A 28 años de la masacre de campesinos en Brasil, organizaciones rurales de todo el mundo conmemoran su Día Internacional de Lucha. Reforma agraria popular, agroecología y soberanía alimentaria son parte de las demandas concretas. Voces e historias del Movimiento Sin Tierra (MST), emblema del cuidado del territorio y de la construcción de otro modelo agrario.
“¡Construyamos solidaridad, unámonos por la soberanía alimentaria!”. El llamado a la acción global de La Vía Campesina se vuelve a hacer escuchar, como cada 17 abril, en el Día Internacional de la Lucha Campesina. El llamado a campesinas y campesinos, trabajadores rurales, sin tierra y pueblos indígenas unifica las acciones por la tierra en todo el mundo en homenaje a la masacre de Eldorado do Cajás, en la que fueron asesinados 21 trabajadores rurales del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) en el estado de Pará, en el norte de Brasil. “La masacre trajo tristeza, enojo e indignación por haber perdido a tanta gente. Pero también conquisté mi tierra, mi casa, mi trabajo, formé mi familia”, reivindica Maria Zelzuita Oliveira de Araújo, sobreviviente de la masacre, integrante del MST y trabajadora de la tierra en el “Asentamiento 17 abril”, construido sobre las tierras de aquel reclamo de 1996.
La Vía Campesina convocó la acción global en homenaje a aquella masacre, que fue parte de la lucha de 40 años del MST por la reforma agraria en Brasil, pero también un símbolo global de los derechos campesinos, el acceso a la tierra y la producción de alimento de base agroecológica. “Para honrar la resistencia de los campesinos de todo el mundo que persisten en su lucha por la justicia social y la dignidad”, sostiene La Vía Campesina en su llamado a la acción.
Tras la Octava Conferencia Internacional en diciembre pasado y rumbo al Encuentro Mundial por la Soberanía Alimentaria Nyéléni en 2025, la organización campesina caracterizó el contexto actual como “lucha incansable contra genocidios, guerras, violaciones de la soberanía de los pueblos, desalojos de familias campesinas, la criminalización y persecución de líderes y liderezas sociales”.
En ese marco, señaló la grave situación de los “campesines en Asia y otras partes del mundo que son llevados al suicidio debido a deudas impagables”, los reclamos masivos en la Unión Europea contra los tratados de libre comercio (en particular el tratado UE-Mecosur), el uso de “la hambruna como arma de guerra” en Gaza o “como Guatemala, Argentina, Paraguay y Turquía, las multinacionales imponen sus ganancias sobre los derechos fundamentales de las familias campesinas, lo que lleva a su desalojo y la explotación de la Madre Tierra”. “Esta devastación involucra a diversos actores en las sombras, principalmente instituciones neoliberales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial y el FMI”, apunta La Vía Campesina y denuncia su injerencia en las políticas agrícolas nacionales, vinculadas al comercio, almacenamiento público de alimentos, protecciones sociales, acuerdos comerciales y demás medidas que favorecen los intereses de grandes corporaciones agrícolas. Y reivindica que ponen en peligro a los trabajadores rurales, mientras que son ellos los que “proveen sustento al 70 por ciento de la población mundial con alimentos saludables y de calidad”.
“Reconociendo la soberanía Alimentaria, la agroecología campesina, el acceso popular a la tierra, el territorio y los bienes comunes como soluciones genuinas a las crisis globales, La Vía Campesina aboga fervientemente por la implementación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y otras Personas que Trabajan en Zonas Rurales (Undrop)”, propone la organización junto a un nuevo un nuevo marco de comercio internacional basado en la cooperación y la soberanía alimentaria.
La masacre Eldorado do Carajás, símbolo de la lucha campesina
A finales de 1995, unas 3.500 familias del MST habían ocupado la finca Macaxeira, ubicada en Curionópolis, municipio Eldorado, en la región sureste del estado de Pará. Durante meses intentaron negociar con el gobierno local la cesión de tierras para hacer cumplir su “función social”, un derecho establecido en la Constitución brasileña para las tierras improductivas que el movimiento sin tierra tomó como bandera para impulsar la reforma agraria.
Sin respuestas en la negociación local ni a nivel nacional con el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra), unas 1.500 familias decidieron movilizarse rumbo a Belém, capital del estado de Pará. El miércoles 17 de abril de 1996, un grupo bloqueó la carretera PA-150, en el kilómetro 95, para reclamar medios de transporte y alimentos para movilizarse a la capital del Estado. El reclamo fue en el campamento de “Curva do S”, en Eldorado do Carajás.
A ese lugar llegaron 155 agentes policiales. Los campesinos quedaron rodeados. De un lado, policías del cuartel de Parauapebas; del otro oficiales del batallón de Marabá. “Cuando los agentes llegaron y desembarcaron del lado de Marabá comenzaron a lanzar bombas paralizantes y a disparar. La policía del lado opuesto de Eldorado empezó a hacer lo mismo contra nosotros a medida que se acercaban”, recordó el profesor y dirigente local del MST Pará, Batista Nascimento Silva, para una crónica publicada por La Vía Campesina a 20 años del hecho.
