La tierra marcada por el conflicto armado en Colombia encuentra alternativas sostenibles para sacar a su gente de la pobreza
El gobierno de Petro busca impulsar los negocios verdes para combatir la violencia y la inseguridad en zonas como el Chocó. Actualmente hay más de 4.000 empresas de este tipo en todo el país.
Todo el Chocó, desde el Pacífico hasta el Caribe, es abundante y excepcional. Sobre la cuenca del río Atrato, que desemboca en el Golfo de Urabá, cerca de la frontera con Panamá, permanece casi intacta una densa selva ecuatorial. Es el hogar de las comunidades afrodescendientes y pueblos indígenas Embera y Katios. Su capital es Quibdó, una de las ciudades más importantes del Pacífico Colombiano.
La ruta más sencilla para llegar a Quibdó desde Medellín, la capital del departamento de Antioquia, colindante con el Chocó, es a través de una zigzagueante e inestable vía que baja desde la cordillera de los Andes para internarse en la selva. En un día sin complicaciones, este recorrido puede tomar entre 7 u 8 horas. Sin embargo, los deslizamientos que suelen bloquear los caminos hacen un misterio la hora de llegada.
Lo complicado de esta geografía, lo tupido y agreste de sus bosques, dificultan sus comunicaciones. En algunas zonas solo es posible llegar en avionetas o por mar. Esta inaccesibilidad lo convierte también en un espacio ideal para los grupos armados que se lucran del narcotráfico y la extorsión; y que se han apoderado de uno de los lugares más biodiversos de Colombia. Y la lejanía del terreno no ha impedido la destrucción del medioambiente: entre 2002 y 2021 se perdieron 30.600 hectáreas de selva tropical primaria, equivalente a una superficie dos veces mayor que Miami.
Y por si no fuera poco, la pobreza es una constante aquí. En Quibdó, la ciudad más desarrollada del departamento y que tiene mejor conectividad, siete de cada diez son considerados pobres. Otra realidad que también tienen que combatir.
En este contexto, la población local ha empezado a buscar alternativas de negocios que les permitan obtener ingresos sin afectar su entorno.
La esperanza verde en Chocó
Una de las banderas del nuevo gobierno de Colombia es el impulso del cuidado del medioambiente. En la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP27 en noviembre de 2022, el presidente Gustavo Petro propuso un decálogo de acción, en el que mencionaba “valorizar las ramas de la economía descarbonizada”.
Con esta nueva visión de gobierno, durante el Primer Encuentro Nacional por la Biodiversidad, también en noviembre, se presentó el Plan Nacional de Negocios Verdes a 2030, un documento de 200 páginas con la propuesta para fomentar y escalar estos negocios en Colombia.
Andreina González, de la oficina de Negocios Verdes del actual Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, afirma que con este plan se espera revertir la destrucción del bosque natural en Colombia, proteger el 30% de las áreas marinas, aportar a la neutralidad en carbono para 2050, fomentar los empleos verdes y consolidar los ingresos de economías populares sostenibles en los territorios.
El nuevo plan contempla rutas para acompañar a los emprendimientos sustentables —empresas que tienen un efecto positivo en el medioambiente, o un impacto negativo mínimo— en el escalamiento y consolidación a una transición económica. En todo el país existen 4162 negocios verdes, y según las cifras del mismo Ministerio de Ambiente, solo 167 están en procesos de exportación.
Estos negocios ya tienen presencia en 750 municipios del país con aportes a la economía de Colombia en ventas aproximadas de 700 mil millones de pesos (US $146 millones), una cifra pequeña, pero significativa y en crecimiento. Las últimas cifras oficiales muestran un aumento del 30% en el número de empresas verdes entre mayo de 2021 y mayo de 2022.
En este contexto de cambios, las poblaciones como las del Chocó empezaron a emprender rumbos que les ayuden a lograr el bienestar en medio de tanta crisis. Hasta la fecha, el departamento alberga 163 empresas verdes.
Una oportunidad beneficiosa para todos
En 2022 la Defensoría del Pueblo de Colombia emitió tres alertas tempranas por el riesgo inminente de la población chocoana. Según la entidad, crecen los enfrentamientos entre los actores armados y el narcotráfico en esta zona.
La última alerta estuvo relacionada al Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa del país, que anunció un paro armado en el bajo Chocó en diciembre pasado. En Colombia, los paros armados se refieren a acciones en las que grupos armados ilegales atentan contra la vida civil y las fuerzas armadas oficiales, bloqueando carreteras y restringiendo la movilidad. Según el ELN, este paro fue para controlar las acciones militares del Clan del Golfo, otro grupo heredero paramilitar que lucra del narcotráfico y reta el control territorial de la guerrilla en las selvas chocoanas.
Carlos Devia, profesor de la facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana e investigador en negocios verdes, cree que hay una relación entre el conflicto y la falta de oportunidades en los territorios como el Chocó. “Si [los negocios verdes] son una opción de país, todos ganamos. Si las comunidades están bien, todos vamos a estar bien. Eso es lo que debemos trabajar”, explica a Diálogo Chino.
