Decenas de hombres figuran en las listas de desaparecidos del norte de Gran Canaria, uno de ellos fue el padre de la presidenta de la Asociación por la Memoria Histórica de Arucas, que fue localizado en 2018 en el pozo de Tenoya. Tenía un tiro en la cabeza y había sido asesinado solo por sus principios demócratas.
24 de julio de 1936. José Sosa Déniz, un humilde hojalatero del municipio de Arucas es detenido por primera vez. Su único “delito”, ser el tesorero de una agrupación socialista. Mientras está detenido, su esposa Balbina recorre un tedioso camino a pie cada día embarazada desde el barrio de Las Chorreras hasta la prisión para verlo, hasta que un día él le dice que no venga más, que va a parir por el camino. El 25 de enero nace Pino Sosa y el 10 de marzo él queda en libertad. Sin embargo, el 19 de ese mismo mes, el día del padre, se convierte en uno de los más trágicos para este municipio del norte de Gran Canaria. José Sosa Déniz es apresado de nuevo pero sus seres queridos no volverán a saber de él.
“¿Dónde está mi padre?” Es la pregunta que se hacía Pino Sosa, que ahora tiene 88 años, desde que tiene uso de razón. En un documental elaborado por la Asociación por la Memoria Histórica de Arucas, la segunda en fundarse en toda España y que ella misma preside, cuenta que cuando era una niña, el cura del municipio le dijo que era familia de los comunistas de Las Chorreras.
Poco a poco fue obteniendo más información de lo que le ocurrió a su padre y comprendiendo cuando fue mayor que se lo llevaron los falangistas. Ella le prometió a su madre, Balbina, que algún día lo encontraría y fue así cómo en los años 80 cuando fue concejala socialista en el Ayuntamiento de Arucas planteó por primera vez que había que abrir los pozos de Arucas.

En 2003, Pino fundó la Asociación por la Memoria Histórica de Arucas y en 2008 logró que se exhumara el pozo del Llano de Las Brujas, en Cardones. Desde muy pequeña vio como las mujeres se iban a un pozo a llorar y llevaban flores. Sabían que allí habían arrojado el cuerpo de sus seres queridos. Durante el tiempo que duraron los trabajos de excavación del pozo, esta mujer luchadora estuvo ahí siempre. En este lugar, localizaron 24 cadáveres. Todos tenían las manos atadas y un tiro en la cabeza. Además, se hallaron monedas, balas, anillos, zapatos… Varios de estos objetos pueden verse en la sala de la asociación.
Sin embargo, en ese pozo no estaba el padre de Pino. Ella siguió luchando y en 2013 empezaron los trabajos en Tenoya, unas excavaciones que se complicaron porque había muchas galerías, basura, animales muertos, vehículos… Los trabajos se prolongaron hasta 2017 cuando se localizaron 14 cadáveres. “Yo pedía: dame una señal si estás aquí y no había una señal pero seguíamos trabajando”, dijo Pino Sosa en el documental dirigido por Manuel Ortego, secretario de la Asociación por la Memoria Histórica de Arucas.
Y el 26 de febrero de 2018, su prima Balbina le da la noticia entre lágrimas: han encontrado a su padre. Un año después, el 24 de marzo de 2019 se celebra un día de reparación democrática en el municipio con la inhumación de los desaparecidos.
Esta historia ha sido recordada por Pino Sosa en un encuentro al que han podido asistir socios y socias de eldiario.es en el marco del Festival de la Cultura y las Ideas celebrado en Las Palmas de Gran Canaria y que ha coincidido con el 25 aniversario de Canarias Ahora. La presidenta de la asociación ha recordado que ese día de reparación democrática los asistentes le preguntaron si ya se había quedado tranquila porque encontró los restos mortales de su padre, a lo que ella respondió que no. “Todavía me queda mucho por hacer, muchos hermanos y padres que buscar en estos pozos. Hasta que no saque a todos los demócratas que están en los pozos y que no tienen que estar ahí, sino en los cementerios, no voy a estar tranquila”, incidió Sosa, que remarcó que su asociación lucha por la Justicia, Verdad y Reparación.

