Los cuatro autores y autoras de esta publicación son investigadores del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)-Paz con Dignidad y colaboradores habituales de viento sur, de cuyo Consejo Asesor forma parte Erika González. El objetivo de la misma es responder a la cuestión de cuánto hay de cierto en la narrativa conforme a la cual la versión verde y digital del capitalismo podría alcanzar la cuadratura del círculo de lograr un crecimiento estable y generalizado y un consumo eficiente, doblegar el cambio climático y apuntalar las principales señas de identidad del capitalismo. El mecanismo para lograrlo sería el desarrollo de nuevos megaproyectos corporativos en materias tales como, entre otros, minería e hidrocarburos, polígonos eólicos y fotovoltaicos compraventa de bonos de carbono, macrogranjas, fábricas de baterías y grandes infraestructuras. A esa cuestión general se añaden las siguientes: “¿Son los megaproyectos un fenómeno indispensable para enfrentar los retos globales actuales? ¿Representa la versión verde y digital del capitalismo un horizonte real de transición? ¿Qué claves alternativas podrían priorizarse a la hora de impulsar un cambio de rumbo ecosocial? ¿Podrían algunos proyectos de cierta escala y volumen de inversión jugar un papel significativo en dicha transición? ¿Bajo qué parámetros y condiciones?”.

Para responder a estas cuestiones los autores y autoras forman un verdadero equipo, tanto para la investigación teórica sobre los diversos aspectos concernidos como en la realización de trabajos de campo sobre el impacto de las empresas transnacionales en el Sur Global (especialmente América Latina), en el Estado español y en la Comunidad Autónoma Vasca. Es una obra de madurez, densa y basada en un dominio de las principales características de la actual fase del capitalismo desde una diversidad de puntos de vista, que incluyen tanto sus contradicciones y crisis derivadas de la caída tendencial de la productividad del trabajo en las últimas décadas, del progresivo agotamiento de los recursos fósiles y de minerales básicos y del calentamiento climático. Para su análisis se examinan un gran número de importantes investigaciones de las últimas décadas en todos los terrenos, así como los trabajos empíricos de diversas instituciones internacionales. La amplitud y diversidad de los temas tratados y la densidad de las interpretaciones dificultan un resumen valorativo de la obra, por lo que solo se expondrán algunas de las cuestiones que permitan apreciar su gran interés para comprender no solo la dinámica actual del capitalismo, sino como hacerla frente en una dinámica emancipadora.
Los megaproyectos y sus impactos
Para acotar el tema central del trabajo definen a los megaproyectos como iniciativas corporativas de un significativo tamaño y volumen de inversión, que expropian y/o mercantilizan territorios y bienes naturales con el objetivo fundamental de insertarlos en dinámicas de acumulación de capital a cualquier escala –desde lo local a lo global- y en cualquier etapa de la cadena de valor –de la extracción al consumo-, reconfigurando y produciendo espacio a tal efecto.
Aunque son las grandes empresas transnacionales quienes lideran las iniciativas de estos megaproyectos, se señala la práctica generalizada de colaboración público-privada, con participación de diferentes instituciones en su promoción, tanto mediante el apoyo financiero a las inversiones, como a la facilitación de los permisos y licencias y la concesión de todo tipo de ventajas. Como muestra una experiencia muy repetida, cuando las transnacionales cierran o deslocalizan sus establecimientos en busca de mayores tasas de beneficio, las instituciones públicas se muestran incapaces de hacer reintegrar las ayudas concedidas, incluso cuando hayan estado condicionadas a la permanencia de la actividad.
Los megaproyectos se sitúan en todas las fases de la cadena de valor: desde la extracción, hasta la producción, el transporte, la logística y el consumo, aunque se concentran especialmente en los sectores minero-energético, industrial y de construcción de infraestructuras, y su radio de acción no se limita a las periferias y semiperiferias del planeta, sino que cada vez más se expanden en los centros del sistema. Como otra característica básica se precisa su influencia sistemáticas de todos sus impactos, nocivos todos ellos, sobre las mayorías populares: económicos, ambientales, políticos y culturales.
