dicho, la complicidad allí es horrenda. La hipocresía en ese ámbito es espantosa. Estoy hablando de blanquear el apartheid israelí a nivel de las bases, a nivel de la intelligentsia. Desde el «pinkwashing» hasta el «greenwashing», pasando por el «artwashing» y el «sportswashing» del apartheid, Israel necesita un gran lavado. Y ha gastado enormes sumas de dinero y ha asignado enormes recursos humanos para encubrir, desviar la atención y normalizar los horrores cotidianos de Israel contra los palestinos. Pero no funciona.

La gente lo entiende. La gente ve esas masacres, esos horrores en la televisión. La gente lo lee en las redes sociales, aunque la CNN y la BBC y el New York Times lo censuren, como ha hecho vergonzosamente el New York Times con el informe de Amnistía Internacional sobre el apartheid. Ya no controlan esa narrativa. Los activistas palestinos de a pie en el Negev, en Jerusalén y en Sheikh Jarrah y Ramallah, en Haifa y Acre, están saliendo todos los días con sus teléfonos, grabando sus mensajes, y sus mensajes se están haciendo virales y llegan a las torres de marfil de Hollywood, no sólo a los sindicatos de Sudáfrica y al movimiento progresista de Brasil e India y el mundo árabe. No, está llegando incluso a la industria de la moda, los deportes, la industria musical. Está llegando. El New York Times puede censurar todo lo que quiera, pero estamos haciendo llegar nuestro mensaje a la gente. Y ninguna cantidad de lavado ayudará a Israel a encubrir sus brutalidades masivas, su régimen de opresión contra los palestinos, para la gente no sólo en el Sur Global, sino también cada vez más en el Norte Global.

De cara al futuro, ha mencionado los puntos de inflexión. ¿Dónde estará el punto de inflexión cuando se trate de hacer retroceder, deshacer y desmantelar la ocupación y este régimen de apartheid? Ya sea a corto o a largo plazo, ¿Cuál cree que será ese punto de inflexión?

Antes de hablar del punto de inflexión, un factor que mencioné de pasada pero que quiero destacar es que no podríamos haber llegado a este punto en términos de influencia creciente, de impacto creciente a nivel de base, a nivel institucional, sin el momento de Black Lives Matter que estamos viviendo, sin los enormes esfuerzos del movimiento de justicia liderado por los negros, el movimiento abolicionista, el movimiento de reparaciones en Estados Unidos y en otros lugares. Sin sus heroicos esfuerzos que se han llevado a cabo durante los últimos dos años, no podríamos haber llegado a este nivel. Y esto se aplica a muchos movimientos de justicia, por cierto. Este movimiento BLM ha beneficiado a muchos grupos de justicia en todo el mundo. Nos ha abierto las puertas para que podamos contar nuestra narrativa, contar nuestra historia, y la gente tiene que escuchar. En lugar de que se hable de nosotros, ahora se nos habla y se nos escucha, y eso es bastante nuevo para nosotros, los palestinos en particular. Hemos dejado de lado a los guardianes que solían hablar en nuestro nombre. Hablamos por nosotros mismos.

El punto de inflexión, tal y como yo lo veo, sería la inclusión de la demanda de poner fin a la financiación militar de Estados Unidos a Israel. La forma más importante de complicidad en el régimen de colonización y apartheid de Israel es la financiación y el apoyo de Estados Unidos a este régimen. Así que poner fin a la financiación militar de Estados Unidos a Israel constituiría sin duda un enorme punto de inflexión. Y esto llegará cuando la amplia coalición progresista interseccional que está creciendo en Estados Unidos -y el BDS es una parte integral de esta coalición-, cuando esta gran coalición por la justicia en todas sus formas tenga suficiente poder para hacer que los políticos escuchen y den un giro de 180 grados sobre los derechos de los palestinos. Entonces alcanzaremos ese punto de inflexión.

 Base de datos sobre la venta de armamento israelí
Israel exporta armas y equipos militares a unos 130 países de todo el mundo. 
La base de datos ha sido recopilada por el Comité de Servicio de los Amigos Americanos (AFSC) contiene 48 países y seguirá actualizándose regularmente.
El Comité de Servicio de los Amigos Americanos (AFSC) no asume ninguna responsabilidad legal por la información obsoleta, incorrecta o incompleta incluida en este sitio web.
Los diez primeros importadores de armamento israelí son, por este orden, India, Estados Unidos, Turquía. Alemania, Azerbaiján. Vietnam, Colombia, Sri Lanka, Corea del Sur e Italia
https://www.dimse.info/

Entrevista a Omar Barghouti, cofundador de la Campaña BDS, por Adam Shapiro, Director de Abogacía de Israel-Palestina en DAWN Publicada en inglés en DAWN, 24 de marzo de 2022

Fuente: http://causaarabeblog.blogspot.com/2022/03/entrevista-omar-barghouti-cofundador-de.html