Nos adentramos en el CECOPIN (Centro de Coordinación Operativa Insular) del Cabildo de Gran Canaria, que lleva años impulsando ALERTAGRAN, un proyecto pionero que combina tecnología, prevención y gestión frente a eventos cada vez más extremos por el cambio climático.
Septiembre es, para muchos, un mes de comienzo y borrón. Lejos parecen quedar ya los incendios que ha sufrido este verano el noroeste de España, los peores del siglo. Sin embargo, el riesgo de que se desate un fuego que lo arrase todo y cambie la vida de miles de personas sigue presente. «No es un mes para distraerse», cuenta Gonzalo Gutiérrez, responsable de Comunicaciones y Sistemas del CECOPIN de Gran Canaria.
En esta isla, la campaña por riesgo de incendios forestales se mantiene hasta el 30 de octubre. Este año, hasta el momento, ninguna de las 8 islas ha sufrido un gran incendio forestal. En el caso de Gran Canaria, el último fue en 2019, cuando ardieron unas 10.000 hectáreas. Antes, en 2007, otro incendio quemó casi 20.000 hectáreas.
Sumar tantos años sin fuegos importantes no es casualidad. El Cabildo de Gran Canaria lleva tiempo ejecutando una serie de acciones de prevención que no se limitan a los meses de verano, como las quemas prescritas (fuegos intencionados de baja intensidad que sirven para eliminar parte de la vegetación) y el pastoreo prescrito en montes públicos y barrancos (donde se remunera económicamente a los pastores). Todo ello se enmarca dentro de un proyecto que busca lograr un “paisaje mosaico”, donde conviven campos cultivados, huertas, sembrados, pastos y diferentes tipos de bosques.
No obstante, hay un actor menos conocido pero que ha sido clave para proteger a la isla de las llamas: ALERTAGRAN, proyecto gestionado por el CECOPIN (centro neurálgico de la coordinación de emergencias en la isla) que busca mejorar los sistemas de alerta temprana en la gestión de emergencias.
“Muchos incidentes no acaban trascendiendo porque los atajamos a tiempo o los gestionamos de una forma muy diligente”, cuenta Gonzalo Gutiérrez, quien ejerce de técnico director de ALERTAGRAN. En 2017, el jefe de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, Federico Grillo, y él fueron quienes detectaron las necesidades y posibles soluciones a las carencias que tenía la isla en materia de emergencias y prevención.
Un proyecto que no deja de actualizarse
La sala principal del CECOPIN, cuya sede se sitúa encima del jardín botánico más grande de España, la preside un gran televisor con la señal de 36 cámaras que cubren dos tercios de la isla, sobre todo zonas de la cumbre, donde se concentran los peores incendios. Actualmente tienen tres tipos de cámaras: térmicas con visión de infrarrojos que hacen rondas en busca de puntos de calor, de detección de patrones de columna de humo, y de libre disposición, que son las que se mueven manualmente.

En cuanto alguna de las cámaras detecta humo o un punto de calor (que puede no ser un incendio, pero supera un umbral determinado), salta una alarma y les llega la ubicación exacta. En campaña, y especialmente en alerta máxima (el mayor nivel de riesgo), “primero movilizamos y luego miramos [las cámaras]”, cuenta Gonzalo Gutiérrez, quien reconoce que no se la juegan aunque acabe siendo una falsa alarma.
Estas cámaras, además, se complementan con estaciones meteorológicas que miden la sequedad de la vegetación y sensores que registran la cantidad de agua disponible para abastecer los medios de extinción en los diversos depósitos habilitados para ello.
Con los años, el proyecto ALERTAGRAN –que tuvo un coste de 2,7 millones de euros– ha seguido creciendo. La siguiente fase, llamada ALERTAGRAN 2, trajo al CECOPIN un simulador 3D de incendios forestales que calcula, en función de las condiciones meteorológicas, un modelo del terreno y otro sobre el combustible vegetal, cómo se va a comportar el fuego, previendo hacia dónde y cuándo se moverá. Una herramienta que puede trabajar en coordinación con la Sim Table, un dispositivo pionero en Europa traído desde California –territorio acostumbrado a grandes fuegos– que permite representar en tres dimensiones el territorio. «Para la gestión del incendio tal vez no tiene tanto tanto interés, pero sí en las labores de prevención, de formación y de concienciación”, cuenta Gutiérrez. En esta ocasión, la inversión de esta segunda fase fue de 510.000 euros.