La segunda parte del libro empieza por un análisis del papel de los megaproyectos en el capitalismo, del que se precisa que se basa a la vez en la explotación de trabajadores y trabajadoras en el ámbito mercantil y de la expropiación de los territorios y bienes naturales y del trabajo de cuidados realizado por las mujeres en régimen de gratuidad. Para el examen de la actual fase del capitalismo se parte de la teoría de las ondas largas, para concluir en un diagnóstico muy completo de la actual fase del capitalismo que incluye el estancamiento de la acumulación de capital, el aumento del protagonismo del poder corporativo, la progresión vertiginosa del cambio climático, la crisis creciente de la reproducción social, el resquebrajamiento del orden mundial y la deslegitimación progresiva de la democracia liberal.
Para contrarrestar estos elementos problemáticos, la salida de emergencia promovida por algunas élites económicas, políticas e intelectuales para favorecer un crecimiento económico estable, controlar las emisiones contaminantes que generan el cambio climático y conseguir un marco de mayor inclusión social, sería una versión verde y digital del capitalismo, que permitiría transformar las cuestiones problemáticas del desarrollo capitalista en nichos de mercado y oportunidades de negocio. La digitalización sería el instrumento clave. Sobre la dimensión económica se detalla la enorme magnitud de los megaproyectos de energías renovables necesarios para alcanzar los objetivos climáticos de emisiones cero en el 2050, más aún en un contexto de apuntalamiento del crecimiento de la producción material y energética. Se apunta que el objetivo que se pretende autosuficiencia energética exige un control de los minerales fundamentales que se encuentran localizados en su mayor fuera de los Estados centrales, tal como se recoge de forma muy detallada para cada fuente de energía y materiales críticos, lo que conduce a proyectos neocoloniales. En relación con los aspectos jurídico-normativos, tras exponer que el neoliberalismo no abandona las reglas, sino que apuntala las que promueven el sistema, se realiza un detallado examen de los principales acuerdos y normas internacionales, en el marco de la nueva reordenación de los bloques económicos y geopolíticos.
El militarismo y la guerra de Ucrania
En esta publicación se aborda de forma más puntual el militarismo y la guerra. A pesar de ello, dada la importancia del tema en el actual contexto internacional y de la posibilidad que la invasión de Ucrania pueda acabar de forma muy negativa para la población ucraniana como resultado del pacto de los regímenes neofascistas de Trump y Putin 1, me he creído obligado a puntualizar algunos elementos de crítica sobre algunas ideas y expresiones –u omisiones- de la publicación en relación con el militarismo, y en particular sobre la guerra de Ucrania. En la publicación se hace referencia al “régimen de guerra azuzado por EE UU”. Tras la Segunda Guerra Mundial, en paralelo a su constitución como Estado capitalista dominante global, Estados Unidos ha realizado y patrocinado el mayor número de intervenciones militares contrarrevolucionarias y sigue teniendo un papel clave en el genocidio sionista contra el pueblo palestino.
Pero en los últimos años, en paralelo al desplazamiento territorial del interés de los Estados Unidos hacia el Pacífico debido a la competencia mundial por la hegemonía con China, Rusia se le ha unido en las intervenciones militares y en las amenazas de las mismas para apoyar regímenes despóticos y plutocráticos como el apoyo a la dinastía de Sadat el Asar. El rearme continuo de Rusia ha dado lugar a que el gasto militar representaría en el 2025 al menos el 40% de su presupuesto. Además, aunque en cifras globales el gasto militar ruso es muy inferior al de EE UU, es el principal poseedor de armas nucleares y utiliza la amenaza de su utilización para conseguir sus objetivos geopolíticos.
Aunque previamente se estaban desarrollando tensiones entre el bloque occidental y Rusia, la razón fundamental de la invasión de Ucrania no fue la respuesta a la proximidad en sus fronteras de Estados asociados a la OTAN ni la de impedir la integración de Ucrania en la misma, sino la voluntad de instalar en Ucrania un régimen vasallo integrado en la Rusia secular a la que pertenecería desde el siglo IX 2 y el control de la mayoría de la industria pesada ucrania instalada en el Donbass.
