La iglesia católica cubana tiene una publicación periódica nombrada Espacio Laical. A mis manos llegó un número de esa revista de finales del año 2012. La página editorial publica uno titulado «Cuba: la elección presidencial y el destino de la nación». En él se hace referencia a nuestras últimas elecciones generales para elegir a los […]
La iglesia católica cubana tiene una publicación periódica nombrada Espacio Laical. A mis manos llegó un número de esa revista de finales del año 2012.
La página editorial publica uno titulado «Cuba: la elección presidencial y el destino de la nación». En él se hace referencia a nuestras últimas elecciones generales para elegir a los delegados a los órganos del poder popular en las provincias y a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Al describir cómo funciona el sistema político cubano hay una imprecisión fundamental en lo que respecta a las elecciones municipales. El editorial dice: «Este proceso tiene dos momentos. El primero se realizó en octubre y estuvo relacionado con la designación de los delegados a las asambleas municipales…» El editorialista utiliza el vocablo designación en vez de elección, que es el que corresponde utilizar. Recordemos brevemente cómo funciona este proceso. Estas elecciones se hacen sin la participación de partidos políticos. Son los vecinos, reunidos en asamblea, los que proponen a los candidatos a ser electos delegados a nivel municipal por su circunscripción. Pueden participar hasta ocho candidatos propuestos por la población residente en la circunscripción electoral. Las biografías y fotos de estos candidatos se exponen en lugares públicos. El día de la elección, esta se hace mediante voto directo y secreto y resulta electo el que obtenga más votos. Otro detalle es que el conteo de los votos tiene carácter público y se realiza en el mismo centro de votación una vez que esta ha terminado. Proceso electoral más popular, democrático y transparente no existe. Ese es un mérito incuestionable del sistema cubano.
Es cierto que de ese nivel en adelante ya no son los electores de base los que eligen al presidente de la Asamblea Municipal. Son los delegados electos en la base los que eligen a la Dirección del órgano municipal. Personalmente, creo que seria preferible que el máximo dirigente del municipio fuera electo como el delegado de base, con el voto directo de los electores de base y que se propusiera más de un candidato. Esto haría que el máximo dirigente municipal se sintiera con un respaldo popular más evidente y con un mayor compromiso ante la población.
Para los órganos del poder popular a nivel provincial y nacional se sigue otro procedimiento. Ahí entran en acción las comisiones de candidaturas integradas por representantes de nuestras principales organizaciones de masas (sindicales, campesinas, femeninas, juveniles y estudiantiles, vecinales) que proponen los candidatos a las Asambleas Municipales y de ahí salen las propuestas a delegados y diputados que son presentadas a las elecciones generales. Hasta el momento, en esos dos niveles, no se ha seguido la práctica de las elecciones municipales de presentar varios candidatos para una plaza. El elector tiene la opción de votar por todos los propuestos, alguno de ellos o ninguno. Confieso que preferiría que la práctica a nivel de municipios se extendiera y hubiera más candidatos que compitan entre sí. Las organizaciones de masas, en la preparación de las candidaturas, podrían hacer un trabajo mayor, recogiendo propuestas de candidatos desde la base.
Pero el editorial apunta, en particular, hacia la elección del Presidente de la República que, en nuestro caso es, simultáneamente, el Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Yo sería partidario de separar ambas funciones, la de Jefe de Estado y la de Jefe de Gobierno. El Jefe de Estado al frente de la Defensa y las Relaciones Exteriores. y el de Gobierno o Primer Ministro, a cargo de los asuntos internos. Al comienzo de la revolución existían los dos cargos separados y resultó bien.