Posteriormente llegó ALERTAGRAN 3, que mejoró la capacidad de comunicación de los equipos de vigilancia, extinción y gestión de incendios forestales. Su éxito se vio durante el apagón. Mientras muchas de las comunicaciones de la islas fallaban (como las del 112, que se saturaron), la red de emergencias del Cabildo no registró ningún contratiempo. “Estamos trabajando para intentar exportar las mejoras al resto de la comunidad”, explica el técnico. Esta fase del proyecto tuvo un coste de 252.000 euros.
Lo que está por venir
También está en marcha ALERTAGRAN 4, que han cedido a Carreteras y con el que se implementarán barreras inteligentes y paneles con información en la zona de la cumbre con el fin de mejorar la gestión ante incendios forestales, nevadas y otros fenómenos adversos.
Y por último, se encuentra en fase de licitación (hasta este mismo 12 de septiembre) ALERTAGRAN 5, en colaboración con el Consejo Insular de Aguas. En esta ocasión, se trata de un sistema de alerta temprana frente a inundaciones o escorrentías situado en los principales barrancos de la isla y que incluirá un semáforo (verde, naranja o rojo) dirigido a la población en función del riesgo y las necesidades de evacuación. Su presupuesto base es de 1.362.720 euros.
Además de los incendios y las lluvias torrenciales, el CECOPIN también gestiona otros eventos extremos como vientos, fenómenos costeros y nevadas. “Nuestra labor ahí es preventiva, informativa y de seguimiento. Muchas veces funcionamos como centro de recepción de llamadas y como centro de coordinación y apoyo de otros organismos y dispositivos”, explica Gonzalo Gutiérrez, responsable de Comunicaciones y Sistemas. Además –cuenta– también se encargan de otras incidencias medioambientales como la campaña de pardelas (cuyos pollos caen a tierra debido a la contaminación lumínica), así como de otras aves, tortugas, cetáceos o culebras. Actualmente, en el CECOPIN trabajan en torno a medio centenar de personas.

La importancia de la alerta temprana
El planeta actual se ha calentado 1,3 ºC desde la época preindustrial debido a la quema de combustibles fósiles y la deforestación. Como demuestra la evidencia científica, el cambio climático influye en los eventos meteorológicos extremos, haciéndolos más intensos, frecuentes y difíciles de atajar. En este sentido, los sistemas de alerta temprana son una de las acciones más eficaces en materia de adaptación.
«Las alertas tempranas salvan vidas y proporcionan enormes beneficios económicos. Insto a todos los gobiernos, instituciones financieras y a la sociedad civil a que apoyen este esfuerzo», reclamaba hace unos años António Guterres, secretario general de la ONU. Asimismo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) apunta que los daños provocados por eventos extremos se reducen un 30% de media cuando se lanza un aviso a la población con al menos 24 horas de antelación. También el IPCC (el panel de especialistas en cambio climático) señalaba en su último informe que una de las medidas más urgentes y efectivas son los sistemas de alerta temprana.
En menos de una década, la isla de Gran Canaria ha dado un salto de calidad en la protección de su ciudadanía y ecosistemas, siendo referente para muchos puntos de España y del continente. Para Gonzalo Gutiérrez, parte importante de este cambio, ha sido fundamental el apoyo de la “Consejería de Medio Ambiente, los consejeros que hemos tenido [en especial el de ahora, Raúl García Brink] y el presidente del Cabildo [Antonio Morales], una persona que ha sabido y ha querido implicarse mucho en todos estos cambios”.
Fuente: https://climatica.coop/gran-canaria-laboratorio-innovacion-incendios-forestales-eventos-extremos/