Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Qatar es el país de todas las contradicciones:
· La mayor base estadounidense está en Qatar, pero los talibán tienen ahora su representación en el emirato.
· Es el país de al-Jazeera, el medio audiovisual que mejor cubrió la segunda Intifida y el bombardeo de Gaza, pero es uno de los pocos países árabes que tiene una representación israelí en su territorio.
· Es un país completamente pro estadounidense, pero también es el que apoya a muchos movimientos islamista, entre ellos Hamás, que también tiene una representación en este microestado.
Pero lo primero que nos choca cuando se visita este país es que es el país de la extravagancia consumista y del ultraliberalismo económico. En realidad, esto es lo esencial. De hecho, mientras que se preserven los privilegios y mientras que perdure la apropiación de riquezas a beneficio de una casta, todo lo demás es secundario. Si no se comprende bien esta cuestión previa, se tendrá dificultades para comprender la lógica de este Estado.
Atrapado entre dos potencias regionales, Arabia Saudí e Irán, el pequeño emirato tiene sed de influencia internacional. Qatar tiene hoy esta ambición desmesurada: ser reconocido como la potencia regional política y diplomática imprescindible del mundo árabe. Y ello por dos razones, en primer lugar para satisfacer su ego insaciable y a continuación para que nadie pueda cuestionar la apropiación de las riquezas de su subsuelo por parte de la familia real.
Aceptando la instalación de la mayor base estadounidense de la región en su territorio y poniéndose, por lo tanto, bajo la protección de Estados Unidos, la familia real espera perennizar su dominio de los yacimientos de hidrocarburos, pero también protegerse de las ambiciones regionales de sus dos grandes vecinos, que es lo que más teme.
Y la instalación de la representación diplomática israelí sobre territorio qatarí es, evidentemente, la condición ineludible de esta protección estadounidense.
El debilitamiento de la potencia financiera y económica estadounidense es el nuevo elemento de esta última década. Esto ha conmocionado la situación en esta región que desde hacía varias décadas tenía la costumbre de vivir bajo el orden estadounidense.
Hoy en día Estados Unidos ya no tiene los medios de su política hegemónica. Además, con la emergencia de China la zona Asia-Pacífico se convierte en la región clave para el imperialismo estadounidense, mucho más que Oriente Próximo.
Efectivamente, seguirá siendo un reto fundamental la protección de los yacimientos de hidrocarburos y de sus vías de transporte hacia los países del norte. Pero la crisis económica y financiera mundial asociada a un replanteamiento de las prioridades estratégicas hacen que hoy Estados Unidos no tenga ya los medios de actuar directamente en esta región para preservar sus intereses.
Esta situación inaudita tiene dos consecuencias para esta región:
La primera consecuencia es que ante sus nuevas restricciones presupuestarias Estados Unidos ha decidido intervenir a partir de ahora a través de sus redes locales que tienen los medios y la ambición de convertirse en potencias regionales.
Estas redes locales son en primer lugar aquellas que históricamente siempre han estado presentes en esta región: en primer lugar, las dos antiguas potencias coloniales Francia y Gran Bretaña (potencia militar y económica) y después, la fiel heredera del imperio Otomano, Turquía, nueva potencia económica y militar.
Qatar, muy presente diplomática y mediáticamente, también espera ser reconocido como una nueva potencia regional. También aspira a ser uno de estos intermediarios de la potencia estadounidense que tendrá la ventaja de ser el único que pertenece a la «nación árabe».
Hecho importante, estos países (Francia, Gran Bretaña, Turquía y Qatar) que ya son influyentes actores en la evolución de las revoluciones árabes, son todos ellos miembros de la OTAN o albergan importantes bases militares estadounidenses y tienen todos ellos relaciones diplomáticas y económicas con el Estado sionista.
La segunda consecuencia de esta nueva situación es que al tiempo que estos intermediarios locales actúan por los intereses de Estados Unidos actúan también por sus propios intereses. Es, con toda lógica, una retribución «justa» que «autoriza» el gendarme estadounidense:
· Así, aprovechando las revoluciones árabes, las antiguas potencias coloniales europeas (Francia, Gran Bretaña) tratan de restablecerse en esta región y esperan convertirse en el intermediario obligado.