Arguye el autor del editorial que comentamos, que al final del actual mandato presidencial cesará en el gobierbo la Dirección histórica de la revolución y que habría que buscar un consenso nacional, del que participen también los cubanos emigrados, y que cambie el actual sistema establecido, o sea, que no sea el parlamento el que elija al Consejo de Estado y a su Presidente y Vices, sino que se haga una votación directa para tales cargos. Propone el editorialista que el próximo presidente sea escogido entre varias propuestas que incluyan a personas «que posean una visión político-ideológica diferente» Y añade: «Lo anterior es indispensable para asegurar la estabilidad futura de la nación. Sin embargo, reconocemos que resulta un desafío inmenso» Esto significa modificar sustancialmente la actual Constitución que aprobó en referendo la inmensa mayoría del pueblo cubano. El editorialista asegura que si el Partido Comunista de Cuba no decide estos cambios «la realidad lo obligará a modernizarse so pena de dañar aún m� caso de que un candidato tenga, a nivel del país, mayoría de votos y no de electores y no salga electo. Eso sin contar que se hacen fraudes electorales, como el de la Florida que le dio la victoria a Bush hijo y que antes, en el siglo XIX, le arrebató la victoria al candidato demócrata Tilden.
Hablamos aquí de naciones y no de instituciones, como la Iglesia Católica, que elige a su Sumo Pontífice en un cónclave secreto de cardenales, élite designada y no electa, con procedimientos ajenos a la feligresía católica y a sus propios sacerdotes de distinto rango.
Todo lo que pueda hacerse para mejorar nuestro sistema debe hacerse sin que pierda su esencia original de representar al pueblo trabajador. Y por ahí hay mucha tela por donde cortar. Ese es el sentido de los lineamientos económicos y sociales y el planteamiento de lograr un socialismo próspero y sostenible como base de nuestra sociedad. Los cambios en la base económica traen aparejados cambios en la superestructura política. Los cambios ya están en marcha y los vamos decidiendo entre todos los que vivimos en este país. Los que aquí vivimos y trabajamos estamos en condiciones de ver lo que funciona bien y lo que no y proponer y exigir y actuar contra lo mal hecho. Para ello contamos con los delegados de circunscripción, con los sindicatos, las organizaciones de jóvenes y estudiantes, de mujeres y de vecinos, además de las organizaciones de profesionales y otras que conforman nuestra «sociedad civil», para usar el gustado término. Los que nacidos en Cuba optaron por emigrar de manera permanente, ahora son parte de otras sociedades, de otros Estados, con las realidades políticas y económicas que les son propias y en las que viven. Si regresan a Cuba, bienvenidos. Su reinserción les permitiría participar directamente en la obra. Pero corresponde a los que viven en casa el decidir qué hacer con ella. Opiniones, vengan todas las que se quieran, pero las decisiones han de ser de los que están en el terreno, para utilizar un término deportivo.
La nuestra no se limita a ser una democracia representativa, que lo es, sino, además, participativa. Un ejemplo del funcionamiento de nuestra democracia participativa y no formal es, ahora mismo, la dicerdote jesuita y su hermana mantenía clases de catecismo en su casa, por el Partido Ortodoxo. Ninguno fue electo. Ahí decidían las maquinarias electorales de sargentos políticos, compra de votos, robo de urnas, puro gangsterismo. Era lo habitual. Se llegaba al poder político, en la mayoría de los casos, para robar y servir a poderosos intereses que retribuían esos servicios.
Todo el que vivió aquel tiempo no desea que regrese.
Entonces, ¿de qué democracia se nos habla?
¿Sería, por ejemplo, la del reino de España, que tiene como Jefe de Estado al Rey, a quien nadie elige y el reinado se transmite por herencia? En el caso de España, donde existió la República hasta que fue derrotada en la guerra civil por el partido falangista del Caudillo Francisco Franco, con el apoyo del nazi Adolfo Hitler y el fascista Benito Mussolini, el actual rey Juan Carlos fue entronizado por el propio Franco para que lo sucediera. Conocí en Francia, por cierto, a otro miembro de la familia real que, desde el exilio, le disputa el reino a su pariente. El Presidente del Gobierno tampoco es electo por voto directo. Es un sistema parlamentario en el que el partido que obtenga más representantes electos y tenga, por tanto, la mayoría de los escaños, elige a su líder como Jefe de Gobierno.
