La noche anterior, Dani se acercó al locutorio para avisar a su familia: había llegado el momento. «Mañana estaré en España», le dijo a su madre con la chulería de siempre. Bikai envió un mensaje a su padre. Pedía que no se preocupase y que rezase por él. Cerca de 200 personas empezaban a correr […]
La noche anterior, Dani se acercó al locutorio para avisar a su familia: había llegado el momento. «Mañana estaré en España», le dijo a su madre con la chulería de siempre. Bikai envió un mensaje a su padre. Pedía que no se preocupase y que rezase por él. Cerca de 200 personas empezaban a correr desde los bosques marroquíes de Castillejos para conseguir la meta perseguida desde hacía años. Era 6 de febrero de 2014. Era el día del «gran intento».
Corrían confiados en una victoria, en el Bossa definitivo, pensando en los compañeros que la habían alcanzado cinco meses antes. El 17 de septiembre del 2013, un grupo numeroso, como el suyo, empleó la misma estrategia que utilizarían ellos aquel día para atravesar la frontera de España: cientos de personas rodearon a nado -o a pie – el espigón que separa Marruecos y Ceuta. 91 personas lo lograron. En la orilla ceutí, bailaron y corearon el tan español «oé, oé», frente a la decena de agentes de la Guardia Civil. Los observaban atónitos.
Algo tenía que cambiar, afirmaron las autoridades. Hay que pensar en la ampliación del espigón, que es un flanco débil porque en marea baja pueden entrar andando, no hace falta ni que naden, aseguró Francisco Antonio González. Tras varias llamadas a Madrid, se descartó el envío de más agentes pero se insistió en poner más esfuerzos para frenar su entrada en futuras ocasiones.
He tenido muchas conversaciones esta mañana con distintos departamentos en Madrid, con la secretaría de Estado, y hemos concluido que con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que tenemos, tenemos que defendernos para retener a estas personas, añadió el representante ceutí.
Poco sabían de esas declaraciones Dani, Bikai, Armand o Larios y el resto de compañeros que corrían hacia las inmediaciones del espigón del Tarajal. Sí eran conscientes de la facilidad de acceso por ese punto, pero también temían posibles contratiempos, por lo que algunos cargaban con flotadores y botellas de agua atadas al cuerpo para asegurar la flotabilidad.
En el lado español de la frontera, la Guardia Civil movilizó varias unidades, entre ellas, el grupo de antidisturbios (GRS) y una patrullera naval. Cuando los migrantes llegaron a la zona del Tarajal, los agentes ya estaban desplegados en el espigón, cargados con los fusiles habilitados para lanzar pelotas de goma. Efectivamente, algo había cambiado.
La escena era muy diferente a la imaginada. Cuando el grupo de migrantes entró en el agua, después de correr durante horas, comenzaron los estruendos, las pelotas de goma, el humo, los gritos. La noche aún reinaba en las aguas fronterizas y los supervivientes vivieron situaciones de pánico. Esta vez no hubo cantos ni bailes. Sí llantos, rabia e incomprensión.
Cuando se puso el sol, había varios cuerpos sin vida en la frontera hispano-marroquí. Estas son las certezas que se conocen de lo ocurrido durante esos minutos, atendiendo a las imágenes oficiales, los informes del Instituto Armado y la investigación judicial.
Cómo se utilizó el material antidisturbios
Las imágenes oficiales muestran lanzamientos de pelotas de goma y botes de humo hacia el agua y -al menos – muy cerca de la zona donde nadaban los inmigrantes.
Debido a la mala calidad de los vídeos, no se puede observar si hubo impactos directos de pelotas de goma contra los inmigrantes, como denuncian los supervivientes. La ONG Caminando Fronteras presentó en el juzgado imágenes de las lesiones de algunas de las personas que aseguran haber resultado heridas aquel día con material antidisturbios, acompañadas de partes médicos.
Sin embargo, los agentes imputados aseguraron en sus declaraciones judiciales que lanzaron material antidisturbios lejos de los migrantes, aunque admiten que no respetaron los 25 metros defendidos por el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el Congreso de los Diputados.
Insisten en que el objetivo del uso de las pelotas de goma era marcar la línea fronteriza imaginaria entre España y Marruecos, con el objetivo de disuadir a estas personas en su intento de llegar a Ceuta.
Falta de protocolo para usar pelotas de goma hacia el agua. El teniente de la Guardia Civil imputado en el caso también reconoció que era la primera vez que lanzaban pelotas de goma hacia el agua, ya que sus protocolos no incluyen el uso de medios antidisturbios en intentos de entrada por la vía marítima. No estaban, por tanto, entrenados para ello. No obstante, insistió en que lo hicieron asegurándose de no impactar sobre los migrantes. Días después de las muertes de Ceuta, la dirección del Instituto Armado emitió una orden verbal para no volver a lanzar estos medios en caso de entrada de migrantes por el agua.