· A través de su dinamismo económico, Turquía querría reconquistar su zona de influencia, la cual se extendía desde el Asia central al Magreb. No es una excepción el Estado sionista, que mantiene unas florecientes relaciones con el capitalismo turco. Business is Business.
· Qatar, con toda su nueva potencia financiera y mediática, promueve una expresión libre (aunque, como es evidente, orientada) de todas las tendencias políticas del mundo árabe y espera así convertirse en el centro de una nueva influencia panárabe.
Por consiguiente, es en este contexto donde hay que interpretar la acción de Qatar y su relación con el jeque al-Qaradawi y la cadena al-Jazeera.
Para comprender el papel del jeque al-Qaradawi, hay que volver a la historia. Surgido de los Hermanos Musulmanes egipcios, el jeque al-Qaradawi pagó muy cara su oposición pública y franca a la dictadura egipcia: vivió parte de su vida en las prisiones egipcias. Hasta hace muy poco todos los movimientos políticos árabes, sin ninguna excepción, vivían bajo una terrible represión: asesinatos, desapariciones, encarcelamientos, masacres, torturas. Y ello bajo la indiferencia de todos los medios occidentales.
El jeque Qaradawi siempre se negó a callarse acerca del derecho de expresión de todos los pueblos y acerca de su antisionismo visceral. El único país que finalmente aceptó acogerlo al tiempo que le respetaba su libertad de expresión fue Qatar. Incluso hizo más, le dio un canal (al-Jazeera) para permitirle dirigirse a todas las masas árabes. Casi todos los dirigentes de los movimientos políticos islámicos en el exilio o que vivían la represión le siguieron la corriente. Superando la censura ejercida por todas las dictaduras árabes, pudieron expresar su punto de vista a través de al-Jazeera y debatir con los demás movimiento de oposición árabes.
Así, a través de al-Jazeera y de la influencia del jeque al-Qaradawi, Qatar ha obtenido lo que quería: ser una potencia mediática imprescindible en esta región. A través de Qatar el jeque al-Qaradawi y muchos movimientos islámicos reprimidos han obtenido a cambio el derecho a expresarse y a debatir públicamente. Algo que nunca han podido esperar en sus propios países y ello desde hace varias décadas.
Qatar espera hoy recoger los dividendos de su política, audaz en aquel momento, de apertura en relación a los movimientos políticos islámicos. En adelante el emirato se implica directamente en las revoluciones árabes, diplomáticamente e incluso militarmente, en caso de que sea necesario. Para ello, el emir de Qatar no ha dudado en retomar en sus manos más directamente la cadena al-Jazeera. Su dirección ha sido cambiada para que responda más fielmente a las orientaciones políticas del país.
Si la situación del mundo árabe no fuera tan dramática, se podría sonreír ante este pequeño emirato real que apoya los levantamientos populares y da lecciones de democracia, cuando el propio emir llegó al poder destituyendo a su propio padre.
Del Norte al Sur, musulmán o no, nunca olvidaremos lo que une a estos Estados (Francia, Gran Bretaña, Turquía y Qatar) que hoy se las dan de modelos para los pueblos árabes:
· Una sujeción al orden estadounidense, responsable de todas las guerras imperialistas que se han llevado a cabo en la zona.
· Unas relaciones normalizadas con el Estado sionista, la única ideología de Estado abiertamente racista del siglo XXI.
· Una integración en un sistema económico mundial capitalista y ultraliberal responsable de la peor de las catástrofes humana, espiritual y ecológica (mil millones de personas desnutridas, una desigualdad cada vez mayor, consumismo, calentamiento global…).
Superar el imperialismo estadounidense, luchar contra la ideología racista que representa el sionismo, librarse del modelo consumista occidental y de su lógica capitalista exige el establecimiento de un proyecto alternativo de sociedad para los países árabes.
Sin duda el camino será largo y difícil. En cambio, lo que ya está claro hoy es que ni Francia con sus filosofías de la Ilustración de las que ella misma se desdice cotidianamente ni Turquía con su orientación islamoliberal que traiciona la esencia de nuestra fe musulmana ni los petrodólares de un Qatar consumista y egoísta son un modelo para todos los pueblos que aspiran a liberarse.
Y solo Dios lo sabe todo.
Fuente: http://globislam.over-blog.com/article-a-quoi-joue-le-qatar-exactement-97914729.html