En el Reino Unido de la Gran Bretaña, la reina Isabel es la Jefa de Estado desde finales de la Segunda Guerra Mundial cuando sucedió a su padre el rey. El Jefe de Gobierno es el líder del partido que obtiene la mayoría de escaños en la Cámara de los Comunes, el Parlamento. Nadie lo elige directamente. Tiene el reino otra Cámara, la de los lores (señores) que son designados por el o la monarca.
En el Reino Unido, dos partidos políticos contienden en las elecciones: Conservadores y Laboristas. En España es casi lo mismo, dos partidos mayoritarios, el llamado Popular y el llamado Socialista Obrero. Todos, en ambos países, responden a los intereses de la burguesía.
Una democracia más cercana geográficamente es la de los Estados Unidos de Norteamérica, con dos partidos que históricamente se alternan en el poder desde el siglo XIX, el Republicano y el Demócrata, dos caras de la misma moneda. Nuestro José Martí los describió, junto con el sistema electoral norteamericano, de una manera clarísima en sus escenas norteamericanas que enviaba regularmente al diario argentino La Nación. Martí explicó como los cargos de senadores y representantes se compraban y unos y otros servían a los monopolios dueños del país. De entonces a acá la esencia no ha cambiado. De otra parte, el sistema electoral para la presidencia de los EEUU es muy peculiar. Cada Estado tiene un número de electores, mayor o menor, y el que saque más votos en ese Estado, se gana los votos de todos los electores. Lo que decide, finalmente, no es el voto del ciudadano, sino del elector. Puede darse el caso de que un candidato tenga, a nivel del país, mayoría de votos y no de electores y no salga electo. Eso sin contar que se hacen fraudes electorales, como el de la Florida que le dio la victoria a Bush hijo y que antes, en el siglo XIX, le arrebató la victoria al candidato demócrata Tilden.
Hablamos aquí de naciones y no de instituciones, como la Iglesia Católica, que elige a su Sumo Pontífice en un cónclave secreto de cardenales, élite derado, en cuarenta años, de los destrozos de la agresión yanqui que descargó sobre el país una cantidad de explosivos mayor que toda la utilizada durante la Segunda Guerra Mundial. Vietnam es hoy el segundo exportador mundial de arroz y de café y el primero de pimienta, por solo mencionar tres rubros agrícolas. Y redujo la pobreza en que la dejó la larga guerra de treinta años por la independencia, de un 70% a menos de un 10%. Y su economía sigue creciendo a un ritmo superior al 5% anual.
En nuestra América, los sueños de Bolívar y Martí comienzan a materializarse con los países del ALBA como vanguardia solidaria que busca la mayor justicia posible, un mundo mejor con todos y para todos. Ese es nuestro mundo, el del exitoso socialismo del siglo XXI.
El arte de la política no está en copiar, sino en crear de acuerdo con las condiciones del país. ¿Puede acaso tratarse de la situación de Cuba sin tener en cuenta la política hostil del vecino poderoso, la mayor potencia militar y económica del mundo, que se empeña en no reconocernos en lo que somos y nos hostiga con el bloqueo financiero, económico y comercial más largo de la historia, que sanciona a terceros países por tener relaciones normales con Cuba, y que no ha renunciado a los planes de derrocar al régimen escogido soberanamente por el pueblo cubano? ¿No sueñan acaso con recuperar su dominación perdida en nuestro país? Eso es lo que no debe olvidarse nunca. Ni tampoco a los neoanexionistas que tratan de socavar nuestra existencia como nación.
En materia política y electoral creo que podríamos parafrasear a Fidel en sus palabras a los intelectuales en nuestra Biblioteca Nacional hace ya algo más de medio siglo: «Dentro de la revolucscusión a lo largo y ancho del país, del proyecto del nuevo código laboral, práctica utilizada anteriormente para otras leyes importantes y hasta para los contenidos del propio congreso del Partido Comunista de Cuba, como Partido de la nación que es.
