El 4,2% de las mujeres en trabajos feminizados son propensas a apoyar a la ultraderecha en las urnas, mientras que el respaldo de los varones en ocupaciones masculinizadas alcanza el 20,3%
Mucho se habla de la relación entre ocupación y voto a Vox, o género y voto a Vox, pero no tanto de la relación simultánea entre estos tres factores. Los varones ocupados muestran más propensión a votar a Vox (voto + simpatía: 16,4%) que las mujeres (6,5%). En el gráfico 1 apreciamos que hay importantes diferencias en dicha propensión según ocupación, siendo más de un tercio de los miembros de los cuerpos de fuerzas de orden público y seguridad del Estado (35,6%), a poco más de uno de cada veinte entre profesionales, científicos e intelectuales (7,7%) .
Gráfico 1. Propensión a votar a Vox (voto + simpatía), según grupo ocupacional
Fuente: Estudio 3142 preelectoral de julio de 2023 del CIS (n=5.278 casos, población ocupada). [Nota: la intención de voto se estima como la suma entre el partido al que se dice que va a votar con la suma de partido con más simpatía entre las personas indecisas.]
Pero bien podría ser que, debido al escaso peso de las mujeres en la policía y el ejército así como en la clase obrera tradicional, el efecto no sería tanto de la clase como del género. Es decir, que haya un efecto de composición, por lo que la clase obrera vota más a Vox por estar masculinizada, no por ser clase obrera en sí. En el gráfico 2 apreciamos que a medida que una ocupación está más feminizada (% de mujeres), menor es la tendencia a votar a Vox (con una correlación de 0,7).
Gráfico 2. Relación entre intención de votar a Vox y feminización de la ocupación
Fuente: Estudio 3142 preelectoral entre el 10 y el 12 de julio de 2023 del CIS. [Nota: la intención de voto se estima como suma entre el partido al que se dice que va a votar con la suma de partido con más simpatía entre las personas indecisas.]
Por tanto, la relación entre ocupación y voto a Vox sería una relación espuria, mediada por la feminización de la ocupación. O bien podría ocurrir algo diferente: existe relación entre ocupación y voto a Vox, así como entre ser mujer y votar a Vox. Al menos hay dos posibilidades para dar cuenta de esta relación más compleja. Por un lado, podría suceder que haya afinidades electivas entre el ethos y los intereses de ciertas ocupaciones con el programa político de Vox. El ejército tiene encomendada la unidad de la patria, y la policía la defensa del orden público, dos temas en los que insiste mucho Vox. Habría que ver si los cuerpos policiales autonómicos votan menos a Vox, pues quizá haya más personas cuyo fuerte nacionalismo sea de tipo independentista, no centralista. O también sería interesante saber si las ocupaciones relacionadas con estas cuestiones, como la seguridad privada, votan más a Vox, dado su ethos. En el caso de la clase obrera, como se ha señalado, el proteccionismo económico puede jugar a favor de sus intereses. Mientras que podrían ser conservadores en cuestión de familia o sexualidad, debido a que compensaban su posición subordinada en el mercado de trabajo con la situación de autoridad en la familia. Sin embargo, la tendencia a votar a Vox no es tan clara en las ocupaciones agrarias y de sector primario en general (14,4%), aun así, por encima de la media de la población. Menos se habla del sesgo de directivos y gerentes hacia Vox (16,4%); podría ser debido a que por la naturaleza de su trabajo, que consiste en mandar y supervisar, por lo que podrían ser más proclives a tendencias políticas autoritarias, pues es su forma de estar en el mundo del trabajo (y dan por descontado que políticamente ellos serán la autoridad, no los subordinados). En todos estos casos las ocupaciones encarnan mandatos del género masculino: el uso de la violencia, la fuerza física o mandar. Caso particular es el de las ocupaciones de ventas y servicios, sin un mandato de género tan claro, en equilibrio entre hombres y mujeres, más inclinadas a Vox (15,4%) que el promedio de la población.
Las ocupaciones relacionadas con profesiones de titulación universitaria (ciencia, intelectuales) o de apoyo administrativo (ocupaciones de cualificación media/baja de administración, manejo de información, gestión intermedia…) son las más feminizadas y con menor tendencia a votar a Vox, en el 7,7 y 7,8%, respectivamente (empate). Este alejamiento de la ultraderecha de ciertas ocupaciones universitarias ya había sido señalado en los años setenta por Alvin Gouldner o por Pierre Bourdieu. Dado que su posición social depende del conocimiento y la cultura, tienden a ser más críticos con aquellos cuya posición depende del dinero o la autoridad. Bourdieu considera que tanto directivos y capitalistas, por un lado, como intelectuales y científicos por otro, forman parte de la clase dominante, pero los primeros son la fracción dominante y los segundos la fracción dominada. En última instancia, esto podría estar explicando que el alejamiento de la ciencia esté siendo mayor en los partidos de derechas (negacionistas de las vacunas o el cambio climático) que de izquierdas. Posteriormente, Luc Boltanski y Ève Chiapello señalaron que mayo del 68 produjo una escisión entre la izquierda económica, más obrera y tradicional, frente a la nueva izquierda, más humanista y cultural. La izquierda humanista y cultural ganó la hegemonía frente a la izquierda sindicalista y de transformación económica.