La ruta por la memoria traumática de Arucas
Para la ruta por los lugares que simbolizan la represión franquista en Arucas no es necesario salir del casco antiguo, en pleno centro de la ciudad. Como apuntó la guía, Inma Suárez, vocal de la asociación y encargada de hacer estas rutas con centros educativos habitualmente, “los falangistas querían implantar el terror” y por ello practicaban las torturas en pleno centro de la ciudad. No se iban a las afueras para que todo el mundo estuviera al tanto de lo que podía pasarles si no comulgaban ideológicamente con el nuevo régimen. El contexto que lo propició fue la existencia de una oligarquía importante en el municipio por las plataneras y la caña de azúcar y jornaleros que trabajaban para este sector.
El viaje hacia este terror por la memoria traumática por Arucas comenzó en el edificio donde comunicaban a las familias que los desaparecidos se habían ido en un barco francés o a África a sabiendas de que era mentira. También se señaló otra construcción que fue dedicada a la Sección Femenina, esa institución de adoctrinamiento para las mujeres en la que se pretendía instaurar un tipo de lo que era ser “una buena esposa y una buena mujer” según el régimen franquista.
Muy cerca de lo que es la actual Casa de la Cultura de Arucas se situaban no solo esos edificios sino también una antigua comisaría local que permitía hacer un control contínuo de cómo se comportaba la población local en base a la aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes. En este punto, Inma Suárez puso el ejemplo de la Colonia Agrícola de Tefía, en Fuerteventura, que fue un campo de internamiento en el que fueron apresados homosexuales durante el franquismo y que ahora el Ministerio de Memoria Democrática pretende declarar como lugar de Memoria.

La emblemática iglesia de Arucas ha sido otra de las paradas de esta ruta. En una de sus torres se colocó una ametralladora para controlar a las personas que pudieran defender a quienes resistían en el Ayuntamiento. De hecho, uno de los principales núcleos de resistencia en Canarias fue el norte de Gran Canaria y en concreto la ciudad de Arucas, encabezado por el diputado Eduardo Suárez Morales y por el delegado gubernativo de la zona norte Gran Canaria, Fernando Egea Ramírez. En un panel de la asociación se recuerda que “armados con cualquier elemento que les pudiera servir, logran en un primer momento neutralizar a los sublevados en su municipio”.
La corporación municipal de Arucas, con su alcalde Juan Doreste Casanova la cabeza, tuvo también protagonismo en esa resistencia al igual que la potente Federación Obrera. Procedieron primero a la voladura de los puentes de Tenoya, Los Granadillos, Cardones y Valerón para evitar el avance del ejército y los falangistas. En la mañana del 19 de julio comienza el asalto y las fuerzas fueron recibidas con un tiroteo, petardos y bombas desde la azotea del mercado municipal de Arucas y el Ayuntamiento. Se llegó incluso a disparar una pieza de artillería contra la fachada del consistorio que aún se conserva. Desde ahí salen corriendo vecinos y concejales. A pesar de esta resistencia inicial, Arucas quedó bajo el mando sublevado y Eduardo Suárez y Fernando Egea fueron detenidos y condenados en un consejo de guerra a pena de muerte, un hecho que se producirá en la madrugada del 6 de agosto de 1936 en el campo de tiro de La Isleta.

Durante la visita se insistió en el papel que jugó la iglesia en esas listas de represión franquista. Francisco Hidalgo, llamado el cura chico, colaboró en esas listas con las que las llamadas brigadas del amanecer hacían desaparecer a los demócratas. Por el contrario, el cura de Cardones decía que en su rebaño no iba a faltar nadie y ayudaba a las personas a esconderse en su parroquia. Se cuenta que en este barrio no faltó nadie.
Otra de las paradas clave es la Casa del Niño, fue construida por los marqueses de Arucas con la intención de que fuera un hospital o un asilo para personas mayores, pero nunca cumplió esa función. Se utilizó en un principio como centro de tortura, pero después se utilizó para atender a los niños huérfanos de guerra, del hambre y de la exclusión. Realmente era un centro de adoctrinamiento para niños cuyos padres no los podían alimentar. Inma Suárez explicó que los niños y niñas eran internados bajo un severo régimen y que no hay residente que guarde un buen recuerdo. Se hacía un trato despectivo hacia ellos, pasaban hambre, echaban de menos a sus familias… En un principio era un centro mixto pero después era de niñas.
También se hizo una parada en la Sociedad Atlántida, una sociedad obrera en la que se hacían charlas, se jugaba al ajedrez y siempre fue una sociedad muy popular. La guía explicó que en muchas casas de alrededor privadas se llevaban a cabo torturas, era en el mismo casco del pueblo con la única intención de dar ejemplo. Mucha gente, de hecho, se fue al sur huyendo porque aquí no les iban ni a dar trabajo. En el antiguo Casino de Arucas, una casa burguesa, se dice que cuando se escuchaba la música alta es que estaban torturando a alguien.


El viaje por la memoria traumática de Arucas termina en el consistorio, con su huella de resistencia y en el local de la asociación donde los asistentes pudieron compartir con Pino Sosa su historia de fuerza y resistencia. Sus ojos son los de la esperanza de que aunque vengan tiempos convulsos siempre habrá quien vele por la memoria de quienes lucharon por la democracia y por los derechos humanos.