Ahora, quizás como en ningún momento anterior, estamos enfrascados en la mayor obra de rectificación de errores y de trabajo racionalizador para que la independencia nacional y la justicia social conquistadas a tan alto precio, y que tantos beneficios ha aportado a nuestro pueblo, en particular a los que eran de un origen más humilde (la mayoría), no sólo se mantengan, sino traigan mayores y mejores frutos para todos.
En un mundo predominantemente capitalista que vive una profunda crisis sistémica que a todos afecta no hay que dejarse engañar por los cantos de sirena reiterados por los enormes medios de propaganda de que disponen los grandes explotadores de la humanidad, el famoso 1% que controla a las legiones del 99% cada vez más «indignado». Basta ver lo que pasa hoy en Europa o en el mundo islámico invadido o asediado por los imperialistas: Afganistán, Irak, Libia, Egipto, Siria, Palestina, Líbano, para conocer las consecuencias del dominio del capital internacional. ¡Qué doloroso resultado el de la intervención foránea en esos países con el pretexto de llevarles la libertad y la democracia!
De otra parte, los ejemplos de China y Vietnam, con sus partidos comunistas al frente, hablan de logros impresionantes en el desarrollo económico, social y político de esos pueblos. China es ya la segunda economía mundial y se predice que será la primera dentro de un decenio. Sus mercancías y sus turistas circulan por todo el mundo. Vietnam se ha recuperado, en cuarenta años, de los destrozos de la agresión yanqui que descargó sobre el país una cantidad de explosivos mayor que toda la utilizada durante la Segunda Guerra Mundial. Vietnam es hoy el segundo exportador mundial de arroz y de café y el primero de pimienta, por solo mencionar tres rubros agrícolas. Y redujo la pobreza en que la dejó la larga guerra de treinta años por la independencia, de un 70% a menos de un 10%. Y su economía sigue creciendo a un ritmo superior al 5% anual.
En nuestra América, los sueños de Bolívar y Martí comienzan a materializarse con los países del ALBA como vanguardia solidaria que busca la mayor justicia posible, un mundo mejor con todos y para todos. Ese es nuestro mundo, el del exitoso socialismo del siglo XXI.
El arte de la política no está en copiar, sino en crear de acuerdo con las condiciones del país. ¿Puede acaso tratarse de la situación de Cuba sin tener en cuenta la política hostil del vecino poderoso, la mayor potencia militar y económica del mundo, que se empeña en no reconocernos en lo que somos y nos hostiga con el bloqueo financiero, económico y comercial más largo de la historia, que sanciona a terceros países por tener relaciones normales con Cuba, y que no ha renunciado a los planes de derrocar al régimen escogido soberanamente por el pueblo cubano? ¿No sueñan acaso con recuperar su dominación perdida en nuestro país? Eso es lo que no debe olvidarse nunca. Ni tampoco a los neoanexionistas que tratan de socavar nuestra existencia como nación.
En materia política y electoral creo que podríamos parafrasear a Fidel en sus palabras a los intelectuales en nuestra Biblioteca Nacional hace ya algo más de medio siglo: «Dentro de la revolución, todo. Contra la revolución, nada.»
¿Debemos abandonar nuestro sistema parlamentario?
El debate es necesario y no la falsa unanimidad, pero con una sola alma y un solo corazón. Lo que no debe confundirnos es que la democracia no se limita a una elección periódica cada cierto número de años, sino la participación efectiva del pueblo, cotidianamente, en el control de los destinos del país, en que el gobierno sea un real representante del pueblo trabajador, de los intereses de las grandes mayorías y no del 1% que, lamentablemente, sigue detentando el poder en el mundo del capital.
Fuente: http://www.cubano1erplano.com/2013/09/a-proposito-de-elecciones-y-el-destino.html#more