En relación con la intervención militar más importante que ha tenido lugar en Europa tras la Segunda Guerra Mundial se atribuye en la publicación reseñada a la OTAN el papel de azuzar la “guerra” en Ucrania y de atribuir a la ayuda militar a Ucrania como un elemento importante para la evolución reaccionaria global en curso, sin mencionar a mi entender el elemento clave en ese conflicto: la invasión del ejército ruso que ha causado centenares de miles de muertos y millones de personas exiliadas y una enorme destrucción de las infraestructuras de todo tipo. Esa presentación de la invasión se corresponde con una posición muy extendida en el Estado español en la izquierda de la izquierda, tanto la estatal como la de las nacionalidades, que presentan la guerra como una guerra interimperialista entre Estados Unidos y la UE por un lado y Rusia por otro, para la que hay que proponer una solución diplomática a la guerra, dejando en segundo lugar la oposición de la gran mayoría de la población ucraniana a la invasión, es decir, la consideración de Ucrania como sujeto político diferenciado 3.
Esa oposición ha ido acompañada del rechazo a la ayuda militar a Ucrania, sin la cual la hipótesis más probable es que Rusia habría conseguido controlar una parte más importante aún de su territorio y habría ocasionado más muerte y destrucción. Aunque el objetivo de esa ayuda militar ha sido debilitar a Rusia, ha resultado insuficiente para que Ucrania pudiese acabar con la invasión y ocupación de una parte importante de sus territorios. Es posible, aunque es difícil saberlo, que si el gobierno ucraniano hubiera aceptado una oferta de negociación que, al parecer, tuvo lugar a finales de 2022, hubiera conseguido un fin de la invasión menos perjudicial que la que se prevé que tendrá que aceptar tras los acuerdos de reparto de Ucrania de Putin y Trump.
Pero ese posible error no justifica que, además de rechazar la ayuda militar, esa izquierda haya permanecido pasiva, con honrosas excepciones, en la necesaria solidaridad internacionalista, material y política, con Ucrania y su izquierda social y política, que se ha movilizado contra la invasión no solo en las trincheras sino en garantizar el difícil mantenimiento de la vida frente a las políticas neoliberales de Zelensky en un contexto de destrucción generalizada 4. En estos momentos se está viendo el límite de las soluciones diplomáticas y negociadas cuando no van acompañadas de una mejora en las relaciones de fuerzas en todas las escalas, estatales e internacionales, para las movilizaciones de denuncia, boicot y ayuda material. Para que el rechazo a la guerra no suponga un abandono de la población ucraniana contra un enemigo mucho más fuerte en recursos militares y población, hubiera hecho falta que la izquierda opuesta a la guerra y al militarismo hubiese llevado a cabo acciones coordinadas a todos los niveles de boicot al régimen putinista, de forma similar a la campaña contra el sionismo –que debe ir acompañada con la denuncia de la hipocresía de la UE en el diferente trato a Palestina y Ucrania–, y de apoyo resuelto, tanto a la reprimida oposición interna rusa contraria a la invasión como a la población ucraniana que ha resistido heroicamente.
Dicho lo anterior, no está justificado el plan de la Unión Europea de aumentar el gasto en defensa en 800 000 millones para contener las posibles intervenciones militares de Rusia destinadas a la conquista de nuevos territorios europeos además de Ucrania, ya que no dispone del potencial económico ni militar para ello. En este sentido está plenamente justificado el rechazo a ese aumento del gasto que iría unido a una reducción del gasto social en los Estados de la UE y que en absoluto es necesario para mantener la ayuda a Ucrania. La oposición al rearme, debiera empezar por las armas nucleares, exigiendo simultáneamente, de forma coordinada, a todos los bloques militares, es decir, en primer lugar a Estados Unidos, la UE y la OTAN y también a Rusia y China; y, posteriormente, al conjunto de los Estados. Solo de esta forma podrá aspirar a conseguir el apoyo de todas las poblaciones de los Estados afectados por la carrera armamentista y así facilitar la oposición al aumento del apoyo a la creación de un ejército europeo y del gasto militar en los Estados de la UE 5.