“Los manifestantes, al notar que uno de los suyos había caído tras recibir un disparo, cargaron contra los militares lanzando palos y piedras, en un intento de empujar a los oficiales, pero éstos se acercaron aún más y siguieron disparando”, completó Batista. En esa encrucijada, con una represión que se extendió por dos horas, la policía asesinó a 19 trabajadores rurales y otros dos murieron poco después en el hospital. Quienes recuerdan las grabaciones de la represión tienen presentes aún las imágenes de personas ensangrentadas corriendo por el suelo, en medio de los disparos, la sangre y la desesperación. De los diecinueve asesinados en la “Curva do S”, ocho fueron asesinados con sus propias herramientas de trabajo: picos y machetes. Los once restantes recibieron 37 balazos en total. Los heridos fueron 79.
La investigación mostró luego que la Policía mató a los campesinos con disparos en el cuello y en la frente, una clara señal de ejecución. Sin embargo, sólo los comandantes de la represión fueron llevados a juicio y condenados.
La “Curva do S” es un lugar de recuerdo para la lucha campesina. Allí están las cruces y placas que recuerdan a los caídos; además de haberse incrustado en la tierra árboles secos en memoria de los caídos. Mientras que el reclamo por la finca Macaxeira fue expropiada y se transformó en una victoria vigente del campesinado. Allí, 690 familias de MST producen alimentos sanos en el renombrado “Asentamiento 17 de abril”.
Para este 28 aniversario, el MST publicó en su página el testimonio de Maria Zelzuita Oliveira de Araújo, de 59 años. Una sobreviviente de la masacre y colona del asentamiento. “Vivo aquí en el asentamiento, en el que conquistamos nuestras tierras e hicimos nuestro hogar. Nos dio una vida mejor”, reivindica la lucha Oliveira de Araújo y también la historia de la organización campesina: “Antes de conocer el MST no tenía un rancho donde vivir, donde poner a mis hijos, no tenía nada. Vivía como sirvienta en la casa familiar y era cocinera en un restaurante. Después de conocer el MST mi vida mejoró, conquisté mi tierra, mi casa, mi trabajo”.
Consultado para la misma nota, Jorge Neri, integrante de la dirección estatal del MST en el estado de Pará, marca las deudas del Estado con los campesinos a casi tres décadas de a masacre en “Curva do S”. “Tenemos una comunidad que todavía está muy marcada por el aspecto de la violencia y necesitamos exigir que el Estado brasileño haga reparaciones psicosociales y económicas históricas a los sobrevivientes de la masacre, que hasta el día de hoy sufren las consecuencias de este lamentable evento. Seguimos exigiendo el fin de la violencia y la impunidad en el terreno”, sostiene.
“Ocupar Brasil por la alimentación”
Cada abril se transformó en el “abril rojo” para el MST. Un mes plagado de acciones y tomas de tierras para continuar impulsando la reforma agraria. La juventud del MST vuelve, cada año, desde 2006, a “Curva do S” para levantar durante una semana el Campamento Pedagógico para Jóvenes Sin Tierra “Oziel Alves”.
«Oziel era un joven de 17 años en ese momento, brutalmente asesinado por la policía en Curva do S, por eso el campamento hoy lleva el nombre de Oziel por traer este personaje de juventud, de un joven rebelde, que no someterse a este proyecto de muerte impuesto por el Estado sobre el pueblo que lucha por sus derechos. Entonces es una rebelión, pero una rebelión revolucionaria», explicó el líder de la Juventud del MST de Pará, Romario Rodrigues, en diálogo con Brasil de Fato.
Además del campamento, en el que participan 250 jóvenes con la presencia de sobrevivientes de la masacre, el MST lanzó el lunes más de 30 acciones diferentes, en 14 estados del país, movilizando a más de 20 mil familias sin tierra. En ese contexto, se realizaron 24 ocupaciones de parcelas y se levantaron nuevos campamentos en Sergipe, Pernambuco, São Paulo, Goiás, Rio Grande do Norte, Paraná, Pará, Distrito Federal, Ceará, Río de Janeiro y Bahía. “El presupuesto destinado a la obtención de tierras y derechos básicos en el campo, como infraestructura, crédito para la producción, vivienda, entre otros, es por dos años consecutivos el más bajo de los últimos 20 años”, denuncia la organización en el segundo año de gobierno de Lula Da Silva, y el tercero consecutivo en que el gobierno federal no asigna tierras para la reforma agraria.
Las organizaciones campesinas consiguieron ayer un primer gesto por parte del gobierno de Lula respecto de la recuperación de tierras para la producción de alimentos. El ministro de Desarrollo Agrario, Paulo Teixeira, las convocó para lanzar el programa “Tierra de la gente”, en el que se compromete a sistematizar las áreas disponibles en el país para ser incluidas en el Programa Nacional de Reforma Agraria (PNRA). El objetivo planteado sería incluir 295 mil familias en el PNRA hasta 2026, con 74 mil de ellas asentadas y 221 mil reconocidas o regularizadas en lotes de asentamiento existentes.
“Sin reforma agraria no hay democracia y sin democracia es imposible construir una sociedad que pueda satisfacer las demandas históricas de la clase trabajadora. El mes de abril trae otra reflexión importante, que es la urgente necesidad de retomar la lucha de masas por la reforma agraria popular, como condición de un proyecto popular para Brasil, como contrapunto al actual modelo económico que cada vez excluye más a gran parte de la población brasileña”, sentencia Neri, dirigente de Pará, donde la masacre de Eldorado do Cajás sigue irradiando lucha por la tierra.