Un argumento distinto al de las “afinidades electivas” entre ocupaciones y Vox podría ser el “cierre social”. Es decir, los varones en las ocupaciones masculinizadas desarrollan deliberadamente estrategias para que las mujeres no entren en su sector, o no las desarrollan, pero apoyan a un partido como Vox que quiere acabar con estrategias de promoción de las mujeres. En este caso, habría un comportamiento más consciente de votar a Vox en estas ocupaciones para que no se feminicen. Y las mujeres en dichas ocupaciones no deberían tener un comportamiento distinto al de las otras mujeres, en tanto que estamos hablando de una estrategia masculina. Con este último argumento, tenemos tres hipótesis para explicar la relación a tres entre voto a Vox, ocupación y género:
- Efecto composición: el voto es mayor en ciertas ocupaciones debido a que están más masculinizadas, por lo que es una relación espuria.
- Afinidades electivas: los mandatos del género masculino sobre violencia, fuerza física y autoridad generan más hombres con preferencias hacia ocupaciones cuyo ethos coincide con el programa de Vox.
- Cierre social: los hombres votan más a Vox en las ocupaciones masculinizadas como estrategia para frenar su feminización.
Para discriminar entre estas tres posibilidades, procedemos a realizar un “experimento estadístico” consistente en estimar regresiones logísticas, que nos permiten separar el efecto de cada característica. El voto a Vox es la variable a explicar. Las variables explicativas son el sexo, la ocupación y si la ocupación muestra un efecto diferente en hombres y mujeres (si hay interacción, en términos técnicos). Si solo hay efecto composición, no debería ser significativa la ocupación. Si hay afinidades electivas, el sexo y la ocupación deberían ser estadísticamente significativas. Si hay cierre social, además debería ser significativa la interacción. Esto se debe a que si bien los hombres tienden a votar más a Vox, esta tendencia sería todavía mayor cuando ven en riesgo su statu quo ocupacional desde una perspectiva de género. Por otro lado, las mujeres en estas ocupaciones no votarían más a Vox, pues eso sería una estrategia masculina.
La ocupación se ha modelizado de dos formas. Por un lado, tal y como aparece en el gráfico 1. Por otro, agrupándolas en dos. Aquellas en que el 50% o más son mujeres y en las que no. Tras estimar las diferentes regresiones, el modelo que mejor describe los datos (técnicamente, el mejor ajuste tanto por el criterio de información bayesiano como por el de Akaike) es el modelo de afinidades electivas, con la ocupación agrupada en dos: feminizadas y masculinizadas. En el gráfico 3 se muestran las probabilidades estimadas del modelo de afinidades. Tanto en las ocupaciones masculinizadas como en las feminizadas, el voto a Vox de los varones (20,3% y 8,8%, ocupaciones masculinizadas y feminizadas, respectivamente) es aproximadamente el doble que el de las mujeres (11,3% y 4,2%).
Gráfico 3. Probabilidad estimada de votar a Vox según sexo y feminización de las ocupaciones
Fuente: Estudio 3142 preelectoral entre el 10 y el 12 de julio de 2023 del CIS. [Nota: la intención de voto se estima como suma entre el partido al que se dice que va a votar con la suma de partido con más simpatía entre las personas indecisas. La probabilidad se estima con una regresión logística con la intención de voto como variable dependiente, y el sexo y la ocupación como independientes. Se estimaron las siguientes regresiones: solo sexo, solo ocupación, sexo y ocupación, sexo y ocupación, con interacción, sexo y ocupación agregada, y sexo, ocupación agregada e interacción. El mejor ajuste (tanto con criterio de información bayesiano como con criterio de información de Akaike) fue para sexo y ocupación agregada, sin interacción.]
Como conclusión, la mayor propensión del voto a Vox en ocupaciones militares y policiales, obreros o directivos y gerentes puede estar relacionada con afinidades electivas entre los mandatos de masculinidad de estas ocupaciones como en el programa político de Vox. Las mujeres que optan por estas ocupaciones también votan en mayor medida a Vox, en aproximadamente la misma proporción que los varones: el doble. Como resultado, el voto está muy polarizado por género y ocupación. La propensión al voto de mujeres en ocupaciones feminizadas es del 4,2%, y la de los varones en ocupaciones masculinizadas es del 20,3% (se multiplica por cinco). En tanto que los datos sugieren que el ideario de Vox coincide con un ethos profesional, es un voto con una base social y cultural sólida.
Como apostilla a la conclusión, cabe destacar la importancia de mantener la mirada sobre la relación entre clase social y voto. Desgraciadamente, dominan los estudios que confunden los tramos de renta con la clase social. La renta es un resultado de la clase social, pero no su definición, igual que la fiebre es un resultado de una infección, pero no su definición. Si no sabemos el tipo de infección, no podremos actuar. De la misma forma, un policía y un técnico administrativo pueden contar con el mismo salario, pero como vemos, la ocupación es muy diferente y da cuenta de comportamientos políticos distintos. Si bien la ocupación no es en sí la clase social, recoge mejor aspectos cualitativos que el nivel de ingresos. No solo somos el salario que ganamos, también somos lo que hacemos para ganarlo. En definitiva, es necesaria una mirada interseccional entre clase social y género para entender las dinámicas del voto en el reino de España.