En las imágenes pueden verse disparos hacia aguas españolas y marroquíes, a ambos lados del espigón fronterizo. Esto es importante porque la versión oficial siempre ha insistido en que todas las muertes se produjeron en aguas marroquíes, exculpándose así de una posible responsabilidad española. Pero la Guardia Civil, según los vídeos, también actuó sobre estas aguas en una actuación «coordinada» con las fuerzas alauíes.
Quién dio la orden de disparar pelotas de goma
A día de hoy se desconoce quién ordenó lanzar material antidisturbios hacia el agua, a pesar de que nunca antes lo habían hecho, según indican los agentes imputados.
Varios agentes admitieron que, aunque no recibieron una directriz expresa de utilizar pelotas de goma, comenzaron a lanzarlas porque vieron antes cómo el capitán jefe de la Compañía Rural de Seguridad de Ceuta disparaba hacia el agua y, por tanto, les parecía «lógico».
El capitán -quien estaba al mando del dispositivo- reconoció que lanzó varias pelotas de goma hacia el agua «con la intención de que los que allí estaban le imitaran».
Falta de auxilio
Varios agentes reconocen en el informe presentado al juzgado que vieron a los inmigrantes en el agua «unos sobre otros, formando un embudo» muy cerca del espigón fronterizo. Aquel día la Guardia Civil no se lanzó al mar para socorrer a los subsaharianos en los momentos más dramáticos. Tampoco avisó a Cruz Roja ni a Salvamento Marítimo, como suele hacer en estos casos. Sí lo hicieron en el intento de entrada del 17 de septiembre.
Un agente solicitó nervioso a sus mandos, en varias ocasiones y durante los primeros momentos del intento de entrada, que requiriesen la llegada de los buceadores, como revelaron las grabaciones a las que tuvo acceso la Cadena SER. Pero la embarcación de los GEAS -buzos -, con dimensiones adaptadas para acercarse a tierra, no llegó hasta más tarde, cuando «ya casi no había inmigrantes en el agua».
Cuerpos sin identificar y visados denegados a familias
Han pasado dos años desde el fallecimiento de las muertes de Ceuta y aún quedan cuatro cuerpos sin identificar de los cinco hallados en España. El proceso sí se ha completado con los cadáveres localizados en Marruecos, según la ONG Caminando Fronteras.
Aquella mañana la Guardia Civil halló al menos tres cuerpos en aguas fronterizas entre España y Marruecos. «En la esquina del espigón hay tres cadáveres. Vamos a proceder a sacarlos», anunció un miembro del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil a través de las comunicaciones radiofónicas. Pocos segundos después, la voz de un superior, el mando del operativo, lanzó la orden contraria: «Eso está en Marruecos. Lo hacen ellos».
Los agentes españoles se encontraban a tan solo unos metros de ellos, pero la Guardia Civil abandonó los dos cuerpos en el mar.
Durante los días posteriores a la tragedia, fueron apareciendo hasta cinco cadáveres en las orillas ceutíes. A pesar de las incógnitas existentes alrededor de las circunstancias de los fallecimientos, el juzgado de instrucción número 6 de Ceuta ordenó enterrarlos a todos en las 24 horas posteriores. Ninguno de ellos fue identificado antes de recibir sepultura. Meses después, la Guardia Civil puso nombre a uno de los cuerpos, el de Nana Chimie Roger, gracias a un teléfono móvil que guardaba en sus pantalones.
Las familias de las víctimas, que se han organizado creando en Camerún la asociación Familias Víctimas del Tarajal, trataron de viajar a España para tratar de acelerar el proceso de identificación e intentar realizarse de nuevo las pruebas de ADN necesarias. También pretendían ver la tumba de sus hijos y hermanos, pero el Gobierno les denegó los visados, impidiéndoles su entrada en territorio español.
Este lunes celebrarán un homenaje en Duala para clamar «justicia y dignidad», que también pasa por poner nombre y apellidos a los nichos donde descansan sus seres queridos.
Desde Alemania, Dani aún recuerda la noche del «gran intento» y pide enlaces de las informaciones que relatan la reapertura de la causa. Evita pensarlo, pero exige justicia por los compañeros fallecidos junto a él.
Como Bikai. Desde Camerún, su padre aún rememora ese último mensaje y piensa en las preguntas sobre la muerte de su hijo que, tres años después, permanecen sin respuesta.
Fuente: http://www.eldiario.es/desalambre/Muertes-Ceuta_0_608239997.html