Miami.- Quizás el atentado terrorista más emblemático de la política terrorista mantenida y apoyada por los gobiernos de Estados Unidos en contra del pueblo cubano durante más de cincuenta y dos años sea el derribo en pleno vuelo del avión civil de Cubana de Aviación que causó la muerte a 73 personas: 57 cubanos, 11 […]
Miami.- Quizás el atentado terrorista más emblemático de la política terrorista mantenida y apoyada por los gobiernos de Estados Unidos en contra del pueblo cubano durante más de cincuenta y dos años sea el derribo en pleno vuelo del avión civil de Cubana de Aviación que causó la muerte a 73 personas: 57 cubanos, 11 guyaneses -la mayoría de ellos estudiantes becados en Cuba–, y 5 funcionarios culturales coreanos. Entre los 73 pasajeros y tripulantes asesinados en este acto único por su bestialidad se encontraba la totalidad del equipo nacional juvenil cubano de esgrima que regresaba a la Patria con todas las medallas de oro disputadas en el recién terminado campeonato centroamericano de esa disciplina.
Este 6 de octubre se cumplen 35 años de ese acto de barbarie que estremeció y estremece a la nación cubana y a toda persona de buena voluntad que conocen de él, desde entonces al presente.
Los dos jefes terroristas que organizaron y dirigieron ese atentado, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, ambos por décadas operativos principales de la CIA –como demuestran toneladas de documentos desclasificados de esa agencia de inteligencia–, nunca fueron penalizados con el rigor que la ley establece para ese tipo de crímenes.
Ambos eventualmente se refugiaron en Miami escapando a la justicia. Bosch vivió libre gozando de la impunidad brindada por los gobiernos de Estados Unidos hasta abril pasado cuando murió en esta ciudad a los 84 años de edad de muerte natural. Posada Carriles a sus 83 años de edad sigue gozando de esa misma impunidad mantenida a favor de todos los terroristas de la extrema derecha cubano americana por los gobiernos de Estados Unidos.
Como mantienen especialistas en estas materias, siguiendo instrucciones de la CIA — que desde aquel momento quiso dar la apariencia de distanciamiento entre sus terroristas y ella-, Orlando Bosch llama en junio de 1976 a una reunión en República Dominicana de sus consortes, pertenecientes a cinco organizaciones terroristas, establecen la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), y se da comienzo a una criminal ofensiva terrorista.
Los principales atentados de esta escalada terrorista en 1976 fueron: a consecuencia de una bomba colocada en la Embajada de Cuba en Lisboa, Portugal, mueren dos diplomáticos cubanos; asesinato de un cubano técnico de la pesca en Mérida, Yucatán, en un frustrado atentado al cónsul cubano en esa ciudad; secuestro y desaparición de dos diplomáticos miembros de la Embajada de Cuba en Buenos Aires, Argentina; una bomba estalla en pista en el vagón de carga de equipajes destinado a un avión de pasajeros de Cubana de Aviación en el aeropuerto de Kingston, Jamaica; en septiembre de ese año Omega 7, una de las organizaciones terroristas integrantes de CORU, en colaboración con la dictadura militar chilena, asesinaron a Orlando Letelier, quien fuera Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende, y a su secretaria, Ronni Moffit, haciendo estallar su automóvil en el Dupont Circle, en el mismo centro de Washington D.C.; y, claro, la voladura del avión civil de Cubana de Aviación.
Entre los distintos blancos de la campaña terrorista de más de cinco décadas en contra del pueblo cubano se encuentran: destrucción o sabotaje de objetivos civiles dentro del país; ataques en contra de instalaciones costeras, naves aéreas, mercantes y pesqueras; atentados contra instalaciones y personal cubano en el extranjero, incluidas sedes diplomáticas; intentos de asesinato contra los principales dirigentes de la república; introducción de gérmenes y plagas contra la agricultura y explotación pecuaria; e introducción de cepas de enfermedades contra las personas, incluidos los menores.
A consecuencia de esta innoble campaña más de 3 478 cubanas y cubanos han perdido sus vidas y más de 2 099 han sido incapacitados.
En el discurso en La Habana, el 6 de octubre de 2001, menos de un mes después de los trágicos atentados terroristas en Nueva York, Washington y Pennsilvania, en el acto conmemorando el 25 Aniversario de la voladura del avión de Cubana, el presidente cubano, Fidel Castro, dijo:
«La fría cifra de 73 personas inocentes asesinadas en Barbados, no lo dice todo cuanto al sentido y magnitud de la tragedia.
Seguramente los norteamericanos lo comprenderán mejor comparando la población de Cuba hace 25 años con la de Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. La muerte de 73 personas en un avión cubano hecho estallar en el aire es lo que significaría para el pueblo de Estados Unidos que 7 aviones de las líneas aéreas norteamericanas, con más de 300 pasajeros cada uno, fuesen destruidos en pleno vuelo el mismo día, a la misma hora, por una conspiración terrorista.
Si vamos un poco más lejos y tomamos en cuenta los 3.478 cubanos que han muerto durante más de 42 años por las acciones agresivas, incluidas la invasión de Playa Girón y todos los actos terroristas que ha sufrido Cuba originados en Estados Unidos, es como si en ese país hubiesen muerto 88,434 personas, una cifra casi igual al número de norteamericanos que murieron en las guerras de Corea y Viet Nam juntas».
Nada de esto escrito aquí es nuevo, al contrario, muchas de estas cuestiones son ampliamente conocidas. ¿Pero qué otra cosa podemos hacer para lograr hacerle justicia a todas estas víctimas, asesinadas o incapacitadas, por estas monstruosas campañas terroristas y, además, para que el pueblo cubano un día, no muy lejano, pueda vivir y desarrollarse libremente y en paz, que denunciar, denunciar y denunciar a los terroristas, sus crímenes y la política que los sustentan. Machacándolos con la verdad y la justeza.
* El autor es el director de Areítodigital
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.