El marco para una transición social justa
La última parte del libro está dedicado al concepto de la transición ecosocial justa basada en agendas anticapitalistas(AA) y que se delimita en polémica con el nuevo pacto verde, el green new deal (GND), que defiende políticas reformistas impulsadas por gobiernos progresistas como punto de partida para medidas alternativas posteriores. Esta parte pretende aclarar los puntos de fricción entre GND y AA, situándose claramente en este último paradigma, pero recogiendo aportes importantes del GND en lo que se refiere a escala de la transición, rol de lo público y alertas para no plantear agendas que supongan saltos antropológicos muy grandes. Y que además trata de aportar a los debates dentro de las AA en función de una línea ecosocialista o ecomarxista, que creemos debe también ser parte de la construcción urgente del modelo social de transición ecosocial justa. Para ello desmarcándose de una orientación hacia las clases medias, de se apuesta por una política de clase que sitúe en el centro el desarrollo y fortalecimiento de organizaciones políticas, sindicales y sociales de masas para lograr objetivos desmercantilizadores y emancipadores en materias como, entre otros, condiciones y jornada de trabajo, reparto de los cuidados, pobreza energética, propiedad y control de los sectores estratégicos.
La crítica del GND se realiza de forma radical pero diferenciada según las versiones de las y los diferentes autores y temas. la valoración de los proyectos concretos tiene en cuenta la relación de fuerzas entre los movimientos alternativos y los reformistas y en el acercamiento de estos últimos a las AA. Es un tema complicado, pero que se trata de forma muy interesante y propone criterios para definir una posición al respecto. Entre ellos figura que los proyectos se realicen en el marco de planificaciones vinculantes y democráticas 6 y que sean de propiedad, control y gestión público-comunitaria.
En resumen, una obra de extraordinario interés que no solo permite entender uno de los principales instrumentos de la reacción capitalista en curso, sino que también proporciona importantes elementos para configurar una alternativa ecosocial justa y emancipadora.
Notas:
1. Una exposición sobre las razones teóricas y políticas para la utilización de esta caracterización en Gilbert Achcar, “La era del neofascismo y sus rasgos distintivos”, viento sur, 5/2/2023.
2. Véase un análisis de la concepción de Putin sobre la ligazón de Ucrania (y Bielorrusia) con Rusia como explicación de la invasión en Iñigo Sáenz de Ugarte, “Siete mil palabras para entender la visión imperial de Putin”, diario.es, 24/02/2022. En el artículo se reproduce un artículo de Putin de julio de 2021 “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos”, que fue enviado a todos los miembros de las Fuerzas Armadas rusas, en un aviso de que en algún momento tendrían que defender esa interpretación de la historia. En el mismo artículo Putin responsabiliza a la revolución “bolchevique y comunista” de 1917 de haber creado la Ucrania moderna y con ello una estructura estatal “falsa”.
3. Un interesante resumen del debate sobre la realidad imperialista del Estado ruso y del carácter imperialista de su invasión a Ucrania, partiendo de una actualización de los análisis de Lenin, en Anatoly Kropivnitskyi, La Rusia de Putin y el imperialismo periférico”, viento sur
4. Sobre la solidaridad con Ucrania, ver Jean-François Collin, “Acabar con las mentiras y la barbarie: ¡Apoyar a Ucrania!”
5. Un resumen de encuestas sobre estos temas, que muestran un apoyo comprendido entre el 43% y el 63% a un ejército europeo en cinco Estados europeos (en el español del 62% frente a un 23% en contra), en Kiko Llaneras, Javier García y Montserrat Hidalgo, “¿Qué dicen los europeos? Temen a Putin, desconfían de Trump y quieren crear un ejército común”, El País, 11/3/2025
6. Sería interesante que en el futuro lo autores de esta obra desarrollen la concreción de la responsabilidad de la planificación según el tipo de megaproyecto y su escala territorial, tema tratado por Alexis Cukier en Revolución ecológica y social”, viento sur, 20/8/2020
Fuente: https://vientosur.info/megaproyectos-ofensiva-corporativa-global-en-tiempos-de-transicion-ecosocial/