Si los negocios verdes son una opción de país, todos ganamos. Si las comunidades están bien, todos vamos a estar bien
También expone la necesidad de brindarles un mercado para atraer a más emprendedores. “Por ejemplo, el cultivador de la hoja de coca está metido en este negocio porque tiene un comprador efectivo dentro de la ilegalidad. Tiene un mercado donde le garantizan una venta y una ganancia. Eso mismo se le debería de asegurar a los emprendimientos verdes y otros cultivos para hacerlos sostenibles”, comenta Devia.
Agrega que la ausencia total de servicios del Estado, como electricidad, agua potable o vías de acceso, es un gran obstáculo en los lugares alejados del país como el Chocó. “Incluso acceder a un teléfono es muy complicado en muchas comunidades”, sentencia el docente.
Sin embargo, afirma que este mercado es una opción inmensa para generar actividades alternativas y sostenibles. Una necesidad en un país como Colombia, en el que la mitad de su territorio (50 millones de hectáreas) son bosques.
El investigador es un convencido que el plan de los negocios verdes debe ser más una apuesta de Estado que de gobiernos. Es decir, “una inversión a largo plazo”, que ayudaría a “alejar la violencia e ilegalidad” en todo el país.
Amenazas y extorsión
Alicia Mejía* es la fundadora de una empresa sostenible en el Chocó.
“Emprender no ha sido una tarea fácil”, dice a Diálogo Chino. “Desafortunadamente tenemos grandes problemas de orden público”. Tras enfrentarse a las amenazas y extorsiones de una banda local, que le pedía sobornos a cambio de permitirle desarrollar su actividad con seguridad, huyó a Medellín junto con su familia. Ahora hace visitas secretas al Chocó para supervisar el trabajo en su fábrica.
“El que no paga se muere. Optamos por irnos. En este momento me siento en duelo. Es muy triste tener que salir huyendo como si los delincuentes fuéramos nosotros”, dice Mejía, quien exige mayor apoyo de parte del Estado para ser más competitivos y trabajar en paz.
Potencial turístico en Chocó
En las costas de este departamento se encuentra Nuquí, un lugar de ensueño, donde densas selvas se unen con el océano Pacífico. No se puede acceder por tierra, y hay que tomar una avioneta o llegar por el mar.
Entre julio y octubre grupos de ballenas jorobadas vienen desde la Antártida —a 8.500 kilómetros— para dar a luz en esas aguas cálidas. Este espectáculo de la naturaleza, sumado a la belleza del paisaje, se contrapone con el conflicto armado y la deforestación. Pero los lugareños creen que el turismo puede ser una forma de promover el desarrollo sostenible al tiempo que se protege el medioambiente.
“Nosotros velamos por la defensa del territorio, la conservación del medioambiente, los ríos y la selva. Las prácticas de turismo que hacemos son netamente responsables, tenemos un componente de residuo sólido. Nuestro cliente se lleva su basura para no dejar nada en las comunidades”, explica Nelfer Valoyes, uno de los voceros del emprendimiento de la Cumbancha en Nuquí.
Cumbancha brinda la oportunidad de explorar los bosques primarios guiados por habitantes que hacen parte de la cooperativa y que han recibido formación en el cuidado de la biodiversidad, manejo de los residuos y características de la fauna y la flora silvestre. También te ofrecen la opción de ir a los puntos de encuentro de las ballenas jorobadas y descansar en las playas recónditas sobre la selva de Nuquí.
Valoyes agrega que su trabajo no se reduce a vender planes a turistas, sino que “es transversal al cuidado de los manglares, los bosques y la parte marino costera. Nuestra función es educar sobre la conservación de nuestra biodiversidad”.
Emprendedores ecológicos en Chocó
Para ayudar a organizar a los emprendedores en Chocó se creó la Tienda Verde, un espacio en Quibdó impulsado por la Corporación Nacional para el Desarrollo (Codechoco).
“Los emprendedores no tienen un espacio para vender sus productos. Este espacio fue creado para poder hacer una sensibilización en el consumidor, tenemos que generar una estrategia de consumo sostenible”, explica a Diálogo Chino Heidi Rosero, coordinadora de la tienda.
Del mismo modo, Rosero explica que también orientan a los emprendedores para que el producto sea rentable, tenga un impacto ambiental positivo y contribuya a la conservación y preservación del medioambiente.
Con esta misma mirada, a inicios de febrero, el embajador de la Unión Europea en Colombia, Gilles Bertrand, realizó una visita oficial a Quibdó. Bertrand visitó la tienda y se reafirmó en el plan de fortalecer la cooperación internacional para lograr el desarrollo económico y social de los chocoanos.
Sin embargo, la población local no se confía de las promesas del nuevo gobierno de Petro ni de los representantes europeos. Quiere acciones concretas.
“Ser un emprendedor formal cuesta mucho. No necesitamos asistencialismo, sino que el gobierno nos ayude, de una vez, a impulsar y fortalecer los negocios”, sentencia Mejía, que sueña con algún día poder exportar sus productos y vivir en una paz que le permita llegar a su negocio sin tener que taparse la cara.
*Nombre modificado para proteger la identidad de la persona entrevistada.
David González M. es un periodista colombiano dedicado a temas de derechos humanos y vive en Bogotá.